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INTRODUCCIÓN

La preocupación de la Iglesia católica por los jóvenes no es un fenómeno nuevo. La conciencia de estar presenciando tiempos de cambio, expresada de forma constante en las conclusiones surgidas del Concilio Vaticano II, ha colocado sobre la juventud la responsabilidad histórica de preservar la fe y construir la sociedad del mañana. El riesgo de que las nuevas generaciones se “salven o perezcan con ella”1, ha implicado una interpelación constante a los jóvenes para ser puente entre una tradición religiosa milenaria y un futuro colmado de incertidumbres y conflictos. La posibilidad de expandir la fe, ese “tesoro antiguo y siempre nuevo”2, en un mundo cada vez más afectado por el pluralismo cultural, el relativismo moral y la increencia, dependería de la capacidad de canalizar las virtudes propias de la juventud dentro de la misión de la Iglesia.

Sin embargo, aun cuando el papel de los jóvenes ha sido reconocido nominalmente como un pilar central del trabajo pastoral contemporáneo, la relación entre Iglesia y juventud no ha estado exenta de problemas y contradicciones. En la medida que la juventud es un concepto socialmente construido (Zarzuri, 2000), surgido en un contexto de sociedad moderna y representado imaginariamente según patrones físicos y psicológicos puntuales (Feixa, 2006; Grob, 1997; Duarte, 2000; Aguilera, 2009), la institucionalidad eclesial ha pensado y se ha relacionado con sus jóvenes de manera cambiante a lo largo del tiempo. Para el caso latinoamericano, la Conferencia de Puebla (1979) definió a la juventud no solo como un grupo de personas de edad cronológica, sino también como una postura ante la vida, en una etapa no definitiva sino transitoria. Caracterizados por el inconformismo y una actitud cuestionadora, los jóvenes serían poseedores de un espíritu de arrojo, libertad, rebeldía y creatividad, que los pujaría a jugar un rol importante como dinamizadores sociales. Por el contrario, su naturaleza indomable los haría particularmente susceptibles a los vicios, a una sexualidad liberal, al radicalismo ideológico y al ateísmo. Desde este punto de vista, los jóvenes se presentarían como un grupo social en permanente condición de riesgo frente a los peligros que abren los nuevos tiempos. Tal como mencionan las orientaciones pastorales de 1986-1989:

Hablar de los jóvenes, con entusiasmo y esperanza, no nos oculta sus limitaciones ni los temores que con respecto a ellos también tenemos. Sabemos que son inconstantes y a veces intolerantes. Comprendemos que la urgencia con que quieren cambiar las cosas los induce, a veces, a ser impetuosos, absolutos, radicales en sus planteamientos. Son signos de la juventud de todos los tiempos, y no es nuestra principal preocupación. Lo que más nos preocupa es que los jóvenes sean hoy día el grupo social más vulnerable de Chile3.

Todas aquellas características, asumidas como íntegras y connaturales a la juventud, poseen un correlato al momento de analizar su rol dentro de la Iglesia. En tanto fuerza renovadora, los jóvenes han sido llamados a vitalizar la labor evangelizadora por medio de una experiencia personal con Cristo y la comunidad de creyentes, siendo central en este objetivo la participación eclesial. Es precisamente este último punto el cual se presenta como crítico a nivel logístico e institucional, suscitando un constante “quedar defraudados cuando no hay una buena planificación y programación pastoral que responda a la realidad histórica que viven”4. Esta falta de recepción adecuada de los jóvenes fue denunciada con vehemencia por el Cardenal Silva Henríquez cuando declaraba: “Pido y ruego que se escuche a los jóvenes y se les responda como ellos merecen”5, situación que propició la creación de la Vicaría de la Esperanza Joven en 1991 con el objetivo de promover la inclusión activa de los jóvenes en la Iglesia, así como la generación de insumos que apoyen los procesos formativos guiados por las pastorales juveniles.

