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Capítulo 3

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Andrew se subió al coche con una sensación muy distinta a la que tenía antes de conocer a Karen. Regresó al periódico para ver qué tal marchaban las cosas por allí. Pero sus pensamientos no se apartaban de la fotógrafa. Debería haberse informado de ella, como le comentó Maggie cuando le habló de esta. Sin duda, buscaría su biografía y sus trabajos en Internet en cuanto tuviera un momento.

Su móvil sonó en cuanto se apeó del coche frente al edificio que albergaba las oficinas del diario. Era su padre el que lo llamaba, como así aparecía en la pantalla del teléfono. Seguramente, lo hacía para saber qué tal había ido todo con Karen y con su amiga. No se fiaba de él.

—¿Qué pasa? ¿Necesitas algo más de mí?

—Quería saber si todo ha ido bien con las dos fotógrafas.

—Sí. Las he dejado en el hotel.

—¿Qué impresión te han causado?

Andrew apretó los labios y se pasó la mano por el mentón. Acababa de darse cuenta de que esa mañana tampoco se había afeitado.

—No he tenido mucho tiempo para tratar con ellas. Lo justo para saber qué tal les había ido el vuelo, si necesitaban algo… No sé. Les he dicho que ya hablarías con ellas sobre la boda. O bien Ilona y Fraser —Andrew permanecía apoyado contra su coche mirando a la gente pasar mientras escuchaba a su padre.

—¿A qué hora te viene bien quedar con ellas?

—¿A mí? ¿Por qué quieres saberlo?

—Porque quiero que estés presente. Por eso mismo. Te guste o no, eres parte de esta boda. Andrew, es tu hermana la que se casa.

Este resopló al escucharlo.

—Sí, lo sé. Pero ¿qué pinto yo con las fotógrafas? Creo que es algo que debéis tratar vosotros, que sois los más interesados. Tú las has contratado bajo petición de Fraser e Ilona.

—Presiento que no te hace gracia estar presente, pero quiero que lo estés. A Ilona le hace ilusión. ¿Hay algún inconveniente con ellas?

Andrew sonrió. ¿Algún inconveniente? Se preguntó. Karen le había parecido una mujer atractiva a la que no vacilaría en llevarse a la cama en otras circunstancias. Esa era la impresión que había tenido y el mayor inconveniente con ella. Procuraría no frecuentar mucho su compañía. Y Denise le había parecido igual de atractiva, pero no le había entrado por los ojos como su compañera.

—No tengo ninguno.

—En ese caso, quiero que las llames y quedes con ellas esta misma noche.

Andrew abrió los ojos como platos al escuchar la petición de su padre.

—¿Esta noche? ¿Y qué se supone que tengo que decirles?

—Que iremos al hotel a charlar sobre la ceremonia. Se lo diré a Ilona y a Fraser. Y que este se ponga en contacto con sus padres. Podemos reunirnos en uno de los salones o, mejor, quedar a cenar. De esa forma podemos tratar el asunto de manera distendida.

Andrew inspiró hondo ante esa perspectiva.

—Bien. Las llamaré a ver qué les parece —le dijo con un tono monótono.

—Cuando concretes todo, dímelo para avisar a los demás.

—Descuida. Hasta luego.

Andrew se guardó el móvil en el bolsillo trasero de sus pantalones vaqueros y se dirigió al periódico. Llamaría a Karen cuando estuviera a solas. Así tendría algo de intimidad para charlar con ella.

Saludó a sus compañeros de camino a su despacho. Departió algunas cuestiones con algunos de estos y le pidió a Maggie unos minutos a solas para hacer unas llamadas, antes de hablar con ella. Esta se sorprendió al verlo por allí a esas horas. Creía que estaba todo cerrado cuando se vieron esa tarde.

Andrew se sentó detrás de su mesa atestada de papeles, informes, ejemplares atrasados del diario, carpetas y demás. Cogió el móvil y se dio cuenta de que no había anotado el número de ella. Se maldijo por habérsele pasado por alto ese detalle. ¡Joder, resultaba que le había apuntado el suyo para que lo llamara en caso de necesidad, y él no había hecho lo mismo con el de ninguna de ellas! Permaneció pensativo unos segundos en los que su mente arrancó a funcionar y tecleó el nombre de Karen Marchand en un buscador de Internet. Encontraría su web y sus datos de contacto. Hoy en día no resultaba nada complicado dar con una persona.

Se quedó de piedra al ver las imágenes que aparecían en su web. Tuvo que tomarse unos minutos para contemplarlas con detenimiento. Entre estas había paisajes, modelos, lugares desconocidos para él, rostros de gente anónima y algún que otro famoso. Y luego estaba ella. Su imagen en blanco y negro lo impactó más todavía que haberla conocido en persona. Aparecía sentada en el suelo con la espalda apoyada contra una moto de gran cilindrada. Vestía vaqueros y una chaqueta de piel abierta mostrando un top cuyo escote captó toda su atención. Tenía una pose relajada, con los ojos cerrados y el pelo cayendo en ondas. Daba la impresión de estar dormida, o tal vez soñando. Un brazo descansaba sobre el sillín, por encima de su cabeza. Sus labios se curvaban en una media sonrisa. Una imagen artística, sin duda alguna. Pero también muy sensual y adictiva para su gusto.

