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Prefacio
ОглавлениеMaría Rosa del Coto
Medios y retomas. Reescrituras y encuentros textuales: el campo de los efectos reúne textos que forman parte de los trabajos realizados en el marco de una investigación centrada en la identificación y el análisis de diversos fenómenos discursivos entre los que se encuentran parodias, sátiras, transposiciones, remakes, narraciones transmediáticas. A todos ellos hemos convenido en reunirlos bajo la denominación de retomas en función de juzgar que el vocablo ostenta, frente a otras terminologías posibles, mayor grado de neutralidad semántica.
En indagaciones previas,1 cuyos principios y perspectivas generales seguimos considerando pertinentes,2 planteamos que, de acuerdo con nuestra perspectiva, la noción de retoma guarda vínculos indisociables con el concepto de intertextualidad, al que entendemos según la acepción más utilizada: la propuesta inicialmente por Julia Kristeva que, suerte de “traducción” del valioso concepto bajtiniano de dialogismo, puede interpretarse como “factor de la producción […], [de la] transformación de los textos […] base de […] [su] generatividad” (Amoretti Hurtado, 1996).
Pero afirmar que “retoma” e “intertextualidad” se relacionan conceptualmente de modo estrecho no significa que sean sinónimos o que parcialmente se solapen. Desde nuestra óptica, “«intertextualidad» designa una propiedad de la semiosis” (Del Coto y Varela, 2017: 10), mientras que “retoma” refiere a las diferentes modalidades que las relaciones intertextuales asumen en la discursividad social. De ahí que distingamos lo que es un principio general, propio de los procesos de configuración de los textos y vigente, según grados diversos, en todos los períodos históricos, “intertextualidad”, de lo que es una noción, “retoma”, que expresa la posibilidad de dar cuenta de las operaciones de “absorción, transformación o reenvío” sobre cuya base un texto entabla relaciones con otros textos anteriores que, en función de tal vínculo, ofician como algunas de sus condiciones de producción.
Ahora bien –y tal como sosteníamos en trabajos enmarcados en pesquisas previas–, es oportuno recordar que la noción de retoma que manejamos presenta un considerable valor metodológico, cualidad a la que creemos fundamental para efectuar un acercamiento que, dada la exhaustividad que garantiza, resulta provechoso desde el punto de vista descriptivo, pues pone en juego un enfoque “micro, en detalle” que, además, no reconoce jerarquías en lo que hace a la extensión, al nivel de complejidad y a las adscripciones genéricas o mediáticas (Del Coto y Varela, 2017: 10, 12) de textos e intertextos. Pero si pensamos que nuestra indagación persigue como objetivo último la formulación de hipótesis explicativas sobre las lógicas configuracionales y los modos de funcionamiento de las diferentes manifestaciones que en el presente la intertextualidad manifiesta en la discursividad producida especialmente en plataformas y redes sociales, la “utilidad” del empleo de la noción de retoma en cuanto herramienta analítica se torna más necesaria. Esta apreciación se fundamenta en el volumen y la importancia que, a partir del siglo XX, dichos fenómenos discursivos alcanzan y en la multiplicación exponencial que manifiestan en el ecosistema hipermediatizado actual, lo cual aconseja una descripción meticulosa como la que, por otra parte, brinda la sociosemiótica, campo de saber dentro del que nuestra práctica centralmente se desenvuelve.
Cabe señalar, asimismo, que la naturaleza de los objetos por examinar es factor decisivo para que los trabajos se detengan en la observación de las maneras que asume la lectura, al tiempo que la forma de encararlos halla sustento en la orientación inductiva que guía nuestro trabajo, al que rige la premisa de que, en la medida en que en todo texto “se manifiesta […], se inscribe el efecto” de otros (Verón, 1984: 56), “todo proceso de producción de un texto es […] un fenómeno de reconocimiento” (Verón, 1987: 130).
Haber tomado partido por esta posición, sostenemos, nos habilita no solo para identificar de modo apropiado las formas en que diferentes clases de retoma se recepcionan, sino también para abordarlas por lo que son: objetos discursivos que, construidos por profesionales o por prosumidores, absorben, transforman, critican, homenajean a otro u otros objetos discursivos con finalidades tan disímiles como son las de amplificar –a partir de diferentes lenguajes y medios– mundos diegéticos, adherir –o refutar– visiones ideológicas o políticas –polemizando o satirizando– o entretener mediante la generación de efectos meramente humorísticos.
En cuanto la mayoría de los textos que integran el volumen hacen eje en la instancia de reconocimiento, es fácil comprender que ellos se suman al cúmulo de trabajos que nutren las filas de los llamados “estudios en recepción”, los que no pueden sino calificarse de heterogéneos a causa de su pertenencia a territorios de saber distantes y a la variedad de enfoques “difícilmente conciliables” (Dayan, 1997: 13), si no directamente incompatibles, que los caracteriza.
