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Prólogo

Una feminista compleja y contradictoria

Yo soy una radical feminista. Creo que todos los derechos que tiene el hombre debe tenerlos la mujer.

Entrevista con El Caballero Audaz

(J. M. Carretero), 4 febrero 1914

Somos feministas. Las autoras de este libro, Marilar, María, creemos en la causa de las mujeres con pasión, en nosotras resuenan los dilemas de las mujeres, las múltiples exclusiones que sufren. Defendemos esta causa apelando tanto a la pasión como a la razón, criticando los discursos, explícitos o implícitos —y las acciones a ellos asociadas—, que el patriarcado utiliza para justificar el mantener a las mujeres en una situación subordinada. Este compromiso nos lleva a examinar el pensamiento feminista de la autora, en el que pasión y razón dialogan, trayéndolo a nuestro tiempo. Nos interesa el modo en que las ideas de Emilia Pardo Bazán contribuyen a lo que llamamos mover los marcos del patriarcado —en Galicia mover los mojones que limitan las fincas, práctica que causa numerosos pleitos—, en otras palabras, la forma en que cuestionan el sistema social, las identidades y las reglas establecidas. Ella aplicó la mirada feminista, anticipando la que hoy llamamos lente violeta, no únicamente a la violencia física, sino también a la simbólica; no solo a las discriminaciones legales como el acceso a los estudios o a todas las profesiones, sino también a las asimetrías en los discursos sociales, a la doble moral sobre sexualidad y el derecho de las mujeres al placer, sobre las ambiciones intelectuales, e incluso sobre pequeñas acciones cotidianas como fumar.

Emilia Pardo Bazán (1851–1921) situó el feminismo en el centro del debate intelectual en Galicia y España. Ideas feministas están presentes en la obra de las escritoras gallegas Rosalía de Castro y Concepción Arenal, y de la extremeña Carolina Coronado. La singularidad de Emilia está, por un lado, en la defensa explícita del feminismo en sus artículos y ensayos. Un segundo rasgo de esta singularidad reside en que algunas ideas centrales de lo que podemos llamar su programa feminista se adelantaron al feminismo de su tiempo. Se declara en 1914 «una radical feminista» y utiliza esta palabra sin miedo cuando aún hoy, cien años después de su muerte, hay mujeres —y por supuesto hombres— que, al hablar de feminismo o identificarse como feministas, se creen en la obligación de acompañarlo de calificadores y matizaciones, como «un feminismo razonable», «moderado», «prudente», «feministas sensatas», o incluso «un feminismo ganador». Estas expresiones llevan implícita la idea de que el feminismo sin adjetivos es irrazonable, inmoderado, imprudente, insensato, o perdedor. El propio término radical viene de raíz, y su significado remite a mudanzas completas en rasgos centrales, en este caso, de la sociedad.

Radical fue el modo en que denunció los mujericidios, palabra que acuñó, nombre que le debemos, crucial para enfrentarse a ellos, pues lo que no es nombrado no existe. Asesinatos de mujeres y malos tratos son objeto tanto de sus artículos como de cuentos y novelas. Afirmó, con su obra y con su vida, el derecho de las mujeres al deseo y al placer sexual.

Adelantada fue su concepción de la maternidad y de la familia, negando explícitamente que ser madre fuese esencial en la definición de mujer, por ejemplo en la contundente frase «todas las mujeres conciben ideas pero no todas conciben hijos». Hubo que aguardar a las primeras décadas del siglo xxi para que la decisión de no ser madre fuese considerada legítima, y romper parcialmente el tabú que impedía a las mujeres hablar de ella abiertamente. Como señala Isabel Burdiel,1 en su magnífica biografía, la modernidad de la reflexión de Pardo Bazán la conduce a un cuestionamiento radical de la categoría misma de mujer, distinta de otras propuestas feministas de su tiempo. Afirmó su condición de escritora, o incluso de escritor, que pedía ser juzgada por la calidad de lo escrito y no a través de la lente de «mujer que escribe como escriben las mujeres»; reivindicó las diferencias entre mujeres, criticando la idea de la supuesta naturaleza femenina de la «mujer». Pues a las mujeres escritoras, aún hoy, se nos contempla como un todo indiferenciado, se nos hacen preguntas sobre la relación de lo que escribimos con nuestra condición de mujer o con lo que escriben otras mujeres, como critica Inma López Silva,2 preguntas que nunca se hacen a los escritores varones. Llevó también a cabo un proceso que Cristina Patiño Eirín3 llama desmitologización, reescribiendo por ejemplo la historia de Eva y Adán en Cuento primitivo, adelantándose también a reescrituras de mitos emprendidas en las últimas décadas. Todo esto siendo maestra de sí misma, educándose de forma autodidacta.

