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EL DESARROLLO DE LA IGLESIA: 1828-1840

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Entre las herramientas más eficientes y completas del obispo para generar reformas está la visita pastoral, caracterizada por su periodicidad, con una estructura de trabajo cercana a un modelo de auditoria de gestión y realizada por la máxima autoridad, el obispo en persona o por procurador. Las dos diócesis del periodo monárquico en Chile habían cumplido los procesos de instalación, desarrollo y consolidación en tiempos diferentes. Así, la iglesia de Santiago estaba consolidada a principios del siglo XVIII, en tanto que la de Concepción solo en la segunda mitad del siglo XVIII entró a la etapa de consolidación921. Estos procesos permitieron enfrentar el periodo de la emancipación922. Con esta afirmación se subraya que en ambas diócesis se había superado la fase misionera, restando solo zonas concretas en Concepción como espacios de misión ad gentes.

El movimiento de la Independencia generó inestabilidad en ambas diócesis, pero en un grado menor y de carácter transitorio. Las fuentes documentales permiten probar que las nuevas autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, adoptaron tempranamente medidas para organizar las comunidades parroquiales y las misiones.

Así, del gobierno episcopal de José Santiago Rodríguez Zorrilla, obispo de Santiago entre 1815 y1832, nombrado para la diócesis en plena concordancia con las leyes patronales y acérrimo realista, se conservan varios documentos sobre la administración de su jurisdicción ya en el periodo republicano, que son importante por la información cuantitativa que entregan y por mostrar el funcionamiento de la diócesis.

Una lista de clérigos de Santiago, sin fecha, arroja más de 140 personas, que incluyen al cabildo de la catedral (nueve), rectores de la misma (ocho), curas de la ciudad (tres), curas de los contornos de la ciudad (tres), curas del sur (10), curas de Colchagua (siete), curas de Rancagua (ocho), curas del norte (20), clérigos empleados (cinco), capellanes de monjas (siete), clérigos particulares (55), clérigos del distrito de Coquimbo (14) y clérigos que se hallan en los campos (cinco)923.

El obispo Rodríguez Zorrilla le comunicó al gobierno, en carta de 7 de febrero de 1823924, que se disponía a llenar 34 doctrinas vacantes, de un total de 55. Señaló que estaban ocupadas por clérigos y regulares, a quienes no conocía, y como no había controlado las exigencias de Trento para la cura de almas, convenía ordenar esa situación. En carta del 27 enero de 1824 el obispo se quejó de que nadie se presentaba a llenar las parroquias y que había curas ineptos.

Otros documentos confirman la fluidez de las comunicaciones formales entre ese obispo y el gobierno925. Informó en 1823, por ejemplo, que había creado la parroquia de Carén, desmembrada de la de Sotaquí; en 1824 dio cuenta de que habían comenzado las rogativas por la expedición a Chiloé; hizo saber ese mismo año el estado de la Casa de Corrección de Mujeres; informó al gobierno el 9 de diciembre de 1823 acerca de las escuelas de primeras letras en las parroquias, haciendo notar que de las pocas respuestas que había obtenido se concluía que estaban pobres y en ruinas926. Ese mismo texto registró el temblor de noviembre de 1822, que dejo arruinadas a las iglesias.

La inclinación política del obispo Rodríguez Zorrilla originó diferencias con el gobierno, situación que desembocó en su exilio, generándose en 1825 sede impedida, por la vacancia forzada de ella. La administración del obispado fue asumida por el prelado patriota José Ignacio Cienfuegos927, quien gobernó la diócesis como vicario capitular por un breve tiempo928. De este gobierno no ajustado estrictamente al derecho canónico se conserva información suficiente y segura sobre el estado de la iglesia de Santiago desde fines del año 1824.

El vicario capitular presentó el 13 de octubre de 1824 una lista de ternas de los curatos vacantes, con la indicación de que todos los candidatos habían sido examinados. Con esa propuesta el gobierno decretó 28 colaciones. El 15 de octubre de ese mismo año Cienfuegos ofreció una lista para 29 nuevas colaciones929, con un total de 57 de ellas. Es interesante destacar que entre las colaciones aparece Agustín de la Sierra, primer obispo de la futura diócesis de La Serena, erigida en 1840; y en Talpén, sección de la parroquia de Rauquén, aparece Justo Donoso, primer obispo de la diócesis de Ancud, erigida junto a la anterior, como se indicó.

El 27 de octubre de 1824 Cienfuegos informó sobre las actividades dirigidas a normalizar la vida conventual y solicitó que se les entregaran sus conventos a mercedarios y agustinos, así como algunos recursos para refaccionarlos930.

El 11 de febrero de 1825 el vicario Cienfuegos envió al gobierno una lista de los religiosos que existían en Santiago, con la excepción de los franciscanos, y que sumaron 109931. De acuerdo a esa lista la orden de Santo Domingo constaba de 19 sacerdotes, cinco coristas y cuatro conversos; la de San Agustín, de 16 sacerdotes, 12 coristas y tres legos; la de la Merced, de 28 sacerdotes, 14 coristas y ocho legos.

