Читать книгу Populismo jesuita - Loris Zanatta - Страница 5

Introducción

Оглавление

¿Existe un “populismo jesuita”? ¿América Latina es su tierra elegida? La respuesta de este libro es inequívoca: sí, existe e impregna a la historia latinoamericana. ¿Pero qué es, cómo es, dónde está? Antes de responder, página tras página, mejor precisar los límites y el alcance del título: no es provocador, sino la mejor síntesis posible de un fenómeno histórico importante y complejo.

Los límites son obvios: no todos los populismos latinos son “jesuitas”, no todos los jesuitas son “populistas”. Va de suyo, pero mejor precisarlo. Es más: el “populismo jesuita” no es exclusivo de los jesuitas. A veces su rol es masivo y evidente, otras veces es indirecto, episódico, implícito; encontraremos también jesuitas hostiles al “populismo jesuita” y populismos ignorantes o inconscientes de sus remotas raíces jesuíticas. Esta, por lo tanto, no es una historia de la Compañía de Jesús en América Latina, para nada. Los jesuitas son en parte protagonistas, pero son el adjetivo, no el sustantivo.

Entonces, ¿de qué se trata? ¿Del ave fénix? No: el “populismo jesuita” tiene límites difuminados, pero es una realidad bien concreta, cuyo alcance trasciende tales límites. Es un hilo antiguo y robusto que atraviesa la historia latinoamericana. Peronismo, castrismo, chavismo: los más potentes populismos latinos están unidos por ese hilo. En pocas palabras, es el hilo de la cristiandad hispánica, de la visión del mundo que moldeó durante siglos a América Latina.

El “populismo”, se sabe, es un fenómeno moderno, hijo de la “soberanía del pueblo”: comenzaré por lo tanto explicando qué entiendo con esta palabra abusada. Pero para llegar a los “populismos jesuitas” será bueno tomarla desde lejos, recorrer las etapas necesarias. La primera es precisamente aquella de la cristiandad hispánica: en aquella edad todavía dominada por lo sagrado, los reyes católicos ambicionaban restaurar el Reino de Dios en la tierra, crear un orden temporal que como un organismo natural replicará el diseño divino, forjar un “pueblo” puro y armónico, cohesionado y devoto a los preceptos morales de la Iglesia. Y si la realidad solía ser mucho más prosaica que semejante fin, para mantenerlo vivo lo cuidaban las órdenes misioneras, jesuitas a la cabeza. Tal fue el espíritu de las misiones en Paraguay. Las animaba una visión escatológica del mundo: evangelizar, convertir, redimir al “pueblo”, salvarse el alma salvándosela.

La segunda etapa es aquella de la “corrupción” del pueblo y de la “disgregación” de su unidad orgánica: la edad de lo sagrado vira hacia el atardecer, la edad secular avanza. Revolución científica e industrial, iluminismo, liberalismo, capitalismo y aún más: ascenso del Estado-nación y declinación de los imperios universales, separación entre política y religión, entre ciudadano y creyente, conflictos entre fe y razón, colectividad e individuo. Desde principios del siglo XVIII hasta la Primera Guerra Mundial, el Reino se derrumbó sin remedio; forzado a la defensiva, el sueño triunfal y militante de los jesuitas masticó amargo, combatió en trinchera, meditó revancha.

La tercera etapa, el corazón del libro, el objeto de cuatro de los seis capítulos, es aquella populista en sentido estricto. Es la etapa de la política de masas y del “pueblo soberano”, la edad secular, los siglos XX y XXI. Secular es una forma de decir: los populismos que florecieron entonces fueron el rostro moderno del antiguo imaginario hispánico y católico; el vehículo del rescate si no de la venganza de la cristiandad perdida. Ambicionaron fundir aquello que la modernidad liberal había quebrado, restaurar la comunidad orgánica del “pueblo”, volver a fundar el Reino. En ellos, revivió la antigua pulsión redentora de los jesuitas, se expresó el hastío largamente acumulado contra los enemigos seculares del orden cristiano: todos los populismos latinos tienen lazos especiales con la Compañía de Jesús.

Todavía unas pocas premisas. Una sobre el contenido: tirando del extremo del hilo empleado para tejer la trama de esta historia, se formará una vasta telaraña; se abrirá una ventana que dejaré entrecerrada sobre los meandros de una historia global que corre sobre la cresta entre Europa, América y el mundo; una historia que entrelaza política y religión, guerra y paz, prosperidad y miseria. Es obvio: global fue la obra misionera de los jesuitas y universal su fe. Y bien, global y universal fue también el impulso de los “populismos jesuitas”, tal como su enemigo, el racionalismo iluminista, la visión liberal del mundo. Su universalismo fue el espejo dado vuelta del universalismo que combatían.

Otra premisa tiene que ver con el método: dado que es un largo viaje y los viajes largos cansan, este libro será sintético, se detendrá solamente en las metas y paisajes clave, caminará por el corredor sin meterse en todas las habitaciones laterales. Ello implicará algunas simplificaciones y muchas generalizaciones. Tratará de aquello que sirve al objetivo: seguir el hilo del “populismo jesuita”. Quien lee con el fusil apuntado tendrá contra qué disparar, pero atención: volteando demasiados árboles correrá el riesgo de perder el sentido del bosque. Imagino las objeciones: todo es distinto a todo y los casos que reúne este libro son distintos entre ellos. Sí y no: son casos distintos de una familia común y las afinidades familiares son aquellas que me importa subrayar.

Una última premisa sobre la finalidad del libro. Sin darle vuelta alrededor, estudia las raíces culturales de las grandes plagas históricas de América Latina: autoritarismo, pobreza, desigualdad. No pretendo dar “la” explicación: los problemas complejos no tienen explicaciones unívocas. Pero pretendo levantar el velo sobre una pista menos superficial que otras más en boga.

Finalmente, una advertencia: por amor de fluidez, el texto corta sin piedad el aparato bibliográfico. Quiero, sin embargo, aclarar que realicé años de investigación sobre cada uno de los temas tratados: puedo equivocarme, desorientar, irritar, pero sé de lo que hablo.

Populismo jesuita

Подняться наверх