Читать книгу Pasado y presente continuo de la memoria de los familiares de desaparecidos. El caso de Simón en Justicia y Paz - Marcela Patricia Borja Alvarado - Страница 9
Introducción
ОглавлениеLa seducción por la memoria ha llegado a este trabajo de investigación. Y quiero abordarla particularmente en lo que tiene que ver con la última experiencia de justicia transicional en Colombia, a través del ya conocido proceso de justicia y paz de la Ley 975 de 2005, selección que ha obedecido a los intereses e inquietudes construidos a lo largo de mi experiencia académica, investigativa, profesional y personal. Este estudio refleja la inmersión en un tema desconocido del que muchos hablan, y la necesidad de saber por qué interesó al derecho.
Este ha sido un tema tan atrayente (Erll, 2012, p. 1), que lo han estudiado desde hace siglos, por ejemplo, Platón y Aristóteles, así como diversas áreas entre las cuales se hallan la medicina, la psicología, la filosofía, la antropología y la historia, entre otras (véanse Ricoeur, 2010; Jelin, 2002; Candau, 2002; Halbwachs, 2004; Erll, 2012). Frente a este panorama, debemos reconocer que el ingreso al tema de la memoria por parte del derecho ha sido más bien reciente (Antequera, 2007, p. 70), razón por la cual es importante incentivar estudios y discusiones sobre este asunto, para disminuir su desconocimiento e incidir en su correcto empleo a partir de la aceptación de los límites y posibilidades reales del derecho.
El interés jurídico en la memoria se ha hecho visible en épocas salientes de conflictos armados, con miras a la consolidación de democracias generalmente. En el caso colombiano, el proceso de justicia y paz surge como producto de una negociación entre el gobierno de turno de Álvaro Uribe y los grupos paramilitares (CMH, 2012, p. 91), o incluso antes (Gallón, Rodríguez y Abonía, 2013, p. 189). A pesar de que el país se encontraba bajo un régimen democrático, el proceso fue concebido bajo la fórmula de “justicia transicional”, lo cual implica unas condiciones y exigencias especiales que lo diferencian de los demás procedimientos judiciales ordinarios colombianos.
La memoria, como un punto clave en los procesos transicionales y sobre el cual se espera profundizar en esta investigación, permite observar el escenario especial del proceso de justicia y paz, no solo como un proceso penal cuya finalidad sea establecer responsabilidades por graves delitos, sino también como un espacio de construcción de memoria sobre la violencia del pasado. Con esto se persigue la idea de gestión de un cambio profundo nacional, con el “debilitamiento de una tradición de olvido de la atrocidad y de invisibilización de las víctimas, y de sustitución de la misma por una tradición de recuerdo de la atrocidad bajo premisas de visibilización y privilegio del punto de vista de las víctimas”, lo cual constituye uno de los objetivos –y si se quiere, reclamos– que la sociedad impone al aparato judicial (CMH, 2012, pp. 20-21).
La memoria de las víctimas en relación con los delitos expuestos y dados a conocer en Justicia y Paz hace parte de la memoria del pasado violento que se quiere superar y privilegiar, dentro de lo que sería la memoria jurídica, según lo expone Uprimny (2010) citando a Fernández-Vega (p. 336):
Además de implicar la obligación, para el Estado, de adelantar una investigación seria, clara, transparente y contundente, conlleva el derecho para las víctimas a ser escuchadas dentro del proceso, facilitándoles participar activamente en la construcción de la verdad.
Así, la verdad en el proceso de justicia transicional no solo se construye a partir de lo confesado por el postulado en la diligencia de versión libre, sino también de las actividades investigativas adelantadas por la Fiscalía General de la Nación, y el aporte de las víctimas. (CSJ, Rad. 32 022)
El Centro de Memoria Histórica (2012) ha recordado que este proceso especial tiene unas tareas particulares en el dominio de la memoria, y que, bajo el quinto Principio de Chicago sobre Justicia Transicional, el Estado se encuentra obligado a “educar a la sociedad con respecto a la violencia política pasada y preservar la memoria histórica” (p. 22), lo cual se traduce en el objetivo de que la violencia pasada no se vuelva a repetir, tal como lo recoge la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su Informe n.° 37/00 del 13 de abril de 2000 (caso n.° 11 481), Romero contra El Salvador: “El derecho de una sociedad a conocer íntegramente su pasado no solo se erige como un modo de reparación y esclarecimiento de los hechos ocurridos, sino que tiene el objeto de prevenir futuras violaciones” (citado en CSJ, Rad. 32 022).