Andrew cogió aire y se recostó contra el respaldo de su silla sin atreverse a pensar en nada. La puerta se abrió lo justo para dejarle ver el rostro de Maggie.

—¿Se puede? —preguntó viendo a este hacerle un gesto con la mano para que pasara—. ¿Qué tal todo con las fotógrafas?

Le costó reaccionar después de haber contemplado la imagen de Karen en su web profesional.

—Bien. Las he recogido en el aeropuerto y las he dejado en el hotel para que se instalaran.

—¿Qué te parecen?

—Te repito lo mismo que acabo de decirle a mi padre: no he tenido bastante tiempo para realizar un juicio. Claro que a mí no me corresponde hacerlo, ni tampoco me interesa. Han sido mi padre y mi hermana los que se han puesto en contacto con ellas para que se encarguen del reportaje de la boda. Supongo que harán su trabajo lo mejor que saben y se volverán a París. —Se encogió de hombros sin darle la menor importancia.

—No parece que te haga gracia que una fotógrafa de prestigio como ella se encargue del reportaje de la boda de Ilona.

—No, no. Todo lo contrario. Creo que mi hermana se merece lo mejor. —Se incorporó hacia delante para dejar de contemplar la pantalla del portátil. No había cerrado la web de Karen y su imagen sensual todavía permanecía en esta.

—Supongo que tendrás que volver a quedar con ella. Para ultimar detalles.

Andrew se limitó a asentir recordando el encargo de su padre.

—Sí. Tengo que llamarla para ver cómo planificamos todo.

—Sigue sin hacerte gracia. —Maggie sonrió con ironía.

—No es mi boda. No sé a santo de qué mi padre quiere que me encargue de ellas.

—He hablado con Ian por el tema de las fotos para el periódico.

—Sí, con un par de la pareja bastará.

—Si necesitas algo, dímelo. Estaré organizando todo en mi mesa. No te hacía por aquí a estas horas —le dijo volviéndose en el último momento hacia él con los ojos entrecerrados.

—Ya… Ni yo, pero tenía que hacer unas cosas.

—Bien, ya sabes dónde estoy. El ejemplar de mañana está cerrado.

Andrew asintió sin decir nada más y aguardó a que Maggie saliera de su despacho para llamar a Karen. Cuanto antes se lo comunicara, antes podría centrarse en el trabajo. Se quedó mirando la imagen de ella una vez más esperando a que respondiera a la llamada.

Karen salía del cuarto de baño, envuelta en una toalla cuando su móvil comenzó a sonar. Se sintió sorprendida cuando leyó el nombre del comunicante.

—Es Andrew —le dijo a Denise leyendo el nombre y deslizando el dedo por la pantalla para aceptar la llamada. Había introducido su número en la agenda para saber cuándo la llamaba—. ¿Sí? ¿Andrew?

—Hola, Karen, ¿cómo marcha todo? ¿Algún contratiempo?

—No, no. Denise y yo estamos terminando de instalarnos en la habitación.

—Bien. Me alegra saberlo. Verás, he hablado con mi padre y según me ha contado quiere reunirse con vosotras esta misma noche para tratar los pormenores de la boda.

—Me parece estupendo. ¿A qué hora vendrá?

—A la que me digáis. No tiene inconveniente en veros cuando os venga mejor. Es más, me ha comentado que cenareis en el restaurante del propio hotel. De ese modo, podéis extenderos el tiempo que sea necesario. Y vosotras no tendríais que salir.

Karen miró a Denise esperando que esta dijera algo. Había puesto el altavoz para que ella fuera partícipe de la conversación.

—Pues… No sé… ¿A qué hora soléis cenar aquí?

—¿Os va bien a las ocho y media en el vestíbulo?

Karen hizo un gesto con las cejas a Denise para que diera su opinión. Esta asintió después de echar un vistazo al reloj. Tenían tiempo suficiente para arreglarse.

—De acuerdo. Ahí estaremos.

—Perfecto. Llamaré a mi padre para decírselo. Gracias.

—Sí. Adiós.

Karen deslizó el dedo por la pantalla de su móvil para cortar la llamada. Permaneció unos segundos contemplándolo como si esperara que volviera a sonar. Inspiró y se volvió hacia Denise.

—Tenemos algo más de una hora para arreglarnos —le aseguró esta.

—Parece que tienen prisa por comenzar a prepararlo todo —comentó Karen formando un arco con sus cejas.

—Es lógico. Tenemos que desplazarnos al castillo para ver las posibilidades que ofrece. Y que estas se ajusten a lo que quieren los novios.

—Ya, bueno. Espero no tener demasiadas complicaciones. Es la primera vez que me enfrento a un reportaje de boda en un castillo —aclaró abriendo los ojos al máximo para dejar clara su postura.

—Y no uno cualquiera. Hablamos nada menos que de Eilean Donan.

—Sí. Un sitio emblemático. En fin, dejemos los pormenores de la boda por el momento hasta que nos reunamos con la familia.

—¿Va a venir él? Andrew.

—Por lo que se desprendía de sus palabras era su padre el que quiere vernos. Y supongo que aparecerán los novios. ¿Por qué te interesa saberlo? —Había un toque pícaro en la pregunta de Karen.