Esta necesidad de interpelación de los jóvenes hacia la Iglesia es algo que el papa Francisco ha reafirmado durante el Encuentro con la Juventud que sostuvo en su reciente visita a Chile durante enero de 2018. Aunque abiertamente más receptivo y dialogante, el papa actualiza un imaginario sobre la juventud que pone énfasis en las condiciones de “inquietos, buscadores, idealistas”, como atributos positivos que los distanciarían del mundo de los adultos “maduros” y “corrompidos”. Nuevamente, la labor de la Iglesia sería del tipo oír y rectificar, “porque es importante que ustedes hablen, que no se dejen callar. A nosotros nos toca el ayudarlos a que sean coherentes”6. Actividades como el Sínodo de la Fe o el Encuentro de Jóvenes tienen por inspiración este diagnóstico, aunque cabe la duda si dichos canales sean suficientes para transmitir las reflexiones de los jóvenes y transformarlas en medidas vinculantes al interior de la institucionalidad a nivel global y local.

Los cambios sociales vertiginosos experimentados en las últimas décadas, ampliamente descritos por las ciencias sociales contemporáneas, parecieran tener un impacto especial en la religiosidad de los jóvenes actuales (Jiménez y Osuna, 2007). Esto tiene una importancia central si tomamos en cuenta que las condiciones de reproducción de la religión tienden a verse profundamente trastocadas por un escenario cultural pluralista que descompone la religiosidad hereditaria y la somete de forma creciente a las necesidades particulares de los individuos (Berger, 1967). Fenómenos tan predominantes como el consumismo, el individualismo, o la masificación de las nuevas tecnologías de la comunicación, configuran nuevas formas de creer, pertenecer y sentir religiosamente. Los segmentos juveniles, aquellos llamados a “recibir la antorcha de vuestros mayores y a vivir en el mundo en el momento de las más gigantescas transformaciones de su historia”7, parecen particularmente susceptibles a dichas mutaciones, suscitando crisis en todas aquellas instituciones llamadas a preservar la continuidad religiosa entre generaciones. El diagnóstico realizado en el Documento de Aparecida es claro al respecto al apuntar:

Nuestras tradiciones culturales ya no se transmiten de una generación a otra con la misma fluidez que en el pasado. Ello afecta, incluso, a ese núcleo más profundo de cada cultura, constituido por la experiencia religiosa, que resulta ahora igualmente difícil de transmitir a través de la educación y de la belleza de las expresiones culturales, alcanzando aun la misma familia que, como lugar del diálogo y de la solidaridad intergeneracional, había sido uno de los vehículos más importantes de la transmisión de la fe8.

Desde esta perspectiva, la vulnerabilidad económica y la permeabilidad cultural que sufren los jóvenes se encuentra profundamente vinculada a la crisis de la familia como unidad reproductora de valores y sentidos. De acuerdo con el documento antes citado, la familia, “patrimonio de la humanidad” y “escuela de la fe”, se encontraría amenazada por fenómenos como el secularismo y el relativismo ético, la migración, la pobreza, la inestabilidad social, así como una agenda legislativa contraria a los conceptos de matrimonio, anticoncepción y aborto promovidos por la Iglesia. La alianza entre familia, escuela y sociedad que garantizaba vías de comunicación y solidaridad entre jóvenes y adultos parece resquebrajarse, comprometiendo los mecanismos tradicionales de desarrollo afectivo y social de los jóvenes. Todo lo anterior redundaría en una inconexión que dificultaría el proceso de transmisión de la fe entre padres e hijos, agudizando una crisis religiosa anunciada por más de medio siglo.

No obstante, la evidencia actual demuestra que las nuevas generaciones chilenas se encuentran lejos de la increencia absoluta. De acuerdo con Romero (2010), aun cuando la participación religiosa y la confianza en las instituciones han sufrido un descenso importante, es igualmente cierto que la creencia en Dios, la Virgen o los Santos, así como la identificación religiosa, se muestran aún sólidas. Por otra parte, el aumento de las creencias no cristianas y no tradicionales entre los jóvenes es un fenómeno que se ha debatido de forma creciente durante los últimos años (Bahamondes, 2012). Lo anterior nos obliga a repensar los procesos vitales específicos que atraviesan los jóvenes y como estos inciden en la configuración de sus creencias y experiencias religiosas. Al parecer, nos encontraríamos frente a nuevos canales para construir una fe cualitativamente diferente a la de nuestros padres y abuelos, pero que conserva vasos comunicantes con una tradición cada vez más liberada del monopolio administrativo de la autoridad eclesial. La institucionalidad religiosa, sometida a crítica y descrédito creciente a nivel social, sigue jugando un papel relevante en la administración de los procesos formativos de niños, adolescentes y jóvenes católicos, aunque su influencia se relocaliza y supedita a condiciones diferentes a las de antaño.

