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Las enseñanzas de Mr. Johnson

Comunicación


Todo el proceso que viví, desde que empecé a trabajar en la empresa hasta que conseguí el traslado al que tan reticentes eran los trabajadores, me lleva a explicar una de las enseñanzas que obtuve de Mr. Johnson: el elemento fundamental para construir cualquier equipo, cualquier estructura, es la comunicación.

En Laxy, la parte que estaba quebrada, después de casi 30 años de proyecto empresarial entre don Carlos y el personal de producción era la comunicación.

Cuando se ejerce un tipo de liderazgo vertical, muy usual en los tiempos de mi aita, y que subsiste en muchas organizaciones empresariales de la actualidad, la voz del líder se impone a la del equipo. No existe capacidad para delegar ni espacio para opinar. El miedo es el protagonista.

Las enseñanzas que he podido extraer de lo vivido han sido que, efectivamente, la comunicación es mucho más que las palabras que emitimos; estas representan solamente una pequeña parte de lo que expresamos. Las investigaciones demuestran que el lenguaje no verbal; el lenguaje corporal, el tono, la intensidad..., marcan una enorme diferencia en el impacto y el significado de lo que comunicamos. No es tanto lo que decimos sino el cómo lo decimos lo que marca la diferencia. Para ello es importante conocerse a uno mismo y valorar la comunicación interna para, posteriormente, trabajar la comunicación con los demás.

Después de todo lo vivido, a través de Mr. Johnson soy capaz de explicar con las palabras más precisas lo que en su día, cuando bajé a nave, era un rol natural, sin conceptualizar. Mi comportamiento ante aquella situación fue totalmente intuitivo. Una cualidad del líder transformacional, del líder horizontal, del intraemprendedor, que no debemos desestimar para nuestra buena gestión como líderes.

Necesitamos conectar con la intuición y prestarle atención. En aquel momento era lo que la gente de M.O.D. y el propio don Carlos necesitaban. Él no lo pudo implementar, pero sí supo buscar una salida lateral para reencauzar aquel apasionante proyecto.

En la gestión del liderazgo, un buen trabajo en equipo depende por entero de la comunicación. Sin embargo, antes de que podamos comunicarnos con los demás con claridad, como comentaba anteriormente, necesitamos saber comunicarnos con nosotros mismos.

La comunicación es algo más que una mera transmisión de información interpersonal a través de un mensaje escrito o verbal. Es también una transmisión de emociones, actitudes e intenciones por medio del tono de voz, las miradas, los gestos, las acciones y las decisiones. Comunicamos más a través del lenguaje no verbal que del verbal. De hecho, un 7% lo conforma nuestro lenguaje verbal y el 93% restante son nuestros gestos, tonalidades de voz, movimientos de ojos… Por eso, es interesante poner atención en lo que verdaderamente queremos transmitir cuando nos encontramos con nuestro interlocutor o interlocutores, y pensar si lo que estoy comunicando es realmente lo que quiero.

En este sentido, es importante conocernos a nosotros mismos y hacer un trabajo de introspección. En mi caso, lo hice a través de la Programación Neurolingüïstica (PNL), mediante la que he aprendido, y sobre todo identificado, comportamientos en el sistema representacional que me han ayudado a comprenderme mejor y también a mi interlocutor.

Para este apartado es interesante trabajar con el concepto de «calibración»: la habilidad para detectar señales mínimas VAK (Visuales, Auditivas, Kinestésicas o Cinestésicas), en uno mismo y en otras personas, que nos permiten detectar si hay cambios en el estado de ánimo y de esta manera decidir cuál es «el momento oportuno» para cualquier intervención.

Lo que agudiza la atención en la comunicación es la habilidad de distinguir pequeñas señales y reconocer su significado.

El lenguaje del cuerpo es un punto de partida importante para entender el significado de lo que se está comunicando.

Conforme aumenta tu capacidad de comunicación, puedes detectar señales y verificarlas con mayor facilidad. Es una buena herramienta que utilizo habitualmente en mi vida personal y profesional, y que resulta más efectiva a medida que vas poniendo en práctica su aprendizaje. Conforme aumenta tu capacidad de comunicación, puedes expresar más abiertamente los problemas y los miedos a desarrollar nuevas ideas.

En lugar de evitar el enfrentamiento, propio de las situaciones difíciles (como la que vivía el día que bajé a nave y empecé a comunicarme con los colaboradores de planta), tenemos la posibilidad de aprender a hablar a través de nuestro miedo al enfrentamiento y de ser más sinceros los unos con los otros. Aunque al principio podamos no tener ninguna solución que aportar, la escucha y la observación pueden llevarnos a descubrir nuevas perspectivas y posibilidades. Tomar consciencia de una situación y percatarse de los errores y los fallos que se han producido es un paso indispensable. En nuestro caso, la comunicación entre don Carlos y los trabajadores de M.O.D. estaba quebrada por el miedo a expresarse. Era necesario desbloquear esa situación para poder avanzar.

