Читать книгу Escuela preparatoria de Jalisco - Liliana Barraza Martínez - Страница 7

CAPÍTULO 1. Raíces urbanas y arquitectura Raíces urbanas

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En la historia cartográfica de Guadalajara existen varios vacíos. Uno de ellos, el más significativo, abarca desde los días de la cuarta fundación de la ciudad hasta 1732. Esto significa que no existe evidencia física de 190 años de la manera como estaban distribuidas sus calles y manzanas, la extensión territorial, edificaciones significativas, lugares públicos…

Por supuesto que sí se hicieron planos de ella, pero no los conocemos porque ya no existen, o tal vez están por ahí en espera de que alguien con suerte los encuentre.

El hecho es que el plano más antiguo conocido data del año 1732. Según Leopoldo Orendáin, este documento fue elaborado en 1724 y dado a conocer ocho años después. En él se aprecian en cuadrícula perfecta —algo que no podía ser así— 12 calles en dirección de norte a sur y 10 de oriente a poniente, lo que le daría una superficie de 92 hectáreas.

Lo más destacable para el texto presente es que en este plano ya se encuentra delimitada la manzana donde se construiría el edificio que hoy ocupa la Escuela Preparatoria de Jalisco. En él se corrobora que ya existían, entre otros inmuebles conocidos, el templo y colegio de niñas de San Diego, el templo y convento de Encarnación de Indias, es decir, el de las religiosas Recoletas Agustinas de Santa Mónica.


Plano más antiguo que su conoce de Guadalajara.

Esto hace plantearse la siguiente pregunta: ¿a cuál barrio perteneció el espacio donde hoy se encuentra el plantel de bachillerato? Se sabe que los barrios surgían a raíz de la construcción de un centro religioso, como un convento o un templo, que se iba rodeando de casas generalmente de clases populares, luego se les dotaba de los servicios necesarios. En estos entornos surgieron y perduran tradiciones, costumbres, modismos que les dan sentido de pertenencia a quienes viven en ellos.

Personajes destacados para el tema del texto presente, entre muchos otros vecinos de barrio de la Preparatoria de Jalisco son: el exgobernador Guillermo Cosío Vidaurri, de la Capilla de Jesús, y Juan Ignacio Menchaca Manjarrez, del barrio del Carmen, a quien le faltaron cinco años para completar un siglo de vida.

En ocasiones, por el hecho de encontrarse tan cerca unas de otras, las instalaciones del clero propiciaban que, al crecer en extensión, absorbían a su vecino inmediato. Tal vez por eso el santo patrono de los panaderos no trascendió como tal, mientras que el de Santa Mónica sí fue reconocido. Desde 1727 incorporó sus manzanas más cercanas y tal vez algunas localizadas al oriente y el nororiente.

Pasado el tiempo, se conocerían otras referencias de ubicación barrial de la actual Preparatoria de Jalisco, las de La Palma y San Felipe. Este último, a decir del presbítero José Trinidad González de Laris, estuvo delimitado entre las siguientes calles: al norte Ángulo, al sur Juan Manuel, la del Santuario (hoy Pedro Loza) al oriente y la de Los Caballitos (actual Mariano Bárcena) al poniente.

Este barrio llegó a convertirse en uno de los más tradicionales. Destaca por sus casonas y palacetes de familias adineradas y con ribetes aristocráticos.

Lo cierto es que en 1732 el espacio que ocupa la Escuela Preparatoria de Jalisco ya se encontraba delimitado por las actuales calles de San Felipe al sur, González Ortega al oriente, al norte Reforma y al poniente Contreras Medellín.

De acuerdo con Epigmenio S. Preciado, desde los inicios del siglo xix hasta 1927, la nomenclatura de estas calles ha evolucionado como sigue.

A la calle de San Felipe se le ha identificado con los nombres siguientes: Neptuno, Almoneda, Pintura, Música, Artes, Razón, Soberano Pueblo, Sitio, Beneficencia, Durango, San Felipe, Gabino Barreda, Calle 9 y otra vez San Felipe.

En otros ayeres, a la calle de González Ortega se le llamó Revolución, Del Colegio de San Diego, González Ortega, Calle 22 y nuevamente González Ortega.

La calle de Reforma ha tenido también los nombres siguientes: Defensa, Avenida del Bosque, Resistencia, Igualdad, Escritorios, Fuente de Santo Domingo, Cerrada de Santa Mónica, Cerrada de San Gonzalo, Santa Mónica, de nueva cuenta Cerrada de San Gonzalo, Espalda de Santa Mónica, Veracruz, San Jorge; ya en 1760 había tenido ese mismo nombre, Reforma, Avenida Sur 1ª, Calle 11 y de nuevo Reforma.


