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Un torrente de emociones recorrió a Lash al ver a Jeremy entrar en la habitación. Respiró profundamente, recordándose a sí mismo que se trataba de su hermano y mejor amigo de toda la vida.

Un recuerdo se había estado reproduciendo una y otra vez en su cabeza, incluso después de que Jeremy se fuera de "descanso" y Lash se mudara con Naomi a su casa en la montaña. Era el recuerdo de Jeremy dándole el anillo de boda al padre de Naomi, un símbolo de los viejos tiempos, cuando el primogénito de la familia mostraba sus intenciones de matrimonio directamente al padre de la chica. Raphael no le había negado que eso era un recuerdo.

¿Y Jeremy? Él no tenía nada que decir; la mirada de su rostro lo decía todo. Lash recordó la expresión de su cara la primera vez que puso los ojos en Naomi. No podía sacárselo de la cabeza. Ahora él estaba allí, actuando como si nada hubiese cambiado.

Incluso aunque Naomi le había insistido en que todos sus recuerdos eran sobre él, no podía evitar preguntarse si en el pasado, un pasado que ella no podía recordar, había amado a Jeremy. ¿Cambiaría eso ahora que Jeremy había vuelto y podría conocerle mejor? Parecía que todo el mundo le quería, incluso Gabrielle.

No. Tenía que creer que Naomi le sería fiel, pasase lo que pasase.

Justo cuando estaba a punto de hablar, Raphael atravesó la puerta flotando con una sonrisa que desapareció al ver la expresión en el rostro de Lash.

—¿Venimos en mal momento?

«Se podría decir que sí», pensó Lash. Sus ojos siguieron a Jeremy mientras el ángel de pelo dorado caminaba hacia la única persona que quería mantener solamente para él. Cuando Naomi le sonrió, luchó contra el instinto de agarrarla y llevársela lo más lejos posible de su hermano.

—Claro que no —le dijo Naomi y después se giró hacia Jeremy—. Venga, muéstramelas.

Jeremy empalideció y una expresión de extrañeza apareció en su rostro. —Eh, ¿Que te muestre qué?

—Las botas. Rachel dijo que tenías unas —dijo mirando hacia abajo expectante.

Jeremy dejó escapar un suspiro y su perpetua sonrisa volvió. —¡Faltaría más! —Saco un pie—. No me digas que estas botas no son la leche.

Ella se echó a reír. —Está claro que has hecho algunos cambios mientras has estado ausente. Echo de menos tus trajes, aunque me encanta la chupa de cuero. ¿Por eso has desaparecido durante tanto tiempo? ¿Te has ido de compras?

—¿Por qué? ¿Me has echado de menos? —Jeremy le guiñó.

Lash dio un paso al frente. No le gustaba hacia dónde iba todo esto... en absoluto.

Raphael se puso inmediatamente delante de Lash, bloqueándole el paso. —Todos te hemos echado de menos, Jeremiel —dijo.

—Te fuiste tan rápido al día siguiente de que tú y Lash... —Naomi se mordió el labio y miró nerviosamente a Lash—. Bueno, esperaba que hablarais de ello.

—Es por eso que estamos aquí —dijo Raphael—. Me han dado permiso para revelaros cierta información sobre nuestro pasado. ¿Nos sentamos?

Cuando se reunieron en el salón, Lash colocó con decisión la mano de Naomi sobre la suya. Miró a Jeremy, que se había sentado frente a ellos junto a Raphael. Había algo raro en él. Aunque estaba sonriendo, no parecía feliz. Esa chispa especial que atraía a todo el mundo había desaparecido. En todos los años que llevaba conociéndole, Jeremy nunca había estado como ahora. Siempre había sido al revés; él era el taciturno y Jeremy el que estaba a su lado, distrayéndole de sus preocupaciones. Lash luchó contra el deseo de consolar a su viejo amigo y el de estar enfadado con él.

Vio cómo los ojos de Jeremy se centraron en la mano de Naomi cuando esta tomó la suya, y después rápidamente los apartó cuando lo cogió mirando.

