Читать книгу Danzar con tu sombra - Kim Nataraja - Страница 5
INTRODUCCIÓN
Оглавление¿QUÉ ES LA MEDITACIÓN?
Danzar con tu sombra trata del viaje de la meditación y de lo que favorece y dificulta nuestra práctica de esta disciplina.
La meditación es una disciplina espiritual universal fundamental para la mayoría de las religiones del mundo y de las tradiciones de sabiduría. Hay muy diversas formas de meditación en estas diferentes tradiciones, todas igualmente válidas a su manera. En todas ellas se hace hincapié en la práctica y la experiencia más que en la teoría y el conocimiento.
Es también una auténtica disciplina en el cristianismo, aunque a veces da la impresión de ser el secreto mundial mejor guardado. Jesús instruyó en la contemplación, y su forma de orar floreció especialmente en el siglo IV entre los Padres y Madres del desierto de Egipto y Palestina. Juan Casiano recopiló sus enseñanzas en su libro Conferencias. En estos escritos es donde John Main, monje benedictino, redescubrió la tradición para nuestra época y la hizo accesible a todo el mundo, denominándola meditación cristiana. Esta disciplina la imparte ahora su sucesor, Laurence Freeman, OSB, director de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana. No es solo la forma de orar de los Padres y Madres del desierto, sino también de innumerables místicos cristianos a lo largo del tiempo y hasta el momento actual 1.
La meditación es una forma de oración contemplativa que nos conduce ante la presencia de lo divino, más allá del pensamiento y del entendimiento. Más que hablar de lo divino en las oraciones formales –tal como se nos enseña a hacer desde nuestra infancia– nos desprendemos de las palabras y de las imágenes y escuchamos «la vocecita sosegada» en lo profundo del silencio. Entonces nos damos cuenta de lo divino en nuestro interior, y ahí descubrimos que en nuestro propio y profundo centro estamos conectados con todo y con todos.
Esta forma de orar influye en todas las partes de nuestro ser: cuerpo, mente y espíritu. Relajando nuestro cuerpo y abandonando nuestras preocupaciones diarias, entramos en un estado de profunda relajación, que tiene muchos y conocidos beneficios para la salud. Al centrarnos en nosotros mismos por medio de la meditación, somos también más capaces de afrontar el ritmo frenético de la vida desde una posición de equilibrio y armonía. Calmar el cuerpo y la mente permite que el lado espiritual de nuestro ser emerja y oriente nuestra vida.
Para ayudarnos a entrar en el silencio repetimos una palabra o una frase oración con un significado espiritual: un mantra. Al concentrarnos en este mantra aprendemos, con el tiempo, a abandonar nuestros pensamientos. La palabra que recomienda la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana es maranatha, la oración cristiana más antigua en arameo, la lengua en la que habló Jesús. Utilizamos una palabra con la que no asociemos nada para que no nos tiente a pensar más. Es una oración que se pronuncia con amor; no es un palo con el que golpear nuestros pensamientos, sino una ayuda sutil que nos conduce a una atención focalizada. Nos permite alejar nuestra consciencia de nosotros mismos y de nuestras preocupaciones, miedos y esperanzas. Es una forma de atravesar la barrera de la autoconciencia y de entrar en el autoconocimiento; así accedemos a la energía del silencio y de la quietud.
La disciplina es sencilla:
Siéntate. Permanece sentado, quieto y erguido. Cierra ligeramente los ojos. Siéntate relajado, pero alerta. En silencio, interiormente, comienza a decir una sola palabra. Recomendamos la frase oración maranatha. Escúchala mientras la pronuncias, suavemente, pero de forma continua. No pienses ni imagines nada espiritual ni de otro tipo. Si te surgen pensamientos e imágenes, son distracciones durante la meditación, así que vuelve a ella tan solo pronunciando la palabra. Medita durante veinte o treinta minutos cada mañana y cada noche 2.
Parece sencillo, pero no es fácil; aun así, merece la pena. De hecho, es «la primera tarea y la primera responsabilidad de cada uno de nosotros» (John Main).
En los siguientes capítulos aprenderemos formas prácticas de alcanzar la quietud del cuerpo y de la mente para que nos sea más fácil entrar en el silencio interior de la meditación. La principal dificultad será calmar la mente y sus caóticos pensamientos, que al principio parecen no terminar nunca. Pero aprenderemos a minimizarlos y a dejarlos atrás.
También conoceremos otros posibles obstáculos que pueden impedir nuestra práctica meditativa. Afrontaremos los ardides del ego, que tiñen nuestra percepción, y aprenderemos a ver a través de ellos para así «limpiar las puertas de la percepción y ver la realidad tal como es: ¡infinita!» (William Blake).