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Introducción

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El 6 de agosto del 2012 la sonda Curiosity tocó suelo marciano. Su misión principal era encontrar vida en el planeta rojo. Pero ¿qué significa exactamente esto? Sin duda la gran incógnita a resolver es si en algún momento hubo vida en Marte o si hoy en día la hay. Desde luego, no se buscan pequeños seres verdes, sino quizás organismos unicelulares, vida primitiva que nos demuestre de una vez por todas que no estamos solos en el vasto universo.

Hay, sin embargo, una seria dificultad en esta búsqueda, pues nos concentramos en identificar organismos basados en el carbono, como son todos los seres vivos en la Tierra. Pero, ¿sería posible que la vida se expresara también en organismos basados, por ejemplo, en el silicio o en otro elemento? Nuestro conocimiento de la vida es muy limitado y no tenemos referencia de ninguna otra forma de vida más que la de nuestro mundo, por lo que no nos queda más remedio que iniciar la búsqueda de la vida en otros planetas desde ese enfoque.

Es curioso que ni siquiera sepamos con exactitud qué es la vida, lo cual ha sido motivo incluso de debates filosóficos. Ciertamente tenemos certeza de lo que es un ser viviente y lo que no lo es, pero como en el caso de la inteligencia, en el cual si bien sabemos o intuimos que algo es inteligente, no resulta fácil definirlo, ocurre algo similar en el tema de la vida. Por ejemplo, una piedra es sin duda algo sin vida; una hormiga en cambio sí es un ser viviente. Tal vez podríamos decir que lo que se mueve tiene vida, pero no necesariamente es así: una piedra puede girar por alguna razón y aún sigue siendo algo inerte. Tendríamos por lo tanto que utilizar otros parámetros. La vida entonces podría definirse como algo que se mueve de manera autónoma, pero nuevamente incurrimos en una afirmación errónea porque existen juguetes que simulan mascotas o perros que se mueven autónomamente e incluso interactúan con el entorno, pero no están vivos.

Entonces ¿qué define a la vida? ¿Acaso debemos considerar aquello que respira? ¿O quizás lo que se reproduce? En cualquier caso hallaremos dificultades para definir el concepto de lo viviente. No obstante, el estudio de la vida es algo fascinante y fundamental. Es importante porque las cosas más interesantes en el mundo son las que involucran a los seres vivos, que nacen, se desarrollan, se alimentan, se juntan con otros de su propia especie, se reproducen, compiten con otros, evolucionan.

Podemos estudiar la vida desde varios enfoques; por ejemplo, a partir de sus reacciones químicas y físicas. Otra opción es a través de robots que actúen como si estuviesen vivos para analizar su comportamiento. Una posibilidad más es la de crear programas, software, que incluyan los elementos lógicos que hallamos en la vida y así estudiar lo que pasa en estos mundos de vida virtual.

Esto último es precisamente lo que haremos aquí: estudiaremos la vida artificial utilizando sistemas creados por el propio ser humano y que se comportan, al menos en principio, como si estuviesen vivos. El propósito es entender mejor cómo funciona esto que parece eludirnos y que denominamos vida.

Una ventaja de este enfoque es su economía en comparación con las otras dos opciones. Lo único que necesitamos es una computadora relativamente moderna, con la cual haremos todo género de experimentos en vida artificial. Crearemos autómatas celulares en una y dos dimensiones. Simularemos hormigas y observaremos su comportamiento en el monitor de la computadora. Haremos algo parecido a lo que hacen los biólogos cuando estudian organismos vivos. La ventaja que tenemos es la manipulación conceptual de estos seres vivos virtuales, a veces imposible en el mundo real. Igualmente, abordaremos temas como el de la evolución, tratado como si fuese un videojuego y de ello sacaremos valiosas conclusiones.

Es cierto que hay otros enfoques para estudiar la vida artificial: por ejemplo el de la llamada vida artificial “dura”, que involucra la creación de hardware, robots, y el de la vida artificial “húmeda”, que intenta crearla a partir de la química, dentro del laboratorio, donde se trata de crear “pseudocélulas” con propiedades similares a las células vivas, pero construidas con otro tipo de componentes. Aquí, sin embargo, trataremos el tema desde el punto de vista “suave”, es decir, desde el software.

La vida artificial es más que un juego de computadora. Es poner a prueba los elementos que forman la vida misma de forma binaria, a través de la tecnología de la computadora digital. El camino es fascinante y las conclusiones asombrosas. Entremos pues en materia.

Manuel López Michelone

Noviembre de 2019

Jugando a ser Dios

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