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LA PATAGONIA CHILENA, UNA MIRADA DESDE EL OCÉANO

La Patagonia chilena, con su magnificente geomorfología, esculpida con la gubia de los glaciares, es uno de los grandes reservorios de agua dulce del mundo y un bastión austral para la estabilidad del clima regional y global. Tanto la dinámica de la atmósfera (y por ende del clima) y de la circulación del océano (y por ende la distribución de calor, gases y nutrientes) son parcialmente moduladas desde la Patagonia. Esta parte del planeta nos ofrece actualmente una enorme cantidad de servicios ecosistémicos que se explicitan a lo largo de este libro, y que han provisto a los pueblos originarios para su bienestar desde milenios (Dillehay et al., 2008; ver en este libro Aylwin et al., 2021). Esto es lo que queremos conservar y esta es la visión de nuestra Patagonia chilena desde el océano. ¿Por qué es importante conservarla? Porque la Patagonia es parte central de la historia y la cultura de nuestro país, porque es necesario mantener la naturaleza lo más saludable posible para que cumpla su función de regulación climática, ecológica, medioambiental y cultural, y porque es una de las zonas más vulnerables a los Cambios Globales y Climáticos (CG y CC), a los impactos/contaminación antrópica y al mal uso de su enorme potencial para actividades económico-productivas (ver Buschmann et al., 2021).

En este sentido se hace necesario destacar a los servicios ecosistémicos menos conocidos del maritorio de la Patagonia chilena, como su capacidad de capturar, exportar y secuestrar carbono durante el período productivo (Torres et al., 2011). Además, varios grupos funcionales del plancton (como eufáusidos) y/o cetáceos (como ballenas), realizan significativos aportes en la fertilización del océano y/o en la exportación de carbono a través de sus desechos metabólicos (i.e.,pellets fecales) o comportamiento (migraciones verticales) (González et al., 2016; Ratnarajah et al., 2018). Todas estas acciones forman parte de las soluciones basadas en la naturaleza, que contribuyen, sin costos para nosotros, al gran desafío de proteger y mantener la Patagonia “saludable”. ¿Cómo? usando herramientas legales como áreas marinas protegidas, planificación espacial marina, áreas municipales de conservación, uso racional del borde costero y por sobre todo, integrando en esta conservación a las comunidades que conviven en estas áreas (i.e., espacios marinos costeros para pueblos originarios) (ver Hucke-Gaete et al., 2021; Tecklin et al., 2021; Haussermann et al., 2021).

A través de este libro se desprende la necesidad de acciones de conservación urgentes en toda la Patagonia chilena. Compromisos con la protección del medio ambiente, uso sustentable y responsable de sus bienes y servicios en una Patagonia que está conformada por “Sistemas Híbridos Terrestres-Marinos” (SHT-M), donde la parte del maritorio patagónico, no solo interactúa con sistemas terrestres, sino también con los ecosistemas oceánicos adyacentes (Pavés et al., 2015; ver Rozzi et al., 2021). Esta realidad determina una gobernanza muy compleja, pues incluye: i) diferentes ecosistemas tipo SHT-M; ii) amenazas a funciones y servicios ecosistémicos que son transversales a estos sistemas; iii) actividades socio-económicas y culturales que los incluyen y los influencian (Pittman y Armitage, 2017). La Patagonia chilena con su sistema dominado por fiordos, canales, bahías, etc. alberga un sistema muy productivo, cuasi-prístino y que para su funcionamiento recibe nutrientes, materia orgánica e inorgánica particulada y disuelta y una abundante descarga de agua dulce desde los sistemas terrestres (González et al., 2019). Estos flujos se proyectan en el maritorio como “plumas” de aguas salobres superficiales y parcialmente hacia zonas más profundas (corrientes subantárticas salinas). La entrada de agua dulce es lo que, en parte, sustenta el funcionamiento del maritorio, pero a su vez, lo hace más vulnerable a la acidificación. Esto, junto a la pérdida de masa de glaciares y el calentamiento de sus aguas está gradualmente cambiando las condiciones físicas y químicas, donde una rica biodiversidad y endemismo de organismos del plancton y bentos, convive con aves, mamíferos y cetáceos que hacen uso de sus servicios ecosistémicos y que podrían servir de “focales y centinelas” para el cambio climático (ver Hucke-Gaete et al., 2021).

