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La suegra de Pedro

Mateo 8:14-15, RVR1960

« Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de este postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía».

Introducción

El relato mateíno, al igual que el marconiano (Mc. 1:29-31) y el lucanino (Lc. 4:38-39), prestan especial atención a la suegra de Simón Pedro, indicándose con esto que si este apóstol tenía suegra, es porque tenía esposa. De todos los discípulos de Jesucristo, el único cuya suegra recibe mención honorífica en el evangelio, es Pedro.

La suegra de Simón Pedro aparece viviendo en la casa él. Estaba enferma de cama y fue sanada de una fiebre por el toque de Jesús, sirviendo luego a los discípulos. Con esto te invito a que juntos tratemos de penetrar en esta historia y ver que descubrimos que sea provechos para nosotros.

1. La suegra de Simón Pedro

«Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de este postrada en cama con fiebre» (Mt. 8:14).

En mis 31 viajes a Israel, he visto en las ruinas de Capernaum, frente a la entrada principal de la sinagoga que lleva ese nombre, una capilla erguida con forma de barca sobre las ruinas de un antiguo templo octogonal de piedra, que llegó a ser un santuario católico en la antigüedad. A los turistas y peregrinos se les enseña que allí pudo haber sido la casa de Pedro, donde este vivía con la suegra además de la esposa. En esas ruinas hay evidencia arqueológica con hallazgos de pescadores, y de iglesias bizantinas de los primeros siglos.

«Al salir de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan» (Mc. 1:29).

«Entonces Jesús se levantó y salió de la sinagoga, y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía gran fiebre, y le rogaron por ella» (Lc. 4:38).

La referencia mateína sobre la suegra de Simón Pedro y la indicación de Pablo de Tarso al referirse a algunos apóstoles casados e incluir a Pedro, son afirmaciones positivas al estado civil de dicho apóstol. Pablo, con una interrogante, nos deja saber que los apóstoles, los hermanos del Señor y Cefas, como él llamaba a Simón Pedro, tenían esposas creyentes que los acompañaban en los viajes ministeriales.

«¿No tenemos derecho a traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?» (1 Cor. 9:5).

«¿No tenemos derecho a llevar con nosotros a una esposa creyente como lo hacen los demás apóstoles y los hermanos del Señor y como lo hace Pedro?» (NTV).

«¿Acaso no tenemos derecho a llevar con nosotros una esposa creyente, así como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?» (LBLA).

Según Clemente de Alejandría, uno de los Padres de la Iglesia, Simón Pedro estuvo casado, tuvo una hija y su esposa murió como mártir. Demostrar que Simón Pedro estuvo casado vindica la institución del matrimonio y protesta contra la dogmática célibe del catolicismo romano.

Eusebio de Cesarea nos dice: «Dicen que el bienaventurado Pedro, al ver que su misma esposa era llevada a muerte, se gozó gracias a su llamado y su vuelta a casa, y alzó su voz en gran manera a fin de estimularla y de consolarla, dirigiéndose a ella por su propio nombre: ‘Oh, tú, recuerda al Señor’. Así era el matrimonio de los dichosos y la índole de los más amados» (Historia Eclesiástica).

Pero la teología católica romana, descarta que Simón Pedro haya continuado casado después de ser llamado por Jesús de Nazaret. Sus Biblias Católicas traducen 1 Corintios 9:5, de esta manera:

En la Biblia Latinoamericana se rinde: «¿No tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer cristiana, como hacen los demás apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo Pedro?» (BLPH). Los traductores católicos transforman «una hermana por mujer» o «una esposa creyente», o como traducen los protestante por «alguna mujer hermana en Jesucristo» (Versión Felix Torres Amat); «una mujer cristiana» (Biblia de Jerusalén).

En la historia del Papado encontramos muchos Papas que estuvieron casados: Papa Félix III, años 483-492 (tuvo dos hijos). Papa Hormidas, años 514-523 (tuvo un hijo). Papa Silverio, años 536-537 (no tuvo hijos). Papa Adriano II, años 867-872 (tuvo una hija). Papa Clemente IV, años 1265-1268 (tuvo dos hijas). Papa Félix V, años 1439-1449 (tuvo un hijo). Papa Félix V (1439-1449) (tuvo un hijo). Papa Inocencio VIII, años 1484-1492 (tuvo varios hijos). Papa Alejandro VI, años 1492-1503 (tuvo hijos). Papa Julio, años 1503-1513 (tuvo tres hijas). Papa Pablo III, años 1534-1549 (tuvo dos hijos y una hija). Papa Pío IV, años 1559-1565 (tuvo tres hijos). Papa Gregorio XIII, años 1572-1585 (tuvo un hijo)

Hubo Papas que fueron hijos de otros Papas o de clérigos y tuvieron hijos ilegítimos. El 22 de noviembre del año 1563, el Concilio de Trento decretó el celibato con estas afirmaciones:

«Si alguno dijera que los clérigos constituidos en sagradas órdenes o regulares, que han hecho una profesión solemne de castidad, pueden contraer matrimonio, y que dicho matrimonio es válido a pesar de la ley eclesiástica o el voto; y que lo contrario no es más que una condena del matrimonio; y que todos los que piensan que no tienen el don de la castidad, aunque hayan hecho dicho voto, pueden contraer matrimonio, sea anatema, pues Dios no se rehúsa conceder ese don a los que lo piden con rectitud, ni ‘permite que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas’» (1 Cor. 10:13).