—Por nada en especial. Solo que no me ha parecido muy metido en el tema de la boda de su hermana.

—Mujer, te ha dejado claro que no es su boda. Que él no ha preparado nada. Han sido los novios con la ayuda del padre de ella los que parecen haberla estado organizando.

—A lo mejor es de la clase de personas que no cree en ellas. —Denise encogió sus hombros sin darle la mayor importancia.

—Sí, pudiera ser.

—Está bien. Voy a ducharme.

—Yo iré echando un vistazo al castillo, aunque sea a través de su web. —Se sentó con el móvil en su mano y comenzó a navegar por la red. Sin embargo, no pudo evitar pensar en Andrew y en el comentario de Denise con respecto a este. Tal vez su amiga tuviera razón y a él no le gustaran las bodas. Había mucha gente que era de la misma opinión. O no le agradaban las ceremonias tan fastuosas como esta, y prefería algo más íntimo y familiar. Frunció los labios intentando encontrar la respuesta, pero la aparcó cuando se dijo que no le interesaba lo más mínimo. Tampoco entendía a qué venía su interés en la opinión de él al respecto de las bodas. Volvió su atención hacia la pantalla del móvil y a las imágenes de Eilean Donan.

Andrew salió del periódico con el tiempo justo para llegar al hotel a la hora acordada. A su padre le había parecido bien porque le daba tiempo a avisar a los demás. Camino del hotel, Andrew volvió a pensar en Karen. Después de haber navegado por su web profesional, y haber contemplado sus propias imágenes, había hecho lo mismo en sus redes sociales. Había despertado su curiosidad por saber qué tipo de mujer era. Sonrió ante esta ocurrencia. Una que sin duda llamaba la atención por su atractivo.

Cruzó la puerta del hotel y no necesitó caminar demasiado para encontrar a sus padres y a los de Fraser charlando de manera distendida. También estaban Ilona y Fraser. No veía por ningún lado a Karen ni a Denise. Echó un vistazo al reloj y vio que pasaban algunos minutos de la hora acordada. Nada anormal.

—Ya has llegado —dijo su padre saludándolo.

—Sí. Pero veo que ellas no han bajado todavía —comentó echando un vistazo por allí antes de fijarse en las dos mujeres que salían de uno de los ascensores. Ambas se dirigieron hacia el grupo que formaban ellos, cuando reconocieron a Andrew. Este se fijó en Karen cuando la vio avanzar hacia ellos. No podía sacarse de la mente la imagen que tenía de ella. La de la web. En esta ocasión no tenía aspecto de motera, aunque verla con aquellos vaqueros ceñidos a sus caderas y aquella camisa de color vino, tampoco la desmerecía. El pelo suelto cayendo sobre su rostro y sus hombros. No se había perfilado los ojos ni pintado los labios, aparecía al natural, lo que llamó más su atención. Se fijó en su compañera Denise, para no quedarse contemplándola a ella de una manera descarada. Era guapa, pero en otro sentido. No llamaba la atención como su colega. Aunque tenía un toque que haría que cualquiera se fijara en ella.

—Sentimos haceros esperar —dijo Karen deteniéndose ante él, ya que era su anfitrión y el que debería hacer las presentaciones. Pensó que no estaría, por su manera de hablar por el móvil. Pero allí estaba. Con ese toque de no parecer estar a gusto en esa situación. Con su aspecto de despistado, el mismo que había visto en la terminal del aeropuerto hacía algunas horas. Ella sonrió de manera tímida.

Andrew pensó que la cercanía con ella acrecentaba su atractivo. Era la primera vez que la tenía tan cerca, a escasos pasos de él. Esto, añadido a la curiosidad que había despertado en él navegar por su web, lo ponía algo nervioso.

—Yo también acabo de llegar. Venid que os presente a la familia.

Las dejó solas charlando con los novios cuando las presentaciones hubieron terminado.

—¿No te parece que es una mujer encantadora? —la pregunta de su madre lo desconcertó.

—No he tenido mucho tiempo para hablar con ella. Imagino que tiene que serlo, dado su trabajo, ¿no? Debe ganarse la confianza de sus clientes para que todo salga bien.

—¿Y a ti cuándo te veremos en una situación parecida, Andrew? —la pregunta de Evelyn, la madre de Fraser, le provocó una sonrisa irónica. Esta era una mujer elegante. Con el pelo corto de color caoba y la mirada azul. Su estilo era impecable, claro que con dinero todo era posible, se dijo Andrew pensando en su estatus social. Su marido era uno de los hombres más pudientes de Escocia. Poseía una fábrica de tartán con la que después se confeccionaba el kilt y varias tiendas en el país, que le otorgaban unos beneficios jugosos.

—Tengo un periódico que dirigir. Y eso requiere muchas horas de trabajo, como puedes imaginar.

—Pero imagino que en alguna ocasión echarás de menos la compañía de una mujer. No puedes estar pensando siempre en tu trabajo. —Evelyn miró a Eileen, en busca de apoyo para su causa. Pero esta no decidió desviar la atención de ese tema.