Croquis de las primeras discontinuidades de la calle González Ortega en 1732. (Tomado de López Moreno, 1992.)

Aunque su límite físico es propiamente con el muro lateral del templo de San Felipe, éste está limitado a su vez por la calle de Contreras Medellín, a la que también se le ha conocido como Capuchinas, San Luis, Pegaso, Aurora, Contreras Medellín, Calle 24 y nuevamente Contreras Medellín.

La calle de González Ortega tiene una particularidad histórica no muy presumible ciertamente: lo que los urbanistas llaman discontinuidad en la traza, también conocida como rompimiento de la traza ortogonal. El hecho es que cuando se llamaba Tapias, esta calle fue alineada con respecto a edificaciones más añejas, que eran el templo y convento de Santa Teresa de Jesús hacia el sur y el Colegio de Niñas de San Diego —construidos en 1690 y 1712, respectivamente— en el sentido opuesto, lo que provocó el rompimiento con la cuadrícula al cruzar este eje en forma casi diagonal.

Como arquitecto, Eduardo López Moreno explica que de no haberlo hecho así “se habría tenido que tomar o ‘partir’ un pedazo del terreno del convento al sur de la calle o si no ‘bloquear’ su paso al norte, puesto que la calle […] hubiera rematado en la fachada sur del colegio”.

Por eso, en la cuadrícula de la traza antigua, además de la calle Degollado, la de González Ortega es la segunda calle chueca que tiene Guadalajara.

La transformación urbana y arquitectónica de la ciudad ha sido significativa en grado extremo. Como constancia de ello, estas son algunas referencias.

Desde su fundación y durante una parte del siglo xvii lo más común era que cada manzana estuviera dividida en cuatro solares. Las excepciones más frecuentes eran cuando se le otorgaban al clero extensiones que comprendían toda la manzana, y a veces más.

Esto dejó de ocurrir en la década de 1850 a 1860 con la aplicación de la Ley de Desamortización de Bienes en manos muertas, que obligó a darles continuidad a algunas calles, entre ellas las actuales de González Ortega y Zaragoza. Para ello fue necesario tumbarle sus muros bloqueadores a algunos conventos.

Durante muchos años las calles fueron de ida y vuelta, lo que significa que tenían doble sentido en su circulación vial. Esto da luz para entender por qué las calles tenían la misma anchura, la suficiente para que transitaran al mismo tiempo un carruaje por cada lado de ellas.

A las calles de entonces hay que imaginarlas sin el empedrado y las banquetas actuales. Fueron pavimentadas hasta el segundo tercio del siglo xix con piedras del tipo bola y con cantera. Las primeras banquetas eran angostas y con peraltes altos.

En aquellos años, las casas eran homogéneas en su altura y casi todas de un solo piso; esta última característica no necesariamente era compartida por las edificaciones religiosas, que rebasaban esta altura. Esto comenzó a cambiar en la segunda década del siglo xx, cuando se comenzaron a ver edificaciones de hasta tres pisos.

Estas casas se caracterizaron también desde el siglo xviii, y durante muchos años más, por tener fachadas altas y lisas, ventanería rectangular, el patio a lo sevillano —con una rica gama de formas de plantas de la región—, así como un segundo patio para el huerto y el corral. En las paredes que daban a la calle se construían bellas gárgolas que servían como canales para desaguar sus azoteas.

A la céntrica ubicación del inmueble que actualmente es la Preparatoria de Jalisco se suman las facilidades para llegar a él aprovechando las posibilidades de movilidad existentes, por ejemplo el transporte público. Desde el último cuarto del siglo xix circularon por algunas calles de la ciudad tranvías que utilizaban mulas como fuerza motriz; y en los inicios del siglo xx, en 1907 llegó aparecieron en Guadalajara los tranvías eléctricos, que transitaron por dos de las calles a las que da el inmueble de la Preparatoria de Jalisco hasta 1944, cuando fueron sacados de circulación.

Una de las líneas los tranvías eléctricos era la que pasaba por Mexicaltzingo, Rastrillo y González Ortega. Estos vehículos transitaban en un solo sentido, pasaban cada 15 minutos y su costo, en 1907, era de cinco centavos. La otra era la Línea San Felipe, cuyos tranvías circulaban por la calle de este nombre en ambos sentidos. Su frecuencia de paso y el precio del pasaje eran iguales que los de la otra línea.

En 1909 se le cambió por la Línea Circuito de San Felipe y Colonias, con tranvías que circulaban de poniente a oriente. Circulaban desde las orillas de la ciudad hasta la calle de Alcalde.

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