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Introducción

Hartmut Rosa (1965) es un sociólogo y filósofo alemán, catedrático en la Universidad de Jena, Alemania, que ha desarrollado en los últimos quince años una teoría sobre la aceleración social.

La principal preocupación de Hartmut Rosa consiste en comprender por qué el ser humano, a pesar de los avances científicos y tecnológicos del presente siglo, parece que no ha alcanzado un estado de bienestar, una buena vida (good life) a nivel mundial.

En su libro High-Speed Society: Social Acceleration, Power, and Modernity, el autor esboza el marco teórico de su trabajo. Primero, analiza las perspectivas clásicas de la aceleración social a partir de diferentes ámbitos sociales y culturales a través de autores como Henry Adams (historiador), Georg Simmel (sociólogo), Filippo Tommaso Marinetti (artista), John Dewey (pedagogo) y Carl Schmitt (politólogo), lo que demuestra el carácter transdisciplinario que pretende la obra. Segundo, elucida los fundamentos teóricos de una sociedad altamente acelerada, las consecuencias éticas y políticas, la aceleración histórica, las dinámicas espaciotemporales y sus repercusiones respecto al poder y la democracia, a partir de las ideas de intelectuales del siglo xx como Reinhart Koselleck (historiador), Bob Jessop (politólogo), Hermann Lübbe (filósofo) y John Urry (sociólogo). Tercero, estructura las consecuencias políticas de una sociedad acelerada en torno a crisis de gobierno, fuerzas armadas, civilidad y cultura, donde dialoga con pensadores actuales como Paul Virilio (urbanista), Stefan Breuer (sociólogo) y Herfried Münkler, William E. Connolly y William E. Scheuerman (politólogos). Esta primera obra se publicó en 2008 y sirvió como base para el desarrollo de su teoría.

Social Acceleration: A New Theory of Modernity fue publicada en 2013 y ofrece una estructura sólida sobre lo que considera la aceleración social. Primero, sitúa la teoría en el marco del análisis de la modernidad, y afirma que en estos estudios no se ha considerado de forma suficiente la temporalidad como factor determinante; asimismo, aproxima una noción/definición de la aceleración social. En segundo término, indaga sobre los mecanismos y manifestaciones de los fenómenos de aceleración social y explica el balance entre las dimensiones de aceleración y las categorías de inercia; es decir, establece las tres categorías de la aceleración social y expone que estas fuerzas producen resistencias a la aceleración, en otras palabras, las formas de desaceleración social e inercia. Tercero, revisa las causas de la aceleración y establece sus motores mediante la explicación de que, en sinergia, generan autopropulsión, es decir, forman un círculo de aceleración que no se detiene nunca. Y cuarto, observa las consecuencias que genera la aceleración social, tanto desde el impacto en la globalización política y económica, como en aspectos culturales y sociales de la posmodernidad, sus paradojas, la identidad, la temporalidad y la desintegración social.

En 2016 se publicó el primer libro de Hartmut Rosa en idioma español, a cargo de la editorial argentina Katz. El libro pretende ofrecer un bosquejo, desde la teoría crítica, de la teoría de la aceleración social con el objetivo de abrir el diálogo en países de habla hispana. Ya en 2011 la Universidad “Alberto Hurtado” en Chile lo había invitado a dar una conferencia sobre las consecuencias éticas y políticas de una sociedad acelerada, lo que hace pensar que la teoría de la aceleración social ha encontrado mayor eco en Suramérica que en México; sin embargo en los últimos años, cabe mencionar, el autor ha hecho un importante esfuerzo por dar a conocer su trabajo en diferentes foros y universidades de distintas latitudes, incluido México.

Quizás una de las razones por las que la teoría de la aceleración social de Hartmut Rosa no ha alcanzado la notoriedad que amerita es el pesimismo implícito en ella, pues en High-Speed Society habla del inminente “fin de la historia” y la necesidad de permitir que el mundo se siga acelerando, ya que, al ser la aceleración la fuerza productora, la desaceleración no podría contenerla. Surgieron críticas alrededor del mundo y, por ello, en agosto de 2019, publicó su más reciente obra, Resonance: A Sociology of Our Relationship to the World. En ella, elabora una propuesta sociológica frente a los retos del acelerado siglo xxi. “Si la aceleración es el problema, la solución sería la resonancia”, pues la calidad de vida humana no puede medirse en términos de recursos, opciones y momentos de felicidad, más bien se debe considerar la relación con el mundo. Según el autor, todas las crisis de la sociedad moderna (ambiental, democracia, psicológica, etcétera) se pueden entender en términos de resonancia.