La especial condición, según la cual este proceso transicional no tiene transición y se presenta en un contexto de conflicto (Uprimny, Saffon, Botero y Restrepo, 2006, pp. 13-14, 41-42), me ha conducido a pensar que en este marco es factible que se presenten nuevos intentos transicionales, y que discusiones anteriores sean retomadas, como si fuese un ciclo que se repite. Esto, al parecer, puede ocurrir con un alto grado de probabilidad, teniendo en cuenta las negociaciones que quedaron pendientes con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) adelantadas en Ecuador y trasladadas luego a La Habana, donde se llevó a cabo el diálogo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP), que terminó en el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera (OACP, 26 de noviembre de 2016). Así las cosas, el asunto sobre la memoria vuelve a cobrar vigencia, motivo por el cual resulta importante el aprendizaje sobre los errores y aciertos que ha tenido el actual proceso de justicia y paz en términos de memoria y la satisfacción de los derechos de las víctimas, sobre todo en virtud de que a los procesos transicionales –y en particular a los productos jurídicos– se les atribuyen potencialidades como referentes de memoria (Antequera, 2007, p. 72; CMH, 2012, pp. 17-19).
En consecuencia, analizar la memoria en el marco de la justicia transicional colombiana es necesario, al menos por las siguientes razones: 1) su aprendizaje y profundización por parte de la ciencia jurídica exige su estudio; 2) constituye un punto importante y central en los procesos judiciales transicionales, ya sea en sí mismo y porque sus productos tienen potencialidades como referentes de memoria; 3) dado que nos encontramos frente a un caso especial de transición sin transición, es preciso aprender de la experiencia para poder realizar avances en próximos procesos de este tipo; 4) como exigencia de parte de la sociedad, de su logro depende el éxito o reproche del proceso y un avance real hacia la consolidación de la paz; 5) del cumplimiento de la tarea pedagógica que la memoria le impone al Estado, para que eduque a la sociedad sobre su pasado violento, se desprende la disminución en la probabilidad de que este se vuelva a repetir; 6) es un deber ciudadano conocer y discutir los temas definitorios de la identidad nacional, tanto en el reconocimiento del pasado como hacia el futuro.
Como el lector habrá podido deducir, la columna vertebral de esta tesis está constituida por la memoria, por lo que este estudio se comporta como una investigación de tipo histórico, en la cual rescataré análisis desde campos no jurídicos, cuya tendencia ha estado dirigida hacia la comprensión de la memoria desde un sentido natural, sociocultural y, si se quiere, neuropsicológico. De otra parte, recogeré también los estudios jurídicos que la identifican con periodos transicionales y los derechos de las víctimas a la verdad, justicia y reparación. Estos estudios constituyen el estado del arte de esta investigación, y parte de ellos también su marco teórico (como Rodríguez, 2011), condensando una construcción interdisciplinaria y holística del tema, que hace novedosa esta tesis. De esta forma, el lector encontrará en el recorrido por los capítulos el desarrollo de los temas y múltiples debates.
Esta amplia perspectiva ha impedido la inclusión de toda la bibliografía descubierta, que a pesar de ser muy interesante, tuvo que ser seleccionada y dirigida hacia los límites de la investigación; además, porque es un tema que avanza con tanta rapidez en los diversos campos de estudio, que hace imposible su seguimiento. A continuación, se presentarán dos apartados; en uno de ellos se detallará el contenido de cada capítulo de la investigación y, en el otro, la posición desde la cual esta ha sido escrita y cómo fue abordado el estudio.
1. Las piezas del camino de investigación
Cinco piezas son las que conforman este camino de investigación. La primera de ellas, “La historia del tiempo presente en la historia del derecho”, es un capítulo preliminar cuya finalidad es insertar este trabajo como un estudio dentro de la rama histórico-jurídica, a partir de la presentación de los debates más significativos, las críticas y los problemas para su consolidación, ubicando las características más relevantes para poder finalizar proponiendo este estudio dentro la historia reciente en el derecho colombiano.
