Читать книгу Cuerpo - María Eugenia Restrepo Ramírez - Страница 9

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Capítulo 2 Los géneros de conocimiento

Las afecciones, aquellos efectos instantáneos de un cuerpo sobre otro en un encuentro, producen ideas que permiten conocer los cuerpos porque reflejan los efectos. Según Deleuze (2005), la manera de conocer una cosa se da través del efecto que producen otros cuerpos en ella, dado que ninguna cosa puede conocerse sin saber la causa que la hace ser en existencia o esencia. Así, pensar, en función de generar ideas, lleva a conocer. Y, en ese sentido, Deleuze (2005) propone tres géneros de conocimiento.

En el primero de ellos, las partes extensivas están determinadas a chocar de manera continua. Chocan entre sí las partes que componen el cuerpo y, al mismo tiempo, chocan con las partes extensivas de otros cuerpos. Esa determinación causa afecciones pasivas, es decir, producidas por un cuerpo exterior. La afección es el resultado de un encuentro, el efecto que produce un cuerpo sobre otro gracias a que las partes extensivas de ambos chocan. Ese efecto implica un aumento o disminución en la potencia de actuar que dura un tiempo específico; por ejemplo, cuando no se logra ver con claridad las letras de un texto y se usan unos lentes, estos, como cuerpo exterior, provocan una afección pasiva que incrementa instantáneamente la potencia de actuar como vidente, de modo que se da un afecto pasivo que aumenta esta potencia de actuar; incremento que dura el tiempo que se usen los lentes. En resumen, las afecciones son el efecto instantáneo de un cuerpo sobre otro, mientras que el afecto es el aumento o disminución de la potencia de actuar y tiene una duración específica.

En esta dinámica de las partes extensivas, los cuerpos constantemente componen y descomponen relaciones. La razón, entendida por Deleuze (1975) como potencia de comprender, selecciona y concatena las pasiones —los afectos que derivan de esas afecciones pasivas— que aumentan la potencia de actuar para asociarlas a la imagen de “cosa” que conviene en naturaleza con el individuo. Esta asociación representa las ideas generadas por esas afecciones pasivas que, según Deleuze, son percepciones confusas porque solo hablan de los efectos que producen otros cuerpos en el propio, sin que se entienda por qué se dan unos efectos y no otros. De estas ideas nacen otros afectos pasivos que, a su vez, originan otras ideas confusas. El resultado de lo que puede conocerse en estas condiciones se compone de ideas inadecuadas que remiten a los efectos de un cuerpo sobre otro sin que se sepan las causas.

Las partes extensivas permiten la autopercepción por medio de las ideas que generan las afecciones que produce el choque entre la infinidad de cuerpos simples1 que componen al hombre y las ideas generadas por el choque de las partes extensivas propias con las de otros cuerpos. También es posible percibir las cosas exteriores y la relación que se tiene con ellas, a través de las ideas que nacen del choque de sus partes extensivas con las propias; “todo esto constituye el mundo de los signos” (Deleuze, 2005, p. 134). Zourabichvili facilita la comprensión de este término: “El signo es sensación o afecto, surgimiento de un nuevo punto de vista, ejercicio sobre un sujeto cualquiera” (2004, pp. 54-55). En ese sentido, el signo es siempre del otro (autrui), la expresión de un “mundo posible” envuelto, virtual, incomposible con el propio, pero que devendría en propio si el individuo deviniera otro al ocupar el nuevo punto de vista. Para dar a entender lo que significa el devenir según Deleuze, se expone una conversación del autor:

[…] los devenires no son fenómenos de imitación ni de asimilación, son fenómenos de doble captura, de evolución no paralela, de bodas entre dos reinos […] Hay devenires animales del hombre que no consisten en hacer el perro o el gato, puesto que el animal y el hombre sólo llegan a encontrarse en el recorrido de una común desterritorialización, pero disimétrica. Ocurre como los pájaros de Mozart: hay un devenir pájaro en esa música, pero ligado a un devenir-música del pájaro, formando los dos un único devenir, un solo bloque, una evolución a-paralela; no un intercambio, sino una «confidencia sin interlocutor posible», como dice un comentador de Mozart —en resumen, una conversación—. (Deleuze y Parnet, 2004, p. 7)

Los signos ofrecen un punto de vista para observar al otro cuerpo, de modo que las ideas generadas en el encuentro están influidas por él, obedecen al devenir en el que se sumerge su encuentro; aun cuando el nuevo enfoque solo enseña una posibilidad de ser del otro, es decir, se ve del otro solo un modo posible de ser, de entre tantas otras posibilidades de modos de ser en los que puede expresarse. El autor concluye que a este primer género de ­conocimiento pertenecen todas estas ideas inadecuadas en un conjunto que abarca los signos y las pasiones.

El segundo género de conocimiento, dice Deleuze (2005), es el conocimiento de las relaciones, de su composición y descomposición; es decir, de las relaciones que componen al individuo y las que componen otros cuerpos, y cómo es posible que estas se vinculen. Va más allá de los efectos que produce un cuerpo en otro, porque al conocer las relaciones que los componen se saben las razones por las cuales una infinidad de partes extensivas le pertenecen a uno y no a otro. Con ello, se conocen las causas por las que un encuentro entre cuerpos produce un efecto particular. Así, este segundo género de conocimiento genera ideas adecuadas, pero ¿cómo opera?