A través de la presente investigación, se buscará indagar en los procesos de transmisión de la fe en jóvenes católicos dentro del reciente escenario de cambios culturales que ha sufrido nuestro país. Aun cuando gran parte del análisis estará centrado en las formas particulares en que se vivencia actualmente la fe, comprendemos que las transformaciones de contexto también han incidido en que la noción misma de “fe” se haya vuelto confusa y difícil de reconocer tanto para jóvenes como para adultos. Es altamente probable que aquello que un/a joven identifica como “fe” en determinado contexto social o etario, no sea compartido de igual manera por todos sus pares, padres o miembros de la comunidad religiosa. De igual forma, los mecanismos de socialización religiosa al interior del hogar, el colegio o la universidad, pueden ser muy distintos dependiendo del tipo de familia y compromiso religioso al que el joven o niño haya sido expuesto durante su vida. A partir de aquello, se buscará problematizar los límites reales de la transmisión de fe entre generaciones, así como evaluar el papel que están desempeñando tanto los actores familiares, educativos y eclesiales en dicho proceso, todo en medio de una compleja reconfiguración del rol de las estructuras institucionales tradicionales.

Con el objeto de abordar de manera sistemática la complejidad de nuestro problema, hemos desarrollado la presente investigación a través de cinco capítulos que pretenden indagar diferentes aristas teóricas y prácticas del proceso de transmisión de la fe en jóvenes católicos. En el primer capítulo, se analiza la incidencia de los cambios socioculturales experimentados en las últimas décadas en la práctica religiosa de los jóvenes católicos chilenos. A partir de la prolífica reflexión que han realizado las ciencias sociales contemporáneas, se caracteriza cómo estas mutaciones religiosas influyen en la participación y adhesión religiosa de los segmentos juveniles. De esta manera, se podrá comprender los mecanismos y estrategias mediante los cuales los jóvenes construyen su vinculación con lo sagrado a partir de la influencia que ejercen diferentes referentes espirituales en el proceso de transmisión de la fe.

El segundo capítulo está dedicado al análisis de los imaginarios vinculados a la transmisión de la fe. Por medio de un acercamiento teórico a las representaciones e imaginarios sociales asociados a la religión, se busca comprender desde la perspectiva de los jóvenes las creencias, ideas y ponderaciones que realizan sobre sus propias experiencias de fe. Mediante esta caracterización se podrá comprender qué tan ajustadas se encuentran las expectativas de los agentes eclesiales, educativos y familiares respecto de la religión y la fe que expresan los jóvenes. Ello nos permitirá no solo evaluar su eventual desempeño como instituciones transmisoras, sino también comprender las mutaciones que están sucediendo al interior de grupos de creyentes con adhesiones religiosas tradicionales.

El tercer capítulo está focalizado en los procesos de transmisión generacional de la fe al interior de las familias de los jóvenes católicos chilenos. La familia, en tanto unidad formativa y moralizadora primaria de cualquier joven, ha jugado un rol importante al momento de introducir a los infantes en las primeras creencias, valores y ritos. Sin embargo, su composición y funcionamiento se ven trastocados por los cambios culturales que afectan a la sociedad en su conjunto. Modificaciones en la relación entre padre e hijos; nuevas composiciones familiares; influencia de actores escolares y eclesiales; el acceso a nuevas fuentes de información, entre otros fenómenos, pueden modificar la forma en que los individuos reciben su herencia religiosa y la viven de manera activa y personal. Identificar las prácticas cotidianas y rituales en que se expresa una creencia y un sentimiento religioso, así como la valoración de dichas instancias que realizan los propios jóvenes y sus padres, resulta fundamental en el desarrollo de este capítulo.

