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3 de febrero - Familia

Coherederas

“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”

(1 Pedro 3:7).

Muchas familias en buena relación acaban enemistadas por asuntos de herencias. Gisele Sousa Dias (Clarín, 16 de noviembre de 2009) estima que, de diez sucesiones, siete son conflictivas. Dice que solo en la ciudad de Buenos Aires hay unas treinta y cinco mil familias enemistadas por algún problema de herencia. “Yo pago alquiler y tú tienes tu propia vivienda, ¿cómo nos va a tocar recibir lo mismo?" “Yo cuidé de mamá durante los cinco últimos años y tú no ayudaste ni enviaste dinero…”, son ejemplos de argumentos comunes. En la disputa se evocan encuentros del pasado, frases o insinuaciones del difunto que indican que las cosas deben hacerse de forma distinta a lo testado… y así se deteriora la relación hasta el punto de no haber remedio aparente a corto plazo y muchas veces la muerte de los involucrados llega antes que la reconciliación. Y es que la solución no es nada fácil pues, aunque el testamento esté claro desde el punto de vista aritmético, el corazón humano es egoísta, duro y orgulloso y tales rasgos florecen en estas situaciones.

El texto de hoy presenta a dos coherederos: esposo y esposa. La herencia es nada menos que la vida eterna. Evitar el maltrato físico o verbal en la pareja es solo un primer paso. El apóstol Pedro llama al varón a dar honra a la mujer. Y para dar fuerza a su consejo, presenta un argumento de peso: ella es coheredera con derecho idéntico a la herencia de la vida eterna. Insta al esposo a manifestar además el trato amable, cariñoso, tierno y suave que se dispensa a un recipiente frágil y valiosísimo.

Este llamamiento a los maridos sugiere un gran paso que va más allá de las particiones idénticas. Como en el caso de las herencias terrenales que encuentran posesiones indivisibles, la responsabilidad y el amor no son susceptibles de particiones iguales. Por eso añade el apóstol el concepto de “vaso más frágil”. Está invitando al esposo a ser generoso, magnánimo, espléndido, desinteresado y altruista con su mujer. En los próximos días, prueba a sobrepasar el concepto de dar el 50 % y recibir el 50 % en tu vida conyugal; ofrece el 100 % cuando sea posible. Y si no eres casado, el resto de 1 Pedro 3 está dedicado a las relaciones en general: sé de un mismo sentir con otros, compasivo, expresando amor fraternal, misericordia y amistad (1 Ped. 3:8).

Un corazón alegre

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