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José Justo Gómez de la Cortina (conde de la Cortina) (México, 1799-1860) dedicó gran parte de su vida al estudio de la filología y la gramática, y en sus ratos de ocio escribió versos humorísticos y crítica literaria. Publicó el primer cuento legendario de que tenemos noticia, “La calle de don Juan Manuel”,1 de interés por ser de tema colonial mexicano y por haber tenido influencia sobre varios cuentistas posteriores, como Payno, Riva Palacio y González Obregón.

Lecturas: “La calle de don Juan Manuel”, en Valle, pp. 186-189.

Crítica: González Obregón, pp. 16-17. Pimentel, Novelistas, p. 296; Read, p. 72; José Guadalupe Romero y J. M. Pereda, “Biografía del Exmo. Sr. D. José María Justo Gómez de la Cortina, Conde de la Cortina”, Boletín de la Sociedad Mexicana de Geo. y Est., viii (1860), pp. 249-266.

José Bernardo Couto (1803-1862), abogado, político y literato, nació en Orizaba, Veracruz, estudió en el Colegio de San Ildefonso de la ciudad de México y recibió el título de abogado en 1827. Fue ministro de Justicia (1845) y presidente de la Junta Directiva de la Academia de Bellas Artes hasta 1860. Aunque es más conocido por su Historia de la pintura en México, también cultivó el cuento. Su excelente narración “La mulata de Córdoba y la historia de un peso” (verdaderamente dos relatos en uno) apareció en los primeros números de El Mosaico Mexicano. Se ha querido ver en esta narración el origen del famoso cuento de Gutiérrez Nájera, aunque en realidad nada tienen en común.

Lecturas: “La mulata de Córdoba y la historia de un peso”, en el Calendario Antiguo. Casa de Munguía (México, 1882), pp. 107-116; tamb. en Jiménez Rueda, Antología, pp. 199-212.

Justo Sierra O’Reilly (Tixcacaltuyú, Yuc., 1814-Mérida, 1861), hijo de padres distinguidos, hizo sus estudios en su estado natal, hasta llegar a obtener el grado de doctor en leyes. Su obra novelística aparece durante el corto periodo de 10 años: 1840-1850. De ella nos interesan las novelas El filibustero, Doña Felipa de Sanabria, Los bandos de Valladolid y El secreto del ajusticiado. Las tres primeras aparecieron en El Museo Yucateco (1841-1842) y la última en El Registro Yucateco (1845-1846). Sobre la veracidad histórica de El filibustero –cuyo protagonista es Diego el Mulato, pirata del siglo xviii– el autor mismo observó que “la leyenda es toda historia, casi hasta en sus más insignificantes circunstancias”. Lo mismo acontece con la novelita Doña Felipa de Sanabria, en la cual “todos los nombres que se citan, con muchas de las circunstancias que se han referido –dice el autor–, pertenecen a nuestra historia. Así este cuento tiene mucho de histórico y se ha escrito con la mira de desenvolver algunos hechos antiguos”. No menos verídico es el asunto de El secreto del ajusticiado, historia de los alcaldes –de Valladolid– Miguel Ayuso y Francisco Tovar, ahorcados en Mérida en 1704. El mismo asunto dio materia al poeta y dramaturgo español García Gutiérrez para dos de sus dramas. Además de las anteriores, se le atribuyen las novelas El duende de Valladolid, La tía Mariana, Los anteojos verdes, Don Pablo de Vergara, Don Juan de Escobar, Xtacumbilxunáan y El lazarino, esta última a base de interesantes episodios de piratas.

Sierra O’Reilly firmaba sus obras con los seudónimos “José Turrisa” y “J. Tomás y Ara”. Aunque no fue el primero en escribir novelas históricas, le corresponden puesto importante en el desarrollo del género, pues fue él quien por primera vez realizó un estudio concienzudo de la historia de su provincia para entretejerla en sus obras de ficción.

Lecturas: “El secreto del ajusticiado”.

Crítica: E. Abreu Gómez, “Sierra O’Reilly y la novela”, en Clásicos, románticos, modernos (México, 1934), pp. 93-129; José Esquivel Pren, Enc. Yuc., v (México, 1946), pp. 623-631; Read, pp. 98-108; Warner, pp. 16-19.

Breve historia del cuento mexicano

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