El presente libro persigue explicar y responder algunas interrogantes que se desprenden de la teoría de la aceleración social de Hartmut Rosa, la cual cobra mayor relevancia con los cambios sociales suscitados a nivel mundial a partir de la pandemia viral del año 2020. Nuestro trabajo está compuesto por dos partes; la primera se dedica a explicar la teoría de la aceleración social de dicho pensador; hemos intentado contextualizarla en la realidad mexicana y con ejemplos académicos principalmente dirigidos a universitarios, dada la relevancia de dar a conocer a Rosa para que sus ideas y trabajo tengan difusión y susciten más diálogos interdisciplinarios. La segunda parte del libro consiste en una crítica a la teoría de la aceleración social, acompañada por reflexiones interdisciplinarias que buscan robustecer el diálogo con nuestro teórico, empleando ora categorías de autores contemporáneos –algunos, incluso, contrarios a su pensamiento–, ora categorías propias que permitan elevar la discusión en torno a este tema en los ámbitos académicos de habla hispana. En esta segunda parte, hay algunos aspectos que cobran particular relevancia, debido a una relación intrínseca –entre el autor y su obra, así como entre la crítica y la teoría–, uno es la noción heideggeriana de ser-en-el-mundo, implícita en el trabajo de Rosa; otro, la diferenciación lingüística, ontológica y epistémica de John Searle, la cual forma parte esencial de la crítica, pues el tiempo así como las variables que desprende, se comprende a partir de lo que sobre él podemos explicar lingüísticamente.

En la primera parte de este libro proponemos exponer la teoría de la aceleración social en Hartmut Rosa con dos objetivos muy concretos: para dar a conocer la obra del autor de quien sólo se ha impreso un libro en español referente a un trabajo que lleva ya quince años; aunado a ello, con el fin de establecer los aspectos más importantes de su teoría y así poder elaborar una crítica que permita fortalecerla y aprovecharla.

La teoría de la aceleración social constituye un planteamiento complejo debido a que consiste en un trabajo inter y transdisciplinario. Sus categorías se encuentran en la frontera entre la sociología y la filosofía; además, la respuesta a la pregunta en torno a la vida buena, a la que quiere dar respuesta nuestro autor, constituye un problema transversal que se puede mirar desde otras perspectivas tanto científicas (física, medicina, psicología), como humanísticas (historia, antropología, comunicación).

La aceleración social consiste en un fenómeno social que afecta a los miembros individuales de la sociedad, pues se genera sistémicamente; razón por la que las personas entran involuntariamente en el mecanismo aceleratorio, sin prácticamente percatarse de él y con dificultades para reconocerlo y sustraerse de tal aceleración. Su origen puede situarse en el comienzo de la Revolución Industrial, cuando las fuentes de energía permitieron la producción masiva, el aumento en la velocidad de la comunicación y los transportes; desde entonces, se ha desarrollado en periodos que encuentran refuerzos y resistencias, y con el advenimiento de las llamadas segunda y tercera revoluciones industriales, los procesos mismos de la aceleración social se aceleran.

Aun cuando autores como Carlos Marx, Augusto Comte y Norbert Elias han abordado los procesos de transformación históricos de la sociedad, en el caso de los dos primeros, y la comprensión social del tiempo en el segundo, para Hartmut Rosa el problema de los estudios sobre la modernidad es que no han contemplado suficientemente la variable de la temporalidad. Por ello, elabora un análisis de las posturas sociológicas que han intentado explicar la modernidad, así como sus promesas y paradojas. El estudio de los fenómenos sociales nunca podrá ser estático; por eso es necesaria la variable del tiempo, pues las cosas ocurren, acontecen y cambian.

La teoría de la aceleración social contempla tres categorías de aceleración específicas, a saber, la aceleración tecnológica, la aceleración del cambio social y la aceleración del ritmo de la vida. Las dos primeras son más fácilmente apreciables desde una perspectiva sociológica, pero la tercera requiere de un análisis más profundo desde la antropología filosófica y la psicología. Estas categorías sólo establecen los puntos de referencia. Los mecanismos de aceleración constituyen las causas que producen este fenómeno social-individual.

El motor económico de la aceleración social está relacionado con una sociedad altamente competitiva y cuyo eje rector es el dinero; por su parte, el motor cultural se relaciona con la ausencia, en el mundo contemporáneo, de una idea de trascendencia. Por otro lado, también podemos hallar la causa en la promesa de la modernidad, con respecto a la posibilidad de ser y hacer casi cualquier cosa en esta vida. Finalmente, el motor estructural consiste en la asimilación de la aceleración en la vida cotidiana, pues si todo se mueve con mayor velocidad, la única manera de mantener el ritmo es moverse cada vez con mayor velocidad. Cuando todo alrededor cambia, las personas se ven forzadas, estructuralmente, a cambiar con el entorno.

