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LO MÁGICO Y LO CIENTÍFICO EN PITÁGORAS
ОглавлениеEl sabio Pitágoras, en cierto modo, se vio obligado a unir a su ciencia matemática ciertas características filosófico-gnósticas que pasaron a la leyenda como misterios mágicos. Pero Pitágoras, que había pasado por los santuarios caldeos, egipcios y cretenses, supo utilizar lo que había de bueno en el sentido griego, de conocimiento científico, y desechar lo oscuro y supersticioso. El creador de los famosos teoremas matemáticos tuvo que adornar su ciencia con el atractivo, tan en boga entonces, del concepto de secta, de misterio, para lograr crear una escuela donde se perpetuasen sus descubrimientos matemáticos. Pero él, como aborrecía las borracheras, los erotismos, el derramamiento de sangre de los sacrificios, adornó su ciencia con un paralelismo de práctica moral basada en la abstracción numérica. Así dio a los números un cierto aspecto no desprovisto de carácter mágico que pronto le dio el renombre capaz de fundar una escuela para la que todo el mundo no era apto y cuyos misterios no eran asequibles al vulgo. Gracias a su misticismo del número consiguió perpetuar sus descubrimientos aritmético-geométricos. Todo lo que actualmente nos parece geometría elemental fue en la época de Pitágoras algo más desconocido para el vulgo de lo que hoy es la física nuclear. Aun así, Pitágoras ya abordó la solución de altos problemas matemáticos como la cuadratura del círculo.
Respecto a la parte filosófica de la escuela pitagórica, está fundada en la transmigración1 y en un conjunto de normas morales, con un fondo de armonía numérica del Universo y de un principio de oposición entre lo bueno y lo malo, lo finito y lo infinito, lo masculino y lo femenino, lo estático y lo dinámico, la luz y la oscuridad, el cuadrado y la circunferencia, cuyas oposiciones simbolizan en lo impar y lo par, en un todo armónico. Así, número, oposición y armonía constituyen el fundamento de su filosofía, que pasó a la leyenda envuelta en relatos de supuestos poderes mágicos, como aquel tan conocido en que se cuenta cómo un día que asistía Pitágoras a los Juegos Olímpicos, al ver pasar un águila que cruzaba volando el campo deportivo, la llamó, y todos pudieron ver cómo el ave descendía dando majestuosas vueltas y luego continuaba su vuelo cuando Pitágoras hizo un ademán como invitándola a proseguir su ruta.
Pero aquellos signos, oscuros para el vulgo, que Pitágoras dibujaba en la arena y que no eran en realidad sino los círculos, triángulos y cuadrados para sus demostraciones geométricas, pasaron a través de los siglos de dos maneras, en un desdoblamiento de su filosofía: de una parte, atesorados por los creadores de la ciencia matemática, y de otra, torpemente remedados como signos cabalísticos por los hechiceros medievales y del Renacimiento.
1 Pitágoras fue contemporáneo de Buda y Confucio; mas sería difícil explicar en qué sentido y extensión pudieron influenciarse. Pero no hay duda de que existieron caracteres afines no solo en la creencia de la transmigración, sino en el amor a los animales, que lógicamente puede interpretarse como una consecuencia de la primera, así como el ideal de perfección moral.