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INTRODUCCION

Nos gustaría dar comienzo con una cita de Humberto Maturana que hace referencia a nuestro entero vivir, hoy importantemente desarmonizado: “Desgraciadamente, todo parece indicar que hemos entrado ya en la fase final de este camino en el cual la incomprensión de los seres humanos entre sí amenaza con la destrucción sistemática, no solo de la vida humana en el planeta sino, mucho antes aún, de la vida interna, de la confianza básica de unos en otros, que es la base fundamental del vivir social. Poco a poco parece que nos estamos acercando al momento en que el grande, poderoso y aparentemente indestructible buque que es nuestra moderna civilización, choque contra la gran masa sumergida de nuestro formidable autoengaño, de la estéril racionalidad con la que falseamos nuestra naturaleza (social) y que nos ha conducido a esta titánica confrontación de fuerzas donde todo entendimiento, toda reflexión profunda, toda revisión de la responsabilidad personal que cabe en la generación de este abismo parecen ser sistemáticamente abolidas, puesto que “siempre la culpa de todo la tienen los otros”. Si por abandonar así el timón de nuestro humano poder de reflexión que permite virar de curso, llegara el momento del inminente naufragio y del grito ¡sálvese quien pueda!, personalmente, espero no estar vivo para presenciar tal holocausto”.1

Al decir de Maturana, ¿perdimos el entendimiento como capacidad reflexiva y de acción más amplia que se adquiere en la convivencia? Este párrafo nos deja al descubierto; en presencia del desentendimento en el cual estamos sumergidos; laboralmente podemos decir que esta capacidad se ve afectada, o se está afectando de tal manera que no reparamos en ella, no nos brindamos este poder sino solo la desintegración, en pos de una creencia de evolución.

Hoy está cuasi ausente dicho entendimiento. No se permite el pensamiento crítico, solo se permite el formateo, se empuja y trata de trasformar al otro; es la ausencia del entendimiento recíproco, de la integración, del equipo, de la reflexión, la colaboración, sino solo el poder de la imposición y la competencia al costo que sea; se esfuma el espacio donde podemos respetarnos y por supuesto lograr acuerdos, o proyectos en común, y asoma la coacción.

Este retroceso, este vacío de trabajo en equipo naturalizado genera el desencuentro y solo permite aumentar desmedidamente la capacidad individual de controlar, germinada en la falta de uno de los más significativos pilares, la confianza.

En nuestras vidas transitamos diferentes experiencias algunas que nos dan gratificación así como otras que generan el desmedido sufrimiento. Varias de las experiencias de malestar laboral están refugiadas en la violencia solapada y las injusticias de las que numerosos agredidos son objeto. En el mundo del trabajo como iremos desarrollando a lo largo de estas páginas han sucedido muchas trasformaciones, así como la sociedad y las relaciones entre las personas. En el año 2013 Marie France Hirigoyen en una disertación en un congreso manifestó que socialmente “hay menos neuróticos y más trastornos narcisistas,” las personas presentan una desmesurada intolerancia a la frustración, hay un particular funcionamiento perverso, hoy en día los que en muchos lugares conquistan son los que se muestran, los que le dedican a la apariencia, la visibilidad, más que la eficiencia, hoy se puede plagiar, copiar, y paradójicamente hay tolerancia a todo eso. De alguna manera estamos en presencia de la permisividad de la “habilidad para transgredir”.

Si bien en otros países hay muchas investigaciones sobre la violencia laboral, más específicamente sobre el acoso psicológico en el trabajo, en nuestro país este estudio, la dedicación, y la comprensión del mismo es más reciente. Como se muestra en un video titulado: “Mobbing infierno en la oficina”,2 referencia que en estadísticas de años atrás 8 de cada 10 personas en Argentina registraban haber sufrido algún tipo de acoso laboral, donde se reconocen como más característicos el abuso verbal, el abuso de poder, el aislamiento, el cambio drástico en la rutina, las amenazas, la intimidación. Distintas partículas de la composición de la violencia.

El último informe emitido por la O.I.T. (Organización Internacional del Trabajo) nos comunica que sobre un total del 84% de la población actica mundial, solo una cuarta parte de los/las trabajadores de todo el mundo tienen una relación de empleo estable, el resto, el 75% tienen trabajos transitorios, informales o precarios. Si la inestabilidad se exacerba esto implicaría por proyección que la violencia en el trabajo, los conflictos con sus derivadas complicaciones también acrecentarían o empeorarían. Es una alarma para comenzar a despertar.

Desde esta perspectiva de agravamiento, substancialmente se trata de reconocer el desambiente laboral, apuntalar el autocuidado, revelar cómo obra una persona hostigadora comunicacional, la doble victimización; el proceso que vivencia quien es hostigada, donde se la obliga a permanecer constantemente en la indefensión, se la mantiene sometido, sin escapatoria, con coerciones, agresiones, donde no hay un único suceso; sino una instigación sistemática y repetida, que destruye su dignidad, llevándola a un estado de desmoralización, y destrucción, induciéndola a la desesperación, a ese lugar de ser una víctima y padecer ese detrimento, específicamente el atentado contra su integridad física y mental.

Nos detendremos y es parte de este trabajo, sumado a la descripción del padecimiento; a lo destructivo, y significativamente traumático que resulta esta violencia donde sí podemos decir que muchas personas quedan afectadas de por vida, algunas en varios órdenes de su vida, otras en su capacidad de trabajo y sobre todo la de equipo.

Como último tema sobre el final se plantean las categorías de respeto como prioridades-condiciones, llamadas así como forma de producir una relación de trabajo de bienestar laboral. En muchas personas afectadas se observaba que lo que les ocurría en este acoso, ninguneo, humillación era la falta de consideración, se desleía el respeto, había un “desmiramiento”. El categorizar el respeto como aprendizaje-entrenamiento los hace sentirse resguardados, reforzados ante nuevas y futuras experiencias laborales.

Está en todos nosotros disponernos a no permitir la naturalización del maltrato laboral como medio de alcanzar una inserción. En ningún momento es valedera la excusa de este origen y nada justifica que deba consentirse.

1. Maturana H. y Varela F. El árbol del conocimiento. Las bases biológicas del entendimiento humano. Pág. IX. Editorial Universitaria Lumen. 1º Edición 2003. Buenos Aires. Argentina.

2. www.youtube.com/watch?v=wJT0CAafO08

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