Читать книгу De mujeres y partos - Mª José Alemany Anchel - Страница 7

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INTRODUCCIÓN

No deja de tener sentido la idea de que las condiciones materiales determinan la existencia de las personas. Permítasenos tomar la idea como entradilla a nuestra forma de justificar el trabajo que presentamos. Una matrona con décadas de ejercicio profesional en la asistencia hospitalaria; una matrona que hace años que forma a enfermeras y a matronas y que, además, tiene una licenciatura en historia parece ser –concédasenos el beneficio de la duda–una persona con el perfil adecuado para abordar el estudio de los cambios producidos en la atención al parto en la España de las últimas décadas.

Como matrona dedicada a la actividad asistencial en un paritorio de la sanidad pública durante más de veinte años, el hecho de estar día a día acompañando a las mujeres en su proceso de parto me ha hecho reflexionar sobre el papel de éstas en un momento clave como es el de dar a luz a un hijo. En la actualidad, son los obstetras, amparados en un sistema sanitario altamente tecnificado y medicalizado, los que toman las decisiones y le indican a la mujer cómo debe parir. Las matronas, situadas en un lugar inferior en la jerarquía hospitalaria, acompañan y ofrecen sus cuidados a las gestantes, pero sin contravenir el orden establecido. Las figuras centrales de este acto, las mujeres de parto, desconfían de su propia capacidad de tener un parto normal y se someten a los protocolos médicos. La pregunta es inevitable ¿qué ha pasado en estos últimos cuarenta años para que las mujeres hayan olvidado la capacidad de su cuerpo para tener un parto espontáneo?

Bien es cierto que desde dentro del sistema sanitario no existe total homogeneidad y ya hace décadas que diversos grupos de matronas y de obstetras han mantenido una asistencia al parto basada en el respeto a la individualidad de cada mujer y a sus elecciones, dejando que la fisiología haga su trabajo sin intervenir con fármacos o con tecnología. Se mantiene una actitud de acompañamiento que comprueba que el proceso evoluciona dentro de la normalidad para solo actuar cuando aparecen complicaciones. Ese y no otro sería el momento de utilizar los avances científicos para ayudar a las gestantes con el objetivo compartido de obtener un nacimiento saludable tanto para la madre como para su hija o hijo.

A pesar del loable trabajo realizado por estos grupos de profesionales, consideramos que se hace necesaria una revisión de los procedimientos actuales para adecuarlos a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y a las demandas –tanto de profesionales como de mujeres–, que abogan por superar el paradigma biomédico que considera el parto como un proceso potencialmente peligroso.

Aunque la incursión de los médicos varones en la asistencia al parto puede rastrearse en nuestro país desde el siglo XVIII, la generalización de su presencia y su autoridad como algo indiscutible se produjo en la segunda mitad del siglo pasado aparejada a un cambio de escenario: de la casa al hospital. Los cambios en la situación económica, la incursión de los tecnócratas en los ministerios franquistas y la legislación sanitaria fueron el motor de este cambio.

Con esta investigación nos propusimos profundizar en el análisis de dichos cambios y para ello trabajamos, además de las fuentes secundarias que nos han ayudado a conocer el estado de la cuestión, con fuentes primarias que nos han permitido contrastar lo que está escrito con la valoración que de ello hacen las matronas que pasaron de atender los partos en los domicilios a formar parte de la plantilla de los hospitales.

La realización de cincuenta y dos entrevistas en profundidad a matronas nos ha permitido utilizar los testimonios recogidos como una fuente primaria –sometida a la crítica como cualquier otro documento histórico–, pero teniendo en cuenta la existencia de otras voces que no han sido contempladas en los libros científicos sobre obstetricia ni en los documentos oficiales.