El cuarto capítulo se focalizará en el papel que juegan las instituciones educacionales en el proceso de transmisión, desarrollo y pervivencia de la fe en jóvenes católicos. Debido a que la fe se vive de forma diferenciada según la edad y el contexto en que el sujeto se encuentre, se ha optado por analizar experiencias de jóvenes en ámbitos escolares y universitarios en distintas clases de establecimientos. De ahí que analizar las estrategias formativas y de acompañamiento desplegadas por las instituciones, los cuerpos pastorales y los propios individuos, resulta fundamental para comprender las dificultades que encuentran a medida que van creciendo. La vinculación entre familia e institución educacional es central para determinar aquellos momentos en que los jóvenes intensifican o declinan su compromiso religioso. Considerando todo lo anterior, nos resulta particularmente interesante el trabajo realizado por la Compañía de Jesús, debido a la influencia que ejerce sobre los proyectos educativos, así como las metodologías de acompañamiento y estimulación que despliegan con jóvenes de variadas edades.

Finalmente, el quinto capítulo realiza una valoración de la enseñanza religiosa en las escuelas a través de una contextualización histórica. De esta forma pretende dar cuenta de las transformaciones de dicho espacio y los desafíos que encuentra ante una sociedad que tiende a secularizarse y vivir lo religioso más allá de las instituciones (eclesiales o educativas). Este hecho permite leer la información recabada en el presente estudio de manera crítica, preguntándose por los retos que enfrentan profesores, alumnos, religiosos, padres y apoderados en relación con la forma de transmitir lo religioso.

El presente libro concluye con una síntesis de los resultados obtenidos e incluye una sistematización de fortalezas y debilidades que permiten sugerir algunas recomendaciones generales que favorezcan los procesos de transmisión y acompañamiento en la fe.

Metodología

La metodología utilizada en esta investigación corresponde a un enfoque de tipo cualitativo, a través de la cual se pretendió capturar las principales percepciones, visiones de mundo, cuestionamientos y prejuicios en torno al proceso de transmisión de la fe en jóvenes católicos. De esta forma, el enfoque cualitativo actúa directamente en el contexto mediante la participación del investigador en la realidad que pretende estudiar, interactuando con los sujetos e interpretando el sentido de sus dichos y acciones.

En consecuencia, el enfoque cualitativo resulta óptimo para poder analizar y comprender las prácticas, representaciones y significados que tienen los diversos actores que intervienen en el proceso de transmisión de la fe. Además, este enfoque resulta clave en la comprensión de la constitución de la identidad de la comunidad (estudiantes, padres o tutores, profesores y religiosos) y, asimismo, da cuenta del comportamiento cotidiano en base a sus relaciones sociales.

En su más amplio sentido, la investigación cualitativa produce datos descriptivos (Taylor y Bodgan, 1992) centrados en las palabras de las propias personas, habladas o escritas, y la conducta observable en cada espacio de encuentro. La importancia de estos datos radica en que nos entregan los significados sociales que las personas le asignan al mundo que los rodea. Es menester de esta investigación retratar la pluralidad de formas de vivir la fe de acuerdo con la diversidad de actores que componen parte de la religión católica. Por tanto, este estudio no pretende encontrar un postulado general o una verdad establecida en relación a la transmisión de la fe, sino retratar perspectivas valiosas que entreguen un diagnóstico respecto de cómo se vive la transmisión de la fe en la actualidad, cuáles son las incidencias de los cambios sociales en dicho proceso, de qué forma contribuir al desarrollo de la transmisión de la fe, y cómo la familia forma parte fundamental de dicho espacio.

La riqueza de esta metodología nos permite aplicarla en un espacio heterogéneo donde interactúan distintos actores que desempeñan un papel activo durante el proceso de investigación. Este hecho fundamenta la elección metodológica de tipo cualitativa, pues lo que se buscó fue la “…generación de datos flexibles y sensibles al contexto social en el que se producen… sostenida por métodos de análisis y explicación que abarcan la comprensión de la complejidad, el detalle y el contexto” (Vasilachis, 2006: 25).