La información de 1 Corintios 9:5 demuestra que había apóstoles casados, incluyendo a Simón Pedro, quienes eran acompañados por sus esposas en los viajes misioneros.

Las suegras (no los suegros) son vistas por lo general como rellenos y adornos verbales de reuniones o conversaciones. Incluso los evangélicos expresan chistes de las suegras. Un chiste evangélico dice: «¿Por qué negó Pedro al Señor Jesucristo? Porque Jesús le sanó a la suegra».

Ministrando en Nashville, Tennessee, fui a un restaurante salvadoreño, con mis amigos el Pastor venezolano Víctor Gómez y el Pastor salvadoreño Iván de la Torre. Allí vi un cuadro que decía: «Mi suegra es la mejor de todas las suegras».

Lo interesante de la información familiar que ofrece Mateo acerca de Simón Pedro, es dejarnos saber que el discípulo tenía una suegra que vivía con él (también su esposa) en Capernaum. Andrés el hermano de Simón Pedro vivía con ellos. La suegra de Simón Pedro era viuda por lo que se entiende que se fue a vivir en la casa de su yerno. Una viuda mayor quedaba a la merced de sus hijos.

Noemí de Belén se había quedado viuda; en su regreso a Belén sabía de las penurias que le podían aguardar como viuda, por eso le dio un consejo a sus nueras, que aunque viudas tenían a sus madres y tenían la oportunidad de volverse a casar.

«Sin embargo, ya puestas en camino, Noemí les dijo a sus dos nueras: Vuelva cada una a la casa de su madre, y que el SEÑOR las recompense por la bondad que mostraron a sus esposos y a mí. Que el SEÑOR las bendiga con la seguridad de un nuevo matrimonio. Entonces les dio un beso de despedida y todas se echaron a llorar desconsoladas. No –le dijeron–, queremos ir contigo a tu pueblo» (Rut 1:8-10, NTV).

«Todavía no habían caminado mucho cuando Noemí les dijo: Mejor regresen a vivir con sus familias. Que Dios las trate bien, como ustedes me han tratado a mí y trataron a mis hijos. Pido a Dios que les permita casarse otra vez y formar un nuevo hogar. Noemí se despidió de ellas con un beso, pero Orfá y Rut empezaron a llorar y a decirle: ¡No queremos separarnos de ti! ¡Por favor, déjanos ir contigo y vivir entre tu gente!» (Rut 1:8-10, TLA).

Pero un día la querida suegra de Simón Pedro, su segunda mamá, se le enfermó y no pudo levantarse de la cama porque estaba postrada «con fiebre». Jesús que frecuentaba la casa de su discípulo vio enferma a su suegra. Él mira a nuestros familiares enfermos y cuando llega a nuestro hogar quiere traer la sanación.

Suegras y nueras, yernos y suegras, nueras y suegras, yernos y suegras, buscan la reconciliación, perdónense y ámense. ¡Caminen las dos millas adicionales de la amistad! Es imposible amar a la pareja y no a su familia o amar a los hijos y no a su pareja, los dos son «una sola carne» (refiriéndose al matrimonio).

Jesús dejó las multitudes en Capernaum para ministrar a una sola persona, a la suegra de su discípulo hospitalario. ¿Cuántos tenemos que sepáranos de la mucha actividad para suplir la necesidad de una sola persona?

2. El toque a la suegra de Simón Pedro

«Y tocó su mano, y la fiebre la dejó...» (Mt. 8:15).

«Y tocó su mano...». Un toque divino de Jesús sanó a la enferma, la levantó, la restauró. Muchos miembros de la familia necesitan un toque de Jesús para muchas de las fiebres o calenturas emocionales y sentimentales que de tiempo en tiempo le dan.

La suegra de Simón Pedro estaba postrada en cama con fiebre. A gente postrada, imposibilitada, incapacitada, desahuciada, Jesús el Nazareno los quiere visitar para levantarlos, darles esperanza, sanarlos, restaurarlos. ¡Hay un milagro esperando para ellos!

Lucas 1:38 dice que «tenía una gran fiebre» y el Maestro simplemente le tocó en la mano. Ese toque fue el antídoto, la medicina que hizo desaparecer aquella fiebre. ¡Déjate tocar por la mano del Señor Jesucristo!

Muchas cosas y muchos problemas tienen que desaparecer de las familias de aquellos y aquellas que han sido llamados a ser discípulos de Jesucristo. Pero para que eso ocurra Jesús tiene que ser invitado a estar en nuestros hogares y dejar que sea Él quien se encargue de tocar lo que está enfermo.

Jesús nunca tuvo que sanar a ninguno de sus doce apóstoles. Los relatos de los evangelios no hablan de los apóstoles de la Dódeka enfermos. Eso no significa que no hayan enfermado alguna vez, pero nunca enfermaron al extremo de necesitar un milagro de sanación.

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