Читать книгу El único e incomparable Bob - Katherine Applegate - Страница 33

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Snickers

Mientras observo desde mi posición en el respaldo del sofá, Julia cruza la acera. George le pidió que mantuviera cerca de casa su ruta para pasear perros, por si el clima cambia.

Lleva un brillante impermeable púrpura y tres perros: un tonto mestizo llamado Winston, un tímido salchicha llamado Oscar Mayer, y… ella.

Snickers.

Vieja archienemiga. Snickers es una esponjosa poodle blanca con delirios de grandeza. Un enorme y altanero dolor en las pelotas.

Ooh, esa chica me vuelve loco.

Nuestra mutua aversión se remonta a mis primeros días como callejero. Snickers era una perrita elegante, mimada, que dormía en una almohada de satén rosa. Su dueño, Mack, dirigía el centro comercial donde yo vivía con Iván y Ruby.

Ahí me encontré por primera vez con Snickers. Ella se burlaba de mí sin piedad, aunque debajo de la peluda fachada siempre sospeché que allí había un poco de, no sé, chispa.

Como sea. Después de que el centro comercial cerró, Snickers, siendo Snickers, cayó de pie. Mack se casó con una viuda mayor, con más dinero que sano juicio, y ella adora a esa ridícula poodle. Mack es demasiado perezoso para caminar con Snickers, así que contrató a Julia para que ella la paseara.

—¡Snick, te ves bien, bebé! —llamo por la ventana abierta, y ella me responde con su labio curvado y sus ojos entrecerrados, aunque pensándolo bien, es más o menos como se ve siempre.

Como de costumbre, Snickers viste a la última moda. Lleva puesto un poncho rosado, un brillante sombrero para la lluvia y unas diminutas botas rosas.

—Esas botas fueron hechas para burlarse —agrego de paso.

Se siente bien causarle un poco de aflicción. Pero antes de que pueda disfrutar el momento, aparece otro molesto conocido mío.

El único e incomparable Bob

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