Dado el grado de conocimiento existente sobre las investigaciones que se ocupan de la problemática de la recepción, proporcionar un panorama de ellas resulta, hoy en día, superfluo. Por ello, no reiteraremos informaciones respecto de los ámbitos en que se desarrollan, las razones que hicieron factible su emergencia o los modos en que se presentan. Recordamos, simplemente, que las pesquisas surgen y se expanden en dos ámbitos: el de los estudios sobre los medios, campo en el que se inician cuando el estatuto de “receptor” acusa una relevante transformación (de ser considerado un sujeto pasivo, inerme al poder absoluto que sobre él detentaban los medios, pasa a ser percibido como un sujeto activo) y el de la teoría literaria, ámbito en el que nacen las dos corrientes que nutren la llamada “estética de la recepción”, o Escuela de Constanza, la que encabeza Robert Hans Jauss, que pone en juego, a través de la noción “horizontes de expectativas”, una mirada diacrónica que toma a su cargo la dimensión histórica de la lectura de los textos, y la que comanda Wolfang Iser, que visualiza al receptor como una figura imprescindible para que el acto de leer se efectivice, pues piensa el texto como un objeto en el que ocupa un lugar destacado la “indeterminación”, debido a lo cual presenta un conjunto de espacios en blanco que en el proceso de lectura se “llenan”.
La referencia a Iser no implica olvidar, entre otras obras de Umberto Eco, a Lector in fabula: la cooperación interpretativa en el texto narrativo, en la que, desde una perspectiva pragmática, se postula la noción “lector modelo”, “estrategia textual a la que se le asigna la función de cooperar en la actualización textual de la manera prevista por […] [el texto] y de moverse interpretativamente igual que él se ha movido generativamente” (Eco, 1981: 77-89).
Conforme a lo indicado, solo nos abocaremos a consignar aquellos planteos que, en función de su pertinencia respecto de nuestro estudio, consideramos esclarecedores. Al respecto, debemos señalar que participamos del “postulado o hipótesis de trabajo [de] la no linealidad de la circulación discursiva” (Verón, 1986: 1; subrayado en el original),3 principio básico de la teoría de la discursividad social; de ahí que sigamos sosteniendo, como el autor, la “idea de que los efectos de sentido de un discurso no son calculables a partir del análisis de sus reglas de engendramiento”, lo que implica que lo apropiado es identificar los efectos discursivos rastreando aquellos que se han generado realmente. Por esto, los capítulos que integran el libro abordan corpus formados, sea por metadiscursos o notas periodísticas provistos por la prensa, sea por comentarios, construidos por usuarios y aparecidos en una fanpage o un sitio de YouTube, o por textos proporcionados por los actores sociales en el marco de entrevistas o de focus groups. Como se habrá advertido, el último grupo, a diferencia de los apuntados previamente, está formado por discursos “inducidos artificialmente por el observador”; se trata, en consecuencia, de discursos que no cuentan con “soporte mediático, [que] no ha[n] circulado públicamente en la sociedad, [o sea que] no tiene[n] como destinatario al colectivo diferenciado de los ciudadanos, [sino] al individuo que encuesta” (Verón, 1986: 5).
El volumen se inicia con un grupo de textos que examinan los comentarios sobre publicaciones que hacen eje en problemáticas políticas y que se dinamizan en plataformas digitales o que son fruto de entrevistas o participaciones en focus groups.
El que inaugura el conjunto es “Redes sociales y discursividad política: procedimientos de retoma como fenómeno de reconocimiento”. Este trabajo de Laura Iribarren busca describir las relaciones –vínculos de adhesión, rechazo o indiferencia– que los usuarios entablan con otro –un par–, a partir de los intercambios que se producen en Facebook y en Twitter respecto de un tuit del entonces presidente argentino Mauricio Macri “en el que se comete un error de conjugación”.
“«Mi prezi ojoz de zielo»: análisis en recepción de la página de humor político Miauricio Macri”, de Lucio Maciá, se aboca al reconocimiento que la página satírica de Facebook Miauricio Macri genera entre sus seguidores. Luego de efectuar un análisis de la página, el capítulo se enfoca en la instancia de recepción; en relación con ella, considera los comentarios a los que los contenidos del sitio dan lugar entre sus seguidores, labor a la que se suma la observación de las reacciones, esto es, de los “resultados” de los botones de “me gusta”, “me encanta”, “me enoja”, “me entristece” y “me asombra”.
Verónica Urbanitsch, Nicolás Canedo y Daniel Sierra, en “La mediatización de la conversación política: lazos de articulación entre producción y reconocimiento en algunas fanpages de Facebook”, precisan los modos que asume “la conversación política en la esfera pública”; lo hacen con la finalidad de acercarse a la comprensión de los procesos de toma de posición y de formación de opiniones que, en el presente, inciden en la dinámica democrática. Para ello, luego de recordar las características que presentan “piezas gráficas de humor digital”, producidas por profesionales (Eameo o Alegría) y por usuarios sin pertenencia institucional con la fanpage, como sucede con Choripan & Vino y Peronismo intergaláctico, analizan discursos “obtenidos” en entrevistas en profundidad centradas en textos de las mencionadas páginas.