Los siguientes dos capítulos responden al primer objetivo específico de la tesis, que consiste en analizar el contenido de la memoria de manera teórica desde el derecho y otros campos no jurídicos; este objetivo busca responder a la pregunta: ¿Qué se entiende por memoria? “Visitando el pasado” analiza el contenido de la memoria desde campos no jurídicos, y el capítulo siguiente, “Transición y el nacimiento del interés del derecho en la memoria”, lo hace desde el derecho. El lector podrá encontrar en el segundo capítulo el contenido de la memoria natural de las víctimas o de cualquier otro ser humano, conformada a partir de la recepción de información obtenida del medio social y cultural en el que nos desenvolvemos, y que se concreta en una función cerebral compleja. El tercer capítulo presentará la idea de la memoria jurídica oficial, dirigida hacia la satisfacción de los derechos de las víctimas y la recuperación de su memoria por medio de procesos transicionales como el colombiano. Como resultado, se propone al lector iniciar el cuestionamiento de si esta memoria jurídica oficial del proceso de justicia y paz puede recoger la memoria natural de las víctimas, punto central de la tesis.
Una vez descrito el anterior panorama, la siguiente pieza de esta investigación se encuentra diseñada para delimitar el objeto de estudio, permitiendo su concreción y real abordaje. “La ausencia de una persona, más allá del delito de desaparición forzada” es el cuarto capítulo, en el cual expongo un recorrido por la normativa nacional e internacional en la consolidación del delito de desaparición forzada y, con apoyo en campos no jurídicos, de manera paralela busco acercar al lector en la comprensión de este fenómeno desde la experiencia de la vida cotidiana de los familiares de personas desaparecidas, que incide en la forma como construyen sus memorias y narraciones. El objetivo que aborda este apartado consiste en explorar la construcción de memorias en la desaparición forzada.
Los anteriores capítulos son teóricos, resultado del trabajo heurístico-hermenéutico de búsqueda, recolección, clasificación e interpretación de la información contenida en diversos documentos, en un recorrido por diversas áreas del conocimiento, autores y fuentes jurídicas. Sin embargo, como los cuestionamientos teóricos surgieron desde un nivel práctico, el quinto capítulo de la tesis está diseñado para regresar a este nivel; por tanto, “Pasado y presente continuo de la memoria de los familiares de desaparecidos” tiene como objetivo construir la memoria de la desaparición forzada de Simón a partir de la memoria de sus padres y de los documentos disponibles en el expediente de justicia y paz. Con el fin de desarrollar el objetivo, una parte del capítulo se dedicará a la elaboración de un relato sobre la desaparición forzada de Simón, basándose en ejercicios de memoria con sus padres, y otra parte del capítulo estará destinada a la construcción de un relato extraíble de los documentos que obren en el expediente judicial.
Agotadas estas dos partes del quinto capítulo, procederé a considerar el objetivo general de la investigación, diseñado a partir de las delimitaciones de esta, y según el cual quiero establecer si la memoria jurídica oficial de justicia y paz logra recoger la memoria de las víctimas, o lo que es lo mismo, puesto en forma de pregunta de investigación: ¿El proceso de justicia y paz a través de los documentos que obran en el expediente, logra recoger la memoria de las víctimas en el caso de la desaparición forzada de Simón? Para responder la pregunta y abordar el objetivo general de la investigación, haré uso principalmente de variables desarrolladas durante los capítulos teóricos precedentes. Estas variables, como puntos de análisis o indicadores conducirán a la tesis, según la cual a través del proceso de justicia y paz no se logra recoger la memoria de las víctimas en el caso de la desaparición forzada de Simón. La razón es que la forma como sus padres construyen memoria condensa unas características narrativas constatadas en la separación como paso a la desaparición, además de demostrar la liminalidad narrativa y la agregación existentes en el expediente. Así mismo, se hacen evidentes otros elementos de distanciamiento en relación con lo que aparece en el proceso transicional, concretados en el punto de partida, objetivos, aspectos personales y punto de cierre.