Aún más interesante es una carta de 11 de febrero de 1825, donde Cienfuegos informaba que partían a misiones al sur los sacerdotes Justo Donoso, dominico; Ramón Ortiz y Ramón Arce, del clero secular932. Esta carta fue una respuesta a la solicitud del gobierno, de 14 de noviembre de 1824, en la cual pedía misioneros para la zona de Valdivia933.

Del periodo de vicario capitular de Diego Antonio Elizondo y Prado, elegido el 15 de noviembre de 1827934, por dos años, se conservan documentos que reflejan el estado de la gestión pastoral. Entre ellos están la provisión de las parroquias vacantes, el estado de los franciscanos y las tareas pastorales que servían los frailes secularizados.

Durante el año 1829 varios curatos quedaron vacantes y 26 fueron provistos por Elizondo935. Destacaron entre ellos la provisión del fraile Justo Donoso, promovido a Talca, y el nombramiento en Freirina, parroquia desmembrada de Vallenar y creación de Elizondo en 1828, de Pedro Nolasco Chorroco, presbítero cultísimo y conocido por su celo pastoral.

La carta de fray Vicente Crespo al gobernador del obispado, de 29 de abril de 1829936, informó que los franciscanos no alcanzaban a 40; que el seminario del convento grande no tenía religiosos para lectores de gramática y filosofía, y que no había maestro de novicios. Se advirtió allí que se habían secularizado cerca de 100 personas, y habían muerto 50 frailes en los últimos años.

El intendente de Chiloé había solicitado 10 a 12 sacerdotes para la atención de los habitantes del archipiélago. En la respuesta del vicario se incluyó la nómina de las personas que ejercerían allí tareas pastorales: los dominicos Juan López, Antonio Barceló y José Lira; los mercedarios Bartolomé Reyes, Lorenzo Lagos y Carlos Arancibia; el agustino Manuel Ortiz, y los seculares Manuel Argomedo, Francisco de Paula Fernández y José Vera937.

Como se ha subrayado antes, desde 1830 el gobierno del obispado de Santiago quedó plenamente normalizado. La documentación de la diócesis de esos años está firmada por Manuel Vicuña Larraín, instituido por León XII obispo titular de Cerán el 15 de diciembre de 1828 y vicario apostólico de Santiago el 22 del mismo mes y año938, quien atendía todos los aspectos de la gestión de la iglesia939.

El ejercicio episcopal de Vicuña se sitúa dentro de la tradición hispánica: fiel al patronato y a Roma. El conjunto documental custodiado en el Archivo Nacional Histórico permite demostrar la afirmación anterior940. En efecto, desde el comienzo de su ministerio aspiró a separar el Seminario Conciliar del Instituto Nacional, medida absolutamente lógica y que se hizo realidad con la dictación de la ley del 4 de octubre de 1834. Nombró como rector del establecimiento, con solo 16 seminaristas, a José Pastor León.

Manuel Vicuña realizó la visita pastoral de toda su extensa diócesis entre los años 1833 y 1838, recorriéndola entre los meses de octubre a marzo, esto es, en primavera y verano.

En diciembre de 1835 envió al gobierno un informe sobre los curatos, ciñéndose a la nueva estructura administrativa establecida por el estado: provincia de Santiago, con cinco departamentos y 27 parroquias; provincia de Colchagua, con tres departamentos y 20 parroquias; provincia de Talca, con un departamento y seis parroquias; provincia de Aconcagua, con cinco departamentos y 11 parroquias, y provincia de Coquimbo, con siete departamentos y 15 parroquias, lo que hacía un total de 79 parroquias.

La gestión de la Iglesia de Santiago en esos años incluyó la preocupación por exteriorizar sus vínculos con la Santa Sede, ejemplo de lo cual fue la misiva enviada en 1831 por el obispo Vicuña al pontífice, en la cual le expresaba su deseo de cumplir con la visita ad limina, pero que no la podría realizar hasta concluir la visita pastoral941.

Con la creación de las diócesis de La Serena y San Carlos de Ancud, la vida de la iglesia recibió un nuevo impulso. Los informes de las visitas ad limina, documentos que desde 1859 fueron enviados a Roma por los obispos de las cuatro diócesis, ofrecen una útil descripción y proporcionan datos estadísticos seguros sobre el desarrollo de la provincia eclesiástica chilena. Entre los asuntos más importantes abordados están las visitas pastorales, el funcionamiento parroquial, la administración de los sacramentos, las obras de beneficencia, la formación del clero, el estado de los seminarios y la incorporación de nuevas congregaciones religiosas942.

Con estas fuentes es posible articular una visión orgánica de las diócesis. Otro aspecto que ofrecen estas fuentes es la individualización de los problemas y desafíos que los obispos tenían en la relación de la Iglesia con la sociedad en el tránsito hacia un estado aconfesional943.

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