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ОглавлениеCAPÍTULO CUARTOEL RETO DE LA INTEGRACIÓN MIGRATORIA
JULIÁN BARRERA*
¡Si fuéramos capaces de unirnos, qué hermoso y qué cercano sería el futuro! Ernesto “Che” Guevara
RESUMEN
Para comprender la interacción social en Colombia frente al éxodo de venezolanos hacia el país, es fundamental partir del análisis del fenómeno migratorio y también de las principales características de los procesos de integración y globalización, con el fin de determinar si la reacción del colectivo propende a la segregación o asimilación del extranjero en el territorio nacional.
Palabras clave: Venezuela, integración, sociedad, identidad, migración.
ABSTRACT
To understand the social interaction in Colombia in face of the exodus of Venezuelans to the country, it’s fundamental to start from the analysis of the migratory phenomenon, as well as the main characteristics of the integration and globalization processes, in order to determine if the reaction of the group tends to the segregation or assimilation of the foreigner in the national territory.
Keywords: Venezuela, integration, society, identity, migration.
I. MIGRACIÓN BINACIONAL EN CONTEXTO
A partir de 1492, Cristóbal Colón, en la realización de su expedición, halla equivocadamente unas tierras que le eran desconocidas, estableciendo un primer contacto que, consecuentemente, trajo a consideración el concepto de diferencia, pues la designación de algo nuevo está, pese a todo, implícita en la noción de otro, que etimológicamente ha de entenderse como algo distinto, pero de la misma naturaleza (Theodosíadis, 1996).
Desde allí comenzó un proceso de aculturación psicológica en todo el continente americano que correspondió al aprendizaje de un nuevo repertorio conductual apropiado al nuevo contexto social, el desaprendizaje de algunos aspectos previos que no se consideraban adecuados y que podían generar colisiones culturales (Graves, 1967).
En América Latina, la ideología de mestizaje surgió, hasta cierto punto, en respuesta a lo que muchos veían como una necesidad de integrar al “otro”, puesto que el “nosotros” ya no designaba a los europeos, sino que reflexionaba sobre los “otros”, los nativos, que se preocupaban por las relaciones entre los grupos dominantes y los diversos “otros” que eran parte del “nosotros” (Theodosíadis, 1998). Configurándose la noción de nación como una “coincidencia más o menos perfecta (pero nunca total) entre un Estado y una cultura” (Todorov, 1989, p. 422), lo que implicaba la homogenización de su heterogeneidad intranacional, creada por la presencia de culturas hispánicas autóctonas, afroamericanas e inmigrantes no hispánicas (Theodosíadis, 1998).
El reconocimiento de la alteridad desde la formación en los primeros Estados latinoamericanos facilitó desde entonces la coexistencia entre la extrema rareza y la reciprocidad, una aceptación particular del otro que necesariamente estaba ya un poco dentro de la cultura y dependía de que la posición en la sociedad fuera fuerte o sutilmente dominado (Affergan, 1987; Aínsa, 1986; Theodosíadis, 1998).
Durante el proceso de emancipación, Colombia y Venezuela vivieron procesos similares en su consolidación conjunta como la Gran Colombia. Sin embargo, pese a que para 1830 Venezuela se había escindido, la historia les permitió seguir caminos paralelos en la búsqueda de un afianzamiento político, intereses comunes y, en especial, la solidificación de una identidad nacional que reflejara la realidad de las dos naciones de forma individual y que indiscutiblemente habría de tener características específicas semejantes como la lengua, las costumbres, la religión, las tradiciones y demás elementos que permanecerían incólumes, pese a la separación política del territorio ancestral al cual pertenecían.
No obstante, si bien son perceptibles las semejanzas entre los dos Estados, históricamente, en términos migratorios, Venezuela ha sido un centro importante de recepción de foráneos por mucho más tiempo que sus países vecinos, entre los que destacan portugueses, italianos y españoles, aunque a partir del año 2000 se haya convertido en un país expulsor de migrantes como consecuencia de sus transformaciones políticas (Morales y Navarro, 2008). Por su parte, Colombia se ha caracterizado por ser un territorio de emigración, gracias a factores como el conflicto interno, la recesión económica y la situación de violencia, que durante la segunda mitad del siglo XX permitieron acrecentar un sentimiento de insatisfacción y un deseo de salir del país en búsqueda de verdaderas oportunidades, no solo desde el punto de vista laboral y económico, sino también en función de calidad de vida y de seguridad (Castro, 2016).
En este sentido, se hace posible argüir que existen copiosas diferencias en la forma como se entiende la migración de ambos lados de la frontera, pues esta implica en sí misma el análisis de las relaciones intergrupales, su naturaleza, las causas y las consecuencias de cada representación de los individuos de cara a otros grupos sociales y frente a su colectivo (Canto, 1998).
Por un lado, del colombiano se subraya el carácter dinámico de su identidad después que ha migrado, por medio un proceso dialéctico permanente entre tradición y novedad, continuidad y ruptura, integración y cambio, evasión y arraigo, abriéndose hacia otras culturas (Aínsa, 1986). Al tiempo que, dentro del territorio nacional, no se tiene la seguridad de comprender ni dominar las nuevas formas de vida personales o colectivas, pues su determinación de identidad ha presupuesto una clasificación esencialista y una exclusión del otro (Theodosíadis, 1998), lo que pierde validez dentro de una sociedad pluriétnica, pluricultural y plurirracial, donde se encuentran inmersas vastas categorías de identidad.
Por otro lado, el venezolano ha implementado estrategias identitarias colectivas que han llevado consigo una homogenización en la elaboración de criterios de inclusión para la identificación de proyectos comunes y la reescritura selectiva de su propia historia, entendiéndose como una sociedad integrada por diversos grupos étnicos y raciales (Theodosíadis, 1998). Sin embargo, frente a la emigración se presenta un fenómeno nacionalista que parte de una concepción monológica y exclusivista de su identidad en la búsqueda de una especificidad cultural que dificulta su adaptación fuera de sus fronteras (Salinas, 2008