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Capítulo 01

TU PUEDES

SER EL CRISTIANO

QUE DECIDAS SER

Uno es el tipo de cristiano que decide ser. Uno puede ser un creyente sabio o un creyente ignorante. La diferencia está en la importancia que usted le otorgue a la lectura y el estudio de la Biblia.

Usted puede ser un cristiano espiritual y victorioso o un cristiano carnal y amargado. La diferencia estará en como viva usted el “día a día” de la vida cristiana:

¿Vive tratando de agradar al Señor aún en las pequeñas cosas?

¿O vive como un mundano, diciendo malas palabras, enojándose por cualquier cosa, y haciendo todo tipo de trampas?

La vida espiritual es una vida llena de gozo y paz.

La vida carnal es pura aflicción de espíritu.

Esa es la gran diferencia.

Hay gente que cree que la vida espiritual es para vivirla en la Iglesia. Que afuera del templo se disfruta otro tipo de vida más relajada, más suelta, donde todo vale. Pero no es así.

La vida cristiana se debe vivir los 365 días del año y las 24 horas de cada día.

La vida no tiene una división en el medio que pone de un lado lo espiritual y del otro lado la parte mundana. No es que orar es algo espiritual y jugar al futbol es algo mundano. Ni que leer la Biblia es algo espiritual y mirar vidrieras es algo mundano. ¡Todo es parte de la vida cristiana! La Palabra nos recuerda que “…todo lo que hagan háganlo como para el Señor” (Col.3:23)

Luis Palau atesora en su oficina de la ciudad de Portland, en Estados Unidos, un cuadrito con esta frase: “La vida en secreto es el secreto de la prosperidad espiritual” Lo que esto significa es que sean públicos o privados, todos nuestros hechos deben agradar a Dios. Todos.

Cuando el apóstol Pablo dice en la carta a los Hebreos: ¡Hermanos vayamos hacia la perfección! Nos está diciendo: busquemos ser íntegros en todas las facetas de la vida.

¿Que significa íntegro?: Significa ser de una sola pieza. Sin fisuras, sin agregados. Tome un bloque de mármol y mírelo de abajo, de arriba de los costados: es una sola pieza.

Un cristiano íntegro es igual por donde se lo mire: en la iglesia, en la casa, en su trabajo, con sus amigos, de día, de noche… No tiene un lenguaje para cada lugar… Su actitud, su conducta no cambia.

¿Y cuál es la recompensa para el íntegro? El gozo, la paz interior, una vida llena de alegría.

Pero el mentiroso tiene que seguir mintiendo para cubrir sus mentiras y debe tener buena memoria…para no pisarse.

El íntegro prosperará en todo lo que haga. Y el que anda en trampas no dormirá tranquilo. (Salmo 1.1-4)

La vida no tiene

una división en el medio que

pone de un lado lo espiritual

y del otro lado la

parte mundana.

Juan 7: 38 dice también: “El que cree en mi de su interior correrán ríos de agua viva” ¿Sabe qué es agua viva? ¡Es alegría! ¡Es gozo!

¿Y sabe qué quiere decir el que cree en mí? Creer en Dios significa vivir como él nos enseña en su Palabra. Es mucho más que decir “yo creo que existe Dios”

A lo mejor usted está leyendo esto y aún no ha logrado tener una vida como la que Dios quiere de cada cristiano. Quizás usted con toda sinceridad está diciendo para adentro suyo: “¡Qué lejos estoy yo de esa vida!”

No importa. No se condene. Usted está aprendiendo. Si usted está leyendo este libro significa que tiene deseos de mejorar su forma de vivir y eso es importante. Llegará un día en que aprenderá.

Es oportuno en este punto recordar lo siguiente: ¿A qué vamos a la Iglesia? Debemos ir por tres motivos básicamente: 1) Para alabar a Dios con toda gratitud por los beneficios que él derrama cada día sobre nuestras vidas; 2) Para tener comunión con los hermanos; y 3) Para corregir errores, defectos, debilidades o pecados a la luz de la Palabra de Dios predicada desde el púlpito.