La Patagonia chilena se caracteriza por una gran variabilidad estacional, que incluye una productividad acuática que transita entre un control principalmente de luz solar y fotoperíodo en invierno, a uno principalmente de nutrientes en verano (González et al., 2010; 2016). Los impactos del CG y CC (natural y antrópico) en la Patagonia son multifactoriales y dado que tenemos un solo gran océano (con diferentes nombres) y una sola gran atmósfera, las potenciales amenazas provienen de Chile y el mundo. Esto nos obliga a esfuerzos y compromisos a nivel país con todos los actores involucrados: academia, sectores público y privado, organismos gubernamentales, ONG’s, comunidades y pueblos originarios. El gran compromiso es proteger y conservar la Patagonia chilena de amenazas descritas a lo largo de este libro. ¿Qué hacer? las áreas marinas protegidas son un primer paso, hacerlas efectivas para que cumplan su función, es el segundo y mayor desafío.

Las naciones que están liderando los esfuerzos por el CC en el Panel del Océano (entre ellas, Chile), han indicado la urgencia de 5 acciones: i) el manejo sustentable de los recursos del mar; ii) la mitigación del CC; iii) evaluar las posibilidades de la recuperación económica; iv) el manejo integral del océano y v) frenar la pérdida de biodiversidad (Lubchenco et al., 2020). Todos estos esfuerzos aparecen representados en la Patagonia chilena y tratados en el libro por los especialistas en diversas áreas del conocimiento. Tendríamos que agregar la interface entre las ciencias naturales y sociales y los cambios generados producto de estresores (medioambientales, actividades extractivas y productivas como turismo, acuicultura, pesca, etc.) y el aporte de los pueblos indígenas en la conservación de los sistemas acuáticos Patagónicos (ver Aylwin et al., 2021).

Este libro describe las amenazas a la biodiversidad acuática, la introducción de especies exóticas (i.e., salmónidos, Dydimo) y el riesgo de frecuentes floraciones de algas, muchas de ellas nocivas y que afectan las actividades productivas (artesanales e industriales) y la salud pública. En los últimos años se ha reportado la expansión de especies tóxicas hacia el norte (Alexandrium catenella) y hacia el sur (Pseudochattonella cf. verruculosa) de la Patagonia chilena (Trainer et al., 2020). Estos procesos podrían estar relacionados con una expansión de la actividad antrópica y/o a cambios en las condiciones químicas y físicas del medio marino debido al CC y que operan a diversas escalas espaciales y temporales. El rango de procesos es muy amplio, incluyendo desde factores atmosféricos (i.e., régimen de vientos) y oceanográficos (i.e., surgencias de masas de agua), hasta factores más locales de aportes de agua dulce que cambian la estratificación y estequiometría de fiordos y canales. El maritorio recibe una gran incursión de agua dulce desde una cordillera de baja altura con sectores cubiertos con campos de hielo y glaciares, la mayoría de los cuales están en proceso de pérdida de masas de hielo (ver Rivera et al., 2021) que oscilan entre 20 y 30 Gt a-1 durante las últimas dos décadas (Dussaillant et al., 2019). La amplia extensión de la zona costera bajo los 10 m en la Patagonia chilena, la hacen susceptible a eventos extremos como inundaciones, derrumbes, avalanchas y marejadas, con efectos negativos sobre la provisión de servicios ecosistémicos (Iriarte et al., 2010; ver Rivera et al., 2021).