Entre los años cincuenta y finales de los años noventa del siglo pasado, España experimentó un carrusel de transformaciones sociales, económicas y culturales que vistas desde nuestro presente se nos antojan casi revolucionarias. Los cambios que se producen en la situación de la mujer favorecen la evolución desde una ancestral sociedad patriarcal hasta su incorporación, de manera paulatina eso sí, como un importante agente económico y social. Dichos cambios han sido analizados desde una perspectiva que ha primado la relación entre mujeres (matronas y parturientas), así como la centralidad de las mujeres que ejercían una profesión remunerada (las propias matronas). Doce de las entrevistadas fueron testigos de unas modificaciones sustanciales en las que además participaron como mujeres y como profesionales. Estas matronas son, en principio, profesionales que trabajaron, incluso después de casadas, en una sociedad en la que la mujer estaba lejos de ocupar un lugar algo más que testimonial en el mercado laboral. Además, esas matronas son mujeres que ejercieron su profesión –con mujeres y para las mujeres– en una sociedad regida por hombres. Otra informante más de las que asistieron partos en el domicilio era partera, es decir, una mujer sin formación reglada que también nos aportó su experiencia. Además, existen dos tipos de hombre con los que las matronas se relacionaron de forma ineludible: los maridos de las gestantes que iban a parir y los médicos.

Si, como hemos dicho, una docena de las matronas que han sido informantes en nuestra investigación han trabajado en la atención de partos en el domicilio, cuarenta han ejercido su profesión en el espacio hospitalario. De éstas, trece también lo hicieron en Atención Primaria una vez promulgada la Ley General de Sanidad (1986). De nuestra muestra de matronas, treinta y siete han ejercido su profesión en Valencia y quince han trabajado en otras ciudades del país. A este respecto tenemos que hacer una aclaración sobre la elección del grupo de informantes. El objeto central de esta parte del estudio eran las matronas que tuvieron vínculo laboral con el Hospital Maternal de La Fe. Aun así tuvimos oportunidad de entrevistar a profesionales de otros hospitales y de otras ciudades, lo que nos permitió contrastar la forma de atender los partos durante la segunda mitad del siglo pasado en distintos lugares del territorio español.

Con respecto a la profesión de matrona, en 1986 se suspendió su formación porque el Plan de Estudios tenía que adaptarse a las directrices de la Comunidad Europea. Tras seis años de interrupción en la formación de nuevas matronas, en 1992 se promulgó una Orden Ministerial que estableció los requisitos mínimos para la puesta en marcha de la especialidad de Enfermería Obstétrico-Ginecológica/Matrona, ahora adaptada a las directrices comunitarias. Desde entonces quien firma estas páginas es profesora de la Unidad Docente de Matronas en la Escuela Valenciana de Estudios para la Salud (EVES) y he impartido dos asignaturas, Asistencia al parto e Historia de la profesión de matrona.

La segunda asignatura citada, la que en definitiva justifica mi interés por el tema elegido, es la historia de la profesión de matrona. Desde aquella primera promoción me permití apostillar al enunciado una coletilla que anunciara a las residentes cuál era mi posición como historiadora ante el tema de estudio: Historia de la profesión de matrona desde una perspectiva de género.

Desde nuestro punto de vista era imprescindible analizar la profesión en cada una de las etapas en las que tradicionalmente se ha dividido la historia para desentrañar las razones por las cuales, las parteras1 en un principio y las matronas en los dos últimos siglos, habían pasado de ser las responsables de la asistencia al parto y las que tenían autoridad y reconocimiento, a tener una posición subalterna (Spivak, 1985, pp. 330-363), que implicaba sometimiento a las órdenes médicas dentro de la jerarquía hospitalaria.

Este texto que presentamos tiene diversas singularidades. La primera atiende la articulación de los cambios sociales y culturales de la España del período con las modificaciones sustantivas que se producen tanto en el marco legal del ordenamiento sanitario, en el proceso de tránsito de la atención al parto como acto íntimo y doméstico a un acto médico altamente tecnificado y, por ende, de menor cercanía humana entre la mujer y las profesionales que le ayudan en su parto. La segunda singularidad se hace patente en el tratamiento que damos a la documentación primaria resultante de nuestra labor con informantes orales.

