Читать книгу Las tres V: Verdades Vigentes y Valederas - Marcelo Laffitte - Страница 7
ОглавлениеCapítulo 02
REUNIÓN
CUMBRE
EN EL
INFIERNO
La escena sucede en la caverna principal del infierno. Satanás ha convocado a una urgente reunión de sus comandantes en jefe y allí están los ocho jerarcas más importantes de las tinieblas.
“Los he llamado”, dice el diablo levantando su tridente, “para que elaboremos juntos un contraataque feroz contra los cristianos de América Latina. Si no recurrimos a nuevas estrategias y a métodos más creativos, perderemos definitivamente la batalla”
“Saben ustedes”, continúa, rascándose nerviosamente la barbita en punta, “que miles y miles de personas abandonan día tras día nuestras filas para engrosar las iglesias cristianas. ¡Esto no puede ser! ¡Nunca nos ocurrió nada así!”
“Y los he citado, precisamente, para que cada uno de ustedes aporte nuevas ideas, nuevas estrategias, maquinaciones distintas y verdaderamente destructivas. Así que, los escucho”.
Se pone de pié el primero de los jefes demoníacos y propone: “Una fórmula que siempre nos ha dado muy buenos resultados y que podríamos intensificar, sería la de sembrar chismes y murmuraciones en las iglesias cristianas. Si logramos que los creyentes se critiquen entre ellos; que los miembros, a su vez, critiquen al pastor; que el pastor murmure de sus oficiales y que, en definitiva, toda la iglesia practique el chisme... ¡los habremos destruido!”
Lucifer piensa un momento y con cara de hastío vocifera: “¡He pedido métodos nuevos, pulverizantes! Si bien el chisme nos da buenos resultados... no es lo que busco. ¡Escucho otra idea!”
Toma entonces la palabra otro de los comandantes en jefe.
“Propongo que coloquemos, en cada congregación, hermosas mujeres. Estas doncellas, que simularán ser cristianas, tendrán como meta seducir a los líderes. Si logramos que ellas cumplan el cometido, usted sabe muy bien, excelentísimo Satán, que habremos tirado por tierra todo el prestigio de la iglesia cristiana. ¿Qué le parece?”
El gran engañador hace silencio mientras juega con una brasa ardiendo entre sus manos. Luego exclama: “Me gusta, es muy bueno. Pero no alcanza. ¡El que sigue!”
Se incorpora el tercero de los jerarcas del Seol y con firmeza y ojos maliciosos despliega su plan.
“Sugiero que llenemos de pornografía todos los ambientes cristianos. Si logramos reemplazar los buenos pensamientos que la Biblia propone para el cristiano por figuras eróticas, pulverizaremos la santidad y lograremos que todo se eche a perder. Para llegar al creyente tenemos Internet, revistas, programas de televisión, cine... ¿No le parece mortífero?”
“En honor a la verdad”, reconoce Lucifer, “este plan ya nos está dando excelentes resultados. Pero repito que no solamente quiero matar a algunos... ¡quiero destruir a toda la Iglesia de Jesucristo! Sigo escuchando”
Tercia entonces un inmenso demonio como de tres metros que lucía en su pecho infinidad de medallas y condecoraciones.
“Yo pienso”, dice, “que si queremos asestar un golpe fatal a los malditos cristianos, debemos aplicar una metodología más sutil, más fina, más sofisticada. Algo que no se pueda detectar fácilmente que proviene de aquí. Yo propongo”, continúa mientras se limpia sus largas uñas, “que coloquemos en la mente de todos los creyentes la palabra mañana”
“¡¿A ver, a ver, cómo es eso?!”, pregunta interesado el diablo.
“Efectivamente”, explica. “Si logramos injertar en el pueblo evangélico la palabra mañana lograremos que: ...mañana comenzaré a leer la Biblia; mañana empezaré a orar; mañana haré evangelismo, mañana predicaré; mañana visitaré a los enfermos... mañana, mañana…” ¡Y usted sabe muy bien, jefe, que para muchísimos cristianos la palabra mañana significa nunca!”