Resumiendo, el maritorio patagónico chileno es un sistema muy complejo, diverso y con gradientes muy conspicuos, tanto en sentido este – oeste como norte – sur. La cordillera de Los Andes, con una orientación N-S a lo largo de Sudamérica, cambia de sentido (90°) en la cordillera de Darwin, quedando con orientación E-O (i.e., canal Beagle), producto de la presión de la placa Antártica sobre el continente Sudamericano. Estos cambios orográficos han abierto rutas bi-oceánicas a las que se suma el estrecho de Magallanes exacerbando las singularidades geográficas, climáticas, biogeográficas y fisicoquímicas (ver Rozzi et al., 2021).

Finalmente, nuestra Patagonia, es un híbrido entre mar y tierra, Pacífico y Atlántico, Antártica y Sub-Antártica, con influencias físicas desde la atmósfera, la criósfera y el océano. El desafío es lograr una conservación eficiente de los ecosistemas, sus legados culturales, sociales y ecológicos, que subyacen a los diversos servicios ecosistémicos que nos provee la Patagonia chilena, para el bienestar de la población actual y los que vienen detrás de nosotros.

Agradecimientos

Al programa FONDAP 15150003 y a los editores (JCC, JJA y MJM-H) y DT (UACh) por su gran liderazgo, compromiso y esfuerzo en llevar a término esta gran obra.

Referencias

Dillehay, T. D., Ramírez, C., Pino, M., Collins, J., Rossen, y Pino-Navarro, J. (2008). Monte Verde: seaweed, food, medicine, and the peopling of South America. Science, 320, 784-786.

Dussaillant, I. E., Berthier, F., Brun, M., Masiokas, R., Hugonnet, Favier, V., Rabatel, A., Pitte, P. y Ruiz, L. (2019). Two decades of glacier mass loss along the Andes. Nature Geosciences, 12, 802-808.

González, H. E., Graeve, M., Kattner, G., Silva, N., Castro, L., Iriarte, J. L., Osmán, L., Daneri, G., y Vargas, C. (2016). Carbon flow through the pelagic food web in southern Chilean Patagonia: relevance of Euphausia vallentini as key species. Marine Ecology Progress Series, 557, 91-110.

González, H. E., Nimptsh, J., Giesecke, R., y Silva, N. (2019). Organic matter distribution, composition and its possible fate in the Chilean north-Patagonian estuarine system. Science of the Total Environment, 657, 1419-1431.

Iriarte, J. L., González, H. E., y Nahuelhual, L. (2010). Patagonian fjord ecosystems in southern Chile as a highly vulnerable region: problems and needs. Ambio, 39(7), 463-466.

Lubchenco, J., Haugan, P., y Pangestu, E. (2020). Five priorities for a sustainable ocean economy. Nature, 588, 30-32.

Pavés, H., González, H. E., Castro, L., y Iriarte, J. L. (2015). Carbon flows through the pelagic sub-food web in two basins of the Chilean Patagonian coastal ecosystem: the significance of coastal-ocean connection on ecosystem parameters. Estuaries and Coasts, 38, 179-191.

Pittman, J., y Armitage, D. (2016). Governance across the land-sea interface: a systematic review. Environmental Science Policy, 64, 9-17.

Ratnarajah, L., Nicol, S., y Bowie, A. R. (2018). Pelagic iron recycling in the Southern Ocean: exploring the contribution of marine animals. Frontiers in Marine Sciences, 5, 109.

Torres, R., Pantoja, S., Harada, N., González, H. E., Daneri, G., Frangopulos, M., Rutllant, J. A., Duarte, C., Ruiz-Halpern, S., Mayol, E., y Fukasawa, M. (2011). Air-sea fluxes along the coast of Chile: from CO2 outgassing in central-northern upwelling waters to CO2 uptake in southern Patagonia fjords. Journal of Geophysical Research-Oceans, 116.

Trainer, V. L., Moore, S., Hallegraeff, G., Kudela, R., Clement, A., Mardones, J., y Cochlan, W. (2020). Pelagic harmful algal blooms and climate change: lessons from nature’s experiments with extremes. Harmful Algae, 91, 101591.

HUMBERTO E. GONZÁLEZ

Profesor titular, Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas,

Universidad Austral de Chile y Centro de Investigación

en Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (FONDAP-IDEAL)

Conservación en la Patagonia Chilena

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