—Mi hijo no tiene prisa por formar una familia —le aseguró esta, tratando de ser comedida en su respuesta. Todo indicaba que Evelyn había pasado por alto lo que sucedió con Andrew y su cuñada Fiona.

Él se limitó a asentir sin decir nada más y fijó su atención en la mirada de Karen. Ella se había vuelto para encontrarse con la de él. Solo se trató de un segundo o dos a lo sumo, antes de que ella la apartara de manera rápida, y él dejó de prestar atención a la conversación que mantenían su madre y su futura consuegra.

Decidió centrarse en su padre, que regresaba de la recepción en ese momento.

—Podemos pasar al restaurante, donde nos prepararán una mesa —dijo a todos, señalando hacia este.

Andrew se retrasó solo para contemplarla. No podía negar que la francesa lo desconcertaba. Esperaba que a medida que pasaran los días esa sensación se normalizaría y al final se convirtiera en una mera anécdota.

—¿Cómo marcha todo?

El gesto de él cambió de inmediato cuando la voz de Ilona lo sacó de sus pensamientos.

—Seguro que mejor que a ti. ¿Nervios, hermanita?

—Van in crescendo. Pero no se lo digas a mamá o le dará algo.

—Descuida. Tu secreto está a salvo conmigo.

—¿Qué tal con ellas? —Hizo un gesto con su mentón en dirección a Karen y a Denise, que avanzaban hacia el restaurante escoltadas por su padre y por Edmund, su futuro suegro.

—¿Por qué todos me estáis haciendo la misma pregunta desde que he llegado? —Se detuvo para mirar a su hermana con curiosidad.

—¿Todos te la han hecho? —le preguntó ella con gesto de sorpresa.

—No sé qué esperáis que diga. No he tenido tiempo suficiente para hablar con ellas, excepto para preguntarles qué tal el viaje y poco más. La he llamado como me indicó nuestro padre para pedirle que estuvieran en el vestíbulo esta tarde porque queríais hablar con ellas sobre el reportaje. No hemos intercambiado más palabras.

Ilona sonrió con un leve movimiento de su cabeza.

—Entiendo. Tal vez lo hagamos porque no eres muy dado a relacionarte con la gente después de lo de William y Fiona. Supongo que ya sabes que vendrán. —Ilona entornó la mirada hacia su hermano para asegurarse de que lo sabía. Le preocupaba su reacción, no porque fuera su boda, sino porque no quería verlo sufrir más.

—Lo sé. Es lógico que vengan a tu boda.

—¿Sigues sin hablarles?

—Bueno… Imagino que llegará el día que tenga que hacerlo, ¿no? No te preocupes por tu día. No voy a estropearlo.

—Sé que no vas a hacerlo, pero no es por eso por lo que te pregunto. Quiero que estés bien —le dijo reteniéndolo por el brazo y mirándolo de manera fija a los ojos.

—Tranquila. Lo estoy. Vamos, que te están esperando.

Andrew acompañó a su hermana al interior del restaurante. Cuando lo hicieron, los demás ya habían sido colocados a la mesa. No se trataba de un local grande, ni muy sofisticado, sino uno más bien recogido y moderno que serviría para una primera toma de contacto de los novios con Karen y Denise.

La primera charlaba de manera animada con su madre mientras él ocupaba la silla vacía, que le habían dejado justo frente a Karen, como si alguien lo hubiera hecho a posta para que no perdiera detalle de cada uno de sus gestos.

—¿Todo bien en el periódico? —Edmund, padre de Fraser, se dirigió a él.

—Sí. Todo marcha lo bien que puede ir un trabajo como ese. No es nada sencillo dirigirlo.

—Lo entiendo, pero es el diario de Inverness. Y todos queremos estar puestos al día sobre lo que sucede en la ciudad, básicamente —le recordó con un toque de orgullo.

—Sin duda.

—¿Has hablado con Maggie sobre la cobertura de la boda? —intervino su padre mirando y apuntando a su hijo con un dedo, para recalcar este hecho.

—Sí. Lo hemos hecho hoy mismo antes de pasarme por el aeropuerto —le dijo haciendo un gesto con el mentón hacia las dos fotógrafas—. Le he pedido a Maggie que, al ser parte de los invitados, buscara a alguien para que hiciera un par de fotos para el periódico. Algo sencillo y normal. Para algo más profesional están ellas. —Andrew movió sus cejas en dirección a Karen que, en esta ocasión, sí se fijó en él.

Ella creía que se trataba de una simple casualidad, pero al mismo tiempo le daba qué pensar que cada vez que desviaba la atención de la pareja de novios se topara con la mirada de Andrew. Como si tuviera un imán que la atraía.

Este volvió a centrarse en la conversación con su padre.

—Bien hecho. No es justo que se pierda la boda por ir a cubrirla.

—Además, las fotos están en buenas manos —apuntó Edmund—. ¿Has echado un vistazo a sus trabajos? —le preguntó haciendo un gesto hacia Karen.

Andrew se limitó a asentir cogiendo su pinta para echar un trago.

—Sus fotografías están en todas partes. Como imagino que sabrás, algunas de estas han sido portada de prestigiosas revistas.

—Eso me comentó mi padre —asintió sin dejar de pensar en la imagen de ella misma en su web, y que bien podría valer para una revista especializada en motos. No había sentido interés en las demás después de ver esa.

