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Discurso de asunción: Cultura, elemento constitutivo de la experiencia democrática13

Llego a este reencuentro con una enorme alegría y un profundo sentido de la responsabilidad. En 2003, el presidente Lula invitó a Gil para un reencuentro de Brasil consigo mismo. La reelección de la presidenta Dilma Rousseff es la confirmación de que ese deseo permanece vivo, pulsando en el corazón de los brasileños. De un país que hoy está mucho más orgulloso de sí mismo, decidido a promover más cambios y a avanzar creativamente en la agenda de sus reformas estructurales. Una vez más, el pueblo brasileño supo tomar sus decisiones de manera soberana.

Acepté, honrado y orgulloso, la invitación que me hizo la presidenta de la República. Como Dilma, me opuse a la dictadura y sobreviví a ella. Como Dilma, también me conmueve pensar que una generación de sobreviventes venció y permanece en la lucha por la construcción de esta democracia popular, mestiza y tropical, que tantas pasiones alimenta en sus hijos. Como Dilma, tengo un profundo amor por Brasil, fe en nuestro pueblo y esperanza en nuestro futuro en común. Brasil fue el gran sueño de nuestra generación y continúa inspirándonos para no rehuir a la lucha.

Nuestro proyecto colectivo de nación ya ha superado barreras históricas. Estamos venciendo el hambre, redujimos drásticamente la extrema pobreza y recuperamos el derecho a soñar. Promovimos una de las mayores movilidades sociales de las que se haya tenido noticia en la historia. Nos convertimos en una referencia mundial en la reducción de las desigualdades.

¡Pero con la reducción de las desigualdades económicas no alcanza! También es necesario avanzar con firmeza y determinación en la redistribución del poder simbólico y político en Brasil a partir de la democratización de la producción y del acceso al conocimiento y a la cultura. En tiempos en que el mundo asiste a una situación dramática de radicalización de extremismos, también es necesario enfrentar discursos de odio, el prejuicio social y regional, el racismo, el machismo, la homofobia, la xenofobia y todas las demás formas de segregación cultural. En verdad, banalizamos la violencia. Son muchos los fantasmas culturales que aún asuelan a las naciones democráticas. Todos ellos están exigiéndonos una revolución cultural, cambios de comportamiento, de sensibilidad y de visión del mundo.

También queremos una democracia vigorosa, amplia y profunda en Brasil. Que contemple la igualdad de oportunidades para todas y todos y que sea pautada en el más amplio respeto a las diferencias y singularidades. Presentes no solo en la vida material, sino también en la experiencia sensible.

La cultura se afirma como uno de los elementos constitutivos de la democracia. Es ella quien califica y da sentido a la experiencia humana al establecer los lazos de la vida social. La cultura solamente puede agregar valor al desarrollo y abrir el camino para la innovación en el seno de la sociedad. Entendida de esta manera, la cultura se ubica en la centralidad de la agenda pública contemporánea, permeando todos los campos de la vida social, todas las áreas del conocimiento, como algo inherente al propio ser humano.

Con entusiasmo, recibimos la señal de la presidenta de la República de que la educación es la mayor prioridad de este nuevo mandato. No existe educación democrática y liberadora, sino la que la cultura puede ofrecer. La producción y el usufructo cultural se califican a partir de prácticas educativas incluyentes e innovadoras.

Brasil se ha constituido en una de las mayores economías del mundo, nuestra magnitud poblacional y la gigantesca diversidad de nuestra producción cultural y artística son verdaderos tesoros nacionales. Una gran nación necesita tener un desarrollo cultural a la altura de su grandeza. Es la cultura la que da cohesión a la ciudadanía. Es ella la que nos vuelve brasileños, del norte al sur del país. La cultura debe ser parte central del país democrático y plural que queremos. La pluralidad es nuestra particularidad.

Está muy bueno estar de vuelta. ¡Es muy bueno! Y es mejor aún hacerlo mirando hacia adelante.

La comprensión de la cultura como elemento central del desarrollo me acercó al prefecto de São Paulo, Fernando Haddad; no por casualidad, exministro de Educación del Brasil. Es esa comprensión de la cultura como elemento central de la experiencia democrática la que me trae nuevamente al puesto de ministro de Cultura de Brasil. La experiencia de la política es, en las sociedades democráticas, una disputa por el sentido, una disputa simbólica y de valores. Necesariamente es a través de ella que se atribuye dimensión ética y estética a la vida pública, que se forma una cultura política. Y es por vía de la cultura política que el ejercicio de la vida pública se valoriza de modo republicano y democrático.

Reasumo revigorizado. Convencido de que fueron el aliento y la resistencia de un proyecto colectivo los que me trajeron de nuevo para llevar adelante la política cultural que iniciamos en 2003.