En palabras de Hernández Sampieri, Fernández-Collado y Baptista (2008), una de las características prototípicas del enfoque cualitativo está dado por entender que:

[…] la realidad se define a través de las interpretaciones de los participantes en la investigación respecto de sus propias realidades. De este modo, convergen varias “realidades”, por lo menos la de los participantes, la del investigador y la que se produce mediante la interacción de todos los actores (2008: 9).

De esta forma, es importante recordar que los métodos cualitativos en su esencia no persiguen la representatividad numérica o estadística que requieren los métodos cuantitativos buscando veracidad, pues lo cualitativo se encuentra por sobre aquel objetivo, siendo su finalidad descubrir, interactuar con los sujetos, entablar relaciones con ellos; donde el sentido asociado a sus prácticas constituye uno de los principales valores para el investigador. Pues, como señala De la Parte:

Los valores, actitudes, motivaciones y pautas de comportamiento son difícilmente medibles y computables […] las entrevistas individuales focalizadas y dirigidas y la observación participante han sido herramientas básicas a la hora de reproducir y analizar las características de los grupos en un espacio y tiempo determinados (De la Parte, 1992-93: 40).

La información referente a nuestros sujetos de estudio fue recopilada a partir de un abanico de técnicas cualitativas de investigación, durante nueve meses (abril a diciembre de 2017). De acuerdo con Mucchielli (2001), las técnicas son aquellas herramientas destinadas a construir evidencia, además de sistematizar y analizar los datos recabados. Bajo esta premisa, fueron esenciales para nuestra investigación, en primer lugar, las entrevistas semi estructuradas. La riqueza de esta herramienta se funda en establecer una relación directa y particular de conocimiento que es dialógica, espontánea y concentrada (Gaínza, 2006), a partir de preguntas abiertas, relativamente libres por medio de las cuales se orienta la conversación.

Para el estudio en cuestión se elaboraron tres pautas de entrevistas de tipo semiestructurada que tuvieron como objetivo caracterizar, analizar y comprender los procesos y dinámicas transversales que se encuentran presentes en la transmisión de la fe en jóvenes católicos. Es así, como dichas pautas de entrevistas fueron aplicadas a estudiantes de colegios católicos (22 preguntas), estudiantes universitarios (20 preguntas) y padres (21 preguntas) abarcando cuatro dimensiones:

1) Percepciones sobre el campo religioso contemporáneo: se buscó que los entrevistados reflexionaran sobre las características del hecho religioso en el mundo de hoy desde su particular perspectiva. Por medio de esto, se pretendió que evaluaran de forma general el contexto cultural en el que se ven inmersos y su relación con la religión.

2) Conceptualización e imaginarios en torno a la fe en la sociedad actual: se buscó abordar la percepción que poseen los individuos acerca de lo que constituye la fe y como esta incide en la vida de las personas. Más allá de las definiciones teológicas y pastorales, el objetivo principal fue identificar aquellas percepciones centradas en las prácticas, los conceptos o las experiencias asociadas a la existencia de la fe.

3) Vivencia de la fe: Dificultades en un contexto secular: se pretendió indagar en las prácticas y contextos que los individuos asocian a su experiencia de la fe. Con ello, se buscó profundizar en su sentido comunitario, conociendo los lugares e instancias que los sujetos de estudio consideraban importantes al momento de cultivar la fe, así como evaluar críticamente los ambientes sociales más hostiles.

4) Transmisión de la fe: mecanismos, prácticas e instituciones: se buscó indagar en los mecanismos de transmisión de la fe que los jóvenes reconocen como importantes durante su etapa escolar y universitaria. Se pretendió que reflexionaran sobre las figuras familiares o extrafamiliares, que incidieron en su desarrollo religioso. De igual forma, se buscó que realizaran comparaciones entre su propia experiencia y aquella que, de acuerdo con su percepción, correspondió a sus padres.