«Es más fácil estar enfadado», pensó.

—Antes de que Jeremiel dejara su —Raphael miró a Jeremy y se aclaró la garganta— larga asignación, compartí con él la información que previamente había compartido contigo, Lahash.

—¡Hermano! —Jeremy tendió un puño hacia él, sonriendo—. No me dejes colgado, tío.

Lash sintió que Naomi le golpeaba en las costillas. ¿Cómo podía tener un codo tan puntiagudo?

Suspiró y estiró el brazo para chocarle el puño.

Naomi sonrió. —Eso explicaría por qué vosotros dos fuisteis tan amigos durante tantos años.

—Fuimos —farfulló Lash entre dientes.

Jeremy frunció el ceño levemente al volverse a sentar en su asiento. —Tú sabes que te habría hablado sobre mi asignación si me lo hubieran permitido.

—Sí, seguramente. Lo que tú digas.

—Lash —le reprendió Naomi.

Él le soltó la mano con mala cara. —Pensaba que no confiabas en él y ahora estáis todos en plan "familia feliz". No sé. Tal vez estaría mejor si no recordara el pasado.

—¿Cómo va a ser mejor no tener recuerdos de tu propia familia? Es parte de lo que eres —señaló ella.

—Sabias palabras, Naomi —dijo Raphael en voz baja y con autoridad. Este se giró hacia Lash y le miró fijamente a los ojos—. Hoy en día eres quien eres gracias a quien fuiste en el ayer. Tu pasado influye en tu presente, y es la familia quien determina cómo creces.

—¿Ves?, eso es exactamente a lo que me refiero. Todos sabemos que soy un desastre. —Lash se levantó y se paseó por la habitación—. Ojalá solamente tuviera un par de recuerdos que fueran suficientes para mí, para darme cuenta de que incluso en el pasado yo era el segundo para ti — dijo señalando a Jeremy.

—Lahash —Raphael se puso en pie y le colocó una mano sobre el hombro—. Lucifer solamente te mostró lo que le beneficiaba a él.

Lash se alejó. —No, Raphael. Fue algo más que eso. Lo sentí incluso antes de los recuerdos. Sé que estabas decepcionado conmigo cuando era serafín y disciplinado con casi todas las asignaciones. Jeremy y yo empezamos ambos como serafines y al año siguiente le dieron el puesto de arcángel. Y yo, bueno...

—Sé justo, Lash —dijo Jeremy—. Contrariaste a Gabrielle desde el principio.

Lash se giró. —¡Tú, cállate!

Naomi se quedó boquiabierta. —¡Lash!

—No, Naomi. Tú no estuviste allí y no lo sabes. —Respiró con fuerza. Estaba cansado de que todo el mundo se pusiera de parte de Jeremy—. En ese momento no lo veía. Pero ahora sí. Me cuestionaban por cada paso que daba. ¿Y a Jeremy? Nunca. Hacíamos las mismas cosas, pero Jeremy siempre quedaba libre de culpa ¿y yo? Yo era el único que se metía en problemas. Era como si él nunca pudiera hacer nada malo.

—¡Eso no es cierto! —Jeremy se levantó de un salto.

—Puede que tengas razón —dijo Raphael con suavidad.

Jeremy se quedó petrificado y Lash se quedó con la boca abierta.

Durante un momento se produjo un tenso silencio en la habitación antes de que Raphael continuara. —Por favor, sentaos y dejad que me explique.

Naomi dio un tirón del brazo a Lash. Él echó un vistazo a las lágrimas que relucían en sus ojos y se derritió. No era su intención ponerla furiosa. —Lo siento. Perdóname.

Ella asintió.

Una vez sentado a su lado, la rodeó con un brazo y volvió a centrar su atención en Raphael.

—Como ya sabes, Jeremiel es tu hermano mayor. Como era costumbre en aquella época, el primogénito tenía ciertos derechos sobre los demás de la familia. Era el heredero de todo lo que nuestra familia poseía. Con su derecho como primogénito, tenía que casarse antes que Lahash y es aquí cuando tu familia entró en juego —dijo mirando a Naomi.

