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Introducción

Las agrociencias: un compromiso con los territorios

Liliana Chacón Jaramillo*

ES INDUDABLE QUE LA HUMANIDAD atraviesa por una época que le impone grandes retos, entre los cuales están el vivir en un planeta con una población creciente, el prevenir la reducción constante de la diversidad animal y vegetal, así como de los microorganismos presentes en el agua, el aire y la tierra, y el frenar el agotamiento intensivo de los recursos naturales, de la calidad ambiental, lo que va de la mano de enormes innovaciones de orden tecnológico.

Con base en lo expuesto, los humanos tenemos la inmensa responsabilidad de mantener el equilibrio entre todas las especies del planeta, reducir el calentamiento global, conservar las fuentes de agua potable, evitar a toda costa la producción de sustancias tóxicas para la tierra y conservar los recursos no renovables. Por lo tanto, en este siglo debemos inspirarnos, motivarnos y unirnos para repensar y tomar acciones concretas, de largo plazo, que eviten el caos.

Hoy creemos que “hay suficiente planeta para todos, si no lo desperdiciamos” (Von Grebmer et al., 2012); sin embargo, si vemos el crecimiento y proyección de la población humana en miles de millones desde mediados del siglo pasado —1950 (2.536.431), 2000 (6.143.494), 2050 (9.735.034), 2100 (10.875.394) (Naciones Unidas, 2019)—, el desafío es colosal.

En el 2015, 193 países se comprometieron a lograr el objetivo “Hambre Cero” para el 2030 (Naciones Unidas, 2015). Según las cifras presentadas en el informe 2018 del Global Hunger Index, aún están lejos de alcanzar ese objetivo (Von Grebmer et al., 2018). A partir de la evidencia mostrada en el 2018, se ha progresado en reducir el hambre en algunas naciones; pero el origen de las causas y las complejas realidades del hambre no se están abordando de modo adecuado.

Las estadísticas son asombrosas e inquietantes: aproximadamente, 124 millones de personas sufren de hambre aguda, cifra que representa un aumento sorprendente de ochenta millones, en comparación con los dos años anteriores, más aún cuando se considera que el hambre y la desnutrición tendrán un impacto masivo en la próxima generación. Esto se expresa también en que alrededor de 151 millones de niños tienen retraso del crecimiento y 51 millones de niños viven con emaciación (Von Grebmer et al., 2018).

Por otra parte, las pocas ganancias en las cifras de reducción del hambre se ven amenazadas por conflictos entre y dentro de las naciones, que llevan a migraciones forzadas y al deterioro de las condiciones de vida de las poblaciones. También son amenazadas por el incremento del cambio climático, la inequidad geográfica, de género, de raza y de etnia, así como de estatus educativo, y la mala gobernanza. Todas estas amenazas contribuyen a aumentar la malnutrición y la vulnerabilidad frente a las enfermedades; además, ponen en riesgo el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, s. f.). Por esto, es necesario que en los territorios se garantice la subsistencia:

[…] los territorios son los lugares donde viven las mujeres y los hombres, las niñas y los niños, donde los ciudadanos trabajan para sacar adelante sus hogares y donde se originan los sueños. Allí es donde deben solucionarse la pobreza y las desigualdades, donde se proporcionan los servicios de educación y sanidad, donde se protegen los ecosistemas y donde deben garantizarse los derechos humanos. (Ciudades y Gobiernos Locales Unidos, CGLU, 2015, p. 22)

Sumado a los retos mencionados, se debe resaltar el proceso de globalización, el cual implica una mayor competencia en el mercado, que requiere ajustes continuos en los sistemas productivos de los países, regiones y ciudades. Esta globalización o, mejor, la mayor internacionalización de las economías, apoyada en el avance de las comunicaciones y de los sistemas de transporte, está inmersa en los territorios, no solo porque afecta a las naciones, sino, en particular, porque el ajuste productivo y las dinámicas económicas dependen de las decisiones de inversión y ubicación de los actores económicos, al igual que de los factores de atracción de cada territorio; es decir, algunas ciudades y regiones son ganadoras, otras son perdedoras: su estatus depende del suministro de recursos humanos y naturales, la estructura de sus sistemas productivos, su marco institucional y su posición en la economía global (Vázquez-Barquero, 2002).

