Читать книгу Historia de la República de Chile - Juan Eduardo Vargas Cariola - Страница 83
INCORPORACIÓN DE NUEVAS CONGREGACIONES RELIGIOSAS981
ОглавлениеEl establecimiento en Chile de nuevas congregaciones fue de innegable importancia, tanto para la reforma eclesiástica como para la reorganización de la Iglesia. Variados efectos produjo ese proceso, que se expresaron desde la introducción de una eclesiología de signo contrarreformista hasta otras manifestaciones de espiritualidad, pasando por nuevos catecismos, por el establecimiento de la misión popular en la urbe y en el ámbito rural, y por la renovación del arte y de la arquitectura religiosa. En otros términos, las congregaciones extranjeras aportaron una concepción contemporánea de la vivencia y de la práctica pastoral de orientación europea. En el periodo examinado llegaron 12 congregaciones masculinas y 22 femeninas.
Si se considera solo el gobierno del arzobispo Valdivieso, esto es, desde 1847 hasta 1878, se observa un incremento sostenido de nuevas congregaciones femeninas. Varias de ellas fundaron casas en las otras diócesis, lo que habla del carácter expansivo de estas fundaciones. Cabe anotar que entre las comunidades femeninas se cuentan ocho fundaciones chilenas en el siglo XIX, de las que hasta 1878 se habían constituido tres: Casa de María (1866), Compañía de María (1868) y Religiosas de San Francisco de Sales —Monasterio de la Visitación— (1873).
Las principales congregaciones nuevas que arriban desde el extranjero hasta fines del siglo XIX fueron las Hermanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, las Hermanas de la Providencia, las Religiosas del Sagrado Corazón, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, las Hermanas del Buen Pastor y las Hermanas Terceras Misioneras Franciscanas.
En cuanto a las principales congregaciones masculinas se ha de mencionar a los Capuchinos (1848), a los Lazaristas o Vicentinos (1854), a los Misioneros Claretianos (1870), a los Misioneros del Santísimo Redentor (1876) y a los Hermanos de las Escuelas Cristianas (1877). Hasta fines del siglo se incorporaron más de ocho congregaciones, y el clero superó las 500 personas, distribuidas en 182 sacerdotes, 174 diáconos y 178 subdiáconos.
Las nuevas comunidades se concentraron en Santiago, siendo muy difícil para las otras diócesis atraer a congregaciones nuevas. Una excepción notable fueron los misioneros claretianos, quienes se expandieron hacia el norte y sur, llegando a La Serena en 1873.