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Aceites vegetales

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Dentro de este grupo se incluyen los aceites fijos y los aceites volátiles. Ambos claramente diferenciados desde el punto de vista físico y químico, así como también por las propiedades que le otorgan a un producto cosmético. Los dos tipos de aceites pertenecen al gran grupo de los lípidos, definidos como sustancias que se extraen de tejidos animales y vegetales por medio de solventes volátiles.

Los aceites fijos son acilgliceroles en los que el alcohol es la glicerina y los ácidos grasos con quien se esterifica; se caracterizan por la presencia de instauraciones que normalmente, por su configuración espacial, les impiden solidificar a temperatura ambiente, y por esta razón son líquidos [1]. El estado de agregación y otras propiedades físicas tales como la densidad, la lipofilia (propiedad que otorga la capacidad de solubilizar sustancias químicas de escasa polaridad tales como vitaminas, pigmentos carotenoides y otros nutrientes) y la insolubilidad en agua deben ser tenidos en cuenta para la formulación de productos cosméticos y/o cosmecéuticos.

Desde el punto de vista químico, y sabiendo que se trata de ésteres, hay que tener en cuenta la susceptibilidad de estos compuestos a sufrir procesos de hidrólisis. La instauración de los ácidos grasos que los componen los convierte en compuestos oxidables y susceptibles a sufrir reacciones de adición, alterando las propiedades del producto que los contiene.

Una buena conservación de los aceites garantiza en buena medida la estabilidad de los mismos; los aceites deben ser guardados en recipientes herméticos y, en la medida de lo posible, sin cámara de aire (llenos), y en lugares con cambios mínimos de temperatura ambiente.

Algunos aceites fijos, por ejemplo, suelen ser elegidos por su contenido en vitaminas liposolubles, como la A y la E. Otros, por su capacidad de vehiculizarlas: esta capacidad les otorga valor agregado por sobre su poder lubricante o su capacidad para formar emulsiones u otras formas farmacéuticas útiles para vehiculizar sustancias para el cuidado de la salud o la estética de la piel.

Entre los aceites fijos de elección en la industria cosmética están el aceite de palta, de coco, de almendras y la manteca de cacao, que si bien su origen es vegetal se trata de un semi-sólido untuoso al tacto.

Generalmente son líquidos a temperatura ambiente. Una vez purificados desprenden un aroma muy sutil, casi imperceptible, y dejan mancha oleosa en las superficies con que toman contacto. Su composición química no les permite desprenderse por acción de la temperatura, y se caracterizan por su poder lubricante. Los parámetros analíticos de mayor relevancia para determinar la identidad y la calidad de un aceite fijo son:

• Índice de yodo: definido como la cantidad en gramos de monocloruro de yodo (expresado como yodo), absorbido por 100 gramos de muestra, en condiciones definidas.

• Índice de saponificación: cantidad en mg de hidróxido de potasio, requerido para neutralizar los ácidos grasos libres y saponificar los ésteres de 1 gramo de muestra.

• Índice de acidez: cantidad en mg de hidróxido de potasio, requerido para neutralizar los ácidos grasos libres de 1 gramo de muestra.

También son parámetros interesantes para determinar la identidad y pureza el índice de refracción, el color, el olor y el punto de congelación de los mismos.

La industria cosmética suele valerse de las propiedades de los aceites y los incluye en algunas formulaciones. En tal caso, se los calienta ligeramente para disminuir la viscosidad y favorecer la incorporación. El calentamiento a altas temperatura puede ocasionar la descomposición con desprendimiento de vapores cuyos constituyentes son tóxicos e irritantes, como la acroleína.

Las grasas y aceites contienen ciertos ácidos grasos insaturados, esenciales para la nutrición humana, cuya carencia suele desencadenar afecciones dérmicas características. Esta suele ser la razón que motiva su uso, no en cosmética, pero sí en la dieta diaria.

Los aceites fijos más utilizados en dermatocosmética son:

Aceite de hígado de bacalao [2]: es el aceite que se obtiene del hígado fresco del Ghadus morhua, el cual una vez extraído del hígado fresco del bacalao atraviesa un proceso de purificación que consiste, entre otras cosas, en filtrarlo, desodorizarlo y deshidratarlo (para mejorar sus propiedades organolépticas) y estandarizar el contenido vitamínico, dado que la propiedad de mayor relevancia de este aceite la otorgan las Vitaminas A y E, que contiene en su composición.

Aceite de almendras: es el aceite que se obtiene por expresión de las semillas del Prunnus amigdalus var, dulcis y amara. Este aceite es muy empleado en la industria cosmética.

Aceite de coco: es el producto del presado que se obtiene de la pulpa del Cocus nucifera, muy aplicado en la industria cosmética para la producción de jabones y cremas. Es considerado un muy buen humectante dado que, aplicado sobre la piel o la punta del cabello, en cantidades pequeñas, absorbe agua que contribuye a su hidratación.

Manteca de cacao: es la grasa vegetal obtenida de las semillas de Theobroma cacao, muy codiciada en cosmética por sus propiedades lubricantes, nutritivas y protectoras, aunque el costo de ésta ha llevado a sustituirla por productos de características similares aunque propiedades muy distintas. La manteca de cacao constituye una excepción dado que, a contraposición de su origen vegetal, a temperatura ambiente es sólida y no líquida como ocurre con los aceites de origen vegetal. El estado de agregación a temperatura ambiente favorece su uso en productos semisólidos de uso cosmético, tales como lápices o reconstituyentes labiales.

Cáñamo: es el aceite de cáñamo que se obtiene por primera presión en frío de las inflorescencias masculinas de la planta Cannabis sativa. Es el aceite más rico en ácidos grasos esenciales, y con un alto contenido en Vitamina E, incluso superior al del germen de trigo. Hay que destacar que este aceite carece de los principios psicoactivos presentes en la resina de las inflorescencias femeninas y que son usadas con fines ilícitos, tal es el caso del tetrahidrocanabinol y compuestos análogos.

Existen otros aceites usados como vehículos y excipientes en la industria cosmética, por la facilidad de disolución de algunos principios activos y por las propiedades lubricantes que le otorgan a algunos preparados.

Los aceites esenciales, por definición, son parte del metabolismo de un vegetal, compuestos por una mezcla compleja de terpenos, asociados generalmente a otros componentes, la mayoría volátiles y que generan en conjunto el olor de ese vegetal. Por lo tanto, es difícil incluirlos dentro de un grupo químico en particular, aunque en general estas mezclas incluyen un número considerable de compuestos de dos series con orígenes biosintéticos distintos: los terpenos (mono y sesquiterpenos) y los derivados del fenilpropano [3].

Los aceites esenciales en general son líquidos a temperatura ambiente, menos densos que el agua, volátiles, arrastrables por vapor de agua. En cosmética son de elección no solo por su valor aromático, que contribuye a la aceptación y hasta elección de un producto que los contenga. Un aroma agradable puede darle a un producto un valor agregado sobre otro tan bueno como el primero, pero carente de dicha propiedad organoléptica. Asimismo, el beneficio antes mencionado no invalida ni minimiza las propiedades farmacológicas que además tienen los aceites esenciales, y de las que también se vale el farmacéutico cuando los incluye en una formulación.

Dermatocosmética. Criterios de formulación

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