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Exordio

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ESTE ESCRITO OFRECE UNA PANORÁMICA sobre la viruela en Colombia: los métodos de prevención durante la Colonia, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, el inicio del programa de vacunación brazo a brazo y la producción de vacuna animal en el Parque de Vacunación, localizado en la ciudad de Bogotá hacia finales del siglo XIX. También, se nombran los personajes e instituciones relacionados con la historia de la enfermedad en el país, y los eventos y cambios en la institucionalidad de la salud pública y la animal desde la perspectiva de la investigación y el diagnóstico.

En la primera parte se presenta una síntesis sobre la enfermedad en el país que, desde mediados del siglo XVI, apareció en la Nueva Granada con su efecto letal afectando a la población con epidemias que sucedían cada veinte años, y que podían durar tres o más años. El conocimiento generado en lo referente a las rutas o caminos de la enfermedad y la periodicidad de las epidemias generó la aplicación de métodos preventivos como el cordón sanitario y el degredo, así como la inoculación de la viruela (variolización). Entonces, se asumía que el cowpox existía en la Nueva Granada, sin embargo, fueron varios los intentos fallidos para encontrar en las vacas del virreinato el agente empleado por Jenner en Inglaterra.

En la segunda parte se menciona la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna: sus antecedentes, los protagonistas y los eventos relacionados con la planificación de la primera campaña global de vacunación, en la que los niños fueron los encargados de transportar el virus vacunal, desempeñando así un rol principal en la llegada de la vacuna al Nuevo Mundo. Asimismo, se señalan aspectos relacionados con la labor del equipo coordinado por el doctor José Salvany, quien lideró la introducción de la vacuna a la Nueva Granada y la instauración de la vacunación brazo a brazo. En ese momento, la conservación del fluido vacunal se convirtió en una actividad prioritaria, lo que fomentó la institucionalización de los servicios que iniciaron con las Juntas de Vacuna, la Oficina Central de Vacunación y la creación de hospitales para virolentos.

En la tercera parte se presenta un momento importante: la vacuna se convierte en un actor protagónico del escenario social, sanitario y cultural del país. Con la pérdida del fluido vacunal, se inició un proceso de importación de material biológico de Francia e Inglaterra, pero las largas distancias y las altas temperaturas inactivaban el agente. Por esta razón, se creó la Junta Central de Higiene cuando aparecieron nuevos brotes; además, se inició una nueva búsqueda de la enfermedad en los bovinos del país, pues se esperaba que en este territorio se replicaran las situaciones de campo que ocurrían en Inglaterra con el cowpox, pero la enfermedad no se encontraba en Colombia.

La vacuna era un asunto complejo, pues no era una tecnología completamente acabada, sino una promesa, un asunto de ensayo y error. Tal como lo señala Obregón Torres (2013), el denominado pus vacuno se consideraba un objeto valioso, pero también un asunto político y un factor de controversia entre el gobierno central, las provincias y los intereses privados. De esta manera, la vacuna impactó la historia política y la salud pública, desde la perspectiva del conocimiento, la tecnología, el poder, la cultura y la tarea estatal.

La fundación de la Escuela Veterinaria y su aporte al conocimiento de la bacteriología, la investigación en enfermedades animales y la producción de la vacuna contra la viruela empleando modelos animales, es el siguiente aparte del escrito. En la opinión de un visionario, el médico Juan de Dios Carrasquilla, contar con un centro de formación de veterinarios era una necesidad. La aparición de enfermedades en los animales y la sospecha de que algunas de ellas pudieran afectar a los humanos marcaron las gestiones para contar con profesionales idóneos que afrontaran esos desafíos. Los escritos de Carrasquilla y sus argumentaciones generaron la autorización gubernamental para que el médico José Jerónimo Triana, destacado en el consulado de Colombia en Francia, pudiera adelantar el proceso de contratación de un doctor en veterinaria con experiencia en bacteriología y conocimientos sobre el cowpox y las linfas vacunales; luego de dos años seleccionó a Claude Véricel, quien llegó a Colombia en 1884. La Escuela Veterinaria dirigida por Véricel, se adscribió a la Facultad de Medicina y Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, iniciando, de esta manera, un interesante proceso de investigación interdisciplinar en la formación de los primeros médicos veterinarios, entre los que se destacaron Jorge Lleras Parra y Federico Lleras Acosta, quienes desempeñaría importantes labores en la salud pública colombiana: el primero como fundador y director del Parque de Vacunación, y el segundo como impulsor de la bacteriología.

