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IGLESIA Y SOCIEDAD: ENTRE LA VISITA AD LIMINA DEL ARZOBISPO VALDIVIESO DE 1859 Y SU DECESO EN 1878

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En este breve lapso, apenas 19 años, irrumpieron las cuestiones más importantes en la convivencia de la Iglesia Católica con el estado de Chile. Terminó el uso de las normas patronales indianas y se inició una fase de ásperas diferencias entre ambos al agudizarse la intervención del gobierno en los asuntos eclesiásticos y al sostener la Iglesia la más plena autonomía en su quehacer propio.

Hacia finales del decenio de 1860 el estado de la Iglesia chilena se podría caracterizar como de tránsito cultural, político y religioso hacia un modelo europeo, con cierta originalidad. En efecto, había logrado su total reorganización, y las cuatros diócesis cumplían sus obligaciones de gestión; todos los obispos habían realizado la visita pastoral, con lo cual contaban con un buen diagnóstico de sus diócesis; los seminarios antiguos y nuevos funcionaban con regularidad y estaban abiertos a la sociedad como centros de educación básica, media y eclesiástica; el clero secular había alcanzado cierto equilibrio respecto de las necesidades de las diócesis, considerando el incremento relativo de las parroquias; se habían incorporado nuevas comunidades religiosas masculinas y femeninas que servían en la educación, en los hospitales y en las cárceles, además de ofrecer nuevos caminos de espiritualidad. Desde el punto de vista de la organización, se creó la gobernación eclesiástica de Valparaíso, nombrándose en 1872 como su titular a Mariano Casanova. El arzobispo Valdivieso, en la imposibilidad de celebrar un sínodo, optó por reeditar los dos sínodos del periodo hispánico en 1858, y solicitó en la primera visita ad limina en 1859 que la Curia romana lo apoyara en el gobierno de la Iglesia.

Por otra parte, ella consolidó su relación con el mundo exterior. Así, el arzobispo Valdivieso realizó la visita ad limina en 1859; tres de los cuatro obispos participaron en el Concilio Vaticano I (el arzobispo Valdivieso, de Santiago; el obispo Salas, de Concepción, y el obispo Orrego, de La Serena); todos los obispos pudieron cumplir con la visita ad limina con apego a la frecuencia de 10 años; el clero secular chileno alcanzó el debido reconocimiento en Roma y en el continente gracias a representantes como José Ignacio Víctor Eyzaguirre, fundador del Colegio Pío Latinoamericano en 1856, diplomático de la Santa Sede ante los gobiernos de Ecuador, Perú y Bolivia, además de historiador y escritor eclesiástico; Justo Donoso, eximio canonista, autor de Instituciones del Derecho Canónico y Manual del Párroco Americano; Rafael Fernández Concha, autor de importantes obras de teología y filosofía, y Ramón Ángel Jara, fundador de la primera Asociación Católica de Obreros en 1878.

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