Con un análisis de los modelos de desarrollo en los países, se observó que estos responden a las necesidades de cada localidad, siempre y cuando estas permitan potenciar las capacidades territoriales, endógenas; de lo contrario, los mecanismos y políticas aplicados crearán resistencia e iniciarán un nuevo modelo (Quispe, 2016). Por tanto, el desarrollo de una comunidad no solo se refiere a “una técnica de intervención, sino también a una práctica comunitaria, dejando que los actores y agentes locales de las comunidades tiendan a generar sus propias acciones e iniciativas de desarrollo acorde a sus necesidades e ideal” (Quispe, 2016, p. 103). Así, el desarrollo y el crecimiento de los territorios, de las localidades, dependen de sus relaciones globales, de sus capacidades para interactuar en un mundo global y, en esencia, de sus propios atributos, de sus condiciones endógenas.

Por otro lado, los productos animales son una fuente importante de proteínas y micronutrientes; en consecuencia, juegan un papel clave en la nutrición y la salud humanas. En comparación con los cultivos, el ganado suele ser más costoso, por lo tanto, el aumento del consumo de alimentos de origen animal está estrechamente relacionado con el crecimiento de los ingresos y con las actitudes socioculturales; de este modo, la preocupación sobre el bienestar animal, el medio ambiente y los aspectos religiosos pueden afectar con fuerza la demanda.

Ante este panorama, el mercado ganadero debe tener en cuenta la calidad en todos sus aspectos: sabor, salud, seguridad, servicio. Se recomienda atender el almacenamiento adecuado, las normas de seguridad, el transporte y la cocción. De manera consecuente, es importante considerar el desempeño de la cadena de valor en sus tres dimensiones: económica, social y ambiental. Por consiguiente, es posible identificar la raíz de los problemas, aprovechar las oportunidades y desplegar, junto con las partes interesadas, planes de acción para el desarrollo de la cadena de valor (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, por sus siglas en inglés, 2019).

Por supuesto, la Universidad de La Salle tiene la responsabilidad de enfrentar y superar los grandes retos de este milenio. En particular, desde el Doctorado en Agrociencias nos hemos propuesto involucrar como “hilo conductor” de las líneas de investigación con sus programas y proyectos asociados la investigación orientada hacia la innovación en productos, procesos, sistemas y servicios. Esto como una forma de proveer soluciones a los problemas tecnológicos de la agricultura tropical y del mundo rural que se expresen mediante la consolidación de bioeconomías regionales y locales, con extensión al país y a bloques de países.

Para nuestro Doctorado, enmarcado en las bioeconomías en extremo competitivas, las agrociencias representan:

la integración entre las ciencias biológicas y las ciencias del agro y su relación con el entorno social y económico a través de una visión sistémica y transdisciplinaria que integra la investigación con procesos de desarrollo tecnológico que permitan acelerar la innovación y generar cadenas de valor, para la solución de las problemáticas de la agricultura tropical y el mundo rural. (Universidad de La Salle, 2017)

Sobre la base de esto, el Doctorado en Agrociencias se ha propuesto que sus estudiantes y profesores realicen intercambios con expertos nacionales e internacionales, como una tarea beneficiosa dirigida a construir conocimiento por medio de la comparación y argumentación de sus puntos de vista y hallazgos de investigación. En este libro presentamos los resultados de ese proceso anual, que se materializa en el Encuentro de Agrociencias, el cual, en su cuarta edición (2018), tuvo como objetivo analizar y debatir diversos aspectos de la competitividad e innovación de la agricultura colombiana.

En el primer capítulo nos deleitamos con una visión de la innovación enmarcada en las agrociencias. El autor nos reta a realizar investigaciones interdisciplinarias, contextualizadas dentro de la nueva ruralidad y de los territorios contemporáneos, en función de la inclusión social y del manejo responsable de nuestros recursos.