Ella se llevó una mano al pecho. —¿Mi familia?

—Naomi.—Raphael extendió el brazo y le tomó la mano—. Tu primera familia es de la Ciudad de Ai. Tu padre tenía una posada y era un exitoso hombre de negocios. Era un líder reconocido en toda la ciudad. —Le soltó la mano y miró a Jeremy y a Lash—. Vosotros dos sois hijos de una madre humana y de un padre ángel.

—Rebecca —señaló Lash.

Raphael asintió al mismo tiempo que se entristeció al escuchar ese nombre.

—Entonces somos Nefilim —dijo Jeremy, volviéndose a sentar.

—¿Qué? —dijo Naomi atónita—. ¿Los Nefilim no son gigantes malignos?

—Algunas de las historias que llevan contándose desde hace años no son del todo precisas —aclaró Raphael—. Así como hay personas malvadas, también había Nefilim que se aprovecharon de su herencia. En cuanto a mis hijos, les inculqué la humildad y el respeto por aquellos que les rodean. Y, por entonces, ellos no sabían que eran mitad ángeles.

—Tenía entendido que todos los Nefilim fueron eliminados —dijo Naomi.

Raphael sonrió. —Conoces muy bien las Sagradas Escrituras.

—Las clases de catequesis de los miércoles. Me salté una clase una vez, pero Chuy se chivó a Welita. No pude sentarme durante una semana. —Naomi suspiró con una sonrisa al recordarlo.

Raphael respiró profundamente, como si fuera a decir algo difícil. —Entre los humanos, los Nefilim destacaban por su belleza y su fuerza. Mucha gente en la ciudad los veneraba como si fueran dioses. Jeremiel —le lanzó una mirada precavida a Lash—fue favorecido por encima de todos, tanto humanos como Nefilim, por su habilidad y su fuerza. Había muchas familias que deseaban desposar a sus hijas con él, incluyendo a tu familia, Naomi.

—Como no —farfulló Lash.

Naomi le acarició la pierna. —Eso es el pasado. Ahora estoy aquí contigo.

Levantando la mirada hacia ella, Lash acarició con el dedo su mejilla. —Sí, lo estás. —Él se volvió de nuevo hacia Raphael y vio otra vez esa extraña expresión en el rostro de Jeremy. Lo ignoró, ya que no quería que Naomi se volviese a molestar.

—No se trataba de que tú no fueras habilidoso o que carecieses de fuerza, hijo mío. Me temo que es probable que yo haya fomentado que la gente prestara más atención a Jeremiel que a ti. Desde el día en que vosotros os conocisteis, estaba claro que Naomi te quería solamente a ti. Y yo —tragó saliva con dificultad— hice todo lo que estuvo a mi alcance para alejar a Naomi de ti.

Miró a Lash con ojos atormentados. —Ese es un recuerdo que desearía poder olvidar. Créeme cuando te digo, Lahash, que no hay día que pase sin que me arrepienta de mis acciones.

—¿Por qué harías tal cosa? —preguntó Naomi con dolor en su voz—. ¿Por qué habrías querido herir a tu propio hijo de esa forma?

Raphael lanzó una mirada a Jeremy y a continuación la miró a ella. —Porque yo... yo favorecí a Jeremiel. —Hizo una pausa, ancló los ojos al suelo y las palabras aparecieron lenta y cuidadosamente—. Y él te favorecía a... ti.

Lash se levantó de un salto y le gritó a Jeremy. ¡Lárgate!

—Venga, Lash —dijo Jeremy con un tono de voz suave, levantando la mirada hacia él—. Eso fue hace mucho tiempo.

Lash dio un paso amenazante hacia él mirando al ángel dorado que amenazaba con apartar de él a todos los que amaba. Ya lo había hecho en el pasado. ¿Acaso eso iba a evitar que lo volviera a hacer otra vez? —Has estado actuando de una forma muy rara desde que entraste en esta casa. ¿Por qué?

Jeremy tragó saliva. —No quedamos lo que se dice bien la última vez que nos vimos. No estaba seguro de qué esperar.