Las partes extensivas no solo son extrínsecas en relación las unas con las otras, sino que no hay nada que las conecte en esencia: son radicalmente extrínsecas. ¿Qué las hace un conjunto? “Esas partes están determinadas siempre desde el afuera a entrar en tal o cual relación que me caracteriza” (Deleuze, 2005, p. 134). Por esta razón, la relación aparece al conocer de qué manera afecta las partes de un cuerpo el contacto con otro, al comprender las causas por las cuales se produce un efecto y no otro. Por este medio se conocen las relaciones que componen a uno y otro; para ello deben elaborarse ideas nociones, ¿cómo se hace esto?

Las ideas nociones2 se elaboran a partir del contacto con otro cuerpo que le afecta de forma alegre, que aumenta su potencia de actuar. Una vez que la razón asocia el afecto alegre con la imagen de “cosa” que compone al individuo, la realización de la potencia le impulsa a mantener el contacto y la duración de este ayuda a formar una idea de aquello que se tiene en común con ese ­cuerpo, del por qué tal contacto produce alegría, por qué se produce un efecto y no otro. Así, el individuo conoce las relaciones que lo componen y cómo le es posible relacionarse compositivamente. Este conocimiento le permite iniciar otros contactos con una idea sobre cómo presentarse ante el otro cuerpo para lograr con él relaciones de composición. Con estas primeras nociones comunes y sus afectos alegres se forman otras nociones comunes, más generales, que abarcan incluso a cuerpos que no convienen con el propio (Deleuze, 2009) en un ciclo que supone un cierto movimiento en favor de la compresión de la potencia. Esto quiere decir que en la medida en que el hombre se sumerge en la experiencia de los contactos adquiere “una especie de sentido del ritmo, de la rítmica” (Deleuze, 2005, p. 136), un saber hacer, una cierta sabiduría sobre su potencia:

Mientras ustedes no sepan cuál es el poder de ser afectado de un cuerpo, mientras lo aprenden al azar de los encuentros no tendrán una vida prudente, no tendrán la sabiduría. Saber de qué eres capaz. No como una cuestión de moral, sino ante todo como una cuestión física, del cuerpo y el alma. (p. 179)

El primer y el segundo género de conocimiento pueden observarse en una típica película de acción como Hancock del director Peter Berg (2008). La historia muestra a un hombre, John Hancock (interpretado por Will Smith), con características de superhéroe —fuerza extraordinaria, capacidad de volar, etc.— que no logra establecer relaciones de composición con los ciudadanos de Los Ángeles (Estados Unidos) a quienes ayuda. Las personas observan a un héroe torpe que causa daños materiales y perjuicios, mientras Hancock solo reacciona ante los acontecimientos y encuentros sumido en el primer género de conocimiento; la impopularidad que se gana lo hunde más en la torpeza. El héroe, al no conocer más que los efectos que los acontecimientos producen en él, se queda con los afectos tristes —aquellos que disminuyen su potencia de actuar— y es incapaz de establecer relaciones de composición. Su incapacidad surge de no comprender por qué los acontecimientos ocasionan en él esos efectos.

Un día cualquiera, Hancock le salva la vida al relacionista público Ray ­Embrey (interpretado por Jason Bateman), quien se empecina en darle orientación para un cambio de imagen. Hancock experimenta la vía propuesta por Embrey porque su relación con él fluye de manera alegre —incrementa su potencia de actuar—. A partir de este encuentro alegre, Hancock se encamina en ese “saber hacer” que lo potencia. Aprende a presentarse ante los demás de forma compositiva hasta convertirse en un verdadero héroe. El encuentro le genera afectos alegres a partir de los cuales produce las nociones comunes con las que aprende a fluir alegremente. En ese punto, se ubica en el segundo género de conocimiento.

El tercer género de conocimiento implica ir más allá de las relaciones y sus posibles composiciones, porque se define en la búsqueda de la intuición de la esencia. Las relaciones que caracterizan al individuo expresan su grado de potencia, su esencia; pero el grado que le corresponde solo puede intuirse en la instantaneidad de la oposición a otros cuerpos más o menos potentes que el suyo ­(Deleuze, 2005). Y tal oposición es el esfuerzo que realiza un cuerpo para lograr que las partes extensivas de otro efectúen su relación, como una apropiación de las partes del otro, esfuerzo que hacen ambos en tanto perseveran en lo que son. Ejemplo de ello es el encuentro de un antibiótico y una bacteria. De acuerdo con IntraMed (2009), los antibióticos son “drogas producidas por un microorganismo, que inhiben el desarrollo o provocan la muerte de otros microorganismos”. En este ejemplo, una potencia —el antibiótico— trata de apropiarse de las partes extensivas de otra. La potencia de cada uno de estos cuerpos sale a la luz en el encuentro y es allí donde el antibiótico mide su efectividad para apropiarse de las partes del otro microorganismo. En la oposición se miden las fuerzas y se conoce la intensidad de la potencia, la esencia. En otras palabras, en la experiencia de la oposición el individuo conoce instantáneamente lo que puede hacer y padecer su cuerpo, qué tan efectivo es el antibiótico. Para alcanzar las ideas adecuadas propias del tercer género de conocimiento debe comprender lo que tiene en común con el cuerpo que lo afecta. Según Deleuze (1975), se conoce primero la relación que compone al cuerpo antes de conocer su esencia y esto puede indicar que en la oposición de los cuerpos se experimentan en un instante los tres géneros de conocimiento.

1 Deleuze (2005) usa sin distinción los términos partes extensivas y cuerpos simples para denominar aquello que compone al individuo. Así, este es un conjunto infinito de cuerpos simples igual que de partes extensivas.

2 Este concepto, así como todos los referentes a los géneros de conocimiento, surge de la lectura que hace Deleuze de Spinoza. Sin embargo, al denotar en la mayoría de los casos matices diferenciales del concepto original, se ha asumido para efectos de este trabajo que es Deleuze quien provee los conceptos.

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