Читать книгу Desde el escritorio - Álvaro Santa Cruz - Страница 9

5 Estaba listo, me había tomado mi medicina y quitado la ropa. Ella estaba sentada en la cama con cara de repulsión al ver mi viejo cuerpo desnudo. Yo vibraba de emoción y esperaba a que se sacase sus prendas. Costaba, pero después de un poco se lo quitaba todo. Así eran nuestras noches desde que nuestro hijo murió en aquel accidente. Vigilias en las que nos dábamos cuenta de que nuestra relación salía a flote solo por él y ahora que no está, lo que nos une es la repulsión que sentimos por el otro. Nos casamos jóvenes y tontos, confundimos el cariño con el amor y nunca pensamos en lo que significaba convivir con nuestros defectos, sin estar dispuestos a ceder ninguna de nuestras peculiaridades.

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Un día ella decidió partir. Yo, tan macabeo como siempre, la dejé. Me sentí libre por un instante, pero pasado este comencé a pensar en qué haría con mi libertad. Fue entonces cuando noté que mi vida no era nada sin ella. Mis días se basaban en mirar nuestras antiguas fotos y pensar en qué iba a ser de mí. Después de un par de meses me propuse ir a buscarla; sin embargo, ella era feliz con otro; me había olvidado.

Cuando me di cuenta de que no tenía más que hacer, decidí salir con sustancias distintas a las frecuentes. Siempre me dio vergüenza admitir mi adicción, mas, me ayudaban a olvidar, me hacían feliz y no exigían nada más que un pedazo de mi vida cada vez que las probaba. Fue así como pasé mis últimos días atontado del mundo real, sin más que una botella en mis manos, tratando de descubrir qué había hecho para llegar aquí y cómo es que fui tan imbécil para dejar que todo se fuera a la mierda.

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