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INTRODUCCIÓN
PERROS QUE APENAS LADRAN

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LOS PERROS QUE APARECEN EN ESTE LIBRO, los perros de Patrick Modiano, son perros que apenas ladran. Son perros reales, por más que sean novelescos. Con sus tenues ladridos interpelan desde su condición animal a los lectores de sus obras. Y también invitan a descubrir los usos metafóricos y simbólicos de la representación animal en los textos de su amo. Este libro se propone, pues, hacer una relectura de la obra de Patrick Modiano a partir del análisis de la presencia de los perros y otros animales en su narrativa y en su vida. Algo que permitirá adentrarse en ciertos recovecos de la memoria del escritor.

Patrick Modiano no ha sido considerado como un escritor animalista. Y, sin embargo, aunque en una primera lectura no lo parezca, la figura animal recorre toda la literatura del autor de Dora Bruder, incluyendo este relato de no ficción. Aunque de manera discreta, la presencia de animales es una constante a lo largo de sus treinta novelas; pero también en uno de sus guiones cinematográficos; en los dos poemas que ha sacado a la luz; en sus tres libros para niños; en los dos textos de encargo que ha publicado; en la obra para bibliófilos, concebida con el pintor Gérard Garouste, Dieu prend il soins des bœufs?; y en la autobiografía de sus primeros años, Un pedigrí.

El título de esta autobiografía resume la búsqueda identitaria que atraviesa toda la obra de Modiano y que, desde el propio título y las primeras páginas, recurre a los perros como símbolo: «Que el lector me disculpe por todos estos nombres y los que vendrán a continuación. Soy un perro que hace como que tiene pedigrí» (UP). Los dos cuentos para niños de Modiano protagonizados por Choura, un perro antropomórfico, han sido ilustrados por su esposa, Dominique Zehrfuss, autora de las ilustraciones 28 Paradis, que a su vez ha publicado recientemente una autobiografía de sus años de juventud con el ilustrativo título de Peau de caniche (Piel de caniche). Esta identificación familiar con los perros se manifiesta también en otros detalles como el que dos de sus libros estén dedicados a Douglas, uno de los perros de la familia Modiano; o que Douglas-Douglas sea el protagonista de Le chien mythomane, el primer libro de Zina Modiano, una de las hijas del escritor. Detalles aparentemente secundarios, pero que revelan aspectos de la vida del escritor y tienen mayor relevancia de lo que en un principio pudiera pensarse.

En cualquier caso, conviene advertir que la figura animal en la obra de Modiano tiene una presencia dispersa, por lo que no puede hablarse de un animalismo strictu sensu, sino de un animalismo latente, que se corresponde con la atenuación general que caracteriza a su prosa. Esta discreta expresión del animalismo es, sin duda, la razón por la que, a diferencia de otros escritores como Roman Gary, Pierre Michon, Marie Nimier, Patrick Chamoiseau, o Marie Darrieussecq, no haya sido incluido en los primeros estudios sobre la animalidad en la literatura francófona, que empiezan a aparecer en la segunda década de este siglo (Desblache, 2011).

El propio Modiano deja constancia de ese animalismo atenuado con melancólica añoranza en la novela publicada en las vísperas de la concesión del Premio Nobel de Literatura. Al principio de Para que no te pierdas en el barrio, el narrador dice que el protagonista, un escritor mayor llamado Jean Daragane, desde hacía algún tiempo había reducido sus lecturas a un solo autor: Buffon. Encontraba en ellas mucho consuelo gracias a la limpieza de su estilo y lamentaba no haber sucumbido a su influencia: escribir novelas cuyos personajes hubieran sido animales, e incluso árboles y flores… «Si le hubieran preguntado en la actualidad qué escritor habría soñado ser, habría contestado sin titubear: un Buffon de los árboles y de las flores» (PPB 24).

La condición de escritor de Jean Daragane, así como su nombre y apellido, remiten al propio Modiano por partida doble. Por un lado, porque su nombre completo es Jean Patrick y, por otro, porque el apellido del personaje se corresponde con el de Kiki Daragane, una joven de la que Modiano estuvo enamorado a los 14 años. Además, en Libro de familia, obra en la que los límites entre la autobiografía y la autoficción son particularmente difusos, el narrador dice que conserva entre los regalos que de joven le hizo una amante «la Historia natural de Buffon en una edición ilustrada, muy antigua y muy bonita» (LF 161). Y unas páginas más adelante, cuando visita el destartalado domicilio familiar del quai de Conti, asegura con tristeza

Entré en lo que había sido el despacho de mi padre y noté allí una sensación de saqueo total. Ni el sofá, ni la cortina, cuya tela a juego llevaba el adorno de unas ramas de color granate. (…) Ni el busto de Buffon en el centro de la chimenea. (…) Ya no quedaba nada (LF 183).

Y en Poupée blonde, su única obra de teatro, el personaje de Félix también echa a faltar «allí sobre la chimenea el busto de Buffon» (PB 92).

El pasaje de Para que no te pierdas en el barrio, en el que el escritor se identifica con el naturalista, ha sido comentado con humor por el propio Modiano.

Buffon forma parte de los autores del XVIII, que me gustan por su lengua límpida. Personifica la tristeza que siento por no estar más cerca de los árboles, de las flores, de los animales. Yo soy un escritor urbano. Me gustaría tanto tener el talento de los grandes novelistas rusos e ingleses para describir el campo, o el de André Dhôtel que consigue incluso convertirlo en surreal. Viviría allí de buen grado, pero estaría como un enfermo, incapaz como soy de conducir un coche, manejar un rastrillo o de cazar un topo… (Risas) (Garcin, 2014).

Pero el humor no puede esconder que esa nostalgia animal responde a una carencia como con carácter general ha explicado Desblache (2011: 31) y a la que seguimos en esta cuestión. Una carencia relacional de la cual, apunta, las más de las veces nos sentimos culpables. Porque en unos tiempos como los actuales, en los que las tecnologías, las industrias y el mercantilismo tienen una ascendencia creciente, la representación animal evoca el vacío dejado por la desaparición de los animales, recordando en qué medida ellos participan de esta «sociedad viva» de la cual depende nuestro bienestar. Y es que esa nostalgia es «inevitable» en una época en la que, como asegura Latour (1999: 99), el fin de la naturaleza significa también el fin de las certidumbres científicas sobre la naturaleza.

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Ante la constatación de una presencia animal tan constante, rica y variada en la obra de Patrick Modiano, cabe preguntarse ¿por qué? ¿A qué experiencias vitales e influencias literarias responde? Y, sobre todo, ¿cuál es el sentido de la animalidad en Patrick Modiano, qué papel juega en la construcción de su mundo literario, cómo contribuye a su poética y a qué interrogantes filosóficos responde?

El análisis de la cuestión animal en el autor de Un pedigrí puede arrojar un poco de luz sobre algunas zonas de sombra en las que se difuminan el aliento poético y el impulso filosófico que impregnan una parte de su obra.

La animalidad, estudiada como una cuestión transversal que recorre la obra y la vida de Modiano, supone una nueva clave de aproximación a una compleja narrativa que, página a página, de libro en libro, se construye, deconstruye y reconstruye como las figuras de un caleidoscopio.

Patrick Modiano

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