Para el caso de los padres, se diseñó una pauta de entrevista particular que contempló cuatro dimensiones:

1) Percepciones sobre el campo religioso contemporáneo: se buscó que los padres evaluaran la situación del fenómeno religioso en el mundo de hoy desde su particular perspectiva. Fueron relevantes las comparaciones que pudieran hacer con sus experiencias de infancia, así como la utilización del imaginario religioso tradicional que han heredado de sus propios padres.

2) Conceptualización, imaginarios y prácticas en torno a la fe en la sociedad actual: se buscó establecer las características que los padres asociaban a la existencia de una fe activa, para lo cual se pretendió que reflexionaran sobre las instancias en que la fe se manifiesta con mayor claridad, reconociendo espacios y situaciones hipotéticas o reales. Fue importante el valor que asignaban a la familia como unidad en que se cultiva la fe.

3) Diferencias generacionales en la vivencia de la fe: se pretendió conocer las percepciones que poseen los padres respecto de las formas de vivir la fe que tienen sus hijos. Mediante un ejercicio de comparación con su propia experiencia, se buscó que caracterizaran, analizaran y evaluaran las diferencias que percibían en las maneras de vivir la religiosidad en un contexto juvenil contemporáneo.

4) Dificultades en la transmisión de la fe a las nuevas generaciones: se pretendió que los padres reflexionaran críticamente sobre el rol que poseen los colegios, las autoridades religiosas y ellos mismos en el proceso de transmisión de la fe. De igual forma, se esperaba que los entrevistados realizaran hipótesis sobre los principales nodos problemáticos frente a los cuales se ven enfrentados los jóvenes al momento de desistir de su compromiso religioso.

En segundo lugar, llevamos a cabo tres grupos de discusión, entendidos como reuniones de grupos pequeños o medianos “en las cuales los participantes conversan en torno a uno o varios temas en un ambiente relajado e informal, bajo la conducción de un especialista en dinámicas grupales” (Hernández, Fernández y Baptista, 2008: 605). Por medio de este tipo de técnica accedimos a la dimensión práctica de los mundos sociales sobre los cuales los individuos sostienen cognitivamente lo real (Canales, 2006: 268). El grupo de discusión pone en evidencia mediante el acto de la conversación un habla grupal o colectiva, en un contexto mediado y dirigido por el investigador.

La utilización de esta técnica de investigación nos permitió ahondar en los discursos y estrategias desarrolladas al momento de abordar las problemáticas sociales que a los sujetos de estudio afectan. A diferencia de lo obtenido mediante la realización de entrevistas, el grupo de discusión buscó instalar tópicos importantes para los sujetos mediante el diálogo de sus integrantes en la interacción tanto de su realidad individual como grupal.

En definitiva, la pertinencia de las técnicas cualitativas es su carácter flexible, en el sentido de que en ninguna circunstancia se interpela al entrevistado o participante en los grupos de discusión para contestar cualquiera de las preguntas. De esta forma sus fundamentos esenciales se encuentran dados por la participación voluntaria, anónima y confidencial.

Método de análisis

En una investigación de tipo cualitativa, el lugar del lenguaje en uso es fundamental. En la conversación y la discusión se insta al sujeto a comunicar y expresar sus ideas de modo abierto y espontáneo. Si bien la lingüística tradicional no está dedicada propiamente al análisis social del lenguaje, el desarrollo de la disciplina ha permitido diversos enfoques, teorías y técnicas de investigación que buscan esa aplicación. Aunque hay textos dedicados a enseñar lo que se denomina “análisis de contenido”, consideramos que hay niveles más complejos en lo que refiere a lenguaje, es por eso que para un anclaje adecuado entre investigación social y lingüística, pensamos en el enfoque del Análisis de Discurso (AD). El AD, como enfoque investigativo, tiene una serie de técnicas y métodos asociados que se aplican según el interés. Hay métodos diseñados para analizar tipos de discurso, modos de argumentación, roles conversacionales, etc. (Renkema, 1999). Por ello, la selección de herramientas metodológicas es fundamental.