Hemos intentado responder a lo largo de nuestro trabajo a una serie de interrogantes. ¿Qué pasó con esas mujeres, con las matronas y con las parturientas, en el proceso de atención al parto durante esos años vitales de nuestra historia reciente? ¿Cómo influyeron los cambios sociales en esas mujeres y en sus relaciones personales y familiares? ¿Qué significó, realmente, el tránsito del parto domiciliario al parto hospitalario?

Estas preguntas determinan la orientación metodológica que hemos dado a nuestra investigación con las informantes. Est es, hemos realizado encuestas cerradas y entrevistas semi-estructuradas en profundidad a las matronas que han conformado nuestra muestra, centrándonos en el ejercicio profesional de cada una de las informantes, pero también en las vivencias de la mujer que es matrona. Hemos recabado información sobre aspectos relacionados con su formación académica, su desarrollo profesional, su jornada laboral, su actividad asistencial en el domicilio de las parturientas o en los paritorios de los hospitales, así como sobre su compleja relación con el obstetra, con el médico varón, tanto en el acto médico domiciliario como en el hospitalario. En el segundo aspecto, centramos nuestra atención sobre la matrona-mujer y su vida personal así como la matrona-mujer que ayuda a otras mujeres.

La adopción de una línea de investigación es siempre un ejercicio de riesgo. Y esto es así, en nuestra opinión, por diversas razones: de entrada porque entendemos que debe tener interés académico pero también debe ser socialmente útil y, al mismo tiempo, debe ser apasionante para la persona que va a trabajar en él ya que van a ser muchas las horas de trabajo que se le habrá de dedicar; en segundo lugar, porque debe tratarse de un tema respecto al cual tengamos una ventaja comparativa clara. Como ya se ha dicho anteriormente, mi condición de matrona, de profesora de futuras enfermeras y de futuras matronas y, además, de licenciada en Historia me ha permitido vivir de cerca tanto los avances en el ejercicio de la profesión de matrona, como los avances historiográficos que sobre la temática se han producido en los últimos años.

Ya cuando recibía mis clases en la Facultad de Medicina de Valencia durante mi formación académica como matrona, comencé a vislumbrar algunos interrogantes sobre la ausencia de las mujeres en los discursos científicos recibidos. Me resultaba sorprendente y poco comprensible que estuviera formándome en una disciplina donde el saber emanaba de textos escritos por médicos ilustres, donde los descubrimientos habían surgido de investigadores varones y los avances científicos se habían producido con el paso del tiempo gracias a la iniciativa de prestigiosos obstetras. ¿Cómo era posible que desde el origen de la vida humana en el planeta ninguna matrona hubiera destacado por su notable experiencia, por su atención y cuidados durante el trabajo de parto, o por su descubrimiento de que determinadas posturas eran más favorecedoras para el descenso del feto a través del canal del parto?

Ahora sabemos que en la disputa de poder que comenzó varios siglos antes entre cirujanos –varones– y matronas –mujeres–, estas últimas siempre mantuvieron una posición subordinada respecto a los primeros. En la memoria colectiva de la sociedad contemporánea la ciencia, la sabiduría, el prestigio y la autoridad están asociados a la medicina, y tanto la enfermería como el denominado arte de partear son considerados de segunda categoría, dependientes y subalternos.