Sus ojos miraban fijamente a Lash como si tratara de convencerlo.

Lash intentó leer su rostro. Jeremy estaba usando su cara de póquer. «¡Maldita sea! Está ocultando algo».

—¿Qué es lo que no estás diciéndome?

—Por favor, Lash. Eso ya no importa. —Las suaves manos de Naomi tocaron su tenso brazo e hicieron que se girase hacia ella cara a cara—. Durante todo el tiempo que llevas conociendo a Jeremy, o que tú puedas recordar, ¿alguna vez ha intentado quitarte algo?

—Sí. Te dejó morir. Él pudo haberte salvado.

—Eso fue diferente. Su trabajo era traerme aquí. Cuando lo conocí, me dijiste que era tu amigo. Y por si no lo recuerdas, yo quería darle con una llave de cruz.

Lash sonrió. —Aquellos eran buenos tiempos.

Naomi lo miró expectante.

Él sonrió. —Oh, está bien. No, Jeremy nunca me ha quitado nada.

—¿Y?

—Y siempre estuvo junto a mí.

—Entonces, ¿por qué esperas que ahora sea diferente?

Ella estaba siendo muy coherente y a él no le gustaba. Con recuerdos o sin ellos, sencillamente no podía deshacerse de la sensación de que Jeremy aún la quería. Miró los claros ojos azules de Naomi, enmarcados por espesas pestañas negras.

—Tienes razón. Supongo que estoy siendo un paranoico.

Ella besó ligeramente su mejilla y seguidamente se giró hacia Raphael. —Yo no recuerdo nada de todo esto, y lo que parecen ser pequeños fogonazos de recuerdos, siempre han sido sobre Lash y ahora entiendo por qué. Lo amo y nada, ni nadie, podrá acabar jamás con mi amor por él. Por esa razón nos uniremos tan pronto como pueda realizar todos los arreglos necesarios.

El rostro de Raphael se iluminó. —¡Qué maravillosa noticia!

—¿Te alegras por ello? —preguntó Lash.

—Naturalmente. No soy la persona que Lucifer te mostró. Puede que haya tenido que perderos a ti y a Jeremiel para darme cuenta lo equivocado que estaba entonces. ¿Puedes perdonarme por mi pasado, por mi incapacidad para ser un buen padre para ti?

Lash miró los ojos de súplica de Raphael. En todo el tiempo que llevaba conociéndolo, o al menos en el tiempo que podía recordar, Raphael siempre había estado a su lado, guiándole, ayudándole. Incluso cuando hizo todo lo que pudo por alejarlo de él, éste nunca le dejó. Y ahora sabía por qué. Raphael estaba haciendo todo lo posible para compensarle, para ser un mejor padre. —Sí... Padre.

El rostro de Raphael se iluminó. —Estoy orgulloso de ambos.

Se puso en pie y tomó a Lash entre sus brazos. Sorprendido, Lash miró a Naomi. Las lágrimas brillaron en sus ojos al verlos.

—Abrázalo —vocalizó en silencio ella.

Él asintió y puso una mano en la espalda a Raphael, dándole un suave apretón. Sintió una calidez propagándose por su cuerpo, una paz que no había sentido en mucho tiempo.

—Iré contigo a ver a Michael —dijo Raphael al separarse de él—. Por fin vuelvo a tener a mi familia conmigo. Qué ocasión tan dichosa. ¿No es así, Jeremiel?

Jeremy se levantó y se acercó a Lash, tendiéndole la mano. —Enhorabuena. Os deseo a ambos una felicidad eterna.

Lash miró su mano y seguidamente lo miró a la cara. Lo único que vio fue sinceridad en sus ojos. Estaba verdaderamente feliz por él.

Cogió la mano de Jeremy y, por un momento, sintió que tal vez, solo tal vez, su viejo amigo había regresado.

Después observó cómo Jeremy se giraba hacia Naomi. Apenas fue capaz de mirarla mientras entre dientes la felicitaba y la llamaba hermana.

Tras La Caída

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