La relación entre lenguaje y sociedad es compleja. El lugar común según el cual “el lenguaje crea realidades”, no deja de ser cierto en un sentido específico. La revisión de un trabajo fundante como el de Fairclough (1992) muestra un proceso dialéctico en el que, por una parte, las palabras adquieren significado según los usos sociales y, por otra, el cambio de significado de ciertas palabras efectuado por medios comunicativos, puede incidir en los usos lingüísticos sociales. La teoría social del discurso dirá que el lenguaje no es solo una actividad individual para comunicar, sino sobre todo una práctica social. Esto implica que el uso de la lengua cumple con funciones sociales específicas como el establecimiento de relaciones, la construcción discursiva de experiencias, entre otras.

El lenguaje puesto en el contexto social tiene tres funciones generales, conocidas como metafunciones. Una interpersonal, para desarrollar relaciones; otra ideacional, para representar experiencias; y una textual, para organizar los textos (Martin y Rose, 2007: 7). Dado el carácter de la investigación presente, la metafunción ideacional es la más adecuada como punto de partida de análisis teórico, ya que el propósito de examinar la experiencia con la fe católica de los entrevistados está en directa relación con el modo discursivo en que los emisores construyen sus enunciados. En este sentido, el AD provee de herramientas teóricas como el análisis de relaciones taxonómicas (Martin y Rose, 2007) que configuran la referencialidad en el texto, tales como sinonimia, repetición y contraste. Por ejemplo, la forma en que el término “Iglesia” se construye al interior de la entrevista, puede dar cuenta de las valoraciones que se hacen de la misma.

Pero la ideación no se produce únicamente mediante estas operaciones. También es posible detectarla en los usos de la lengua en otros modos, como por ejemplo el análisis de los tipos de procesos (Ghio y Fernández, 2008). En este nivel, lo que se propone es analizar las cláusulas mediante una categorización que comprende procesos de tipo material, mental, relacional, de comportamiento, verbal y existencial. Hablaremos de proceso “material” cuando el discurso apunte una relación entre actor-meta, es decir, al hablar de una acción. El proceso “mental” por su parte, comprende la relación perceptor-fenómeno, por lo cual podemos agrupar aquí el aspecto cognitivo, perceptivo y emocional que se nos presenta en un discurso dado. El proceso “relacional” es aquel en que encontramos la construcción de relaciones entre un fragmento de experiencia y otro –se da fundamentalmente como comparación–. Estos tres procesos básicos son acompañados de tres procesos complejos “de comportamiento”, que equivale a manifestaciones externas de procesos internos (por lo cual se compone del proceso material y mental); proceso “verbal”, aquel en que tenemos emisor/locución (compuesto del proceso mental y relacional, en tanto que implica la construcción de relación entre la consciencia humana y su puesta en acto por medio del lenguaje); y, por último, el proceso “existencial”, que está vinculado a la comprensión de fenómenos (compuesto así de un proceso material y uno relacional). Aunque esto aún parece complejo, el siguiente cuadro ilustra algunos verbos clave que sirven para indicar y caracterizar cada uno de estos procesos:

Cuadro 1: Transitividad

Procesos básicosProcesos combinados
MaterialesHacer, causarVerbalesDecir
RelacionalesSer, estarDe comportamientoActuar
MentalesPensar, sentir, evaluarExistencialesExistir, parecer

La utilidad de este método reside en que, para la investigación propuesta, permite realizar un balance respecto al modo en que la cuestión de la fe católica y su transmisión es construida. Así, por ejemplo, podríamos concluir que la vivencia de la fe y la religión es en su mayoría construida como un proceso material, lo que podría conducirnos a considerar que se la concibe más como una práctica que como una cuestión cognitiva, en cuyo caso el proceso habría sido de tipo mental.

