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Capítulo I

"Parchar, no es sanar,

es alimentar enfermedades en tu cuerpo"

¿Que son los trastornos de ansiedad?

Esta enfermedad es muy seria, hay que tratarla como tal.

Quienes la padecen sufren demasiado, ellos se encierran en su red y se paralizan, las personas que sufren de crisis de ansiedad, pánico, realmente sienten que se van a morir, es literal.

Esta es una aflicción tanto mental como física, estas enfermedades siempre tienen un por qué, y algo que las detona, haciendo de sus vidas un infierno.

Los trastornos de ansiedad se caracterizan por presentar un miedo o ansiedad intensa, una preocupación excesiva.

Estos trastornos generan un importante malestar y afectan al funcionamiento habitual de la persona, tenga la edad que tenga.

Estas crisis de angustia en muchos casos, aparecen a raíz de lo que estamos pensando y se manifiesta bruscamente en nuestro cuerpo, es un episodio muy traumático que produce una ansiedad extrema, la sensación de miedo a morir en ese preciso momento: nos aumenta la frecuencia cardiaca, la respiración, también suele aumentar la presión arterial, se produce la hiperventilación, sudoración, nuestras pupilas se dilatan, los niveles de glucosa en sangre aumentan, la actividad cerebral se incrementa notablemente, nuestro flujo sanguíneo se acelera.

De esta forma el cuerpo se prepara para una batalla imaginaria, la fuente es tu mente, pero el núcleo es un problema sin resolver, esto te puede pasar una vez en la vida o puede ser un problema crónico.

Una misma persona puede tener varios trastornos de ansiedad al mismo tiempo y no es extraño que tenga otros trastornos del ámbito de la salud mental.

¡Esta es mi historia!

Como el destino me llevo a encontrarme con esta enfermedad cara a cara.

Mi nombre es Marie nací un 20 de junio de 1979.

En Guayaquil Ecuador.

Vengo de un barrio humilde de la ciudad de Guayaquil, teníamos una casa muy precaria estaba construida a base de caña y madera, yo tenía un perro pastor alemán que siempre estaba conmigo cuando yo era pequeña.

Cuando tenía cerca de dos años de edad, mi padre y mi madre se separaron debido a los celos enfermizos de mi papa, en ese entonces mi madre estudiaba enfermería y a su vez tenía un grupo de danzas afro ecuatorianas, mi padre no soportaba la idea de que mi madre saliera tanto, la golpeaba y la insultaba si llegaba tarde.

Un día mi madre se cansó de todos sus maltratos y se fue de casa cansada de la vida que llevaba con mi padre, entonces por un tiempo me quedé con el ya que no le permitió que me llevara con ella.

Lo que generó, tiempo más tarde, una disputa por mi tenencia.

Después de unos meses mi padre ya tenía otra mujer y un día me llevó a la casa de mi tía, hermana de mi padre, y finalmente, fue ella la que decidió llamar a mi madre para decirle, que yo me encontraba en su casa y que ese era el momento justo para reunirse nuevamente conmigo. Mi madre, casi sin pensarlo, fue a buscarme y me llevó con ella.

Así comienza una vida de lucha para mi madre con sus tres hijos, Washington, Esteban y yo.

Nos Fuimos a vivir a la casa de un tío de mi madre, primo del papa de mi mama.

Este tío tenía una casa grande de dos pisos, nada parecido adonde yo había vivido.

Recuerdo haber permanecido siempre en aquella gran casa y aunque iba de un lado al otro, siempre volvía ahí. Mi tío era casado y tenía 5 hijos.

Pasado el tiempo, siendo yo apenas una niña, recuerdo que en esta casa vivían dos hombres que eran amigos de la familia, uno se llamaba Rafael y el otro Gasquin, tendrían alrededor de 25 o 30 años a decir verdad no lo sé con exactitud.

Desde mis 3 a 5 años, lo recuerdo tan claramente como si hubiera pasado hoy, estos hombres abusaban de mí de muchas formas, tengo el recuerdo muy latente de mi vestidito color beige que llegaba hasta mis rodillas y mi gran inocencia, digna de una niña de apenas 3 años.

Estos hombres, tocaban mis partes genitales metiendo sus dedos uno a uno en mis partes íntimas haciéndome doler, se masturbaban delante de mí, me acariciaban, me hacían tocar y besar sus zonas genitales, me tomaban de la cabeza y hacían presión hasta llegar a sus partes íntimas me decían que era un chupete, los veía totalmente desnudos, tengo la foto grabada en mi mente! ¡de sus enormes penes! tanto así que podría hacer un retrato de cómo eran.

En casa nadie se daba cuenta de lo que estos perversos hombres hacían conmigo, aun no entiendo como nadie se dio cuenta nunca de semejante atrocidad, yo no sabía que ellos me estaban haciendo daño no era consciente de lo que hacían conmigo, siempre me llamaban por separado a veces en el baño que quedaba en el patio,

otras veces en la parte de abajo de la casa que tenía dos habitaciones donde aún no había nadie en ese entonces,

la verdad nunca sabré si hubo penetración o no, pero crecí creyendo que no era virgen y me volví desconfiada de los hombres, cuando un hombre se me acercaba me sentía acorralada, me ponía nerviosa, siempre fui una niña muy tímida y temerosa.

Mientras crecía, este recuerdo silencioso vivía muy latente en mi interior y me preguntaba cómo podía alguien ser tan cruel para dañar así a una niña,

para destruir su inocencia, pero la vida seguía girando.

¡Y a su alrededor estaba ahí penetrante mi dolor!

Así prosiguió mi vida y nunca pude olvidar ni sus nombres ni sus actos.

Parches del alma

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