A continuación, se presentan los antecedentes y procesos que culminaron con la creación del Parque de Vacunación en 1896; uno de ellos, en 1897, el nombramiento del médico veterinario Jorge Lleras Parra como director de dicha institución. El joven director comprendió el momento político y sanitario, y también su responsabilidad histórica al iniciar la producción de vacuna contra la viruela de los humanos empleando modelos animales. La Junta Central de Higiene, liderada por Pablo García Medina, había hecho una apuesta estratégica, para muchos temeraria: implementar un proyecto con cobertura nacional apoyado en un único laboratorio central; así inició la producción continua de vacuna contra la viruela, mediante la inoculación de terneras, eliminando así la vacunación brazo a brazo.

Lleras Parra asumió el reto, comenzó su labor de investigador con escasos recursos presupuestales e infraestructurales que afinaron su espíritu autodidacta; era el ambiente ideal para forzar la innovación y la creatividad. Habló y escribió poco, pero trabajó mucho. Diseñó su propio instrumental y algunos equipos: escarificadores, curetas, molinos eléctricos para las pulpas vacunales, máquinas neumáticas para el llenado de los recipientes de la vacuna en condiciones de esterilidad. La rigurosidad y la innovación caracterizaron su trabajo para lograr una vacuna de alta calidad bacteriológica, proceso en el que se tuvo que adaptar los escasos recursos locales mediante originales protocolos para la obtención de la vacuna glicerinada y la pulverizada, diseñada para solucionar el problema de viabilidad en climas cálidos y viajes largos.

La lectura de las obras de Edward Jenner, Giuseppe Negri, Ernest Chambon y Gustave Lanoix, del Instituto de Vacuna de París, se constituyó en la inspiración para la adopción y la adaptación de los métodos y técnicas empleados en el Parque de Vacunación. Lleras Parra, al igual que otros investigadores, asumía que los agentes y las enfermedades presentes en el viejo continente se replicaban con exactitud en las condiciones tropicales y que en el país no existía el cowpox, sino que el horsepox era el causante de la enfermedad de las vacas. También, se afirmaba que para la producción de la vacuna se había utilizado siempre —desde 1897 hasta los años cuarenta del siglo XX— el mismo virus horsepox y no cowpox.

Cien años después, los historiadores de la medicina en Colombia y los virólogos genómicos del grupo de investigación —coordinado por José Esparza— sobre virus vacunales del siglo XIX y XX, al analizar el genoma de una vacuna producida en el Parque de Vacunación durante la primera mitad del Siglo XX, comprobaron que Lleras Parra estaba parcialmente en lo cierto. Dicha vacuna estaba elaborada con un virus cercano al horsepox (Delwart, Dámaso y Esparza, comunicación personal, 2019), muy similar al genoma del virus de una vacuna de 1902 denominada Mulford, preparada en los Estados Unidos (Schrick et al., 2017); por lo anterior, en Colombia no se había realizado vacunación, sino algo que podía denominarse equinación.

Para concluir, se señala la actividad alrededor de lo que se denominará bacteriología durante la primera mitad del siglo XX, momento en el que los investigadores reclamaban la creación de una institución similar al Instituto Pasteur que diera respuestas y herramientas para la lucha contra las enfermedades. Así, surgió el laboratorio Samper Martínez como iniciativa privada, llenando un vacío en la actividad de investigación y diagnóstico. En sus laboratorios realizaron sus prácticas los estudiantes de la Escuela Nacional Veterinaria de la Universidad Nacional, que reiniciaban labores luego del cierre de la Escuela por la Guerra de los Mil Días, pues se creó una sección de veterinaria para la producción de biológicos y el servicio de diagnóstico. De esta manera, la institucionalidad para la salud pública se comenzaba a consolidar con el papel estratégico del Samper Martínez.

Por la calidad de sus invenciones y los aportes al conocimiento, Jorge Lleras Parra se convirtió en uno de los científicos colombianos más importantes del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Entró a la lista de investigadores innovadores que dieron soluciones sostenibles para problemas sentidos de salud pública, junto con Edgar Rey Sanabria, Oswaldo Borraes, Salomón Hakim, Jorge Reynolds y José Ignacio Barraquer. Ellos tuvieron la capacidad de innovar gracias a su imaginación y sus habilidades manuales para fabricar aparatos e instrumentos, que contribuyeron al desarrollo tecnológico en el área de su especialidad y, por consiguiente, a la ciencia.

Viruela en Colombia

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