Las decisiones que el siglo XXI nos exige no son las más fáciles. En las últimas décadas, entregué mi vida a la cultura y al medio ambiente, tema que me es muy movilizante. Por eso afirmo, de antemano, que la superación de un modelo de civilización que establece una relación predatoria e insustentable con el planeta exige el compromiso de todos nosotros.

En este momento de la historia de la humanidad, necesitamos, sobre todo en Brasil, de un cambio de mentalidades y comportamientos que la cultura puede promover. Hace doce años iniciamos una labor que colocó a la cultura en el centro de un proyecto de nación. Que pasó a reconocer a nuestra diversidad cultural como un elemento estratégico de la construcción del Brasil del siglo XXI. Las políticas culturales que nacieron con el presidente Lula pasaron a ser reconocidas nacional e internacionalmente por su aspecto inclusivo, libertario e innovador. Reafirmamos nuestros compromisos con las tres dimensiones de las políticas culturales: cultura como dimensión simbólica, cultura como derecho de todos y todas y la cultura como una economía importante.

Cuento con la ayuda de los creadores, de todos los artistas, activistas y realizadores de la cultura para que ampliemos la capacidad de realización del Ministerio. Será un gran paso lograr la aprobación de la PEC de la Cultura14. Más allá del apoyo de nuestra presidenta, tengo la certeza de que el nuevo equipo económico, incluso con el desafío de promover un ajuste fiscal en nuestro país, será sensible a esa necesidad. Sin presupuesto público y gestión calificada no lograremos realizar nuestros anhelos. Los recursos del pré-sal15 podrán ser, en un futuro inmediato, definidores de una nueva instancia para las políticas culturales de nuestro país. Como dice el rapero Gog: el pré-sal es nuestro pré-sol.

En los últimos dos años, el Vale Cultura comenzó a volverse una realidad. Estamos comprometidos con la aceleración de su proceso de implementación, convirtiéndolo en un importante instrumento de ampliación del acceso a la cultura y de dinamización del mercado cultural interno.

El sector audiovisual brasileño cuenta en la actualidad con una de las políticas sectoriales más sólidas del mundo. El gran desafío de este nuevo período que se abre es necesariamente superar el estrangulamiento de la exhibición y de la circulación de los contenidos, garantizando un mejor aprovechamiento público del espacio digital, brindando toda la libertad creativa para los nuevos soportes informativos, lenguajes y estéticas que surgieron en los últimos años, y que surgirán en los próximos, redefiniendo a la cultura. En este contexto, la comunicación debe ser entendida como un derecho esencial para la plena realización de los derechos culturales.

Creo en la complementariedad de los roles y en la colaboración institucional entre la Secretaría Audiovisual y la Agencia Nacional del Cine. La producción audiovisual que financia Brasil tiene que ser accesible a todos los ciudadanos.

Reafirmamos el compromiso con el Plan Nacional de Cultura16, instrumento central de planificación de mediano y largo plazo de las políticas culturales.

Reasumiendo como ministro de Cultura de Brasil, reafirmo nuestro compromiso con decenas de miles de artistas, productores y grupos culturales, que incluso en los lugares más vulnerables, en medio de la pobreza y la violencia, han proporcionado a sus poblaciones, muchas veces, la única oportunidad de un deleite estético y del acceso a la cultura.

Vuelvo al MinC con la Ley Cultura Viva17 victoriosamente aprobada gracias a la fuerza de movilización de la sociedad. Esa ley despeja el horizonte para una mayor seguridad jurídica en la relación entre organizaciones de la sociedad y el Estado, y nos posibilita crear flujos muchos más horizontales y transparentes de gestión de la política pública en red.

Retomaremos la agenda de modernización de la legislación del derecho autoral. El sector digital se desarrolla y se transforma rápidamente, y nuestras leyes deben acompañar las nuevas prácticas sociales que surgieron con las nuevas tecnologías para que tengamos posibilidades de garantizar, de hecho, los derechos de los autores de Brasil.

Implementaremos la ley que prevé la supervisión del Estado sobre las actividades de gestión colectiva de derechos autorales. Esa ley fue una conquista de la movilización de autores y artistas, que comprendieron que el Estado puede y debe auxiliar a los creadores en la garantía de sus derechos.

Así cayó un primer mito. El próximo mito a derribar es aquel que duda de que la ampliación del acceso a los bienes culturales, proporcionada por el sector digital, solo podría darse causando perjuicios para los creadores. El sector digital puede ser regulado de forma que los creadores tengan nuevas formas de remuneración por su trabajo creativo. La modernización de la legislación puede beneficiar tanto a los creadores como atender las demandas de los ciudadanos por acceder y compartir cultura y conocimiento, respondiendo a la tarea impuesta por el Marco Civil de Internet18.