—Todo un lujo tenerla para la boda. Tu hermana quería un reportaje digno de recordar y me la sugirió. Al parecer es una admiradora de su trabajo —apuntó Roger mirando a su hija—. Y ya que estamos hablando de esto, quiero que mañana acompañes a tu hermana y a Fraser a Eilean Donan. —Andrew miró a su padre sin entender a qué venía aquella petición. Pero todo se complicó más cuando este prosiguió sin darle tiempo a rebatirlo—: Ya puestos, sería bueno que te encargaras de llevar a las fotógrafas, ya que no conocen la región.

Andrew estaba viendo venir otra encerrona de su padre. ¿Por qué le tocaba hacer de chófer de las dos francesas? ¿No tenía gente suficiente para hacerlo? Él tenía que dirigir un periódico.

—Podrían ir con Ilona y Fraser. Si ellos van a ir…

—Cierto, pero ya que te has encargado de ellas esta tarde, me gustaría que fueses su anfitrión durante los días que pasen aquí. Además, apuesto a que querrán pararse y sacar algunas fotografías del lago Ness desde el castillo de Urquhart. O de los alrededores de Eilean Donan.

—¿Y qué hago con el periódico?

—Vaya, parece que después de todo te interesa. Puedes dirigirlo desde tu móvil como haces otras veces. —Le señaló este con la mano y sonrió con toda intención a su hijo—. Venga, Andrew, tu hermana estará más pendiente de otras cuestiones. Si Karen no te pide parar el coche para hacer unas fotos, pues nada. La vuelves a dejar en el hotel y puedes regresar al periódico. Habla con Ilona y con Fraser para ver a qué hora irán.

—Está bien, seguiré haciendo de chófer. —Asintió con un ligero resoplido y bebiendo otro trago de cerveza para calmar su cabreo. No quería pasar más tiempo del necesario junto a Karen. No cuando comenzaba a darse cuenta de cuánto le gustaba quedarse contemplándola desde la distancia, que en ese momento le permitía la mesa. Pero cuando ella le devolvía la mirada sentía una especie de aviso. Una ligera palmada en la espalda que venía a recordarle que pusiera los pies en la tierra y dejara de fantasear. Ella se marcharía cuando la boda hubiera concluido y se acabó. No volverían a verse.

Karen se había metido de lleno en su trabajo. Para eso le pagaban lo que ella pedía por una sesión de fotos como aquella. Era una profesional desde el segundo uno al último. Y le gustaba controlarlo todo. Luz, enfoque, perspectivas, colores… No tenía por costumbre dejar algo al azar. Por eso acosaba a los novios a preguntas, que al mismo tiempo le servían para apartar de sus pensamientos al hermano de Ilona. Tal vez más tarde se atreviera a preguntarle el motivo de su comportamiento. Como si la boda no fuera con él. Pero lo que tocaba en ese momento era hablar de la sesión de fotos.

—Supongo que conoces el castillo, aunque sea por fotos o de haberlo visto en alguna película —le comentaba Ilona a Karen.

—Sí, como señalas, lo conozco por imágenes en otras revistas. O por las películas y series que se han rodado allí. Pero esta será la primera vez que esté y pueda fotografiarlo.

—En ese caso, será mejor dejar los detalles para mañana cuando estemos allí. Lo único que tienes que saber es que no dejan hacer fotos en el interior, excepto a los novios.

—Oh, vale. Me ajustaré a lo que me permitan. No hay problema —exclamó Karen con un claro gesto de sorpresa al conocer la noticia—. ¿Iremos mañana, entonces?

—Por el gesto que acabas de poner, imagino que no lo sabías. ¿No te ha comentado nada mi hermano? Pero si mi padre me aseguró que él se encargaría de todo con respecto a vosotras dos…

—No. Tu hermano se ha limitado a decirnos que no estaba al tanto de las cuestiones de la boda. Solo llamó esta tarde para decirnos que tendríamos esta reunión para conocernos —dijo Denise señalando a la gente que estaba cenando sentada a la mesa. Karen parecía estar pensando en algo o en alguien porque lanzaba alguna que otra mirada en dirección a Andrew.

—No sé si se le ha pasado, o es que mi padre no se lo había dicho. En cualquier caso, tendrás que ponerte de acuerdo con él para que pase a recogeros.

—Genial. Luego hablamos con él. No te preocupes —dijo Denise al darse cuenta de que su amiga permanecía en silencio. Tal vez le había sorprendido que Ilona le dijera que su hermano se encargaría de ellas durante esos días que estuvieran en Inverness—. ¿No tienes más hermanos?

Ilona apuró la comida y se limpió con la servilleta antes de responder:

—Sí. William.

—¿Y dónde está? ¿Por qué no ha venido esta noche? —Denise se había hecho con las riendas de la conversación.

—Él y su mujer viven en Glasgow.

—Pero vendrán a la boda…

Ilona cogió aire y se limitó a asentir.

—Sí. Me han confirmado su asistencia.

—De manera que está casado. Y ahora es tu turno. Luego, ¿le llegará a Andrew? —quiso saber esbozando una sonrisa divertida, sin intención de hacer una burla o algo parecido.