Emilia Pardo Bazán fue una mujer compleja, contradictoria. Se entiende que los hombres pueden ser contradictorios, se considera incluso una virtud. No así las mujeres, que deberíamos ser ángeles celestiales —mejor aún, ángeles del hogar— o seres satánicos, revolucionarias o reaccionarias, en todo caso de una pieza. A este tipo de simplismos resistió ella con su vida y su obra. Políticamente —excepto en lo relativo a los derechos de las mujeres— fue conservadora. Con todo, tuvo amistades krausistas, como Giner de los Ríos, que influyó mucho en su formación intelectual, o Augusto González de Linares; socialistas, como Gabriela Cunninghame Graham, republicanos federales como Ramón Pérez Costales, o nihilistas como Isaac Pavlovsky, y colaboró económicamente con la Institución Libre de Enseñanza. Era religiosa, lo que no significa obediente a los dictados de la Iglesia, pues es manifiesto que los transgredió en sus relaciones amorosas. Ruth Gutiérrez,4 en un sutil análisis, revela las tensiones entre lo que llama «la carne y el espíritu», entre sexualidad y religión, en sus tres últimas novelas. En otras palabras, estos conflictos emergen en su ficción. Como muchas personas de familia hidalga —con la notable excepción de Rosalía de Castro— tuvo posiciones clasistas, reflejadas en cómo son presentados los personajes campesinos. Al mismo tiempo despliega una gran empatía con las mujeres trabajadoras, denunciando sus condiciones de trabajo en La Tribuna, y poniendo de relieve las redes de solidaridad tejidas entre ellas.

Pardo Bazán se identificaba con el proyecto de nación española, se sentía plenamente española y este fue uno de los motivos de las conflictivas relaciones que mantuvo con el emergente nacionalismo gallego, especialmente con Manuel Murguía, a pesar de que Galicia ocupó siempre el centro de su imaginario y de sus emociones. Sin embargo ese antagonismo reverbera aún en la percepción en Galicia de su legado, de su obra. Siguiendo el enfoque postnacional de Helena Miguélez Carballeira y Kirsty Hooper5 nos interesamos por las tensiones entre identidades, feminista, gallega, política, española, religiosa, entre otras, reflejadas en su obra. En esta perspectiva Joseba Gabilondo6 reconoce la huella de Galicia en la obra de la autora, como elemento que define su identidad y lengua originarias, caracterizando la escritura de Pardo Bazán como transnacional, y la autora como escritora gallega, lo que tratamos en el capítulo 9.

El propósito del libro es seguir los hilos de las ideas centrales del feminismo de Emilia Pardo Bazán que contribuyeron a mover los marcos del patriarcado. Aunque estas ideas se entretejen en un conjunto, hemos intentado identificar distintas dimensiones, seguir el curso de cada río, su contribución al pensamiento de la autora, a través de su obra, en ensayos y artículos de prensa, en su ficción, y en cierta medida en su vida; en sus decisiones, en su correspondencia. El libro está pues estructurado en estos nueve hilos, nueve —un número apropiado para un ensayo sobre feminismo— por recelar de los decálogos. Tomando para sus títulos palabras de la propia autora, o en algún caso como el capítulo 3 de Rosalía: las mujeres tienen un destino propio (capítulo 1); para realizarlo es esencial la educación, y la mujer debe ser maestra de sí misma (capítulo 2); este destino puede ser el de escritoras, ensayistas, intelectuales: lo que las mujeres saben (capítulo 3); todas las mujeres conciben ideas pero no todas conciben hijos, la maternidad y el matrimonio no son destinos inexorables ni incompatibles con el de escritora (capítulo 4); las muertes de mujeres, por ser consideradas propiedad de los hombres, son mujericidios, no «crímenes pasionales» (capítulo 5); el amor es físico, no solo romántico, las mujeres desean, experimentan «el frenesí que para ti tengo», lo que supone una transgresión que no merece castigo (capítulo 6); para cambiar la situación las mujeres deben tener «ideas subversivas» cuestionando la «naturaleza femenina» (capítulo 7); todo esto lleva a una nueva identidad profesional, a la «emancipación» económica de la mujer escritora, que abre territorios inexplorados (capítulo 8); y, como habían anticipado las feministas gallegas, Emilia Pardo Bazán es patrimonio de la cultura gallega (capítulo 9). A lo largo del libro establecemos un diálogo entre Emilia Pardo Bazán y Rosalía de Castro, autoras ambas que podemos encuadrar en la escritura de la Nueva mujer. El libro, en particular el capítulo nueve, pretende también resituar a Emilia Pardo Bazán en la cultura gallega. Ciertamente, las feministas gallegas (y de otros lugares) somos de algún modo hijas de Emilia Pardo Bazán.

1 Isabel Burdiel (2019). Emilia Pardo Bazán. Madrid: Taurus.

2 Inma López Silva (2018). Chámame señora, pero trátame coma a un señor. Vigo: Galaxia.

3 Cristina Patiño Eirín (2018). «Prólogo en el borde». En E. Pardo Bazán, El encaje roto. Antología de cuentos de violencia contra las mujeres, edición y prólogo de Cristina Patiño (9-52). Zaragoza: Contraseña.

4 Ruth María Gutiérrez Álvarez (2017). «La batalla ideológica entre la carne y el espíritu. Una aproximación a los personajes femeninos de las últimas novelas de Emilia Pardo Bazán». La Tribuna, 12, 27-40.

5 Helena Miguélez Carballeira y Kirsty Hooper (2009). «Introduction: Critical approaches to the nation in Galician studies». Bulletin of Hispanic Studies, 86 (2), 201–211.

6 Joseba Gabilondo (2009). «Towards a postnational history of Galician literature: On Pardo Bazán's transnational and translational position». Bulletin of Hispanic Studies, 86 (2), 249–269.

Moviendo los marcos del patriarcado

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