De este modo, llegamos al corazón de la teoría que propone Hartmut Rosa, pues si reconocemos y aceptamos las causas de la aceleración, debemos preocuparnos por las consecuencias y las posibles salidas al problema; es ahí donde surge la denominada desaceleración social, que consiste en una respuesta consecuente, a veces natural y a veces voluntaria, frente al fenómeno social.

El autor propone cinco formas de desaceleración e inercia. Es necesario advertir que el fenómeno desaceleratorio es consecuencia de la propia aceleración, razón por la cual ambas fuerzas, aceleración y desaceleración, no están en balance, pues la primera engendra la segunda. Por su cuenta, las formas de desaceleración social son una crítica y un análisis de las formas de aceleración, pues no todas las cosas del mundo se aceleran o pueden acelerarse, y la velocidad misma, intrínsecamente, tiene límites.

El fenómeno de aceleración se observa sobre todo en las ciudades. No todas las regiones del mundo se aceleran de la misma manera ni al mismo ritmo, pero debemos reconocer que la aceleración social no es un fenómeno que afecta sólo al mundo que habitamos, sino también al modo en que nos relacionamos con él y, necesariamente, a nosotros como parte del mundo en que vivimos. Desde la rebelión de Ned Ludd en el siglo xvii y hasta nuestros días, hay personas que resisten a los cambios sociales, ya sea de manera individual o de manera organizada. El Hartmut Rosa de sus primeros trabajos pensaba que la inercia de aceleración no tenía freno posible, sin embargo, en el último libro, Resonancia, ofrece una respuesta más optimista frente la posibilidad de poner un freno, o quizá, lograr un cambio.

La segunda parte del libro elabora una crítica inter y transdisciplinaria de la teoría de la aceleración social de Hartmut Rosa con el objetivo de enriquecerla y fortalecerla, pues consideramos que el trabajo es esencialmente correcto, pero puede refinarse con el apoyo de otros autores contemporáneos que han hecho observaciones en torno al tiempo dentro de sus respectivos análisis sobre la modernidad. Para ello, hemos optado por adoptar algunas categorías relacionadas con la temporalidad en otros autores y generar algunas propias, de manera que podamos entablar un diálogo siempre constructivo con nuestro autor.

El libro toma el nombre Los bordes del tiempo porque, para hablar de la temporalidad, es necesario revisar, como lo propone John Searle desde la filosofía del lenguaje, sus aspectos ontológicos y epistémicos. El análisis del tiempo es complejísimo, pues implica no sólo la comprensión ontológica del sujeto que tiene un tiempo existencial, sino también la revisión del tiempo del mundo que habita, un mundo que, a su vez, transforma al sujeto y es afectado por éste; asimismo, debemos abordar la epistemología del tiempo, desde su percepción hasta su medición, para delimitar sus bordes. Por si fuera poco, estamos ante una noción tanto abstracta como concreta, en ocasiones superficial y por momentos dramática.

La teoría de la aceleración social no delinea los bordes del tiempo, simplemente asocia observaciones sociológicas con argumentos filosóficos; en este libro proponemos establecer los bordes del tiempo a partir de la teoría de Rosa con el fin de comprender los límites del tiempo mismo y de la teoría dentro de dichos límites.

La complejidad propia de la teoría impide abordar todas sus aristas, pero muchos otros pensadores contemporáneos exploran aspectos relacionados con la aceleración social; considerando lo anterior, en nuestro estudio son pertinentes desde los filósofos Searle y Byung-Chul Han, hasta sociólogos como Zygmunt Baumann o Pierpaolo Donati, pasando por pensadores más polifacéticos como Iván Illich y Steven Pinker, el economista Serge Latouche, el científico Carlo Rovelli o la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt –de la que el mismo Rosa se ha convertido en pionero desde una nueva forma de comprenderla–, sin olvidarnos nunca de los clásicos, que constituyen la base del pensamiento occidental. Todo lo anterior desde la comprensión de que no son los únicos autores con quienes se podría dialogar un fenómeno tan importante como éste, particularmente a partir del año 2020 en que la forma de relacionamos con el mundo está cambiando.

Una de las ventajas de analizar los aspectos ontológicos del tiempo es que nos permite abrir la teoría de Hartmut Rosa hacia una idea de trascendencia (que también precisa su propia temporalidad) no presente en su obra, en buena medida, porque es heredera de la tradición filosófica heideggeriana que contempla al ser-en-el-mundo como uno limitado por el mundo mismo, un ser para la muerte sin más destino que la muerte misma.