Ilona intercambió una mirada con Fraser por un segundo. Luego se fijó en su hermano al otro extremo de la mesa, charlando con su padre. Ilona sacudió la cabeza sin saber qué decir.

Aquel silencio tan largo captó la atención de Karen. Tal vez aquella joven, cuyo pelo era del color de la miel con una mirada llena de vida y de sueños, arrojara algo de luz sobre el comportamiento de su hermano.

—Disculpa si me meto en cuestiones que no me atañen —se apresuró a rectificar Denise al percibir cierta incomodidad en Ilona.

—No creo que vuelva a tener ganas de casarse.

Denise se quedó sin palabras al escuchar a la muchacha. Y Karen frunció el ceño mirando a Ilona en ese momento. ¿Había intentado casarse? Pero, entonces… ¿No lo hizo? ¿Era ese el motivo por el que apenas mostraba interés en la boda de su hermana? Se preguntó Karen mirándolo como si fuera a contarle el motivo de ello. No era quién para meterse en asuntos familiares, ni tampoco saber qué sucedió, pero estaba claro que debió de ser una decepción para él. No prestó atención al resto de la conversación entre Denise e Ilona, sino que permaneció perdida en sus pensamientos, hasta que decidió levantarse de la silla captando la atención de todos.

—Voy a por la cámara. Este momento merece un par de imágenes.

Todos asintieron ante aquella propuesta. Andrew la siguió con su mirada hacia el ascensor. La observó detenerse delante de este y aguardar a que las puertas se abrieran mientras permanecía con la mirada en el suelo. Su pelo no le permitía verle el rostro en ese instante. Le gustaría saber qué pensaba. Inspiró y volvió su atención a su padre y a Edmund. Al menos, mientras hablaba con ellos sobre varios temas, no tenía la mente en la francesa.

Karen había decidido alejarse por unos minutos para dejar de pensar en Andrew y en los motivos que lo llevaron a estar a punto de casarse, como les había contado Ilona. Debería centrarse en los novios y en su trabajo allí y dejar a Andrew al margen desde ya mismo. No entendía a qué venía su curiosidad. Ni su juego de miradas cada dos por tres hacia él. Cogió la cámara y con ella en la mano regresó a los pocos minutos al restaurante.

—Un momento de atención, por favor. Me gustaría que los novios tuvieran un recuerdo de esta reunión familiar. Si son tan amables de juntarse un poco más. Andrew, tú colócate detrás de la pareja y pon una mano en el hombro de Ilona y la otra en la de Fraser.

Este asintió siguiendo las directrices de ella. No quería estropear la foto. Sonrió mirándola sin poder dejar de mirarla. Todo eran risas y gestos de complicidad entre la pareja, como pudo observar Karen.

Por un instante el objetivo de su cámara se centró únicamente en Andrew, del que disparó un par de fotografías, sin saber por qué lo hacía. Le sorprendió verlo sonreír, ya que hasta ese momento no lo había hecho. Y, sobre todo, que la contemplara de manera fija. Por un segundo la cámara tembló en su mano. Algo que no le había sucedido antes.

—Con un par de imágenes más bastará. Sonrían. —Ella comenzó a disparar la cámara en repetidas ocasiones—. Perfecto. Muchas gracias a todos.

—Creo que sería un buen momento para marcharse. Mañana tenéis que madrugar para ir hasta el castillo —comentó la madre de Ilona, mirando a la pareja.

—Sí, es mejor que vayamos pensando en hacerlo. Además, el hotel debe recoger y preparar el restaurante para el día siguiente —aseguró Roger—. Por cierto, Andrew, habla con ellas sobre el viaje hasta Eilean Donan.

Este asintió sin decir una sola palabra a su padre.

—Le he dicho a Karen que tenemos que estar en el castillo a las diez. Te encargas de llevarlas, ¿no? —le preguntó Ilona a su hermano conociendo la respuesta de ante mano porque era lo convenido con su padre, y porque así se lo había dicho a Karen y a Denise.

—Descuida, yo me hago cargo de ellas. Hablaremos cuando os marchéis todos. Tú descansa para salir bien en las fotos.

—Mañana solo es una prueba. Procura ir elegante, quiero que salgamos juntos en una con el castillo de fondo.

Andrew sonrió con un gesto burlón.

—Descuida. Me afeitaré. —Se pasó la mano por el rostro y puso los ojos como platos.

—Nos vemos mañana —dijo Fraser estrechando su mano con la de Andrew—. Hazme caso y enséñales a las francesas los tesoros de estas tierras —le guiñó un ojo con toda complicidad.

—Nos vemos. Si me disculpáis, voy a decirles que se queden un momento para hablar sobre lo de mañana. Ah, os avisaré si quieren parar a hacer unas fotos al lago Ness. Por si aparece el monstruo —ironizó Andrew con una amplia sonrisa.

—Genial. Es cierto. Tal vez quieran parar a hacer unas fotos —dijo Ilona con cara de sorpresa—. No había caído en ello.

—Tú solo preocúpate por estar guapa mañana. De las dos francesas me encargo yo.

—Te tomo la palabra —le aseguró Fraser apuntándolo con su dedo y con una sonrisa bastante elocuente.