No podemos dejar de tratar temas trascendentes vinculados con la organización del trabajador y, en general, de la producción; por esto, en el segundo capítulo los autores discuten sobre las formas organizativas, la asociatividad y el movimiento cooperativo propuestos como estrategias para resignificar el mundo rural y mejorar su competitividad.

En los temas enlazados con la competitividad del sector agropecuario en Colombia, el mercado de la carne representa un aspecto interesante de analizar, debido a sus complejas problemáticas. Así, en el tercer capítulo el autor ahonda en este y en el apoyo a la productividad y competitividad, a fin de que se adopte una visión integral para este sector productivo, con énfasis en las cadenas de valor, los productores y los consumidores.

En línea con esta temática, en el cuarto capítulo los autores abordan una propuesta para mejorar la competitividad de la cadena cárnica bovina en Colombia. Resaltan la necesidad de desarrollar estrategias de investigación e innovación que permitan emplear de modo provechoso los diferentes cortes de la carne para el consumo humano.

En el quinto capítulo, uno de nuestros estudiantes y su tutor nos presentan cómo desde las agrociencias se pueden integrar las necesidades y estrategias de investigación, la bioeconomía y la innovación con los sistemas educativos en regiones golpeadas por la violencia y sin asistencia técnica para mejorar el aprovechamiento del fruto del totumo, con el propósito de lograr la producción de energía. Nos llevan a una real aplicación del desarrollo sostenible y de la productividad ecológica.

Con nuestra mirada de las agrociencias sobre los objetivos prioritarios de la competitividad sostenible y la sostenibilidad ambiental, considerando que se deben alcanzar mediante tres ejes prioritarios: el impulso al desarrollo social, la competitividad y la integración regional, en el sexto capítulo la autora expone un análisis del impacto ambiental generado en los diferentes recursos naturales, según la normativa para la actividad agropecuaria.

Esperamos que disfruten la lectura y que estas investigaciones contribuyan a la reflexión sobre la responsabilidad que tenemos los seres humanos de impulsar la estabilidad y continuidad de nuestras especies y del planeta. Tengamos presente que debemos garantizar la coevolución de los diferentes ecosistemas y, junto con esta, un desarrollo humano integral y sustentable que dignifique la vida, la ruralidad, la Tierra.

Referencias

Ciudades y Gobiernos Locales Unidos. (2015). Objetivos de Desarrollo Sostenible. Lo que los gobiernos locales deben saber. Autor.

Naciones Unidas. (2015). Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. http://www.un.org/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/70/L.1&Lang=S

Naciones Unidas. (2019). World Population Prospects 2019. https://population.un.org/wpp/DataQuery/

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. (2019). Developing Sustainable Value Chains for Small-Scale Livestock Producers. Roma.

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. (s. f.). Objetivos de Desarrollo Sostenible. https://www.undp.org/content/undp/es/home/sustainable-development-goals.html

Quispe, G. (2016). Visiones del desarrollo endógeno desde las comunidades locales. Perspectivas, (37), 95-122.

Universidad de La Salle. (2017). Documento maestro del programa de Doctorado en Agrociencias. Autor.

Vázquez-Barquero, A. (2002). Endogenous Development and Globalization. EURE, Revista Latinoamericana de Estudios Urbano Regionales, 26 (79), 47-65.

Von Grebmer, K., Bernstein, J., Hammond, L., Patterson, F., Klaus, L., Fahlbusch, J., Fritschel, H. et al. (2018). 2018 Global Hunger Index. Forced Migration und Hunger. https://www.globalhungerindex.org/pdf/en/2018.pdf

Von Grebmer, K., Ringler, C., Rosegrant, M., Olofinbiyi, T., Wiesmann, D., Fritschel, H., Yohannes, Y. et al. (2012). 2012 Global Hunger Index. http://cdm15738.contentdm.oclc.org/utils/getfile/collection/p15738coll2/id/127150/filename/127361.pdf

* Ph. D. y magíster en Salud y Producción Animal de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá, D. C.). Directora del Doctorado en Agrociencias y profesora asociada de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Correo electrónico: lichacon@lasalle.edu.co

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