De una forma retrospectiva, para poder responder el interrogante sobre el recogimiento de la memoria de los padres de Simón, fue necesario saber cómo las víctimas, entendidas principalmente como seres humanos, construyen su memoria y qué características la identifican, y, de manera particular, la memoria de las personas, familiares de desaparecidos. Además de ello, fue necesario indagar acerca del concepto y contenido esperado de la memoria en el derecho, lo que condujo a considerar la triada de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, así como el sistema transicional y su proceso judicial colombiano.
En la literatura sobre la memoria se encuentra un gran volumen de documentos relacionados con otros temas específicos que, es pertinente indicar, no serán objeto de esta tesis, y otros que lo serán, pero de manera muy tangencial. Entre ellos se encuentran los emprendedores de memoria, los lugares de la memoria, las políticas de la memoria, la memoria ejemplar, los abusos de la memoria, el derecho a la memoria o la identidad y la memoria. Este documento, por tanto, no es un escrito acabado; por el contrario, pretende ser el punto de partida de muchos otros.
2. Conocimientos inventados – Conocimientos situados
Quiero abordar esta investigación reconociendo que el conocimiento que se logre construir será un conocimiento inventado (debate entre Chomsky y Foucault, Cienciaspoliticasuaa, 2009), esto es, que no está dado ni de manera previa, ni definitivamente. Tal idea la he acogido a partir del análisis que realiza Foucault a Nietzsche en particular –e interesadamente–, sobre el empleo de la palabra “invención” (Erfindung) en vez de “origen” (Ursprung), lo cual, aplicado al conocimiento, implica que este es el producto de una invención; esto quiere decir que no aparece como una “cosa” en la naturaleza que pueda ser aprehendida, sino que surge en un momento dado como producto de algo que lo hace aparecer, pero no con anterioridad a este (Foucault, 2003, pp. 9-33).
Ese “algo” a partir del cual surge el conocimiento, dice Foucault (2003), no es otra cosa que “una relación de violencia, dominación, poder y fuerza, una relación de violación”, arbitraria, generada entre el conocimiento y las cosas por conocer. Una lucha en la que el positivismo hace desaparecer al sujeto como conocedor, pero que, en realidad invita a realizar un acercamiento como políticos al conocimiento, a través de la comprensión de estas relaciones de lucha y de poder en que las cosas se oponen, y a partir de las cuales, cuando se logre una estabilización dentro de esas relaciones, se logrará un conocimiento (pp. 9-33). Massé (2001) y otros también reconocen como limitación del positivismo la separación entre el sujeto y el objeto:
Las ciencias sociales clásicas estuvieron dominadas hasta hace unas décadas por un paradigma positivista (de la simplicidad o lo disyuntivo) que separó el sujeto de conocimiento de la realidad social que investiga, a la vez que la fraccionó en parcelas que debían ser estudiadas por disciplinas separadas; a cada una de ellas se les asignó la tarea de producir conocimientos “objetivos” y neutrales, a partir de teorías universales y deterministas y del empleo del llamado método científico, entendido como un conjunto de procedimientos estandarizados que garantizarían su cientificidad. (Torres, 2006, pp. 65-66)
Los aportes que pueda realizar sobre la memoria no serán universales ni totalizadores (Haraway, 1995a, p. 311). Corresponderán más bien a un acercamiento crítico, reflexivo y responsable en torno al tema, reconociendo que “el conocimiento es siempre una relación estratégica en la que el hombre está situado”, desde unas condiciones de su experiencia y del objeto que analiza heterogéneas, a partir de lo cual se logra definir el conocimiento, y por ello su naturaleza es ser parcial, oblicuo, perspectívico en términos de Foucault (2003, pp. 9-33), lo que permite rescatar el lugar central del sujeto y la subjetividad en la investigación social (Torres, 2006, p. 67).
En este replanteamiento de la cuestión epistemológica sobre el conocimiento y la “objetividad” del método científico, Donna Haraway (1995b) nos propone la idea de los conocimientos situados, en donde la objetividad parte de afirmar que no existe un único conocimiento, y mucho menos uno acabado, defendiendo, por el contrario, un conocimiento racional que se construye a partir de perspectivas parciales y localizadas. Se trata de un conocimiento responsable, pues es posible saber desde dónde se aprende (pp. 313-346).
