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1. MAGIA Y BRUJERÍA: UNA INTRODUCCIÓN

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Cuando a finales del siglo XIX el antropólogo escocés Sir James Frazer publicó The Golden Bough: A Study in Magic and Religion,1 estaba contribuyendo a la recuperación –y no solo para la comunidad científica–, del interés por las creencias y prácticas mágicas que habían acompañado a la Humanidad desde sus inicios. Con el racionalismo que marcó el final de la Edad Moderna y con la Ilustración, el mundo sobrenatural y el pensamiento mágico, fenómenos tan intrínsecamente enraizados en todas las sociedades, habían perdido el interés de los eruditos, o bien habían sido despreciados y directamente apartados como objeto de estudio.

Así pues, durante la primera mitad del siglo XX, comenzaron a surgir los primeros estudios sobre magia y religión que abordaban desde la historia y la antropología los fenómenos asociados a las creencias, con especial atención a aquellas manifestaciones que habían quedado fuera de las religiones tradicionales. Cabe mencionar la monumental obra de Lynn Thorndrike, History of Magic and Experimental Science.2 En ella, el académico estadounidense se proponía analizar las prácticas mágicas no solo como fenómeno social o popular, sino también como uno de los elementos vertebradores de la historia de la ciencia desde sus orígenes. No en vano, su tesis doctoral en la Universidad de Columbia llevaba por título The Place of Magic in the Intellectual History of Europe,3 un título revelador. En efecto, no solo la historia o la antropología se interesaron por la magia en ese mismo período, y fueron necesarios enfoques interdisciplinares y nuevos campos de estudio tales como los estudios culturales y la llamada «historia de las ideas», «historia intelectual» –como rezaba la tesis de Thorndrike–, o bien, más tarde, «historia de las mentalidades», sobre todo en ámbito francés. Aby Warburg (1866-1929) fue un historiador alemán que fundó el Centro de Estudios Culturales de Hamburgo y que centró su interés en la iconografía y la pervivencia del paganismo en Época Moderna, concretamente durante el Renacimiento. Al estudioso le llamaban la atención las vías de recepción de algunas formas de pensamiento que persistían desde la Antigüedad, algunas de las cuales se habían ido transformando hasta adquirir un valor simbólico. Para Warburg, la historia cultural de Occidente podría relatarse a través de esos símbolos, plasmados en imágenes, por lo que se propuso acometer un proyecto tan ambicioso como el de recopilar un banco iconográfico bajo el nombre de Atlas Mnemosyne.4 Desde las pinturas rupestres de los hombres primitivos hasta el Pantocrator medieval, pasando por la pintura florentina renacentista o el arte barroco, la narrativa de «cómo pensamos» no obviaba sino que realzaba lo espiritual, cuando no lo sobrenatural: la cuestión se trasladaba a las narrativas sobre «en qué creemos». Por desgracia, el proyecto de Warburg quedó truncado por una muerte precoz, pero su influencia puede verse en numerosos historiadores, filósofos o historiadores del arte que se ocuparon de la historia de las ideas y privilegiaron el papel de la magia en la cultura occidental. El Warburg Institute, centro de investigación que lleva el nombre del estudioso y que custodia su enorme biblioteca, se alza actualmente en un majestuoso edificio en el centro de Londres. En la actualidad, si se tiene suerte, aún puede verse en los pasillos de aquella biblioteca a Jimmy Page, mítico guitarrista de los Led Zeppelin, convertido en «sir» Jimmy Page, e interesado –desde siempre– en temas esotéricos.

La impronta de académicos como Thorndrike en Estados Unidos o Warburg en Europa, y de la nueva vía de los estudios culturales demostraba que, en efecto, la práctica mágica y las creencias sobrenaturales no habían sido únicamente un espacio de pensamiento irracional de pueblos primitivos o sociedades supersticiosas, sino que habían constituido un vehículo de conocimiento esencial para comprender la filosofía o la ciencia. Más aún, desde la perspectiva de la «mentalidad» se comprueba que lo sobrenatural y la práctica mágica, que el hecho «mágico», no se reducen únicamente a estadios sociales y culturales menos avanzados, sino que en casi todos los períodos históricos han sido recibidos y elaborados por las élites, si bien a través de distintos mecanismos.

Historia de la hechicería y de las brujas

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