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El socialismo no tiene una racionalidad de gobierno autónoma

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Partiendo del caso alemán Foucault focaliza en el año 1948 como el punto de inicio a fin de comprender el liberalismo en su presente de fines de la década del setenta. La reconstrucción por medio de la economía que debía llevar a la pacificación luego de la Segunda Guerra Mundial estuvo motorizada por el CNR (Consejo Nacional de la Resistencia) que se había formado para unificar los movimientos enemigos al eje. Foucault cita el discurso que el futuro Canciller de Alemania Federal Ludwig Erhard realizará el 21 de abril de 1948 ante la Asamblea de Fráncfort como la génesis del llamado “milagro alemán”. En esta intervención el político alemán articula los principios de la liberación de precios en particular y la liberalización de la economía de restricciones estatales en general. Esto implica una crítica al intervencionismo como principio no solo en Alemania sino válido para toda la Europa de posguerra y, a la vez, un cuestionamiento de la anarquía.

Foucault se vale como principales referencias bibliográficas de tres textos para pensar el caso alemán con los cuáles realizará contrapuntos y menciones a largo de todo el curso: La pensée économique libérale dans l’Allemagne contemporaine de François Bilger (1964), L’Experience néolibérale allemande dans le contexte international des idées de Pierre-André Kunz (1962) y La Politique économique de l’Allemagne occidentale de Jean François-Poncet (1970).

La hipótesis de Foucault será que el discurso de Erhard opera como una piedra fundacional en la historia de la racionalidad de gobierno neoliberal. Se tratará de delimitar esta refundación del Estado alemán a partir de una nueva programación o bien “gubernamentalidad” que tiene como motor el principio de la libertad de los precios en un marco mayor: un Estado fundado en la libertad económica. En la lección cuarta de Nacimiento de la biopolítica sostiene Foucault:

De hecho, cuando Ludwig Erhard dice que sólo un Estado que reconoce la libertad económica y, por consiguiente, da cabida a la libertad y las responsabilidades de los individuos puede hablar en nombre del pueblo, también quiere decir, me parece, lo siguiente. En el fondo, señala Erhard, en el estado actual de las cosas –esto es, en 1948, antes de la reconstrucción del Estado alemán, de la constitución de los Estados alemanes- no es posible, desde luego, reivindicar una Alemania que no está reconstruida y un Estado alemán que es preciso reconstruir, derechos históricos que la historia misma ha declarado caducos. No es posible reivindicar una legitimidad jurídica, en la medida en que no hay aparato, no hay consenso, no hay voluntad colectiva. (Foucault, 2008: 104).

Por lo tanto, el neoliberalismo de acuerdo a la mirada foucaultiana, emerge a partir de la imposibilidad de reivindicar un Estado luego del nazismo. Más adelante señala Foucault: “La institución de la libertad económica podrá funcionar de alguna manera como un propulsor, como un incentivo para la formación de una soberanía política”. (Foucault, 2008: 105). No hay soberanía sin libertad económica. Esa premisa será también uno de los puntos de diferencia de la gubernamentalidad del siglo XVIII con respecto a lo planteado por los neoliberales alemanes en el siglo XX. No es menor, señala Foucault, el origen disímil de ambas racionalidades, la liberal y la neoliberal:

Y si es verdad que nos mantenemos en una gubernamentalidad de tipo liberal, advertirán qué desplazamiento se produjo con respecto a lo que era el liberalismo programado por los fisiócratas, por Turgot, por los economistas del siglo XVIII, cuyo problema era exactamente opuesto, porque en ese siglo debían resolver la siguiente tarea: sea un Estado que existe, un Estado legítimo, un Estado que funciona ya en el estilo de plenitud, de la completitud administrativa bajo la forma de Estado de policía. El problema era: dado este Estado, ¿cómo vamos a poder limitarlo y, sobre todo, a dejar lugar a la necesaria libertad económica dentro de ese Estado existente? Pues bien, los alemanes tenían que resolver el problema exactamente opuesto. Dado un Estado inexistente, ¿cómo hacerlo existir a partir del espacio no estatal que es el de una libertad económica? (Foucault, 2008: 109).

Vale decir, el principio gubernamental sobre el que se edificó la racionalidad liberal del siglo XVIII fue un Estado despótico proveniente del feudalismo que había que limitar o restringir, esto es, un fuerte estatismo previo. En el caso del neoliberalismo del siglo XX, en particular del alemán, el comienzo por el contrario fue la ausencia de un Estado legítimo (este se encontraba subordinado a un partido y a un líder), y por lo tanto se procuraba su reconstrucción desde una esfera de libertad económica ya que la sospecha o la fobia estatista luego del nazismo era predominante.

Consecuentemente, Foucault esgrime que la gubernamentalidad neoliberal fue definida por Ludwig Erhard y ella es la que rige Alemania Federal desde 1948 hasta 1979 (fecha del curso). Lo que sostiene nuestro filósofo es que al situarse a la libertad económica como eje fundacional los derechos se derivan de este principio y los partidos políticos se ven obligados a certificar su adhesión para poder participar del juego electoral, así lo fue con la democracia cristiana (Adenauer y Erhard), pero también con el Partido Socialdemócrata que en 1959 en el Congreso de Bad Godesberg renuncia a la socialización de los medios de producción, la lucha de clases, acepta la legitimidad de la propiedad privada y su derecho de protección. Algo que Foucault deja explícitamente planteado al referenciar un discurso de Karl Schiller en Essen, quién fuera convocado como senador económico de Willy Brandt (1963) cuando este era alcalde de Berlín Oeste. Schiller allí expresa la incorporación de manera sistemática a la economía de mercado y el rechazo de toda planificación. De ahí en adelante la identidad del socialismo alemán quedará definida a partir de su adhesión al programa neoliberal.

