Читать книгу El Esclavo - Luigi Passarelli, Luigi Passarelli - Страница 8

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Ya había pasado todo. Comenzó, tumbado en la cama, a dudar sobre sus estudios, pasados y futuros. Se dio cuenta de que no había elegido acorde con sus deseos, pero había hecho todas las pruebas previstas para llegar a un lugar adecuado a su naturaleza e idóneo a sus características. No debía tener dudas; no existía la posibilidad de haber elegido mal, pero, de todas formas, se sentía un mediocre, también porque sabía que, en realidad, no tenía deseos plausibles o verosímiles. Le habría gustado viajar y elegir de vez en cuando el camino que recorrer, pero no sabía mucho del mundo. Se sabía de memoria los mapas del mundo, de los que, de hecho, no había mucho que saber o imaginar.

Solamente un compañero suyo estudiaría lo mismo que él; un compañero con el que nunca había hablado. Nunca antes se habían encontrado y ni siquiera sabía cómo se llamaba, pero el último día de instituto quedaron para ir juntos un díaa ver la facultad en la que estarían. Cada facultad estaba separada de las demás. Nunca había visto ese edificio y tampoco había oído hablar de él, pero no estaba lejos de su casa. Se llamaba Contenedor B1 y decidió ver si en su tablet podía encontrar alguna foto. Era extraño que no lo hubiese pensado antes. Quedó decepcionado, pues solo había una aplicación para descargar. No había más resultados, así que era inútil continuar con la búsqueda. Pensó que tendría acceso a los datos una vez inscrito. Su padre ya le había informado de cuántos créditos perdería durante el año, pero también de las posibilidades de acumular otros. Quizás debería dar definitivamente un salto cualitativo, y así, le volvió la esperanza y la energía. Tal vez valía la pena hacer todo lo posible por los créditos. Pensó en un resultado positivo, pero temía que fuese todo muy difícil: pruebas imposibles, preguntas y respuestas trampa, todo para impedir su justo reconocimiento, pero, en verdad, si todo fuese fácil, no tendría las mismas ganas de aumentar sus posesiones, o quizás sí. Se puso los auriculares para escuchar su emisora preferida, pero la Voz de la Conciencia empezó a hablar. «Ivano, ahora que eres todo lo que siempre soñaste, deja de pensar en negativo. Disfruta de estos momentos junto a tus seres queridos. Muéstrales agradecimiento por todo lo que han hecho por ti. Es gracias a todos nosotros, que siempre hemos estado a tu lado, que has llegado al Gran Día. Sé consciente y agradecido. ¿Quieres escuchar tu horóscopo diario?»Ivano odiaba el horóscopo; odiaba todo aquello que, sin ningún esfuerzo, se podía saber; sin embargo, parecía hecho a propósito. La emisora puso una lista de canciones, aunque solo conocía a un artista. Un artista histórico; uno de los pocos que han sobrevivido. Lo había estudiado y requeteestudiado.Tuvo una asignatura específica sobre este asunto: el abandono de la idolatría y del amor por los iconos. Eran, de hecho, productos. Dado que el Programa no era capaz de manejar las sensaciones puras e impuras, se había decidido no continuar con esa asignatura. No era capaz de comprender si era útil, justo, merecedor o no; si prefería coger al toro por los cuernos y lanzarse de lleno en su creatividad. Ivano pensaba que todo era cosa del pasado, un pasado lleno de dudas y problemas, de incertidumbres, de muchas equivocaciones. Ahora había abandonado todo esto. No había vivido la agitación y la cultura, pero ya no podía dar marcha atrás. Ni siquiera se sentía capaz de crear algo, se beneficiaba de la energía positiva y dejaba que alguien más competente que él fuese elegido por la Selección. Había escuelas específicas, muy difíciles, que enseñaban a los más adecuados a ser objetivos y seguros. Él habría conseguido el peor resultado en la prueba.

Adoraba estar tumbado y mirar el techo, sobre todo cuando la programación estaba en sintonía con él. Amaba su habitación. Sí, la Voz tenía razón: había realmente realizado un sueño, pero ahora necesitaba descansar, pero dormir le habría alterado el sueño nocturno.

Una sensación de tranquilidad y realización personal le dieron una renovada confianza en sí mismo. Se sentía preparado para seguir adelante. Continuar con sus pequeñas cosas era el único viaje que podía permitirse; un viaje ya preparado y soñado. Solamente tenía que pasar un tiempo para realizarlo completamente. La confianza lo era todo. Sus estudios le ayudaron, ahora entendía todo mejor. Se estaba abriendo la dimensión de la realización. ¿Era el microchip el que tenía todo este poder? Él no sabía la respuesta.

El Esclavo

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