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Los sunkies

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Hoy, 30 de diciembre de 2006, me acompaña una intensa lluvia, es de noche y contemplo desde la ventana de mi departamento el panorama tempestuoso, el ambiente conforma una ideal sociedad inspiradora para seguir escribiendo este relato.

Hace unos meses (septiembre de 2006), Sara realizó un viaje a la zona de Chapi y sus anexos, desplazándose por las quebradas que la constituyen. Me narró con mucha alegría algunas experiencias de esta visita, las cuales no puedo detallar en este proyecto ya que le pertenecen únicamente a ella. Lo que sí puedo mencionar es que me dejó algunas fotos de su viaje para que las vea con detenimiento, en varias de ellas se repetían unas grietas, que junto a las experiencias que ella vivió en estos lugares, hacían que me pregunte ¿qué podía estar sucediendo en estas grietas para que se den estos episodios llenos de misterio? Mi intuición me decía que ahí existe algo relacionado con lo vivido en mis últimos años.

En esos días ambos estábamos muy contentos con lo que nos sucedía, pues por mi parte había sido guía de un grupo de personas de origen portugués, a quienes conduje a través de lugares energéticos y sagrados que se ubican en los recintos de los Andes, siendo testigos y protagonistas de experiencias sobrenaturales a través de las cuales dimos nacimiento a una gran amistad.

Hace un mes (noviembre del año 2006), tomamos la decisión de realizar una canalización y proyección hacia estas quebradas, ambos teníamos la curiosidad y la necesidad de saber qué es lo que había dentro de estas grietas, y la forma de poder saberlo era haciendo una proyección astral hasta la zona. Sabíamos por experiencia, que esta forma de proyectarnos nos daría las respuestas que andábamos buscando, no era la primera vez que hacíamos esto, y ello nos permitía cierta seguridad para encontrar los datos que buscábamos.

Un día después de terminada la jornada de salud en una clínica del Cusco en la cual yo laboraba, decidimos realizar la proyección; para ello, como es costumbre induje a Sara a un estado de relajamiento profundo y de esta forma poco a poco ella fue tomando camino hacia las quebradas, al lugar donde se encuentran las grietas (este proceso de proyección se conoce como el fenómeno de Traslación, cuya velocidad de recorrido es la del pensamiento). Entramos en contacto con el lugar en forma rápida, fuimos observando y sintiendo en detalle toda la zona ubicada en las quebradas de Chapi. Efectivamente el lugar estaba constituido por rocas, el agua se encontraba en un nivel bajo y el silencio de la zona se hacía notorio. Buscamos algún acceso donde pudiéramos investigar y recabar datos sobre posibles existencias intraterrenas. Sara se quedó en silencio por un lapso, el cual interrumpió indicándome que ya lo tenía frente a ella. La cavidad, me dijo, se veía demasiado pequeña y físicamente parecía no ser accesible. Cuando existen este tipo de bloqueos mentales llamados “formas pensamiento”, no se puede ingresar hacia algunos lugares, en esta situación es necesario recapitular el escenario en el que uno se encuentra y disolver estos bloqueos, de esta forma se puede tener ingreso y es así que Sara atravesó con el cuerpo sutil, ese angosto agujero. Ingresó a un recinto amplio, que era una especie de salón formado por paredes lisas, con el piso de piedra pulida. Recuerdo que llamó su atención la existencia de un solitario mueble, apoyado en una de las paredes del salón rectangular, me fue narrando su forma, era un “sillón” como para una sola persona, de madera, al estilo medieval, tenía abrazaderas amplias; de pronto en medio de la narración, Sara ve ingresar unos seres de pequeña estatura que se acercaban tímidamente, se sentía quietud y silencio. Lo más resaltante de estos seres era su apariencia, de tamaño pequeño, y de cabezas con forma a un casco similar al cuchillo Inca llamado “Tumi”. Fue entonces que le pedí a Sara que les pregunte quiénes eran. Ellos respondieron: ¡Sunkies!, estamos aquí hace mucho tiempo, y somos parte de la custodia del tesoro de la humanidad. Al escuchar esto sentí una alegría mayor, no era la primera vez que oía este nombre. En experiencias con otras personas y lugares diferentes este nombre ya había aparecido. En el caso de Sara, ella no estaba enterada de esta realidad y esto hacia más contundente su revelación. Nuestras sospechas estaban en lo cierto, en estas grietas existía algo importante relacionado con estos “recintos interiores”. Teníamos ambos las respuestas que buscábamos, estábamos frente a un caso de existencia intraterrena.

Ahora ya teníamos la certeza de lo que creíamos al principio, así dábamos inicio a la etapa de investigación y preparación que nos conduciría hacia la zona de Chapi. A partir de ese momento las “coincidencias” fueron activándose y confabulándose para llevarnos hacia la concretización del peregrinaje.

Aquí hago un alto a la narración del diario para explicar y resumir por cuestiones de espacio y para no cansar al lector lo sucedido luego de aquellos acontecimientos. Debe tenerse en cuenta que pasaron semanas y meses hasta llegar al mes de marzo de 2007. Las dos semanas previas a la fecha del viaje, aún no tenía claro el panorama y la decisión de mi partida pues las condiciones de tipo material no se daban. Ello parecía incomodar a Sara, la tenía en una actitud de desconcierto. Hasta cierto punto ella creía que gran parte de esta incertidumbre se debía a mi falta de actitud y compromiso para con esta labor, pero no se trataba de eso, era solo que confiaba en que todo aquello que aún no estaba claro se resolvería y tomaría su lugar exacto en la medida que se acercasen los días.

En más de una oportunidad los “maestros” nos dijeron “pongan la actitud, que de los detalles nos ocupamos nosotros”, esta frase resuena aún hoy con mayor intensidad en mi ser. Es parte de la preparación recibida, “templar la convicción del peregrino con el fuego de la fe”. Cada paso es una enseñanza y uno tiene que estar atento para ver y aprender de ellas. Lo curioso de todo esto es que con Sara hacía meses que no teníamos un encuentro. Nuestra comunicación se realizaba solo vía telefónica o por internet a pesar de que ambos radicamos en la ciudad del Cusco.

Al acercarse la fecha anunciada cada dificultad se fue resolviendo. Esto tranquilizó a Sara, y recién me pudo contar acerca de sus sentimientos encontrados, esa sensación que pensó era mi actitud y que la tenía paralizada. Una vez más “ellos” estaban en lo cierto, los detalles estaban solucionados, y todo de pronto se veía muy evidente y resuelto para el éxito de nuestra misión. De esta forma cumplíamos la etapa previa de limpieza, voluntad y compromiso con esta convocatoria.

Los años de intensos “peregrinajes” me han permitido tener la destreza para la organización que implica emprender un viaje. Alistar adecuadamente el equipaje, el cual debe ser “justo y necesario”. En aquella oportunidad sabíamos que el lugar al que nos dirigíamos era diferente a los que solemos recorrer en el Cusco, la geografía de nuestro destino está determinada por un clima caluroso, vegetación escasa, territorio arenoso y sobre todo por la ausencia del agua, ya que sus ríos y manantiales son temporales o periódicos, llenándose solo en la época de lluvias de la sierra alta (febrero y marzo), este último detalle nos facilitaría la posibilidad de obtener agua en el camino.

Es así que, con los boletos en la mano, me comuniqué con Sara indicándole nuestra hora de partida, las 21 horas del 18 de marzo, le dije, el punto de reunión sería el terminal terrestre del Cusco.

Las Quebradas del Encanto

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