Читать книгу ¡La educación está desnuda! - Juan Ignacio Pozo Municio - Страница 4
ОглавлениеAgradecimientos
Cuando se cerraron las aulas de la universidad, tuve la fortuna de encontrarme impartiendo en ese cuatrimestre la materia “TIC y e-Learning: Entornos virtuales de aprendizaje. Diseño y aplicaciones”, una asignatura optativa del Máster de Psicología de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. Así que pasamos de pronto de la teoría a la práctica, convirtiendo la materia en un espacio virtual de diálogo y enriquecimiento mutuo sobre la enseñanza y el aprendizaje virtual que se estaba desplegando en directo ante nosotros de forma tan imprevista. Dudo que si la asignatura hubiera seguido su curso normal hubiera tenido una interacción tan rica y continua con mis alumnas, a quienes agradezco no solo su implicación e interés, sino también todo lo que aprendí con ellas en estos meses y que en parte me llevó a pensar en la necesidad de escribir estas páginas.
También debimos repensar sobre la marcha la propia investigación que veníamos desarrollando dentro del proyecto “Aprendizaje e instrucción en dominios específicos: el papel del cuerpo y de las representaciones externas”, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (EDU2017-82243-C2-1-R), que también ha servido de soporte para la preparación de este texto. Debimos aparcar los estudios que teníamos previsto aplicar en las aulas entonces cerradas y nos centramos en su lugar en realizar encuestas on-line y en recabar datos sobre las prácticas de enseñanza y aprendizaje que estaban teniendo lugar en la escuela confinada. De esos estudios, y de las reflexiones y los debates habidos para su preparación se enriquecen asimismo estas páginas. Agradezco a Beatriz Cabellos y a Daniel L. Sánchez su entusiasmo, del que también se ha beneficiado este texto.
María Puy Pérez Echeverría no solo impulsó esos estudios y mantuvo la nave a flote, sino que ha tenido la paciencia de leer y corregir los borradores de este texto. Otros compañeros, como Toni Badia y Carles Monereo, como siempre con un corazón generoso, aunque no tan blanco, me proporcionaron información muy valiosa, de la que en parte se alimentan también estas páginas. Augusto Ibáñez hizo una lectura tan minuciosa y crítica del borrador de este texto, que, sin duda, aunque solo fuera por corresponderlo, me obligó a mejorarlo. No creo que haya cambiado mis ideas y obsesiones, pero espero haber logrado explicarlas mejor.
También debo agradecer a tantos investigadores, algunos de ellos citados en estas páginas, que, con enormes reflejos y disciplina, realizaron en unas pocas semanas estudios muy valiosos sobre la escuela confinada que nos han permitido ir comprendiendo casi sobre la marcha lo que estaba sucediendo en las pantallas, y sobre todo en las mentes, de docentes, alumnas y alumnos. Sin esos estudios, estas reflexiones tampoco hubieran sido posibles. Pero, sobre todo, gracias a los profesores y profesoras, estudiantes, madres y padres que han sido quienes durante estos meses han mantenido abiertas las aulas de la escuela confinada.