Читать книгу Historia de la República de Chile - Juan Eduardo Vargas Cariola - Страница 74
LOS SEMINARIOS
ОглавлениеEn forma paralela a la práctica de la visita pastoral los obispos fortalecieron y restablecieron los seminarios diocesanos. Muy importante fue la creación de nuevos seminarios diocesanos, los cuales permanecen, con las fluctuaciones propias de los tiempos, como organismos de reclutamiento y formación del clero secular947. En las diócesis nuevas de La Serena se fundó el seminario conciliar San Luis Gonzaga, en 1848, y en la de Ancud se erigió el año 1845. Respecto de los seminarios del periodo hispánico, el de Santiago fue unido al Instituto Nacional en los comienzos del proceso emancipador, medida carente de toda lógica, razón por la cual el obispo Vicuña logró su separación del Instituto Nacional, con administración autónoma en 1835. En la formación de los seminaristas tuvo especial importancia el presbítero argentino Pedro Ignacio Castro Barros, fallecido en 1849. El seminario de Concepción fue restablecido solo en 1855, por el obispo José Hipólito Salas948.
Estos seminarios se caracterizaron por la estructura curricular de la formación. En los aspectos generales el currículo se organizó con las ciencias naturales, la filosofía y los idiomas. Estos últimos eran el latín, el castellano y el francés, materias impartidas durante todos los años de estudios. En cuanto a la formación teológica, se impartían cursos de Derecho Canónico y Sagradas Escrituras, de Historia Eclesiástica y Elocuencia, de Teología Dogmática y de Moral. En lo relativo a los recursos bibliográficos destacaban textos de autores chilenos, como Justo Donoso, con las Instituciones de Derecho Canónico y El Párroco Americano; José Orrego, con Los Fundamentos de la Fe, y, en el último cuarto de siglo, la copiosa producción jurídica, eclesiástica y teológica del presbítero Rafael Fernández Concha. Finalmente, es interesante subrayar la influencia francesa, hecho que se deduce de la abundante bibliografía teológica gala que se conserva en las bibliotecas de estos seminarios. A modo de ejemplo, existen las colecciones de Bossuet, Fénélon, Montalembert, Chateaubriand, la fundamental y extensísima Patrología de Migne (griega y latina), e incluso tuvieron acceso al Acta Sanctorum de los bolandistas, además de contar con un conjunto de textos de orden litúrgico, escritos de predicadores, enciclopedias y diccionarios949.
Un aspecto muy interesante que debe valorarse es que varios seminarios que no pertenecían a la diócesis de Santiago evolucionaron como colegios de enseñanza primaria y secundaria. En el siglo XX la sección seglar de los seminarios fue separada de la eclesiástica, si bien la seglar conservó el nombre de los patronos de esos institutos religiosos. En La Serena derivó hacia un colegio de enseñanza general básica y media, que llevó el mismo nombre del seminario conciliar; en Copiapó tomó el nombre de Colegio Católico Atacama, y en Valparaíso, el de San Rafael. Los obispos de las cuatro jurisdicciones recibieron en 1918, por intermedio del Nuncio Sebastián Nicotra, la instrucción romana de separar a los estudiantes950.