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CAPÍTULO DOS
EL CHICO DE LA VEREDA DE ENFRENTE

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1 Por causa de la guerra, entre 1940 y 1943 no pueden considerarse completos los registros de nacimientos. En el 43 se consignaron dos bebés con el nombre de Paul Wilkes en Manchester.

2 El alcoholismo de la posguerra fue un problema soslayado. Y no solo abarcó a los excombatientes.

3 Literalmente sentirse siempre equivocado.

4 Ese mismo suceso ha hecho que él se convierta al catolicismo y su hermana abandonara los hábitos.

5 Su abuela caía en trances de glosolalia.

6 La sensación de ver colores en estado puro. El deslizar de las gotas de lluvia que reflejan los carteles luminosos o los semáforos en las ventanas de un auto.

7 Más que cualquier otra cosa, Wilkes siempre reconoció el olor del cuero de una pelota de fútbol como el pasaje más directo que lo llevaba hacia la infancia.

8 Más frecuente era obligar a los pupilos a estar de pie sin dormir al lado de la cama, en especial cuando lloraban porque extrañaban a sus padres.

9 La costumbre de fotografiar muertos, fundamentalmente niños, se extendió en Inglaterra hasta principios del siglo XX. La foto de ese tío abuelo en un carrito de bebé rodeado de su familia persiguió a Wilkes toda su infancia.

10 “La maldición de saber que todas las noches tendremos pesadillas atroces aunque no las recordemos al otro día. Y la maldición de saber que soñaremos con el paraíso todas las noches y no recordar absolutamente nada a la mañana siguiente” (Diario, febrero de 1978).

11 Porque es imposible pensar cuando se está saltando. En el aire no hay sufrimiento.

12 Su padre le había confesado que la decisión de irse de ese pueblo, del que decía no recordar el nombre (supuestamente para que Wilkes no lo buscara nunca), había sido tomada por su madre. Paul tenía seis años y su hermano Roger, dos. Eran todos demasiado amables, demasiado felices allí, como si nunca hubiera habido una guerra. Dejaron el pueblo una madrugada al mes de haber llegado. Hasta que consiguió el traslado, su padre se quedó casi otro tanto. Nunca dijo nada pero, según su madre, había vuelto cambiado, más silencioso y reservado.

13 La certeza de haber encontrado en ese jardín un pozo que no tenía fondo.

14 En la entrada siguiente de su diario se detiene en la escena más horrorosa que recuerda de chico. En un documental de Disney un águila alza con su pico a un corderito que pastaba junto a su madre en la falda de una loma. La imagen del ave alejándose con la presa viva para comérsela fue recurrente en sus pesadillas.

15 “Gregory Peck, enredado en las cuerdas de los arpones, ha quedado sujeto al lomo de la ballena. Los marineros, como los chicos del otro lado de la pantalla, observan la escena con ojos sin pestañas. En verdad no se sabe si el capitán vive o no, si es su voluntad o el movimiento indolente de la ballena entre las olas lo que sacude su brazo derecho como en despedida. Moby Dick lo arrastra hacia lo que el blanco signifique” (Diario, octubre de 1987).

16 La esposa moriría en un crucero, en 1962; allí estuvo tres días antes de llegar al primer puerto, en la cámara frigorífica. El hecho se ocultó a todos.

17 Es verdad, no tenemos registro de haber visto a nuestra madre saltar.

18 En realidad se recuerdan una o dos, no más, visitas de los reyes magos en la infancia. Y eso basta para ocupar toda la infancia.

19 “Hay totalidades que cobran peaje al entendimiento. Ver la Tierra desde fuera es una de ellas”.

20 Wilkes siempre recordó cuando, ofuscado, un tal Ed tomó un puñado de arena y le dijo que ahí había más estrellas que en todo el universo.

21 La última foto del Titanic es terriblemente silenciosa, escribió, pese a alejarse a toda marcha –se percibe el humo de las chimeneas– y distinguirse gente en cubierta.

22 El iceberg solo a la deriva, desprendiéndose ante la mirada devota de los esquimales.

23 Durante cinco generaciones, desde 1869 hasta 1974, la familia Gibson se especializó en fotografiar naufragios. La más espectacular es la del hundimiento del Khyber en 1905 frente a las costas de Cornwall tomada por Alexander, el hijo del fundador de la dinastía.

24 En la película Pinocho, cuando los niños del País de los Juguetes quieren ir con sus madres mientras se metamorfosean en burros para ser vendidos en circos.

25 “Imaginaba el dolor como una entidad, una suerte de nube o gigantesca tormenta que da vueltas por la atmósfera y a la que los cuerpos atraen como un árbol al rayo. Nadie está al resguardo nunca. No duele el cuerpo cuando dormimos, por eso tiene que haber pesadillas” (Diario, diciembre de 1973).