La alternativa al relativismo son los conocimientos parciales, localizables y críticos, que admiten la posibilidad de conexiones llamadas solidaridad en la política y conversaciones compartidas en la epistemología. El relativismo es una manera de no estar en ningún sitio mientras se pretende igualmente estar en todas partes. La “igualdad” del posicionamiento es una negación de responsabilidad y de búsqueda crítica. El relativismo es el perfecto espejo gemelo de la totalización en las ideologías de la objetividad. Ambos niegan las apuestas en la localización, en la encarnación y en la perspectiva parcial, ambos impiden ver bien. El relativismo y la totalización son ambos “trucos divinos” que prometen, al mismo tiempo y en su totalidad, la visión desde todas las posiciones y desde ningún lugar, mitos comunes en la retórica que rodea la Ciencia. Pero es precisamente en la política y en la epistemología de las perspectivas parciales donde se encuentra la posibilidad de una búsqueda objetiva, sostenida y racional. (Haraway, 1995b, p. 329)
Es en estas perspectivas en las que se hace posible la construcción de un conocimiento a partir del diálogo entre posicionamientos heterogéneos (no inocentes) y contradictorios, múltiples, multidimensionales e inacabados (Haraway, 1995b), como el que se pretende elaborar a partir de la puesta en diálogo entre el derecho y campos no jurídicos en esta investigación. Además, la adopción de este tipo de objetividad posibilita estar abierto a sorpresas durante la búsqueda de puntos de encuentro comunes, con la esperanza constante de descubrir mejores versiones del mundo, mejores versiones de ciencia.
“Los conocimientos situados requieren que el objeto del conocimiento sea representado como un actor y como un agente” (Haraway, 1995b, p. 341; véanse, en igual sentido, Cornejo, Cruz y Reyes, 2012, p. 259), no como una cosa pasiva e inerte, como ocurre en la objetividad científica, como si el mundo fuera determinado y fijo. Lo afirma Andrade (2007): “Reconocer en ese mismo acto que estudiar la realidad no es recolectar datos, sino también construirlos desde una particular mirada: la del sujeto, un sujeto social y teóricamente situado” (p. 301).
Asumir esta postura en la investigación conduce a que me identifique con la figura del cyborg que propone Donna Haraway, quien se encuentra en una posición privilegiada para explorar sin miedo en la parcialidad y la contradicción, para inmiscuirse en la epistemología que trata de conocer la diferencia y producir una teoría parcial pero responsable (Haraway, 1995b, pp. 275, 310). Estos son, pues, según Cornejo et al. (2012, p. 259), los dos ejes centrales de la propuesta de Haraway: la metáfora del cyborg y la idea de la responsabilidad del conocimiento.
La imaginería cyborg puede ayudar a expresar dos argumentos cruciales en este trabajo: primero, la producción de teorías universales y totalizadoras es un grave error que se sale probablemente siempre de la realidad, pero sobre todo ahora. Segundo, aceptar responsabilidades de las relaciones sociales entre ciencia y tecnología significa rechazar una metafísica anticientífica, una demonología de la tecnología y también abrazar la difícil tarea de reconstruir los límites de la vida diaria en conexión parcial con otros, en comunicación con todas nuestras partes. No es solo que la ciencia y la tecnología son medios posibles para una gran satisfacción humana, así como una matriz de complejas dominaciones, sino que la imaginería del cyborg puede sugerir una salida del laberinto de dualismos en el que hemos explicado nuestros cuerpos y nuestras herramientas a nosotras mismas. No se trata del sueño de un lenguaje común, sino de una poderosa e infiel heteroglosia. Es una imaginación de un hablar feminista en lenguas que llenen de miedo a los circuitos de los supersalvadores de la nueva derecha. Significa al mismo tiempo construir y destruir máquinas, identidades, categorías, relaciones, historias del espacio. A pesar de que los dos bailan juntos el baile en espiral, prefiero ser un cyborg que una diosa. (Haraway, 1995a, p. 311)
El conocimiento que se logre construir irá más de la mano con lo que puede identificarse como autorrelato (Cornejo et al., 2012, p. 262). La razón está en que la memoria, como tema inquietante que nos interroga para enfrentar un pasado reciente violento y que continúa presente (p. 260), y la forma como pretendo abordarlo, a través de la construcción de una relación directa con víctimas de desaparición forzada, implica la asunción de encuentros y diálogos con estas y la apertura de espacios a partir de los cuales será posible la construcción de conocimiento (p. 262).
