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PRÓLOGO

Hace tres años, al hacerme cargo de la puesta en marcha del centro de recuperación funcional de Ovida –y sobre la base de mi experiencia de más de una década como practicante del método Pilates en el estudio de Manuel Pedregal–, comenzamos a dar forma a la idea de aplicar esta disciplina como ayuda terapéutica en nuestro centro de rehabilitación.

Tras formar a todo el equipo de fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, y adquirir el material técnico preciso, empezamos a utilizar la técnica Pilates, combinada con otras propias de la fisioterapia y la terapia ocupacional.

Hay que indicar que los reformers se adaptaron a nuestro tipo de usuarios (es decir, personas mayores): en concreto, se hicieron más altos para facilitar el acceso de nuestros residentes de más edad. Igualmente ­–y en todo momento– también se adaptó la forma de trabajo.

En aquel momento –y creo que hasta ahora todavía es así– nadie se había planteado esta modalidad de ejercicio con el perfil de residentes que tenemos en Ovida. Nuestra apuesta incluía invertir en la formación de un equipo de cinco personas, así como en la adquisición de todo el material preciso para dar servicio en una sala acondicionada para ello de unos 180 metros. La magnitud de la inversión refleja nuestra convicción en la apuesta.

He de subrayar que nuestros usuarios tienen un perfil muy variado, ya que contamos con personas mayores institucionalizadas con deterioro cognitivo o sin él y una capacidad funcional en ocasiones muy limitada que, en general, podemos definir como «frágiles»; y, también, con usuarios convalecientes que acuden de forma temporal durante varias semanas para hacer rehabilitación, tratándose en este caso de mayores «robustos».

Otro perfil de residentes de Ovida es el de personas jóvenes con discapacidad física o intelectual, así como usuarios de perfil psiquiátrico.

En conjunto, hemos tratado problemas traumatológicos, reumatológicos, neurológicos (Parkinson, ELA, lesión medular, demencia, ACV…). En todo momento, en cada uno de los casos, se contó con supervisión médica.

Durante meses, en colaboración y bajo la tutela de Manuel Pedregal, trabajamos con esta miscelánea de pacientes. Poner todo esto en marcha no fue sencillo, pues hubo que sortear muchas reticencias tanto por parte de los usuarios como de los terapeutas, ya que en determinados momentos era un reto que generaba bastantes dudas no solo con respecto a su aplicación –y no únicamente en relación con la forma–, sino también –por qué no decirlo– en cuanto a su efectividad y sus posibles contraindicaciones.

Sea como sea, tras varios meses de intenso trabajo que queda recogido en este libro que ahora publica Manuel, podemos decir que hemos incorporado el método Pilates a nuestras técnicas de rehabilitación. En ciertas ocasiones no fue posible aplicar esta técnica, pero han sido excepciones contadas y, en general, la gran mayoría de los residentes que han tenido la oportunidad de experimentarla se han mostrado satisfechos con su práctica, permitiéndonos trabajar, en el departamento médico, de una forma muy cómoda y eficaz, con resultados muy satisfactorios.

En la actualidad, seguimos aplicando el método Pilates en nuestro centro de rehabilitación. La versatilidad del sistema nos sigue siendo de utilidad para trabajar con este perfil de personas. Si bien la primera toma de contacto ha durado algo más de un año, con el asesoramiento de Manuel Pedregal, como ya hemos mencionado, hoy tenemos procedimientos propios para aplicar el método Pilates bajo responsabilidad directa de nuestro equipo.

En Ovida ponemos en valor el trabajo de Manuel Pedregal por varias razones. En primer lugar, porque debía proponer aplicaciones del método Pilates destinadas a personas con perfiles realmente complicados. Segundo, porque tales intervenciones debían razonarse, ser seguras y, además, comportar un camino de mejora evidente para nuestros usuarios. Y, por último, por su paciencia y tesón, pues, para su aprobación, toda esta labor se debía presentar al equipo médico, que sometía a revisión las diversas propuestas. De hecho, las clases debían dictarse en presencia del fisioterapeuta titular, o bien del médico rehabilitador. A todo ello hay que sumar las dificultades lógicas que conlleva implementar un nuevo sistema de trabajo dentro de una estructura en la que ya existen procedimientos bien instaurados. Han sido retos que recayeron en un alto porcentaje bajo la responsabilidad de Manuel.

Como responsable de este proyecto, solo puedo añadir que lo inédito del propósito se complementó con la firme decisión de la empresa Ovida de apostar por mejorar nuestra oferta a fin de proporcionar una mejor salud física y emocional a nuestros clientes. He sido testigo de excepción de un proyecto tripartito en el que la profesionalidad vocacional de una persona ajena al ámbito de la medicina se sincroniza con la visión de un equipo médico abierto profesionalmente, todo ello sobre la base de una empresa que en todo momento ofreció soporte para que el proyecto finalmente pudiera nacer y tener continuidad.

Manuel ha decidido dejar el proyecto en manos de nuestro equipo, pues todos entendemos que la tarea debe ser continuada con criterios supervisados por los terapeutas titulares de nuestros clientes. Valga este prólogo como agradecimiento a su contribución para incluir a Ovida en el grupo de empresas de la salud que hoy ofrecen el método Pilates como sistema terapéutico de recuperación funcional para personas mayores.

Cristina Reig Gourlot

Médico general en Ovida

Pilates para la tercera edad

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