Necesitamos mejorar el sistema de financiamento de la cultura. Haremos un esfuerzo conjunto con el Congreso Nacional en los próximos meses para lograr la aprobación del ProCultura. La cultura brasileña no puede ser dependiente de los departamentos de marketing de las grandes corporaciones. Queremos más inversión en cultura y esa también debe ser una de las responsabilidades sociales de la iniciativa privada. No tengan dudas de eso. Pero queremos que esa cuenta sea saldada mediante responsabilidades compartidas.

Traigo de la experiencia anterior la convicción de que Brasil necesita una política vigorosa para el arte, a escala nacional y con una efectiva capacidad de penetración en todos los territorios y rincones del país. Es por ese camino que consolidaremos definitivamente a Brasil como una potencia estética global, surgida del encuentro entre todas las humanidades, del orgulloso mestizaje de las culturas que aquí coexisten y que mutuamente se transforman en nuestro país del remix.

Nada, nada debe escapar a nuestra atención: de la literatura a las artes visuales, a las expresiones identitarias, a los conocimientos, a la memoria; de los valores a la economía de la cultura; y sin olvidarnos de la moda, la arquitectura, la cultura digital, la cultura alimentaria, el diseño.

Es el momento de construir un pacto que una amplios sectores de la cultura brasileña, de todas las regiones, articulados en torno de un proyecto de desarrollo y democratización de todas las artes, tanto al nivel de la producción, como del disfrute.

Estoy al tanto de muchas de las dificuldades enfrentadas por los empleados públicos, de las demandas por mejoras en las condiciones de trabajo y remuneración. Necesitaremos de un esfuerzo de planificación capaz de dotar al Ministerio de Cultura de las condiciones de realización de su misión institucional, jerarquizando y modernizando la gestión. Yo creo en un Estado eficiente y eficaz. Esa será una lucha que tendremos que enfrentar juntos.

Siempre fui un defensor del diálogo como tecnología de construcción democrática. Desde la primera vez que fui ministro, antes de asumir, dije que mi sello sería “diálogo, diálogo y más diálogo”, y lo fue. En São Paulo, ni bien asumí la Secretaría de Cultura del prefecto Fernando Haddad, lanzamos un programa llamado #ExisteDialogoemSP. El diálogo, por lo tanto, es un pilar de nuestra gestión. Y lo llevaremos a cabo mediante un amplio programa de participación social. Esa apertura será ejercida no solo por medio de una reactivación vigorosa del Consejo Nacional de Políticas Culturales, del fomento a la realización de las Conferencias de Cultura, con una presencia constante en el diálogo con el parlamento, sino también echando mano de los múltiples mecanismos contemporáneos de construcción y deliberación on-line, con la activación de un Gabinete Digital cuyo propósito será el de brindar transparencia absoluta a nuestros actos y de ser una interfaz de cogestión, abierta y colaborativa, con los ciudadanos.

Ello también nos pone a la vanguardia de una interlocución que queremos estrechar en la nueva gestión: nuestro diálogo con las redes políticos-culturales y los movimientos de nuevo orden que surgieron en el país durante los últimos doce años. Esos movimientos representan un nuevo impulso democrático inspirado en aquel esfuerzo de participación que realizamos durante nuestra gestión anterior. Ahora quiero poder contar con el apoyo y el acompañamiento de ese universo renovador en la construcción de soluciones y alternativas para la efectivización de nuestro proyecto republicano de cultura. Principalmente, frente a los desafios característicos de las ciudades de mediano y gran porte de nuestro país, donde se concentra la mayoría de nuestra población, y donde se manifiestan las principales disputas de modos de vida del Brasil contemporáneo.

Reafirmo el lugar del Ministerio en la interlocución atenta con los movimientos sociales, los campesinos, los estudiantes, con la juventud, con los que luchan por un techo, salud, educación y derechos humanos, con los pueblos indígenas. El Brasil democrático necesita garantizar el lugar de nuestra población indígena, sus culturas y modos de vida.

También espero construir a una relación virtuosa con los artistas y los creadores culturales. Nada más errado que creer que la ampliación del concepto de cultura reduce el lugar del arte en el proyecto estratégico que vamos a emprender. El arte es aquello que nos permite ver más allá, es el medio por el cual accedemos a la esencia y a la trascendencia del humano.

Crear, hacer y definir obras, temas y estilos es el rol de los artistas y de quien produce cultura. Elegir lo que ver, oír y sentir es el rol del ciudadano. Ahora, crear condiciones de acceso, producción, difusión, preservación y libre circulación, regular la economía de la cultura para evitar monopolios, exclusiones y acciones predatorias, democratizar el acceso a los bienes y servicios culturales; esa, es la responsabilidad del Estado democrático.