Caracterización de la muestra

La muestra seleccionada se estructuró sobre la base de criterios establecidos por el equipo de investigadores en conjunto con la comisión asesora, fundamentados en su experiencia en la temática y la evidencia bibliográfica disponible. La muestra de tipo teórica (teóricamente estructurada) fue diseñada conforme al desarrollo de la investigación y la teoría que se construyó en su proceso (Strauss y Corbin, 2002). Para estos efectos, la información fue recabada a partir de la aplicación de 60 entrevistas semiestructuradas y tres grupos de discusión a padres, estudiantes de colegios católicos y estudiantes universitarios de instituciones públicas y privadas de la Región Metropolitana en Chile. A ello se sumarán los siguientes criterios: sexo, edad, nivel socioeconómico, nivel educativo (7° y 8° básico, y III y IV medio), además de tipo de fe. En este sentido, se consideró como criterio para seleccionar entrevistados, la distinción entre fe “activa” y fe “pasiva”. Se entiende como “activa” aquella fe que se caracteriza por un compromiso del sujeto con actividades religiosas (mediadas o no por la Iglesia) y que presenta una identificación abierta con la fe cristiana y la Iglesia católica. Por otra parte, se entiende como fe “pasiva” aquella en que, pese a que el sujeto confiese o declare adherencia al cristianismo o a la Iglesia, no presenta un compromiso con –o participa ocasionalmente en– actividades religiosas (mediadas o no por la Iglesia).

En consecuencia, la elaboración de una muestra intencionada implica privilegiar determinados perfiles de sujetos por sobre otros con el objetivo de profundizar en su construcción de imaginarios y representaciones. No obstante, por la multiplicidad de criterios que es posible identificar en la presente investigación, solo se contemplaron de manera limitada establecimientos administrados por religiosas (Colegio María Auxiliadora). Este hecho se sustenta en que son escasos los proyectos educativos llevados a cabo por congregaciones religiosas femeninas en los diversos estratos socioeconómicos, por lo cual se privilegió un criterio de mayor masividad. Junto con ello es importante considerar que algunos colegios con estas características han transitado hacia una administración laica solo manteniendo el nombre como sello de religiosidad. Además, se excluyeron del presente estudio centros educativos ubicados en zonas rurales o semiurbanas de la Región Metropolitana, debido a factores de viabilidad (tiempo y recursos). De esta forma, los sujetos que componen la muestra del presente trabajo fueron seleccionados debido a su accesibilidad y criterios de intencionalidad propuestos por el equipo de investigación.

Cuadro 2: Muestra de establecimientos educacionales

NSEColegios Universidades
AltoVilla María Academy Finis Terrae
San Ignacio del BosqueUniversidad Católica
Colegio Cordillera
Colegio Los Alerces
Medio Colegio San Ignacio Alonso de OvalleUniversidad Andrés Bello
Colegio Salesiano Patrocinio San JoséUniversidad Alberto Hurtado
Colegio María Auxiliadora Universidad de Chile
Colegio Ruiz-Tagle
BajoColegio San Damián MolokaiUniversidad de Santiago de Chile
Colegio San Luis Beltrán
Complejo educacional Luis Arturo Pérez Universidad Metropolitana de las Ciencias de la Educación
Colegio El Almendral

Consideraciones éticas de la investigación

Toda la información aportada, fue tratada de manera confidencial, de acuerdo con la ley 19.628 de 1999, sobre protección de la vida privada o protección de datos de carácter personal. Solo tuvo acceso a ella el equipo de investigación, lo cual permite garantizar que la información recabada no fue utilizada para objetivos ajenos a este estudio y no autorizados por los individuos.

La manipulación de la información se realizó con el mayor de los resguardos, para lo cual los participantes fueron solamente identificados con un código, lo que permite garantizar su anonimato.

Lo anteriormente señalado, se materializó en la aplicación de consentimientos informados para el caso de estudiantes universitarios y padres, y asentimiento informado para el caso de jóvenes menores de edad, siendo autorizados a participar en esta investigación por sus padres o tutores.

1 Mensaje del Concilio Vaticano II a los Jóvenes, 1967.

2 Ídem.

3 Iglesia Servidora de la Vida. Orientaciones Pastorales, 1986-1989.

4 Documento de Puebla, 1979.

5 Cardenal Silva Henríquez, 1991.

6 Papa Francisco, Encuentro con la Juventud en Maipú, 2018.

7 Mensaje del Concilio Vaticano II a los Jóvenes, 1967.

8 Documento de Aparecida, 2007.

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