En este sentido, Foucault se pregunta: “¿Por qué esa adhesión de la socialdemocracia alemana, una adhesión, en definitiva, aunque un poco tardía, bastante desenvuelta a las tesis, las prácticas y los programas del neoliberalismo?”. (Foucault, 2008: 114). El filósofo señala dos razones: en primer lugar, adscribir a la gubernamentalidad neoliberal que refunda el Estado alemán luego de la posguerra era necesario para ser legitimado y jugar con las mismas reglas de juego de la economía libre; ello implicaba necesariamente romper no solo con el marxismo como lo hace el SPD en 1959 sino con el keynesianismo, lo que hace en 1963, distanciándose del viejo welfarismo de la tradición laborista inglesa; en segundo lugar, la adhesión también daba cuenta, por default, de la ausencia de una gubernamentalidad socialista autónoma. En este sentido, la socialdemocracia entra al juego a tal punto que en 1969 su candidato Willy Brandt será elegido Canciller de Alemania Federal sosteniendo banderas de la economía social de mercado. Foucault es explícito en su hipótesis:

Por mi parte, diré que lo que falta en el socialismo no es tanto una teoría del Estado sino una razón gubernamental, la definición de medida razonable y calculable de la extensión de las modalidades y los objetivos de la acción gubernamental. El socialismo se da o propone, en todo caso, una racionalidad histórica. Los neoliberales de quienes les hablé, como Von Mises, Hayek, etc., negaron en esos años, en particular Von Mises, que hubiera racionalidad económica del socialismo. Digamos que el problema de la racionalidad económica del socialismo es una cuestión sobre la que se puede discutir. Sea como fuera, el socialismo se propone una racionalidad económica así como propone una racionalidad histórica (…) Pero creo que no hay gubernamentalidad socialista autónoma. No hay racionalidad gubernamental del socialismo. De hecho, el socialismo –y la historia lo ha demostrado- sólo puede llevarse a la práctica si se lo conecta con diversos tipos de gubernamentalidad (…) Pero, en todo caso, no creo que haya por el momento gubernamentalidad autónoma del socialismo. (Foucault, 2008: 117-118).

Podemos decir con Foucault que en el liberalismo hay una teoría del gobierno, algo ausente en el marxismo. El socialismo carece de la pregunta por la racionalidad de gobierno y en su lugar antepone el interrogante por la racionalidad histórica, por ello debe adoptar otros principios para gobernar, por ejemplo, los liberales. Esa carencia de gubernamentalidad autónoma socialista será un eje central que retomaremos en los capítulos posteriores. La pregunta que señala Foucault por la autenticidad o falsedad de un gobierno socialista emerge del conflicto producto de esta falta de gobierno específico.

Lo que Foucault define con precisión es que la gubernamentalidad neoliberal en el caso alemán no es tanto una ideología como un tipo de programación nueva, un arte de gobierno y una conducción que refunda el Estado luego del nazismo, por lo tanto, la izquierda se ve en la obligación de modificar sus posiciones para jugar este nuevo juego de verdad. La pregunta por una política de izquierda posible es lo que desnuda la interrogación de Foucault:

Si les parece, tomemos las cosas una vez más desde otro punto de vista y digamos lo siguiente: cuando se cruza la frontera que separa las dos Alemanias, la de Helmut Schmidt y la de [Erich Honecker], cuando se atraviesa esa frontera, la cuestión que todo buen intelectual occidental se plantea es, desde luego, la siguiente: ¿dónde está el verdadero socialismo? ¿En el lugar de dónde vengo o en el lugar a dónde voy? ¿A la derecha o la izquierda? ¿De este lado, del otro lado? ¿Dónde está el verdadero socialismo? Pero, ¿acaso tiene sentido preguntarse dónde está el verdadero socialismo? ¿No habría que decir, en el fondo, que el socialismo no es más verdadero aquí que allá, sencillamente porque no tiene que serlo? En fin, lo que quiero decir es esto: de una manera u otra, el socialismo está conectado con una gubernamentalidad. Aquí está conectado con tal gubernamentalidad, allá esta conectado con tal otra; aquí y allá da frutos muy disímiles y, al azar, claro, de una rama más o menos normal o aberrante, los mismos frutos venenosos. (Foucault, 2008: 118-119).

Lo que detecta Foucault es, en primer lugar, la diferencia de juegos de verdad en marcos políticos disímiles (uno liberal, otro marxista) y en segundo lugar, como dijimos, la ausencia de una racionalidad de gobierno autónoma por parte del socialismo. En este aspecto queda claro que para Foucault no hay simbiosis posible entre liberalismo y socialismo, por ende, la adhesión a la gubernamentalidad neoliberal implica la reinvención de una posición de izquierda a partir de estas nuevas reglas del juego. El grave déficit del socialismo lo conduce necesariamente a adoptar una gubernamentalidad liberal como en Alemania Federal o una gubernamentalidad de partido como en Alemania Democrática. Las características de una izquierda que suscribe la racionalidad de gobierno liberal en el siglo XX será lo que exploraremos con Foucault.

6- (Foucault, 2006b). Lecciones del 1 y el 8 de febrero y el 5 de abril de 1978.

Foucault y el liberalismo

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