Vuelvo pidiendo permiso para andar entre nuestro pueblo, uniendo estos esplendorosos Brasiles. El Brasil de las aldeas indígenas y el de las lan houses, de las orquestras sinfónicas y de las folias de reis, de los artesanos y de los hackers, de los mestres de la tradición y de los intelectuales; de los científicos y de las tribus urbanas, de los pescadores y de los industriales. El Brasil de los grandes artistas y de las pequeñas compañías de circo. El Brasil de Jesús y de Oxalá, de Tupã y de Iara, de Nuestra Senhora do Rosário dos Pretos, de Yemanjá y de Oxum, del acarajé y del tucupi, de la juventud negra y del baile funk, de Serra Pelada y de Cariri. El Brasil de Xingu y de la Vila Mimosa, de Brasília Teimosa y de Xapuri, del Céu do Mapiá, de Aparecida do Norte y del Ilê Axé Opó Afonjá, del futbol de potrero y del carnaval callejero.19

¡El MinC vuelve a ser el espacio de la experimentación de nuevos rumbos! El MinC está mirando al futuro nuevamente. El lugar de la memoria y de la innovación, de las raíces tradicionales y de la nueva osadía creativa, de la imaginación y de la invención, reconvocadas a colaborar con el Brasil. ¡Viva el pueblo y la cultura brasileña!

13 Discurso de asunción como ministro de Estado de la Cultura. Brasilia, 12 de enero de 2015.

14 La PEC (Propuesta de Enmienda Constitucional) estableció un piso constitucional para inversiones en cultura en las tres esferas de gobierno: municipal, estadual (provincial) y federal. Para el Ministerio de Cultura estaba previsto el 2% de la recaudación de impuestos de la Unión. En el caso de los estados, la PEC establecía que el 1,5% de su presupuesto se destinara a cultura. En los municipios, la cifra era del 1%. http://www.cultura.gov.br/banner-1/-/asset_publisher/G5fqgiDe7rqz/content/ccjc-da-camara-federal-aprova-admissibilidade-da-pec-421-14/10883.

En la nueva PEC del gobierno de Temer, los recursos destinados a la cultura sufrieron un recorte del 90% (https://www.brasildefato.com.br/2016/11/11/com-pec-recursos-da-cultura-terao-corte-de-90/).

15 Se denomina Pré-Sal a un reservorio petrolero que se extiende por la costa brasileña, bajo el mar, y que se halla en medio de una cámada de rocas carbónicas bajo una capa de sal. La primera extracción se realizó en 2008 y las reservas comprobadas ubican a Brasil entre los principales detentores de reservas petroleras del mundo. La explotación corre a cargo de Petrobras y parte de las regalías producidas por el excedente serían destinadas a programas sociales y culturales, aunque en la actualidad se congelaron las inversiones públicas por parte del Estado por veinte años.

16 El Plan Nacional de Cultura (PNC), instituido por la Ley 12.343 (2010), tiene por finalidad la planificación e implementación de políticas públicas de largo plazo (hasta 2020) para la protección y la promoción de la diversidad cultural brasileña. Sus objetivos son el fortalecimiento institucional y la definición de políticas públicas que aseguren el derecho constitucional a la cultura; la protección y la promoción del patrimonio y de la diversidad étnica, artística y cultural; la ampliación del acceso a la producción y al disfrute de la cultura; la inserción de la cultura en modelos sustentables de desarrollo socioeconómico y el establecimiento de un sistema público y participativo de la gestión.

17 Cultura Viva es un programa creado en 2004. En 2014 pasó a ser una política de Estado, con la sanción de la Ley 13.018 que instituyó la Política Nacional de Cultura Viva, que simplifica y busca desburocratizar los procesos de reconocimiento, rendición de cuentas y el traspaso de recursos para las organizaciones de la sociedad civil. El emblema fue la creación de los Puntos de Cultura. Cultura Viva fue una de las principales políticas culturales del Gobierno de Lula, y se estima que alcanzó a 8 millones de brasileños, entre 2004 y 2010.

18 El Marco Civil de Internet (Ley N° 12.965/14) regula el uso de Internet mediante los principios, garantías, derechos y deberes de los usuarios, al igual que el rol del Estado. Se reglamentó durante el gobierno de Dilma Rousseff. La ley establece la neutralidad de la red, la privacidad, la función social que la red tiene que cumplir, especialmente garantizar la libertad de expresión y la transmisión de conocimientos, además de imponer obligaciones de responsabilidad civil a los usuarios y proveedores.

19 Las menciones que se hacen en el párrafo, aluden a una variedad de referencias culturales brasileñas en forma ecuménica, ya sean de fiestas, religiones, lugares o prácticas.

Reflexiones sobre las políticas culturales brasileñas en el siglo XXI

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