Más allá de los excelentes resultados recogidos por la historiografía general realizada desde una perspectiva de género, respecto a lo que podríamos llamar la historia de las matronas, seguimos sin contar –a nuestro juicio– con un texto de referencia en el que se expliquen los cambios en el llamado “arte de partear” acaecidos en la España de las últimas décadas del siglo pasado. Existe, es verdad, alguna monografía, pero siempre dedicada a un período más largo, lo que, lógicamente, afecta a la profundidad del análisis. Existen, también, títulos de interés dedicados a la historia de la medicina o de la enfermería en los que con mayor o menor énfasis se aborda el conocimiento de la profesión de matrona. Sin embargo, como decíamos, no contamos con un trabajo de calidad que nos permita conocer esa evolución que se produce en las décadas finales del siglo pasado: aquellas en las que, de la mano del desarrollo y la modernización que vive España, la vivencia del parto se traslada desde el domicilio de la parturienta hasta el hospital de la Seguridad Social.

Este texto es el resultado de nuestra apuesta por avanzar en el conocimiento de lo que significó la implantación de las grandes unidades hospitalarias de los años setenta respecto a la atención al parto de las mujeres valencianas. Ha sido ese objetivo el que nos ha hecho centrar el interés en un colectivo sanitario clave como son las matronas.

Desde los tiempos que la memoria recuerda han sido mujeres las que han ayudado a las otras mujeres a parir. Más allá del papel que los médicos –varones– comenzaran a jugar en la sociedad burguesa, en nuestro país el parto fue un acto sanitario a domicilio que se producía básicamente con la ayuda de una matrona titulada. Al menos así fue durante los años que abarca nuestro estudio. En el ámbito de la salud, el llamado desarrollismo franquista se plasmó en la construcción de las llamadas Ciudades Sanitarias. Este cambio, si por un lado mejoró sustancialmente la asistencia médica de la población en general, no dejó de tener efectos secundarios negativos en la medida que deshumanizó y tecnificó en exceso la asistencia a los pacientes. Un terreno en el que esto se hizo especialmente evidente fue en el de la atención al parto de las mujeres.

El texto que presentamos arranca en su orientación metodológica de lo que llamamos una perspectiva de género. No podría ser de otra forma. Aquí vamos a encontrar mujeres en los diversos planos en los cuales, a efectos analíticos, hemos diseccionado la sociedad que transitó desde la larga noche de la dictadura hasta los primeros pasos y el afianzamiento posterior de la sociedad democrática. La perspectiva de género, pues, nos ha conducido desde las hipótesis de partida hasta la elaboración de un estado de la cuestión. Entre las fuentes primarias utilizadas cabe destacar –además de las de procedencia jurídica, imprescindibles para el conocimiento de la evolución del marco legal cambiante–, las fuentes orales. Hemos realizado un acercamiento a la realidad de las mujeres-matronas, a partir de sus vivencias, sus experiencias y su subjetividad analizando sus discursos y buscando la existencia de contradicciones internas, solapamientos o tensiones con otros discursos existentes.

Este no es, sin embargo, un trabajo de historia oral, sino un texto en cuya elaboración hemos contado con fuentes orales, y la distinción no es banal, como se podrá comprobar más adelante. Trabajamos, como hemos dicho, con unas informantes que son matronas jubiladas en la actualidad y que desarrollaron su actividad profesional durante la segunda mitad del siglo pasado y con matronas, unas jubiladas y otras en activo, que tuvieron relevancia en la conformación de la atención al parto en el hospital durante el tiempo que abarca nuestro trabajo, bien por su participación en la gestión –donde pudieron plantear cambios en la organización y la forma de trabajo de las matronas–, bien porque ejercieron su profesión en el ámbito asistencial, o bien porque se implicaron en la docencia de las personas que más adelante se convertirían en sus relevos. Los testimonios de la muestra elegida de informantes han tenido para nosotros el carácter de documentos primarios. Nuestras hipótesis de trabajo han sido fundamentalmente tres: la primera, que durante estas décadas asistimos a una pérdida de autoridad de las matronas en el proceso de ayuda y colaboración con las mujeres de parto. Y ello, en beneficio de los médicos varones y del desarrollo de la tecnificación hospitalaria, a nuestro parecer utilizada abusivamente. La segunda, que los protocolos asistenciales de los paritorios también diluyen el peso efectivo de las mujeres en las decisiones de su propio parto en beneficio de una comodidad médica, mejor o peor emboscada en la seguridad asistencial.