Es importante darse cuenta de cuáles son las áreas de mejora para poder dar el cambio que quieres. Reconocer las equivocaciones, aprender de ellas y superarlas, con el objetivo de aportar algo positivo que mejore la situación.

Sacar a la luz las dificultades antes de que lleguen a convertirse en problemas más graves incrementa la probabilidad de encontrarles una solución. El hecho de abordar los problemas desde el primer momento en que aparecen puede ahorrarnos mucho malestar, sufrimiento, tiempo y energía. Una vez que conseguimos establecer una comunicación sincera, esta fluye de una manera abierta que permite una relación de confianza. De esta forma, se obtienen mejores resultados que si se ocultan los problemas o negamos su existencia.

Crear climas de participación y confianza permite una relación más sincera, abierta y fluida, algo muy positivo tanto a nivel individual como de equipo.

Es esencial, por tanto, crear un buen rapport o sintonía para establecer una atmósfera de credibilidad, confianza y participación, donde la gente pueda responder libremente. Exactamente esto fue lo que nos sucedió en Laxy. El bajar a planta y pedir a los trabajadores que pusieran sus nombres en unas etiquetas, que dejaran «el Don/Doña» y «el Señor/Señora» y me explicaran qué era lo que mejor sabían hacer en sus puestos de trabajo, nos permitió establecer una forma de comunicación más amable y sincera. De forma gradual, los trabajadores fueron contagiándose de la buena sintonía del grupo, del ambiente de confianza y participación que se estaba creando, lo que les fue animando a expresarse abiertamente y demostrar lo mejor de cada uno de ellos.

Cuando dos personas están en sintonía, se refleja en su forma de comunicación, hay una mayor conexión en el lenguaje no verbal, en sus gestos, su contacto visual, las posturas que adoptan… Hay una mayor correspondencia en la comunicación, como dos bailarines acompasados que se mueven por la pista.

Como parte fundamental de la comunicación, también tenemos que tratar la empatía y la asertividad, así como la delgada línea que las separa. Debemos pararnos a pensar si somos empáticos o no lo somos, y si estamos siendo asertivos o no, cuando establecemos una comunicación con los demás.

Existen varias definiciones de empatía, pero podemos concretar en que es la capacidad de sumergirse en el mundo subjetivo de los demás, conectando con sus más íntimas experiencias, sensaciones y opiniones.

Dicho de otra forma; la empatía es ponerse en el lugar del otro, ver el mundo desde su perspectiva, sin perder nuestra visión de la realidad.

Sin empatía no podemos tener sensibilidad social ni personal. Nuestras relaciones personales se convierten en un conjunto de monólogos simultáneos, porque cada persona vive encerrada en su propio mundo. Gracias a la empatía podemos tener una mayor y mejor comprensión de la otra persona.

Podemos expresar empatía poniendo atención para captar el mensaje de tu interlocutor. No solo qué dice, sino cómo lo dice, con qué gestos, con qué grado de preocupación, con qué actitud.

• Si te parece que no has captado el mensaje en toda su profundidad, pregunta. No guardes silencio, intervén.

• Al dirigirte a otro, habla desde su misma perspectiva, desde sus intereses y con su nivel de lenguaje. Imagínate en la situación del otro para comprender mejor sus motivos.

• Debes crear una situación ágil de diálogo, de conversación fluida entre los dos: el otro se expresará con más libertad y tu tendrás más datos para entender su punto de vista.

• Refiérete no solo a lo que la otra persona ha dicho, sino también a los sentimientos que has observado en ella. Por ejemplo: «comprendo que este asunto te resulta muy enojoso, pero dime, ¿desde cuándo?».

• Antes de pasar a la «solución objetiva» del problema cuando lo veas claro, hazle saber que comprendes todos los matices de su estado de ánimo, aunque no intervengan en dicha solución.

En cuanto a la asertividad, es otro concepto que, por experiencia, considero que podemos trabajarlo desde el guion que os propongo:

• Describir, sin juzgar, la situación que queremos cambiar.

• Expresar lo que sentimos, sin buscar culpables.

• Comunicar al otro la situación que nos gustaría lograr.

• Expresar que agradeceríamos la nueva situación.

Valorar estos dos aspectos en nuestra comunicación y ponernos en marcha, nos ayudará en gran medida a mejorar nuestra comunicación interna y con los demás. En definitiva, la comunicación interna es un trabajo de introspección y autoconocimiento que nos lleva a conocernos mejor. En mi caso, ese trabajo personal lo he desarrollado a través de la PNL y del estudio profundo del Eneagrama, ambos me han ayudado a conocerme mejor y a conocer mejor a los demás.