Debemos saber esto: la salvación es instantánea pero el proceso de convertirnos en buenos cristianos lleva un poco de tiempo.

La salvación de su vida ocurre instantáneamente. El día que se entregó al Señor, ese mismo día fue registrado en el Libro de la Vida (Ese libro que se abrirá en el Día del Juicio Final). Y ese mismo día el Espíritu Santo vino a morar en su corazón para guiarlo a todo lo bueno.

Pero la transformación de su carácter es un proceso. El abandonar la vieja manera de vivir y todas las cosas negativas que usted traía de su vieja vida, eso lleva un tiempito.

Efesios 4: 22 dice: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos”

Está diciendo ¡Ya dejen de vivir como lo hacían en la antigua vida antes de conocer a Cristo!

Y la nueva vida incluye: Dejar la mentira, v. 25; dejar la ira y el enojo, v. 26; dejar el robo, v. 28, dejar las malas palabras, v. 29 y los gritos, v. 31.

Me voy a detener un minuto en un verbo que parece obvio, parece innecesario explicarlo: “Robar”

Este “robar” no se refiere a los piratas del asfalto. Se refiere a nosotros, los cristianos:

Si usted se trae una lapicera de su trabajo, o una resma de papel, o un tarrito de pintura, el verbo para designar esa acción es el mismo que se utiliza para los piratas del asfalto: robar. El mismo que se usa para quienes ingresan en una casa y la desvalijan: robar.

Si usted tiene que entrar a su trabajo a las 6 de la mañana y debe salir a las 14 horas, pero se va a las 13.30, tiene que dejar de hacerlo porque eso también se llama “robar”

Si usted es comerciante y vende algo malo a lo cual le llama bueno, sabiendo que es malo: eso no tiene otro nombre que: robo. O quizás estafa.

Vayamos a algo más sutil: Si usted se pone de acuerdo con otra persona para encontrarse a las 6 de la tarde y llega a las 6.30, usted le está robando el tiempo al otro.

Yo no le remarco esto para hacerlo sentir culpable. ¡No! Lo digo también para mí. ¿Sabe para qué? Para no ahuyentar la bendición sobre nuestras vidas. Para no bloquear los beneficios de Dios sobre nosotros.

En lugar de practicar todo eso el cristiano debe andar en la verdad, en la generosidad, las palabras de ánimo, el cariño…Así lo expresa la Escritura.

Ese tiempo que llevará el proceso de ser buenos cristianos será más corto o más largo de acuerdo a nuestra decisión.

Si usted decide consagrar su vida a Dios y dejar su vieja manera de vivir, ese proceso será más corto. Eso incluirá dejar viejos hábitos, viejos amigos cuya amistad se tornará peligrosa, viejas “mañas” que traíamos muy pegadas…

Para llegar a ser un buen hijo de Dios no se trata de tener más estudio, más inteligencia o más cultura.

Todo pasa por dejar que Dios gobierne nuestra vida. Y para saber qué es lo que le agrada al Señor tenemos que leer la Biblia. Allí está expresada su voluntad.

Para ser un buen discípulo no interesa tampoco la clase social, nada de eso…

Una prueba de que para el Señor no tiene importancia ni nuestra cultura, ni nuestros estudios ni nuestra condición social es leer la forma en que él escogió a sus discípulos: “Lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios…” (Leer 1 Cor. 1:26,29)

El se especializa en restaurar lo que estaba mal, descalificado, perdido. Su especialidad es tomar personas con el motor fundido y rectificarlas a nuevo.

El nos toma destruidos por el pecado y nos hace de nuevo. Dice que hace de nosotros “Nuevas criaturas” y nos dice: “Las viejas cosas ya pasaron para vos…ahora en tu vida absolutamente todo es hecho nuevo”

Las tres V: Verdades Vigentes y Valederas

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