26 No son más de diez los hombres que caminan en la luna como si flotaran y nada cuesta imaginarlos ataviados como cartujos o algo así de ensimismados. Nunca se han encontrado unos con otros en sus caminatas. Escuchan las plegarias y los llantos para luego esparcirlos entre las estrellas por la noche eterna.

27 Se jactaba de saberse de memoria diálogos enteros de muchas películas. En especial de ciencia ficción de la década del cincuenta.

28 Michel Collins, el tercer astronauta del Apolo XI, fue el primero de las seis únicas personas de la historia que ha visto el lado oscuro de la luna.

29 Pioneers Over C fue compuesta por Peter Hammill en 1970. Perdido en el infinito, el astronauta dice:

No hay miedo aquí.

¿Cómo puede existir algo parecido en un lugar

donde nunca se ha escuchado de la vida

y el conocimiento y el ser?

[…]

Soy el que se ha perdido, soy el que vos temés.

Soy el que fue al espacio o se quedó donde estaba

o no existió desde un principio.

30 “El silencio eterno de los espacios infinitos me espanta”.

31 Tolstoi quiso ser sepultado en Yasnaia Poliana donde él y sus hermanos habían enterrado una varita mágica con extrañas inscripciones que, de acuerdo a su imaginación, daban cuenta de una fórmula prodigiosa.

32 No le falta razón: desde cierto punto de vista, nada es simultáneo.

33 Ninguno de los astronautas que pisó la luna volvió muy sano. Alan Bean, la cuarta persona en hacerlo, se dedicó a pintar, hasta su muerte en 2018, escenas de astronautas sobre la superficie lunar; James Irwin, del Apolo XV, organizó expediciones al monte Ararat en busca del Arca de Noé.

34 “Decidí dejar de trabajar con la linterna en la oscuridad. Levanté el visor de mi casco y comencé a buscar constelaciones. Mirando hacia el espacio quedé impresionado con la oscuridad. Sentí mi piel apretada en mi espalda y mi pelo erizado en mi cuello. Me acordé de un pasaje de la Biblia que habla sobre el ‘horror de la gran oscuridad’”. William Pogue, el piloto del Skylab 4, 1973.

35 “Dios mío, ¡está lleno de estrellas!”. Dave Bowman, en 2001. Odisea del espacio.

36 Le dejaron un globo terráqueo en una vitrina y luego se confabularon todos para decirle que siempre había estado allí.

37 Le asombraba que el arroyo de su pueblo siguiera su cauce cuando ya era de noche.

38 En todos los patios hay un tesoro enterrado, escribió. Es imposible que no haya uno. Por eso si no se encuentra, hay que cavar para dejar uno para los próximos habitantes de la casa. Además “es una buena forma de entrar al sueño: saber que allí fuera en el jardín hay un tesoro aguardando”.

39 Cuando tenía nueve años, Leonard Cohen tomó una corbata de su padre, le hizo un tajo y guardó allí una nota que le había escrito. Fue al patio en medio de la nieve y la enterró en silencio. Con el tiempo olvidó lo que había escrito y en qué lugar la había enterrado. “Estuve cavando en el jardín durante años”.

40 “Tal vez sea lo único que hago, buscar esa nota”, dijo en su discurso de aceptación del premio Príncipe de Asturias.

41 La seriedad con que su amigo le había asegurado que no le tenía miedo a la oscuridad lo llenó de temor.

42 Como con la homogeneidad de la lluvia: veía más lógico que al mismo tiempo que caían gotas lloviera también chorros de agua o baldazos sin solución de continuidad.

43 De acuerdo con lo que creía su madre, hay una hora, unos pocos minutos en realidad, en mitad de la noche, donde los dos mundos se encuentran más cerca. Ese pequeño lapso es distinto para todos.

44 Su mujer había vuelto sorpresivamente de Edimburgo. Antes de abrir la puerta de la casa escuchó nítidamente el fraseo de un saxo. Entró creyendo que su marido estaba escuchando uno de sus discos de jazz, aunque la presencia tan clara del instrumento le llamaba la atención, como si hubiera comprado un equipo de música nuevo. La crisis no había pasado y no estaban para lujos. Cuando entró al living su mala cara se transfiguró. Era su marido quien tocaba maravillosamente. Nunca, en más de veintidós años juntos, le había dicho que sabía tocar, y además de ese modo. Nunca había tomado el saxo que dormía en un estuche perdido en el altillo.

45 Ni Buda ni Cristo conocieron el mar.

46 Sobre experiencias de absoluto durante el embarazo.

47 Su padre nunca quiso hablar de la guerra, aun cuando solo estuvo cumpliendo servicio en la retaguardia. Una sola vez dijo en la mesa y a título de nada: “Ustedes no saben lo que es un fusilamiento, no saben”, recuerda Wilkes.

48 Se iba a llamar Lester, como su abuelo, pero como al nacer los médicos no le aseguraban más de dos meses de vida, decidieron bautizarlo George.