“La conversación digital en grupos de amigos: los efectos de sentido en la discursividad mediática”, de Graciela Varela, también se refiere al “intercambio conversacional con temática política”. En este caso se indaga sobre las prácticas conversacionales que realizan por Facebook y WhatsApp “pequeñas comunidades formadas en torno a la lista de contactos cercanos”, las que se estudian a partir del examen de los dichos que, en entrevistas en profundidad, profiere una muestra de universitarios de ambos sexos de entre 20 y 26 años.
En “Pasión, indignación y traición: acerca de la producción de sentido en torno a la reforma previsional argentina en grupos secretos de Facebook”, Magalí Bucasich busca investigar, en grupos secretos de Facebook “que nuclean adherentes a la propuesta de Cambiemos (Mauricio Macri presidente de la nación argentina) y de Unidad Ciudadana4 (Resistiendo con aguante), las significaciones producidas en relación con la ley 27.426”.
Al conjunto de trabajos que presentamos le siguen otros que, si bien se ocupan de la instancia de recepción, no se centran en objetos que hacen eje en asuntos relacionados con –o relativos a– la cosa pública. Este grupo, mucho más heterogéneo que el anterior en cuanto a los textos sobre los que recaen los comentarios y observaciones, fija la mirada en los llamados prosumidores (youtubers, booktubers) o en el colectivo Eameo, que dinamizan sus producciones en la plataforma YouTube o en los comentarios que en diversas redes sociales internautas dedican a quienes intervienen en competencias de rap freestyle.
En tal sentido, Lorena Steinberg y María Agustina Sabich, en “«Ser» youtuber: un análisis en reconocimiento sobre las modalidades de consumo en adolescentes”, luego de brindar un panorama general sobre cómo se suele concebir –primordialmente desde el punto de vista teórico– a los youtubers, hacen eje en los enunciados que, en el marco de seis entrevistas en profundidad y de dos focus groups, vertieron sobre aquellos, “varones y mujeres de 13 a 17 años que habitan en el Área Metropolitana de Buenos Aires”.
Por su parte, María José García Uriburu y Valeria Rissotto analizan los metadiscursos que la prensa escrita (La Nación, Clarín y Página 12) ha puesto en juego respecto de los booktubers. Lo hacen en “De las reseñas pasionales a la escritura juvenil: el metadiscurso gráfico sobre los booktubers”, artículo en el que se exploran tres elementos: las tópicas con las que se construye al joven, al joven lector y al booktuber; las estrategias de la industria editorial y las tácticas que se identifican en los prosumidores.
En “«Imaginate vivir en una meritocracia»: retomas de lo polémico en un escenario hiperconectado”, María Agustina Sabich releva “las representaciones sociales de clase construidas en el spot «Meritocracia», de Chevrolet y en la retoma irónico-política efectuada por el colectivo Eameo en YouTube”, así como orienta sus observaciones al tratamiento de los comentarios que los usuarios realizan en las redes, con el objetivo central de identificar algunas de las reglas de las gramáticas de reconocimiento que, al respecto, operan.
Amparo Rocha Alonso, en “De la plaza a las redes sociales: el freestyle en Argentina y su retoma virtual”, se interna en esa “práctica poético-musical que es también un combate”, la de las competencias de rap freestyle, y se detiene, además de en su descripción, en los mecanismos de apropiación que “grupos juveniles de usuarios de plataformas sociales (YouTube, Facebook e Instagram) efectúan”, por lo que el capítulo incluye el abordaje de los efectos discursivos compuestos por “actitudes”, representadas por likes, dislikes y por comentarios, entre los que se encuentran, por ejemplo, los emotivos, los de opinión, los de agradecimiento o ponderación del rapero.
El libro se completa con una indagación sobre algunas de las formas en que fans de los videojuegos “leen” a Dante’s Inferno, que remite al canto más famoso del texto de Alighieri y con un acercamiento a la recepción que genera la remake de La patota, estrenada en 2015.
En “El pasaje de la Divina comedia al Dante’s Inferno: de la obra literaria al videojuego y su recepción”, Osvaldo Beker pasa revista, en primera instancia, a la retoma que, de la obra de Alighieri, llevara a cabo el videojuego Dante’s Inferno. Así, señala permanencias y cambios que, en su mayor parte, están condicionados por el dispositivo. En segundo término, atiende a los comentarios que, sobre el videojuego, usuarios fans realizaron en páginas en lengua castellana y a partir de los cuales intenta formular el esbozo de una tipología.
Por su parte, en “Las remakes: modalidades de lectura de La patota, de Daniel Tinayre y La patota, de Santiago Mitre”, María Rosa del Coto analiza la percepción social que el film de Tinayre de 1950 y su remake, realizada por Mitre, suscitan. Para ello se consideran dos corpus, uno constituido por “las críticas que la prensa no especializada dedicó a tales producciones” y otro conformado por los comentarios realizados en cuatro focus groups, integrados por receptores de ambos sexos que no presentan una actitud prejuiciosa frente a los films nacionales. Dos de estos grupos están conformados por personas que pertenecen a la franja etaria de entre veinte y treinta años y los otros dos, por personas de cincuenta o más.