—Sí. Anda, marchaos.

Andrew se despidió de sus padres y de los de Fraser, y luego permaneció a la espera de que Karen y Denise hicieran lo propio. Una vez a solas, se dirigió hacia ellas. No iba a demorarse demasiado tiempo en explicarles la situación para el día siguiente. Ilona ya se habría encargado de hacerlo. Él solo se limitaría a quedar a una hora para pasarlas a recoger por allí. Quería largarse a casa cuanto antes.

Karen y Denise lo miraban como si lo estuvieran estudiando. La primera llevaba la cámara en una mano, con la correa enrollada alrededor de su muñeca. No había subido a dejarla a la habitación. La otra sonreía con cara de expectación. ¿Qué coño les sucedía? Se preguntó él ante aquel par de sonrisas y miradas de curiosidad.

—Bueno, pues ya están hechas las principales presentaciones —les comentó sin saber qué más podía decir.

—Nos queda por conocer a la hermana de Fraser, que llegará en los próximos días desde Londres. Y a tu hermano y a su mujer, que viven en Glasgow, según Ilona —recordó Karen haciendo partícipe a Andrew de ello. ¿Qué sucedía entre su hermano mayor y él? Estaba claro que no se llevaban bien, por lo que había deducido tras escuchar a Ilona y ver que Andrew no lo mencionaba.

—Imagino que lo haréis el mismo día de la boda, o tal vez el día antes. Desconozco cuando llegan —le dijo sin darle la mayor importancia a ese hecho. No se lo había preguntado a sus padres o a Ilona. No tenía un especial interés en ello.

Tanto Karen como Denise entendieron que el tema de su hermano mayor parecía ser tabú para él. De manera que pasaron a hablar del tema por el que permanecían en el vestíbulo del hotel.

—Tu hermana nos ha comentado lo de la mañana. Te encargas tú de llevarnos al castillo —le dijo Karen quedándose a escasos dos pasos de él.

—Así es. Pasaré por aquí a recogeros temprano.

—Hemos quedado con ellos a las diez en la entrada del puente que conduce al castillo.

—Eso me ha dicho.

—¿A qué hora te pasarás por aquí? —preguntó Denise interviniendo en la conversación y dejando que Karen siguiera escrutando el rostro de él, sus gestos y demás.

—A las ocho. Para llegar antes de las diez.

—¿Tardaremos mucho?

—Depende del tráfico, pero lo normal es que sean casi dos horas. La carretera discurre entre montañas. Demasiadas curvas. Por cierto, pasaremos por el lago Ness y el castillo de Urquhart. Os lo comento por si os apetece parar a contemplar las vistas y sacar alguna foto —le dijo haciendo un gesto con su mano hacia la cámara—. Si queréis que nos detengamos allí tendremos que salir algo más temprano. O bien dejarlo para el regreso, que en principio no tendríamos prisa. —Se quedó contemplando a las dos mujeres a la espera de que le dijeran algo al respecto.

—Creo que sería mejor hacerlo al regreso, ¿no? —comentó Karen volviendo la mirada a Denise en busca de su opinión.

—Sería lo más lógico. No tenemos prisa para regresar al hotel.

—Pues ya la has escuchado —apuntó Karen señalando a Denise. Esta se limitó a asentir y a sonreír.

—Pero tú eres la fotógrafa… Y a lo mejor te apetece sacar fotos por la mañana temprano —señaló Denise—. Lo digo por la luz…

—No. Tranquila. Puedo esperar a la tarde.

—En ese caso, pasaré a recogeros a las ocho como os había dicho. Y nos dirigiremos a Eilean Donan.

—¿Te parece bien que nos veamos aquí en el vestíbulo?

—Por mí no hay inconveniente. O en la calle. Aparcaré el coche lo más cerca posible del hotel.

—De acuerdo, ya miramos a ver cómo hacemos.

—Dime, ¿qué te han parecido los novios? —Andrew soltó la pregunta de repente, sin pararse a pensar en nada. Se quedó mirando a Karen mientras esta sonreía y asentía, lo cual no ayudó mucho a Andrew en su intento por alejarse de ella.

—Hacen una buena pareja. Y ambos parecen tener muy claro lo que quieren en cuanto al reportaje. Espero podérselo ofrecer. —Elevó las cejas y movió la cabeza.

—Para eso estás aquí. Para hacer el mejor reportaje de boda —le recordó él volviendo a proyectar en su mente la imagen de ella—. ¿Te gustan las motos?

Karen pareció despertar ante aquella pregunta mientras Denise fruncía el ceño. ¿A qué venía esa pregunta cuando estaban hablando de los novios? ¿Y cómo sabía él que a su amiga le apasionaban? Solo faltaba que le dijera que él tenía una, y entonces apostaba a que se harían amigos inseparables, pensó Denise expectante ante lo que él pudiera añadir.

—¿Por qué lo preguntas? —La curiosidad y la expectación por lo que él tuviera que decir la atraparon. Cruzó los brazos sobre su pecho como si estuviera estableciendo una barrera entre los dos, adoptando una pose algo defensiva ante él.

