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Prólogo

Augusto Pérez Lindo

Me complace doblemente presentar este trabajo. En primer lugar, por la calidad de la investigación realizada en torno a un tema de gran relevancia como es la deserción universitaria, con especial referencia al impacto que el fenómeno tiene en el primer año de la carrera. En segundo lugar, por la trayectoria de la autora, que tanto en su formación multidisciplinaria como en sus distintos roles como profesora, funcionaria universitaria e investigadora, tanto en el grado como en el posgrado, ha transitado por las distintas dimensiones de la vida universitaria.

Respecto de la deserción universitaria en Argentina, hace tiempo que se ha caracterizado este fenómeno como una endemia permanente. Hacia 1963, cuando el país no contaba más que con siete universidades estatales, la matrícula universitaria era de unos 182.100 estudiantes. Un estudio de la OCDE y del CONADE mostraba que, en los diez años anteriores, sólo se graduaban 50 alumnos de cada 900 que ingresaban.[1] Se decía también allí que el porcentaje de graduados por cohorte oscilaba entre el 10% y el 20% según las carreras y las universidades. El promedio de deserción oscilaba, según la OCDE y el CONADE, entre el 40 y el 70% (OECD, 1967: 108).

Desde entonces, se intentaron distintas políticas remediales para enfrentar esta situación: cursos preparatorios, exámenes de ingreso, orientación vocacional, asistencia pedagógica, cooperación con las escuelas secundarias, etc. Lamentablemente, pocas veces estos esfuerzos rendían los frutos esperados. Entre otras cosas, porque no existen investigaciones que permitan construir un diagnóstico pertinente. Todos los años se organizan reuniones, jornadas y congresos para discutir el problema de la permanencia de los estudiantes y de la deserción. Es como una enfermedad endémica que afecta el desarrollo educativo, casi como hablar del mal de Chagas en salud pública.

En los últimos veinte años, diversos autores se han interesado por investigar las características y las causas de la deserción en nuestro país: José Landi, Ana María Fanelli, Ana María Ezcurra, Miriam Aparicio, entre otros. Sus estudios y sus hipótesis son mencionados y comentados en el presente trabajo. Este esfuerzo por recoger las investigaciones ya realizadas constituye en sí mismo un gran aporte académico para enfrentar el tema de la deserción universitaria. Porque habitualmente se pasan por alto las tentativas precedentes para esclarecer el problema.

Otro de los aciertos del libro reside en su intento por identificar y describir los factores que pueden intervenir en la deserción universitaria. El esfuerzo analítico del libro me parece muy importante, aunque luego otros investigadores puedan optar por un tipo de causalidad u otro. Se trata de un fenómeno multicausal, de allí la complejidad.

Ana María Ezcurra, que estudia el tema desde el ángulo de la igualdad de oportunidades, destaca el hecho de que se trata de un fenómeno de alcance mundial (Ezcurra, 2011). Pero el caso argentino llama la atención en América Latina. Todos sabemos, desde el punto de vista sociológico, que los hechos sociales se presentan de manera singular en cada contexto. Y, por eso, este trabajo tiene el mérito de situar primero la cuestión a nivel nacional, para luego pasar al análisis de experiencias concretas en universidades del Conurbano de Buenos Aires.

De esta manera, encontramos el pasaje de una teoría general al plano del sistema universitario, y finalmente al estudio de casos particulares. Todo este procedimiento permite sopesar el alcance de los distintos factores que pueden incidir en los fracasos académicos y en las deserciones. El “estado de la cuestión” (the state of art) ha de servir, sin duda, para ordenar las discusiones y para poner a prueba distintas hipótesis.

El libro cierra con una serie de recomendaciones e iniciativas, a fin de enfrentar el problema de la deserción universitaria. Otro aporte importante. Como buena pedagoga comprometida con la universidad y con los estudiantes, la autora deja un momento su función de investigadora, para asumir la tarea de enumerar cursos de acción, políticas institucionales, procedimientos pedagógicos adecuados.

Se trata, en suma, de un compendio que reúne, por un lado, una investigación sistemática sobre el problema de la deserción universitaria y, por otro, una serie de interpretaciones y recomendaciones para enfrentar el diagnóstico. Un material de lectura y aplicación esencial para todos los interesados en mejorar la universidad argentina.

La lectura del libro me ha sugerido varias reflexiones. Las podría resumir bajo el concepto de “la hipótesis pedagógica”. Me he preguntado, en efecto, si los determinantes sociales e institucionales (como sugiere la sociología de la “reproducción” de Pierre Bourdieu) son tan decisivos como la crisis de la enseñanza secundaria, la falta de motivaciones, de métodos de aprendizaje y de profesores con buena comunicación pedagógica. La experiencia argentina de la escuela pública entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX mostró que todos los individuos de cualquier medio y lugar del país podían acceder a una educación básica adecuada si existía una política pedagógica eficiente. Ésta se plasmó en la Escuela Normal, que deliberadamente se instaló en lugares muy diversos del territorio.

Detrás de los factores sociales e institucionales, se encuentran los individuos, con sus motivaciones para aprender, pero también se encuentra la cultura dominante (de la televisión, de Internet, del celular), que va en un sentido contrario al pensamiento científico, a la reflexión crítica, a la valorización del conocimiento. Muchos olvidan que, cuando en 1792 la Revolución Francesa instaló la primera política de instrucción pública, se colocó como un objetivo formar individuos capaces de superar la cultura dominante, apuntando a una sociedad democrática, con ciudadanos autónomos para pensar y decidir.

En el sistema universitario argentino actual, muchos docentes e investigadores se encuentran movilizados para mejorar los métodos de enseñanza y la pedagogía universitaria. Se han creado unos veinticinco programas de posgrado en docencia universitaria en los últimos años. La mayoría de profesores y alumnos (que son también profesores) de estos programas están preocupados por los problemas de deserción, desgranamiento, bajos rendimientos académicos. Estoy seguro de que este libro entrará a formar parte de los materiales que todos necesitamos para revisar actitudes y políticas pedagógicas en la universidad.

Buenos Aires, 11 de septiembre de 2014

¿Evasión o expulsión?

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