A pesar de que la idea de trascendencia escapa a la teoría de la aceleración social, el propio Hartmut Rosa comprende que la religión es un aspecto importante para que la persona tenga cabal serenidad en el mundo; independientemente de la que se profese, el espíritu humano halla una paz que permite pausar la vida cotidiana y despliega la posibilidad de que el ser humano se pueda replantear su existencia en el mundo.

Además de la religión, el propio autor a lo largo de su obra menciona las ideas de estrategia y de resonancia, nociones que reconcilian la negatividad del discurso de Rosa con la posibilidad de una buena vida. Por un lado, la estrategia consistiría en asumir la aceleración del mundo y aprovecharla en propio beneficio, pues el aumento en la velocidad de ciertas actividades puede ser provechosa. Los cambios de ritmo, como cuando corremos o hacemos ejercicio, pueden ser benéficos; una estrategia de aceleración con un objetivo claro sería la forma inteligente de acelerar y frenar el ritmo de la vida intencionalmente. Por su parte, la resonancia consiste en la posibilidad de comunicar a los otros la problemática del sistema inercial de aceleración, de modo tal que cada uno pueda tomar sus propias decisiones para modificar el ritmo de su vida. Si los seres humanos cambian inercial e intencionalmente sus ritmos vitales, necesariamente el sistema institucional del mundo cambia también. Estas tres categorías serían el término medio entre los procesos de aceleración y sus efectos desaceleratorios.

Además de considerar las categorías religión, estrategia y resonancia que el autor contempla, aunque no desarrolla, realizamos una crítica a la teoría de la aceleración social e incorporamos cinco categorías de reflexión adicionales que ayudarían a dar respuesta a la pregunta central de la teoría sobre la buena vida y la manera en que vivimos el tiempo. La primera de las categorías es la contraproductividad, que puede entenderse como la condición adquirida por una herramienta cuando ha perdido la razón por la cual fue creada, o bien, como la herramienta, que es un medio para la obtención de un fin, y se convierte, en sí misma, en un fin.

En el análisis histórico de la condición humana observamos que el ser humano ha modificado su manera de relacionarse con el trabajo, pasando de un animal laborans que debe realizar un trabajo físico que le exige extenuarse, hasta un homo faber que diseña herramientas para facilitar su trabajo. El ser humano debe impedir que sus herramientas, diseñadas para facilitar sus actividades lo regresen a una condición de animal laborans. Esto ocurre cuando dichos objetos se convierten en fines, o bien, al producir más trabajo del que prometían facilitar; en otras palabras, cuando se vuelven contraproductivos.

La segunda de las categorías que sirven como crítica a la teoría de la aceleración social de Hartmut Rosa es la desincronización. Esta categoría se desprende de la aceleración tecnológica, pues las nuevas herramientas que, en teoría, facilitan la vida del ser humano, permiten la sensación de control del tiempo; sin embargo, si las herramientas tecnológicas son contraproductivas, lo que tenemos en realidad es (des)control del tiempo. La desincronización surge cuando se pierde la unidad espaciotemporal en los aspectos subjetivos del tiempo, ontológico y epistémico, y trae como consecuencias la insatisfacción del goce del presente, la impresión de que no se tiene la buena vida que se persigue.

El problema con la desincronización es que rompe la continuidad del tiempo, el ser se encuentra presente espacialmente, pero ausente temporalmente, y esta discontinuidad del tiempo conduce a una acción desafortunada en el timing de la vida cotidiana, lo que equivale, en términos de la mitología helénica, a permitir que Kairos se escape.

Con la idea de que “somos tiempo”, se traza una línea de continuidad histórica, individual en cada ser humano, además de colectiva. Los acontecimientos, al igual que la vida individual de las personas, requieren de una narración pero, como toda narración, se necesita una dirección y un sentido que rija el tiempo que se narra; así, la dirección y el sentido del tiempo son la tercera categoría de nuestro análisis. En la vida cotidiana se usan expresiones como “hay un tiempo para todo” que no es otra cosa que la forma en la cual cada persona da sentido a su tiempo, pues la libertad permite a cada uno, a pesar de las circunstancias de vida, llevar a cabo las acciones que considere convenientes para su existencia, y estas acciones, así como sus consecuencias, sólo son posibles en el tiempo y dejarán, asimismo, una huella en el tiempo.