La tercera hipótesis atendía a la tipología de la respuesta de las matronas ante el nuevo escenario. Nos preguntábamos si se habría dado una cierta resistencia por parte del colectivo ante esta pérdida de autoridad y autonomía. Una resistencia a su pérdida de centralidad como profesionales de la asistencia al parto y a la disolución de la voluntad de la mujer parturienta en beneficio de su consideración como enferma hospitalaria. En este sentido, podemos avanzar, como después veremos, que hemos encontrado una cierta resistencia de las matronas, pero en cualquier caso esa respuesta se produjo mediante estrategias de no confrontación.

Dicho lo anterior, podemos concluir esta breve introducción señalando que nuestra intención ha sido la de analizar los cambios que se produjeron en la asistencia al parto en la segunda mitad del siglo XX como consecuencia de las transformaciones políticas y sociales del período. Si éste era el objetivo general, otros eran los específicos. Entre ellos debemos señalar los más significados: uno, analizar las reacciones de los obstetras del Hospital Maternal La Fe ante la implantación del nuevo Plan de Estudios de la especialidad de matrona en las tres primeras promociones; dos, averiguar las consecuencias resultantes para las matronas en el tránsito de pasar de atender los partos en los domicilios a realizarlos en una institución sanitaria; tres, explorar los cambios producidos en la gestión del Hospital Maternal La Fe de Valencia desde 1971 hasta 2000; cuatro, reflexionar sobre las modificaciones que supuso la presencia de las matronas en los equipos de Atención Primaria; cinco, demostrar que la pérdida de poder que experimentaron las matronas tras su incorporación al hospital, sin embargo, mantuvo el reconocimiento de su saber por parte de las mujeres atendidas; seis y último, averiguar las estrategias utilizadas por las matronas para mantener su dignidad profesional y la de las mujeres que atendieron.

Quien lea estas páginas va a encontrar que el fruto de nuestra investigación se estructura en tres capítulos, a los cuales añadimos uno final de conclusiones.

En el primero de los capítulos, el que titulamos De teoría y metodología, hablamos de la categoría género y de sus implicaciones y repercusiones en la historia de la ciencia. Exponemos las distintas aportaciones desde la teoría feminista al campo de la salud de las mujeres y argumentamos la pertinencia de la utilización de fuentes orales para la investigación histórica.

En el segundo capítulo, entramos de lleno en los descriptores fundamentales de este texto: matronas, mujeres, partos, memoria, testigos, historia. Lo hemos titulado Mujeres, matronas y partos. De casa al hospital. Hemos abordado en él los antecedentes más próximos de lo que constituye nuestro interés investigador fundamental. Dotamos de raíces a nuestra propuesta académica para centrarnos como historiadoras en 1959. Una fecha, como sabemos, emblemática: el Plan de Estabilización franquista marca el inicio del llamado desarrollismo que es, como hemos avanzado páginas atrás, la puerta de acceso a nuestra investigación. Los cambios sociales, políticos, económicos y culturales que se inauguraron en la década de los sesenta del siglo XX, todavía en plena dictadura franquista, tuvieron su continuidad con la rotura del corsé que el régimen victorioso en la guerra civil parecía querer perpetuar. El franquismo ya no podía sintonizar con una España que experimentaba unos acelerados cambios sociológicos. Los sectores más dinámicos de la empresa y las finanzas, cobijados de mayor o menor grado a la sombra del régimen de El Pardo, entendían que el futuro de España era Europa, y que en ella no cabía un sistema anacrónico y antidemocrático. La oposición antifranquista, por su parte, mantenía un pulso cada vez más atrevido con el régimen. Todo ello abocaría al país hacia la reforma democrática, que no a la ruptura, en la que la correlación de fuerzas determinó el resultado final.

