Читать книгу Guía urgente para enseñar en aulas virtuales - Marta Libedinsky - Страница 8
ОглавлениеCON LAS AULAS VACÍAS
Una parte importante del trabajo docente ocurre antes, con las aulas vacías, como gráficamente explicó Philip Jackson, autor del libro La vida en las aulas. Allí leemos:
Lo que el profesor hace ante sus alumnos podría denominarse “enseñanza interactiva” y lo que realiza en otras ocasiones —con el aula vacía por así decirlo— podría llamarse “enseñanza preactiva”. Estos términos nos ayudan a tener en cuenta una diferencia cualitativa que a menudo se desdeña en los debates educativos. (2001, p. 184).
Cuanto más sofisticado sea el diseño de las aulas virtuales, tanto mejor será la experiencia de aprendizaje de los estudiantes y, con seguridad, ese diseño podrá ser reutilizado o adaptado en el futuro. Los diseños pobres no atraen.
Enseñar en aulas virtuales supone pensar en instancias sincrónicas y asincrónicas, pensar en cómo combinar palabras escritas, palabras habladas, imágenes fijas (fotografías, ilustraciones, gráficos, escaneos, etc.), imágenes en movimiento (videos, GIF, etc.), audios, enlaces. Supone pensar en cómo harán los estudiantes para transferir al mundo real lo aprendido en el aula, en cómo se vincula lo que se enseña con los sucesos de actualidad y los temas candentes, con la vida más allá de las aulas, en cómo lograr que la experiencia de aprendizaje sea satisfactoria para los individuos y para los grupos, en cómo lograr un todo interesante, armónico y articulado desde el inicio y hasta el final, desde la apertura hasta el cierre. Será preciso, por tanto, pensar cómo organizar y segmentar el material, cómo fragmentarlo mediante títulos y subtítulos. Cómo alternar palabra hablada, palabra escrita, imágenes. Cómo graduar demandas y dificultades. Cómo alternar el trabajo individual, en duplas, en grupos pequeños, con el grupo total.
Resulta imprescindible en un aula virtual que el estudiante pueda saber cómo comienza el curso, cómo se desarrolla y también cómo va a terminar. En términos del lenguaje de las series, es preciso “spoilear”, contar de antemano cómo habrá de ser el final. Si habrá algún trabajo final, entonces la consigna debe darse a conocer desde el momento cero. No es conveniente postergar la comunicación de la consigna. Por el contrario, es preciso dar tiempo para que los estudiantes se familiaricen con la consigna, tengan tiempo para dudar y se animen a hacer preguntas que les permitan comprenderla cabalmente.
Se trata de lograr, entonces, que los estudiantes vivan experiencias de aprendizaje significativas y creativas en un entorno artificial, seguro, amigable y confiable: el aula.
Al diseñar, por tanto, es importante diferenciar qué son cursos y qué son recursos, qué es lo estático y qué lo dinámico, qué es lo sincrónico y qué es lo asincrónico, qué se propone en forma individual y qué en forma grupal, cómo encarar la enseñanza a cargo de un solo docente y cómo la enseñanza a cargo de un equipo docente y cómo combinar lo analógico con lo digital. A lo largo de esta guía iremos desentrañando estas diferencias.
Un curso está en movimiento, es dinámico, da idas y da vueltas; tiene un inicio y tiene un final, no es un recurso estático, no es anónimo ni tampoco atemporal.
Un recurso, en cambio, sí es deliberadamente estático, aun cuando tenga rasgos de interactividad o cuando quienes lo hayan diseñado den pistas de cómo puede ser usado. Curso y recurso no son lo mismo. Un curso incluye recursos. Pero un recurso no es un curso. Nunca será un curso.
¿Con qué se arma un aula virtual? Existen numerosas opciones para armar campus y aulas virtuales; entre las más conocidas están Moodle, Blackboard, e-ducativa, Google Classroom. En esta guía no abordaremos sus semejanzas y diferencias, ya que estas van cambiando según las actualizaciones de cada programa (en todo caso, hay muchas tablas comparativas actuales que pueden hallarse fácilmente en la web). En lo que nos centraremos es en las herramientas comunes que todas estas plataformas ofrecen.
En términos generales las aulas virtuales ofrecen un listado de participantes, informes de último acceso, espacio para subir o crear contenidos, accesos a salas de videoconferencias, buzones para entrega de trabajos prácticos y tareas, espacios aptos para glosarios, foros asincrónicos, etc. Entre las muchas características que comparten las aulas virtuales una en particular es bien importante. Es la posibilidad de empotrar, embeber, incrustar, insertar o integrar reproductores digitales de videos o audios, infografías, formularios de encuestas, nubes de palabras que se actualizan en tiempo real, murales digitales, listas de reproducción, etc. Esto se hace, en general, mediante código, y el procedimiento es bien sencillo: solo consiste en buscar donde diga “compartir” y cortar y pegar código.1 Es diferente incluir un link o enlace que embeber un recurso.
Se trata entonces de ofrecer en esas aulas virtuales una enseñanza no enciclopédica, no memorística, no sedentaria, no libresca, no academicista, no pasiva, no rutinaria, no anacrónica, no arcaica. Una enseñanza que combine lo sincrónico y lo asincrónico, como veremos a continuación.
1. Se sugiere buscar tutoriales que se titulen, por ejemplo: “Cómo embeber un video de YouTube en un curso de Moodle”. El código puede lucir muy complejo, pero alcanza con copiar y pegar: es un procedimiento muy sencillo.