49 “Cuando cumplí diez años nos despertaron muy temprano y nos dijeron que nos cambiáramos, que nos íbamos a Londres. Siempre habíamos soñado con ese viaje. Tanto para mí como para Roger Londres era solo una serie de fotos en blanco y negro. Estábamos en el cielo, enmudecidos. La noticia fue una abrupta sorpresa. Años después, me di cuenta de que nos habían robado lo mejor del viaje: la posibilidad de soñarlo, el deseo, lo previo, la planificación exagerada. Sencillamente no querían que nuestra ansiedad los perturbara. El olorcito de la garrapiñada haciéndose jamás es superado por la garrapiñada misma. Pero lo de Hyde Park, eso nunca se los pude perdonar” (Diario, mayo de 1974).

50 La madre recortaba avisos fúnebres de familiares y conocidos. Llegó a juntar más de treinta cuadernos.

51 Eton es el colegio más elitista del mundo. Fundado en 1440, solo dos escritores egresaron de allí (George Orwell y Ian Fleming) y ningún músico ni artista influyente. Igualmente no hay constancia de que sus padres hayan postulado a Wilkes para una de las becas que la institución ofrece anualmente.

52 Puede tratarse de una elegante excusa.

53 Entre 1945 y 1998 se detonaron dos mil cincuenta y tres bombas atómicas, a razón de una cada diez días. Cerca de mil cien fueron detonadas por Estados Unidos. Las explosiones en el desierto de Nevada eran visibles desde la ciudad de Las Vegas, que aprovechó la situación para promocionar el turismo en la década del cincuenta.

54 Fue la más grande explosión atómica de la historia. El hecho sucedió en la isla de Nueva Zembla en 1961. Debe su nombre a la gran campana del zar, la más grande del mundo (fabricada durante dos años desde 1735, tenía seis metros de altura, más de doscientas toneladas y nunca llegó a sonar).

55 Lee Merlin fue la más famosa de las Miss Atomic Bomb. Fue elegida en 1957; dos años después se perdió su rastro y nunca más se supo de ella.

56 La actriz Dorothy Gibson, al mes del hundimiento, protagoniza Saved from the Titanic donde se interpreta a sí misma (de hecho ella fue uno de los primeros pasajeros en tomar un bote salvavidas). Una vez estrenada la película abandonó el cine para siempre.

57 “Llegué a casa. Gracias por estos días maravillosos, amor”, escribió antes de matarse.

58 Ni Robinson ni Pryce dijeron saber nada al respecto.

59 Una de las bolitas con que jugaba su amigo era como de porcelana y tenía un círculo celeste apagado. A Wilkes le resultaba bellísima. “Es un ojo de vidrio de mi abuelo. Él me lo presta”, le dijo un día.

60 “Dios es un genio”.

61 La canción “Ironing Linens” revela la monstruosa normalidad de la familia de Jude, el hijo de una pareja amiga de sus padres, siempre impecable, peinado con raya marcada con regla, que pedía permiso para todo. Su madre planificaba hasta el orden del planchado, escuchó una vez decir. Jude murió ahogado a los doce años. Sus padres fueron a cenar a su casa un par de veces más. Ni alegres ni tristes. “Acaso en el cuerpo de ella se habían apropiado de modales más delicados, como si temiera romper algo”, escribió en su diario. “Es inútil planchar las sábanas”, dice el estribillo.

62 A la salida de misa pasaba por el puente que era el lugar donde cada tanto se suicidaba alguna persona. En la parte más alta dejaba enganchada una flor. Es por si se arrepintieron antes de llegar al río, decía ante la mirada reprobadora de muchos.

63 La mayoría de los grandes músicos del rock inglés ha concurrido a ellas. Principalmente fomentadas por la administración laborista, las escuelas de arte y diseño incentivaron a toda una generación, especialmente a los jóvenes de extracción obrera, a manifestar su descontento social a través del arte.

64 En otra parte anota: “Al mismo tiempo que se abre una puerta debe cerrarse otra. La labor de los porteros sociales es evitar esas grandes corrientes de aire que pueden llevarse todo puesto”.

65 Hasta que no cumplieron cuatro años, Hitler y Gandhi fueron la misma persona.

66 Para que nadie pudiera rezar por el descanso de su alma, el día que falleció Tolstoi las iglesias rusas no abrieron sus puertas.

67 En el entierro de Prokofiev solo hubo flores de papel. Murió el mismo día que Stalin y ya no quedaban flores disponibles en todo Rusia.

68 Día que sigue al aniversario del fallecimiento que suma uno más que los días vividos. Se cree que cuando la persona lleva más tiempo muerta que tiempo vivido ha abandonado definitivamente su contacto con este mundo, en consecuencia ya no se solicitan sus auxilios.

69 Después del entierro de Roger, su padre se puso a arreglar una silla. Su mujer encendió en silencio una vela antes de desmayarse.

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