En el tercer capítulo, con el título Mujeres, matronas y partos. Evolución y cambios en el parto hospitalario. Los últimos treinta años del siglo XX, ahondamos en la forma de asistir el parto en un gran centro hospitalario: el Hospital Maternal La Fe de Valencia. Pero lo haremos a partir del testimonio de las matronas, tanto las que tuvieron la responsabilidad de la gestión como de las que promovieron cambios, con una visión transformadora de la realidad existente y teniendo que mantener una resistencia activa ante posiciones más inmovilistas. Este capítulo abarca desde los últimos años del franquismo –que contemplan hechos tan relevantes como el asesinato de Carrero Blanco en 1973 a manos de ETA, en los cuales se producen reuniones entre personas relevantes de la política y de la economía que gestarían la denominada Transición a la Democracia, la promulgación de la Constitución de 1978 que constituiría el texto legal que orientaría, no sin sobresaltos ni sin fuertes fricciones, la conformación de la democracia española–, hasta 1996, cuando finaliza el último gobierno de Felipe González (PSOE) y llega José María Aznar (PP) a la presidencia del gobierno.

El segundo y el tercer capítulos los hemos desarrollado en tres planos que, solo a efectos de análisis diferenciamos: el de la historia general, el de la historia de las mujeres y el de la historia de la sanidad. Hemos subordinado nuestro análisis de los tres niveles a las necesidades de la investigación sobre las matronas y el cambio social. En ambos capítulos hemos recopilado la información suministrada por nuestras informantes como documentos primarios. Son esos documentos a los que hemos interrogado, como sugería el maestro Bloch (2001); son ellos con los que hemos entrado en diálogo desde las fuentes bibliográficas.

En cuanto al límite final, tal y como establece el título de esta investigación, el marco cronológico es el de la segunda mitad del siglo XX, aunque ello debe ser entendido sin rigideces. Arrancamos en los años cincuenta, y nos movemos en torno a las profundas modificaciones que comienzan a producirse en la España del franquismo desde 1953 y, con más contundencia, desde 1959. La baliza temporal final es, igualmente, bastante flexible. Por una parte, el punto final de nuestra investigación puede datarse en los años 1995/1996. En estos momentos se produjeron dos situaciones de enorme trascendencia para el tema investigado. En el sentido de cambio social fue el año de la victoria del Partido Popular en las Elecciones Generales, con lo cual las directrices políticas se inclinaron hacia una tendencia conservadora que en el tema sanitario empezó a tender las bases de la privatización del sistema público de la asistencia sanitaria a la que estamos asistiendo en la actualidad. En el plano académico, 1996 fue el año en que obtuvo su titulación la primera promoción de matronas del nuevo sistema de formación homologado por la Unión Europea.

No obstante, determinados procesos han seguido siendo motivo de nuestro interés, incluso hasta entrado ya el siglo XXI. Ha sido, creemos, tan necesario como enriquecedor el no detenernos en los cambios que estaban en marcha con la llegada al poder, autonómico y central, del Partido Popular. Las grandes decisiones que se fueron tomando tanto por parte de los gobiernos de José María Aznar, como por parte de los responsables del Consell de la Generalitat Valenciana comenzaron a surtir efecto de manera no automática ni simultánea con la toma de las riendas por ambos ejecutivos, hecho éste que avala nuestra decisión de no finalizar nuestra investigación de forma abrupta.

Finalmente, en el capítulo de conclusiones, vamos a retomar nuestras hipótesis de trabajo, para enunciarlas como tesis, matizarlas o descartarlas.

1 En este texto al hablar de parteras nos referimos a mujeres que a lo largo de la historia han asistido los partos sin tener una formación académica. Utilizaremos indistintamente los nombres de matrona o comadrona para referirnos a las mujeres que se han dedicado profesionalmente a asistir los partos tras haber recibido formación y después de obtener un título por parte del tribunal competente tras haber superado un examen.

De mujeres y partos

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