“¡Genial! ¡Genial! ¡Genial!”, vocifera el mentiroso. “¡Realmente excepcional!”. Hace una pausa, piensa un momento y replica: “Pero no estoy totalmente conforme... Otro por favor, quiero escuchar a otro”
“Mi plan consiste en un simple reemplazo”, comienza diciendo con tono sarcástico el quinto de los jefes del mal. “¡Pero un reemplazo que convertirá en vergüenza a cada iglesia cristiana de Latinoamérica!”
“¿De qué se trata?”, indaga con ojos brillosos Satanás.
“Se trata de quitar del corazón de cada cristiano la palabra perdón y cambiarla por otra parecida: rencor. Ya hemos comprobado que cuando los creyentes son incapaces de perdonarse y anidan rencores en su interior, se destruye una de las enseñanzas más importantes de Jesús. ¿No le parece una idea estupenda?”
“Realmente sí... realmente sí...”, se entusiasma el diablo. “Ese es un método que no debemos abandonar pues destruye a la iglesia desde sus mismos cimientos... Pero, pero, quiero escuchar a otro de mis pensadores. ¿Qué nos sugiere usted?”
Este jefe demoníaco, de ojos rojos y totalmente cubierto de pelos, extrae unos apuntes, se coloca los anteojos y lanza su plan.
“Debo confesar”, dice, “que esta estrategia no es improvisada. Me ha llevado mucho tiempo de análisis y pruebas, pero creo, definitivamente, que es la fórmula que todos, aquí en el Hades estamos buscando”
“¡Cuente!... ¡Cuente!...” Esta vez reclaman todos, impacientes.
“Se trata de lo siguiente: fomentemos en Latinoamérica la formación de nuevas denominaciones. Ya las hay por centenas. Pero nosotros debemos lograr que se subdividan y se conviertan en miles…Y no sólo eso: convenzamos a los creyentes que su denominación es la única, la mejor. Ayudemos para que los muros de las divisiones sean cada vez más altos. En una palabra: llenémoslos de orgullo denominacional, ese orgullo denominacional hará que muchos llamen satánico a esos malditos movimientos apostólicos que tantas miles de almas nos están robando. Porque si aún desunidos logran semejantes resultados... ¡qué sería de nosotros si se unieran!”
“Creo que esta estrategia es infalible”, termina diciendo, “pues con ella habremos logrado, nada menos, que destrozar en mil pedazos el Cuerpo de Cristo... ¿Qué opinan?”
“Pido por favor que nunca abandonemos esta estrategia”, replica Satanás, “porque es un plan que nos ha dado y seguirá dando grandes réditos. Nada ha avergonzado y ha debilitado tanto a la Iglesia Cristiana como las divisiones que hemos generado con el orgullo denominacional. Propongo que profundicemos esta medida… ¡Hizo bien en recordarla querido colega!, pero estoy ansioso por escuchar al último de mis apreciados comandantes en jefe…”
“He investigado profundamente las causas del estancamiento de miles y miles de Iglesias Cristianas”, comenzó diciendo el jerarca demoníaco. “Y he llegado a la conclusión que aquellas que no se renuevan, aquellas que amordazan al Espíritu Santo, aquellas que prefieren respetar sus tradiciones antes que obedecer la dirección que les marca el Espíritu, se debilitan, se secan y desaparecen. Por eso debemos seguir llenando de vino viejo los viejos odres de miles de congregaciones, debemos continuar persuadiendo a los pastores la importancia de venerar las tradiciones y de repeler todo lo que huela a Reino de Dios. Debemos bloquear la lectura de Romanos 12:2. Debemos seguir instigando a no hacer cambios porque los cambios implican riesgos, a que no se diferencien del mundo para no ser despreciados… ¡En una palabra…! Se enojó… ¡¡¡Sembremos religión y más religión….humanismo y más humanismo!!! ¡Y los destruiremos definitivamente!
Esta vez la respuesta fue unánime: “¡Esta es la estrategia que estábamos buscando… Manos a la obra!”.