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EL EPISCOPADO CHILENO: EL CARÁCTER COLEGIAL
ОглавлениеEl carácter colegiado en la actuación de los obispos generó una perceptible unidad interna para enfrentar los nuevos desafíos. El carácter de colegiado tenía, por cierto, raíces más profundas, que no eran solamente los sínodos y concilios continentales, limeños y mexicanos, sino también la práctica adquirida durante la monarquía. En efecto, los obispos sabían que lo eran de una sola y única Iglesia, por lo que una vez instituidos en una diócesis podían ser destinados más adelante a cualquiera otra del continente, o incluso ser promovidos a la metrópoli. Como es sabido, al tener Chile solo dos diócesis, la movilidad se produjo hacia diócesis situadas fuera del reino.
Esta traslación de los obispos creó un espíritu de unidad en la comprensión jurisdiccional y pastoral. Por ello fue muy natural que José Ignacio Víctor Eyzaguirre trabajara desde una visión continental, o que Mariano Casanova propusiera al papa una reunión episcopal continental.
La pastoral colectiva que se acordó en la primera reunión episcopal de 1874 se publicó solo en 1884, con el título Sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado. La firmaron el obispo J. Manuel Orrego, de La Serena; el obispo titular y vicario capitular de Santiago, Joaquín Larraín Gandarillas.; Domingo Cruz Quintanilla, deán y vicario capitular de Concepción, y Rafael Molina, deán y vicario capitular de Ancud1002. Puede observarse que por entonces, producto de las dificultades entre el gobierno y la Iglesia, había tres sedes vacantes y solo un obispo residencial, monseñor Orrego.