—Por la imagen que he visto en tu web. La que estás sentada en el suelo y apoyada contra una moto de gran cilindrada. Estaba buscando tu número de móvil para llamarte. Y de paso eché un vistazo a las imágenes que tienes colgadas.

Ella sonrió y se mordió el labio con gesto pensativo.

—¿No conocías mi página web de trabajo?

—No.

—Es curioso siendo la fotógrafa de la boda de tu hermana. A mí me picaría la curiosidad para ver quién se encargaría del reportaje.

Andrew asintió con una mirada de sorpresa.

—Es su boda. Acabas de decirme que ellos dos saben muy bien lo que quieren.

—Sí, cierto.

—Y no, no sentía demasiada curiosidad por saber quién eras. —Su comentario pareció sorprenderla a juzgar por la cara que puso. Frunció el ceño y entrecerró sus ojos sin apartar la mirada de él—. Es tarde, y mañana tenemos que madrugar… Si no tenéis nada más que decirme… —Prefirió dirigirse a Denise y no a Karen, porque tenía la ligera impresión de que había herido su orgullo al decirle que no la conocía. O eso le parecía a él, porque su gesto cambió por completo. Sería conveniente retirarse y reorganizarse para el día siguiente. Ya había tenido bastante por este. Y solo era el de llegada, se dijo pensando en que le quedaban más días y situaciones para seguir charlando.

—No, creo que todo está claro. Nos vemos mañana a las ocho —resumió ella con un tono monótono e incluso algo irascible. Pese a la sensación que sentía en el interior, y a que la piel se le hubiera erizado.

—A las ocho —reiteró alejándose de ellas caminando hacia atrás, sin perderlas de vista, en especial a Karen. Le sonrió antes de girarse para abandonar el hotel.

Karen resopló, bajó la mirada al suelo y sacudió la cabeza.

—¿Qué te sucede? Te he notado algo decepcionada cuando ha dicho que no te conocía ni había echado un vistazo a tu web a ver quién eras —la voz de Denise la puso en alerta.

—¿Decepcionada? No. No todo el mundo tiene que conocer mi trabajo. Es un tío algo extraño. Habla poco. Lo justo, me atrevería a decir. Y cuando lo hace…

—Si tenemos en cuenta lo que nos ha dicho de él su hermana… Al respecto de que no le gustan las bodas… Entiendo que se sienta algo incómodo.

Karen asintió sin dejar de mirar la puerta del hotel por la que Andrew se había marchado. Luego se volvió hacia Denise.

—En fin, creo que es mejor irnos a descansar. Mañana nos espera un día duro.

—¿Y en cuanto a tu cambio de tono al dirigirte a él? ¿A qué se ha debido? —Denise miró a Karen con inusitada expectación—. ¡Te ha herido tu orgullo cuando te ha dicho que no sabía quién eras!

—No me vengas con esas, Denise. Me parece genial que no se haya molestado en informarse sobre mí. Como bien ha dicho, es la boda de su hermana. Lo que no entiendo es qué pinta él en todo esto de irnos a recoger al aeropuerto y traernos al hotel. Y que mañana sea él quien nos acerque a Eilean Donan.

—Alguien tiene que hacer de anfitrión, ¿no crees?

—Yo más bien creo que se lo han impuesto para ver si se centra en la celebración. Y entre eso y que no parece que le gusten las bodas… En fin. Estoy segura de que lo plantaron en el altar. Con ese carácter no me extrañaría… —Karen resopló y alzó su mirada hacia lo más alto del vestíbulo.

Denise comenzó a reírse.

—Menuda ocurrencia la tuya.

—Ya me dirás si no.

—Te pica la curiosidad, ¿eh? Saber qué le sucedió. Atrévete a negármelo.

Karen esbozó una media sonrisa llena de picardía.

—Es un aliciente a la boda, ¿no crees? Bah, no me hagas caso —rectificó sacudiendo la mano en el aire ante su amiga—. Estoy cansada.

Llegaron ante la puerta de la habitación y entraron sin que ninguna dijera nada más. Karen no podía negar que él despertaba cierta curiosidad en ella. Solo eso. Sería mejor echarse a dormir y recuperar las fuerzas para el día siguiente.

Andrew entró en casa y se dirigió a la habitación. Trataría de dormir y no pensar en Karen. Ni en cuánto le gustaría tenerla allí para él y de ese modo recorrer sus curvas. Le parecía una mujer fascinante. Con carácter y determinación que no parecía dejarse influir ni se asustaba. Al día siguiente la vería trabajar y comprobar in situ todo aquello que comentaba su padre o la propia Ilona. Si hacía honor a tantos galardones como le habían concedido. Esa tarde en su despacho, después de navegar por su web, había buscado las imágenes que habían sido elegidas como portadas de las revistas. Y aunque él no entendía de fotografía le habían parecido impactantes. Había leído algunas de las entrevistas que le habían hecho con motivo de esos premios. De las campañas de moda para los diseñadores más reconocidos a nivel mundial. Sí. Sin duda, era una mujer más que interesante y que estaba fuera de su alcance. Se había prometido no volver a fijarse en una desde lo sucedido con Fiona. No era un masoquista. No quería que lo pisaran otra vez. De manera que ya podía empezar a ver a la francesa con otros ojos.

Boda en Eilean Donan

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