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Respuestas a la paradoja de la “demora”

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A lo largo de la historia de nuestra iglesia, entonces, se han intentado dar al menos tres respuestas teológicas al problema de la “demora” de la Segunda Venida.

En primer lugar, están quienes afirman que Cristo no ha venido porque todavía el evangelio no sido proclamado a “todo pueblo y toda nación, tribu y lengua” (Apoc. 14:6),3 ya que la proclamación global del evangelio fue mencionada por Jesús como una de las señales y condiciones para la Segunda Venida: “Y se predicará la Buena Noticia acerca del reino por todo el mundo, de manera que todas las naciones la oirán; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14).

En segundo lugar, se encuentran quienes afirman que Cristo vendrá solo cuando su carácter haya sido reproducido fielmente en su pueblo. En otras palabras, la Segunda Venida está supeditada a la perfección moral del remanente. Es evidente que estas dos posiciones ponen el énfasis en el elemento humano (el pueblo de Dios) más que en el elemento divino en lo que se refiere a los efectos condicionantes y detonantes de la Segunda Venida. Es claro que, para estos dos grupos, la demora se debe a que la iglesia ha fallado, ya sea en su fervor misionero o en su consagración y santificación personales.

En tercer lugar, están aquellos que enfatizan que las “fechas y los tiempos” están únicamente en manos de Dios, y que la demora es solo una percepción humana. Este grupo enfatiza la soberanía divina, y no considera que el ser humano (el pueblo de Dios) desempeñe un papel crucial en la determinación de la fecha de la Segunda Venida.

Desde luego, están también aquellos que reconocen que en la Biblia aparecen tanto el concepto de inminencia como de demora de la Segunda Venida, y que deberíamos mantener esa tensión sin querer resolverla. Esta última posición podría parecer interesante; pero, como cristianos, si bien reconocemos que hay diversas tensiones en la Biblia, como el “ya” y el “todavía no” de la salvación, o entre la fe y las obras, hemos hecho un esfuerzo por resolver esa tensión o identificar claramente los elementos que la componen.

La pregunta, entonces, es cuál de estas posiciones se acerca más a la verdad bíblica. ¿Es que no estamos haciendo lo suficiente para proclamar el mensaje? ¿No nos hemos consagrado lo suficiente como para ser transformados a semejanza de Cristo y alcanzar esa perfección que supuestamente Dios espera de nosotros en el tiempo del fin? ¿O es que en realidad la fecha de la Segunda Venida depende enteramente de Dios, y la demora es solo una percepción subjetiva de las señales y de los tiempos?

¿Es que no estamos haciendo lo suficiente para proclamar el mensaje? ¿No nos hemos consagrado lo suficiente como para ser transformados a semejanza de Cristo y alcanzar esa perfección que supuestamente Dios espera de nosotros en el tiempo del fin?

¿Podemos adelantar la Segunda Venida?

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