Es un encuentro histórico, contextual, que se co-construye entre investigador y participante, cada uno con sus recursos simbólicos y sociales en acción. El sujeto investigador realiza a otro una solicitud de palabras, de historias para construir conocimiento a partir de ellas; y el sujeto investigado destina, dirige sus palabras y sus historias al investigador, y a través de él a sus interlocutores reales, virtuales y fantaseados presentes en el contexto discursivo. Sin embargo, para poder decir algo sobre lo que ocurre en ese encuentro, hay que pasar necesariamente por nuestra experiencia como sujetos investigadores, como sujetos activos, históricos, situados […], la palabra del sujeto participante carece de sentido si no contamos con el marco de quien la escucha. De este modo, los autorrelatos de las investigadoras ponen a operar premisas fundantes del enfoque biográfico, pero también del conocimiento situado, a saber: que los investigadores somos parte de lo investigado, que afectamos y/o somos parte de nuestros objetos de estudio, enunciaciones que apuntan a considerar al investigador como parte constituyente y constitutiva de los objetos de estudio. (Cornejo et al., 2012, p. 262)
En esta construcción de conocimiento situado, la indagación sobre la memoria me examina a mí misma; por ello este documento lo presento en un lenguaje personal y no en tercera persona (véase también Carrillo, 2013, p. 16), tomando distancia además del positivismo. Su recorrido muestra el camino que transité desde el desconocimiento del tema hacia la búsqueda de respuestas, con la disposición de sorprenderme en el acercamiento a otros campos no jurídicos e innegablemente desde la afinidad con las víctimas para poder cuestionar y discutir. Lejos de pretender dar conclusiones definitivas, quiero mostrar que la riqueza del tema abre puertas para muchos análisis más.
El yo dividido y contradictorio es el que puede interrogar los posicionamientos y ser tenido como responsable, el que puede construir y unirse a conversaciones racionales e imaginaciones fantásticas que cambien la historia. La división, el no ser (como un cyborg), es la imagen privilegiada de las epistemologías feministas del conocimiento científico. La “división”, en este contexto, debería tratar de multiplicidades heterogéneas que son simultáneamente necesarias e incapaces de ser apiñadas en niveles isomórficos de listas acumulativas. Esta geometría se encuentra dentro y entre los sujetos. La topografía de la subjetividad es multidimensional, y también la visión. El yo que conoce es parcial en todas sus facetas, nunca terminado, total, no se encuentra simplemente ahí y en estado original. Está siempre construido y remendado de manera imperfecta y, por lo tanto, es capaz de unirse a otro, de ver junto al otro sin pretender ser el otro. Esta es la promesa de la objetividad: un conocedor científico busca la posición del sujeto no de la identidad, sino de la objetividad, es decir, de la conexión parcial. No hay manera de “estar” simultáneamente en todas, o totalmente en algunas de las posiciones privilegiadas (subyugadas) estructuradas por el género, la raza, la nación y la clase. Y esta es solo una corta lista de posiciones críticas. (Haraway, 1995a, pp. 331-332)
Finalmente, como lo he venido expresando, con este trabajo quiero problematizar la construcción de memoria en el proceso especial de justicia y paz, desde la identificación con los “otros”, las víctimas, y aún mejor, seres humanos a quienes se les han vulnerado sus derechos, partiendo también de la creencia en la construcción de memorias, no en su re-construcción, por la imposibilidad de hacerlo. Esta es, además, una invitación para hacer investigaciones interdisciplinares a través de las cuales podamos tener una visión más compleja de nuestras realidades1.
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1.El cierre de la investigación se realizó en noviembre del 2014, y se actualizó en julio del 2018.