Y en cuanto a la comunicación con los demás, podemos resumirlo en un sumatorio del conocimiento y manejo de las soft skills. Este tipo de habilidades son consideradas por la sociología como «competencias conductuales», un término relacionado con el coeficiente de inteligencia emocional, que reúne el conjunto de rasgos de personalidad, comunicación, lenguaje, gestión del miedo… Estas habilidades se complementan con las hard skills, relacionadas con el coeficiente intelectual de una persona o con las exigencias profesionales.

Otra gran herramienta que recomiendo para valorar cómo soy, cómo me presento y cómo me ven los demás es la Ventana de Johari, creada por Joseph Luft y Harry Ingham. Es una herramienta muy potente para trabajar con tu equipo y que te ayudará a tener una visión más amplia y completa tanto de ti mismo como de tus colaboradores.

La Ventana de Johari está formada por cuatro cuadrantes que representan el «Área libre o abierta»: aquello que conocemos de nosotros mismos y los demás también conocen; el «Área oculta»: aquello que conocemos de nosotros mismos, pero los demás desconocen; el «Área ciega»: aquello que desconocemos de nosotros mismos, pero los demás sí conocen; y el «Área desconocida»: lo que desconocemos de nosotros y los demás también. Analizando la información obtenida, el objetivo es intentar minimizar el «Área desconocida» y maximizar el «Área libre o abierta», a través de la autodivulgación o pidiendo feedback para obtener un mayor conocimiento sobre nosotros mismos.

Esta una explicación muy resumida de la Ventana de Johari, pero si quieres ampliar más información sobre esta herramienta, te recomiendo que consultes en la Red, donde muchos portales aportan datos sobre cómo utilizarla. Por ejemplo, aquí te dejo una: https://psicologiaymente.com/social/estilos-relaciones-ventana-johari

Finalmente, en este capítulo me gustaría mostraros un ejemplo de cómo se puede transformar un mensaje, desde que sale del emisor hasta que llega al receptor, y cómo el flujo de la comunicación puede llegar a distorsionar la información de manera notable.

Por eso es interesante valorar la comunicación presencial, para poder calibrar a nuestro interlocutor de la forma más adecuada, trabajar desde la empatía y la asertividad, y generar un buen rapport que nos permita crear los mejores climas de colaboración.

Ejemplo divertido de un comunicado

De: PRESIDENTE

Para: GERENTE

El lunes próximo, a eso de las siete de la tarde, el cometa Halley se hará visible. Es un acontecimiento que ocurre cada 78 años. Reúna a todo el personal en el patio de la fábrica, todos usando casco de seguridad, que allí les explicaremos el fenómeno. Si llueve, este raro espectáculo no podrá ser visto a ojo desnudo; en ese caso entraremos al comedor donde será exhibido un documental sobre ese mismo tema.

De: GERENTE

Para: JEFE DE PRODUCCIÓN

Por orden del presidente, el lunes a las siete aparecerá sobre la fábrica el cometa Halley. Si llueve, reúna a los empleados con cascos de seguridad y llévelos al comedor, donde tendrá lugar un raro espectáculo, que sucede cada 78 años a ojo desnudo.

De: JEFE DE PRODUCCIÓN

Para: SUPERVISOR

A pedido de nuestro gerente general, el científico Halley, de 78 años, aparecerá desnudo en el comedor de la fábrica usando casco, porque va a ser presentado un documental sobre el problema de la seguridad en días de lluvia.

De: SUPERVISOR

Para: ASISTENTE

Todo el mundo desnudo sin excepción, deberá estar en el patio el lunes a las siete, donde el famoso músico Halley mostrará el vídeo bailando bajo la lluvia. El show se presenta cada 78 años.

De: ASISTENTE

Para: PERSONAL DE PLANTA

El jefe cumple 78 años el lunes y habrá una fiesta de puta madre en el patio y en el comedor con el famoso conjunto Bill Halley y sus cometas. Todo el que quiera puede ir en pelotas pero usando casco, porque se va a armar un desmadre cojonudo aunque llueva.

En la época de cambios e incertidumbre que estamos viviendo, en la que tenemos que reinventarnos, es necesario aprender para adaptarnos. Y aprender tiene sus riesgos.

Trabajar con las herramientas aprendidas de la PNL nos permite identificar el escenario de la comunicación en el que actuamos, para cambiar, innovar y ser más competitivos. Algo que puede hacer la figura del intraemprendedor, tan necesaria en el siglo XXI.

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