Uno de los problemas de la aceleración social expuesta por Hartmut Rosa consiste en que las personas ya no se percatan del tiempo cotidiano, la vida se ha vuelto rutinaria y acelerada como el primer satélite artificial Sputnik (que después de ser lanzado al espacio, ya sólo daba vueltas alrededor del planeta sin mayor sentido). A fin de recuperar el sentido del tiempo, es necesario hacer una pausa para contemplar el motivo de nuestras acciones y retomar el rumbo, es decir, la dirección que queremos dar nuestras existencias.

La cuarta categoría sobre la que deseamos hacer una reflexión es la de alteridad. Preferimos esta noción sobre la de otredad, pues implica la capacidad no sólo de ser otro, sino también de ser distinto con respecto a lo demás que hay en el mundo, mientras que otredad se refiere más a la distinción del sí mismo como otro. Como quiera que sea, la alteridad es todo lo que hay en el mundo, lo animado e inanimado, lo completamente distinto y, por supuesto, los otros similares a mí, con quienes comparto mi habitar el mundo. Todos juntos ofrecen negatividad y resistencia hacia mí y no me permiten asimilarme en ellos, ni yo a ellos diluirse en mí. Esta resistencia dolorosa y negativa permite al sujeto forjar una personalidad auténtica que se encuentra a sí misma en el tiempo, en su afectación por los demás.

La persona que se forja en la interacción del ser con el mundo podrá comprender al mundo, si y sólo si logra vivir y superar la paradoja de ser-en-el-mundo sin ser el mundo y acepta que su permanencia es temporal en él. Los griegos no estaban equivocados al sostener que el hombre virtuoso va construyéndose en el tiempo, pues incluso él se puede corromper en el tiempo y permanecer, aristotélicamente hablando, en el justo medio; se trata de un arte, como es un arte vivir una vida en el mundo tardomoderno del siglo xxi gozosa y trascendentemente o, en términos de Hartmut Rosa, viviendo una buena vida (una vida que sea buena y merezca llamarse como tal).

La última categoría que desarrollamos en este trabajo es la de relación, pues tanto la vida del ser humano, como la existencia ontológica y epistémica del tiempo es en relación con algo. La gran aportación de la física de Einstein en esta crítica de la teoría de la aceleración social es, precisamente, su teoría de la relatividad: relatividad y relación son quizá las caras de la misma moneda; aunque una palabra pueda ser empleada como concepto riguroso y la otra como simple noción, en el fondo son relacionales.

Las relaciones sociales son múltiples para un ser humano y cambian constantemente en el tiempo, de ahí su relatividad. Pero en la relación del ser con la alteridad es donde cobran sentido la existencia y el tiempo, el ser y el estar, el aquí y el ahora, perdidos en el acelerado mundo en que vivimos. Cuanto más próximo se encuentra un objeto o una persona, más se le conoce y más tiempo se pasa con él; su relación se vuelve más estrecha y su resistencia es mayor entre sí. La negatividad es la que mantiene con vida la relación, y si en algún momento dado la relación rompe su sentido, necesariamente extravía el sentido también, la alteridad se aleja y el ser encuentra otra alteridad para relacionarse, crecer, acercarse o alejarse.

La teoría de la aceleración social es relevante porque el mundo moderno ha perdido sus relaciones y las ha reemplazado por conexiones que, en el fondo, no ofrecen ninguna resistencia ni negatividad. Una persona que pasa su vida a gran velocidad podrá encontrar mucha alteridad a su alrededor, pero si no entra en relación con ella, porque la velocidad deforma todo cuanto encuentra, jamás entrará en una relación y tan pronto como la observe, la perderá.

El propósito de este libro consiste en referir la aceleración social en Hartmut Rosa a sus aspectos antropológicos, con el objetivo de fortalecer la teoría en el ámbito filosófico, pues estamos comprometidos con su legítima preocupación, cuya complejidad requiere soporte y reflexión. Quizá este soporte permita establecer nociones más precisas para lograr mediciones asequibles para un estudio interdisciplinario de la aceleración social.

Finalmente, por respeto a las ideas de Rosa y precaución por si el lector deseara desarrollar algún trabajo a partir de las referencias expuestas en este libro, se podrá advertir que las citas correspondientes a sus obras se encuentran tanto en el interior del texto como en notas a pie de página; esto se debe a que la cita en español es una traducción propia de la obra consultada en inglés, y la original en inglés (que se encuentra al pie de página) es directamente de Hartmut Rosa, quien escribió estas obras en esa lengua –a pesar de ser un autor alemán–. Es decir, no se trata de una traducción al inglés del alemán original, sino de escritura en inglés del mismo autor; en ese sentido, prefiero ofrecer al lector una traducción personal de la obra y permitir también que se lea directamente a Rosa en el idioma original.

Los bordes del tiempo

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