Читать книгу Que te lo cuente mi perra - Mª Carmen Morillo Martín - Страница 9
3 CADA LOCO CON SU
TEMA, Y EL PETARDO
NO SE ENTERA
ОглавлениеBueno, como os iba contando, vivo en una casa muy grande y me llevo bastante bien con mis dueños, sobre todo con Versia. En realidad mi dueña es ella, porque ella es la que quería un perro, y sus padres se lo compraron por sacar buenas notas y esas cosas, o sea, ya sabéis, ¡que soy el resultado de un nueve en matemáticas! Podría vivir muy feliz, si no fuera porque tengo que compartir mi perruna vida con un felino. Sí, un gato flaco y esmirriado que me saca de mis casillas porque el pobre es algo bobalicón. Su dueña era la señora Ginia, la abuela materna de las niñas, bueno, de hecho sigue siendo su dueña, lo que pasa es que la pobrecita ya no puede cuidarle porque está muy mayor, pero ya os hablaré más tarde de ella. El caso es que aquí tengo a Chusta, que es un minino que no se entera de nada, entiende todo al revés y tergiversa las cosas de mala manera, es decir, que lo interpreta todo mal, para que me entendáis. Y si me quiero enterar de las cosas que pasan en la familia, muchas veces tengo que recurrir a él, porque él duerme dentro de casa. ¡El muy petardo!... A mí, en cambio, me tienen fuera. Hombre, la verdad es que Versia me cuida muy bien y me ha hecho una casetita personalizada muy mona, en la que pone «Xena», con letras a todo color. Está llena de cojines muy esponjosos y es muy acogedora. Pero en fin, ¿por qué el petardo duerme dentro y yo no? Creo que en realidad es porque un triste gato no sirve para nada, y en cambio yo guardo y cuido la casa como cualquier otro can; vamos, como cualquier otro perro, para que me entendáis... Aunque no tengo muy claro que sea por eso. Puede que también sea porque él siempre hace sus cacas en una especie de recipiente con arena, donde solo falta que le pongan una palmerita de plástico. En cambio, yo planto un pino donde me da la gana, y claro, a la señora Plinia al principio casi le daba un pampurrio cada vez que veía mi plasta en los sitios más insospechados. Así que un buen día espetó:
—¡Esto se acabó! ¡Afuera con la chucha, y no quiero ver en el jardín ninguna caca! ¡Versia, encárgate de recogerlas y tirarlas a la basura!
Y Versia, que como os he dicho es una niña muy buena y obediente, siempre recoge mis cacas con toda su paciencia. La verdad es que yo siempre procuro hacerla en el mismo sitio para que no tenga que recorrerse todo el jardín en busca de la caca perdida, ¿o era En busca del arca perdida? Ah, sí una película de aventuras muy famosa. Aunque a veces protesta, porque, claro, no es nada agradable llevar a cabo esa tarea cuando acabas de comer, o cuando se ríen de ella Lita y Lota si la ven con un palito en la mano dando vueltas por el jardín.
«¿Qué, Versia, haciendo el pincho de caca?», suele decir siempre Lota mofándose de Versia.
«¿O lo deberíamos llamar brocheta?», se pitorrea Lita inmediatamente después.
Debo decir que, aunque vivo fuera de casa, a veces me dejan entrar durante el día. Eso sí, solo puedo estar en la cocina mientras que el petardo se recorre la casa de arriba abajo. Pero me conformo con esos ratitos que me dejan entrar aunque solo sea en la cocina, porque así tengo ocasión de enterarme de las cosas que pasan de primera mano y sin tener que depender de él.
También es verdad que no le envidio mucho porque toda la familia me hace más caso a mí que a él. Y es que nadie le presta mucha atención, solo la señora Plinia, y tampoco tiene mucho tiempo. Por las mañanas trabaja en una oficina, y durante las tardes aprovecha las horas de colegio de las niñas para hacer sus actividades como ir a manualidades, ponerse a tono en el gimnasio haciendo ejercicios de musculación, ir a la biblioteca a leer, o asistir a sus clases de francés. El caso es que el muy petardo se pasa la mayor parte del día tirado en su cesta como un escupitajo. Así que Chusta, entre que sale poco de casa y lo cobardica que es, tiene la cara tan descolorida que parece que acaba de salir del hospital. Es tan poca cosa el pobre petardo que más que envidia me da lástima. Yo, en cambio, tengo un color sano y saludable porque paso mucho tiempo fuera, y además estoy fuerte y musculosa porque correteo por todas partes y hago mucho ejercicio.