Читать книгу Parches del alma - Marie Proaño - Страница 19

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En aquel momento con los jóvenes la violencia era terrible, en vista de todo esto le pedí a mi madre que se llevara a mi hermano mayor, porque siempre fue un poco rebelde, de carácter fuerte, estuvo en la guerra con Perú mientras hacia el servicio militar y cuando volvió de la Guerra tuve miedo por mi hermano, de que se metiera en cosas raras o que alguien le hiciera daño, la verdad para ser sincera yo estaba sufriendo y solo Dios sabia de mi sufrimiento.

¡Pasaba largas horas hablando con Dios en secreto, pero sabía que yo podía soportar un poco más, sin ver a mi madre, porque sabía que Dios nunca me dejaría!

Por esta razón le pedí a mi madre que se llevara primero a mi hermano mayor, ya que mi otro hermano también estuvo en la guerra, pero era mucho más tranquilo.

Y así fue mi madre acepta llevarse a mi hermano mayor primero.

Yo tendría que esperar un año más.

A mis diecisiete años, una amiga del grupo de danzas de mi mamá viaja a Ecuador a buscar a su hija y aprovechando ese viaje empezamos arreglar rápido mis papeles para poder irme. La hermana de mi hermano mayor Washington, ella se llamaba Margarita la cual falleció años más tarde de una enfermedad, era un ángel de persona, era hija del padre de mi hermano.

Ella me ayudo a buscar a mi padre del cual yo no sabía nada para que me diera el permiso de salida porque yo era menor de edad, lo buscamos hasta que lo encontramos.

Él puso la firma, pero faltaban 50 dólares, obviamente yo no los tenía y mi madre ya no tenía más dinero.

¡Recurrí a mi Padre! ¡el único que nunca me abandono, a Dios! a la fe tan grande que tenía! al único Ser que yo estaba segura me daría lo que le pidiera!

Entonces subí hasta mi cuarto en mi habitación, tenía una ventana que daba al cielo, poniéndome de rodillas con la fe más pura y sincera de un alma noble y sencilla, extendiendo mi mirada hasta el cielo, con lágrimas en mis ojos y mis brazos extendidos dije:

¡Una oración con fe, hace grandes milagros!

¡Dios ayúdame! me faltan solo 50 dólares para poder volver a ver mi madre! ¡Ya he sufrido mucho! ¡No me quiero quedar! ¡No la estoy pasando bien y tú lo sabes! ¡Con lágrimas en mis ojos y con la fe más grande supe que El me ayudaría! ¡Cuando yo me levanto de orar le di gracias a Dios porque yo estaba segura que él me lo daría!

Bajo las escaleras y suena el timbre, era mi hermano Esteban, el cual desde que se casó, tenía tiempo que no lo veía, recuerdo que trajo algo de comida a casa y cuando le dije lo que me estaba pasando, el me regalo de sus propinas, ya que trabaja como botones en un hotel muy importante en Ecuador, los 50 dólares que necesitaba. Ahí cobré fuerzas y agradecí nuevamente a Dios por haberlo enviado.

Parches del alma

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