Читать книгу La gestión de sí mismo - Mauricio Bedoya Hernández - Страница 7
ОглавлениеIntroducción
A partir del piso analítico ofrecido por Michel Foucault y por otros autores que se han dado a la tarea de hacer un diagnóstico del presente, nos queremos aproximar al problema de cómo han emergido unas formas de subjetividad determinadas dentro del neoliberalismo como racionalidad de gobierno y el lugar que los regímenes de verdad construidos por las psicociencias han tenido en este proceso. Nuestra tesis es que la racionalidad de gobierno neoliberal ha aplanado la subjetividad confiscando amplios sectores de las psicociencias con el propósito de configurar una subjetividad empresarial, produciendo formas de vida heteronómicas y despolitizando la vida. En este problema vemos cómo se articulan los tres ejes de la analítica foucaultiana, los cuales nos sirvieron como base para la realización de nuestro propio camino investigativo: el poder (concebido como gobierno), el saber y la subjetividad.
En la segunda mitad de la década de los setenta Michel Foucault amplía su mirada sobre el problema de las relaciones de poder, la cual había estado centrada en el modelo nietzscheano de la confrontación y la lucha. Foucault se da cuenta de que el modelo de la lucha nietzscheana se ofrecía como insuficiente para la comprensión de un tipo de poder diferente al disciplinario. Nos referimos al biopoder, cuyo fin no se focaliza ya en el cuerpo de los individuos sino en el medio en el que vive la población. El tránsito entre estas dos maneras de pensar el poder se inicia desde las últimas páginas de Historia de la sexualidad. Vol. 1: La voluntad de saber, pero se consolida a partir de Seguridad, territorio, población (curso en el Collège de France, 1977-1978) y Nacimiento de la biopolítica (curso en el Collège de France, 1978-1979).
Es en este escenario en el que emerge el modelo gubernamental. Este autor concluye que, más que un problema de fuerzas, lucha y confrontación, el poder es un problema de gobierno definido como conducción de la conducta de los otros (individuos o grupos). Como lo señala en “El sujeto y el poder”(Foucault, 2001b), gobernar es realizar una estructuración del posible campo de acción de los otros. No obstante, como deja claro el sugerente título del curso de los años 1982-1983 en el Collège de France, El gobierno de sí y de los otros, la gubernamentalidad incluye como su segundo pilar el gobierno de sí mismo. La óptica del gobierno es el horizonte desde donde abordamos el problema que nos convoca en este texto. De este modo, nos preguntamos cómo gobierna el neoliberalismo y cuáles son las tecnologías, tanto prácticas como conceptuales, que utiliza para convertir a cada individuo en emprendedor y, por tanto, en empresario de sí mismo.
El segundo eje orientador de este proceso investigativo tiene que ver con el saber. Al respecto, también en Foucault operó un desplazamiento que lo llevó del problema del conocimiento al de la verdad, es decir, al de los regímenes de veridicción. Entonces, este deslizamiento lo condujo del problema del conocimiento al del saber y de este al de las prácticas discursivas y las reglas mediante las cuales se configura la verdad. Así apreciamos que su interés está dirigido no tanto hacia lo que puede haber de cierto en los sistemas de conocimiento, sino hacia los juegos de verdad, es decir, los juegos mediante los cuales emerge lo falso y lo verdadero y a través de los que el ser se constituye históricamente como experiencia. En otras palabras, la pregunta que quiere responder se refiere a cuáles son las estrategias, las problematizaciones y las prácticas discursivas que llevan a sostener que una idea es verdadera o es falsa.
Nuestro interés, en consonancia con lo expuesto, se orienta al reconocimiento de los regímenes de verdad a los que se hace el neoliberalismo con el fin de gobernar a los individuos y a la sociedad contemporánea. Si bien existen varios sistemas veridiccionales (discursos financieros, genéticos, biotecnológicos, neurocientíficos y biomédicos en general), nuestro mayor énfasis investigativo está puesto en las ciencias psi o psicociencias (psiquiatría, psicología y psicoanálisis), como las denomina Nikolas Rose, las cuales, desde su misma disciplinarización, estuvieron envueltas en la práctica del gobierno de los sujetos. Eva Illouz plantea que el discurso psi se convirtió en el magma contemporáneo en Occidente, lo que provocó que su sistema de significados sea compartido colectivamente y se torne en el fundamento del sentido que tenemos de nuestro yo y de nuestras formas de relación con los otros. En este sentido, nos preguntamos por la manera como las psicociencias, con su régimen veridiccional, han sido usadas para la implantación del gobierno neoliberal en las últimas décadas.
Por otra parte, con Rose asumimos la convicción de que las psicociencias no solamente se han constituido como fuente de un amplio régimen de veridicciones sobre lo que debe ser el sujeto humano, sino que han elaborado un sistema jurisdiccional (de prescripciones) sobre lo que debe hacer el individuo para ser ese sujeto. Con esto, adoptamos un tercer desplazamiento foucaultiano consistente en interesarnos no por la cuestión del sujeto sino por el análisis de las formas de subjetivación. En otras palabras, en vez de partir de la existencia de un sujeto en sí (un sujeto trascendental), nos ocupamos de ver las formas de subjetivación que adopta el individuo al hacerse un tipo de sujeto determinado cuando constituye su vida a partir de esos sistemas de verdades y prescripciones. La subjetivación se refiere a la cuestión de determinar, como lo manifiesta Foucault (1999), las condiciones bajo las cuales el individuo puede llegar a ser sujeto legítimo de tal o cual tipo de conocimiento: qué debe ser el sujeto, qué estatuto debe tener, tanto en lo real como en lo imaginario qué posición ha de ocupar. En concordancia con esto, las preguntas que derivamos de este tercer eje en nuestra propia analítica son: ¿Qué tipo de operaciones sobre sí mismo realiza una persona para subjetivarse según los dictados de las psicociencias? ¿A qué formas de relación consigo mismo y con los otros son llevados los individuos dentro del neoliberalismo y de qué forma participan las psicociencias en este proceso? ¿Qué modos de existencia son adoptados por los individuos que se alienan a la racionalidad de gobierno neoliberal y cómo participan las psicociencias en ellos?
Partimos de la afirmación de Michel Foucault según la cual la relación entre los juegos de verdad y las formas de subjetivación no parte de la idea de que el sujeto es el poseedor de una verdad, ni de que en su alma se encuentra la morada del discurso verdadero; menos aún de que en él habita una verdad que aún no logra conocer y que, en una suerte de hermenéutica de sí, lograría aprehenderla, sino de que se hace necesario reconocer que en nuestra cultura se dota al sujeto de una verdad desconocida por (y externa a) él, la cual debe aprender, memorizar y aplicar de manera progresiva. Entonces, los juegos de verdad, las prácticas y los discursos se constituyen en la base de la construcción de los modos de subjetividad, los cuales tienen como condición de posibilidad la práctica de la libertad del individuo humano. Nos unimos al postulado foucaultiano según el cual el gobierno requiere de la libertad y las prácticas de resistencia de los sujetos para no degenerar en estado de dominación. En este sentido, el neoliberalismo es una racionalidad de gobierno contemporánea que no se impone eliminando la libertad de los individuos. Todo lo contrario, hace uso de esta promesa de libertad para configurar una manera de ser, un êthos subjetivo. En esto encontramos la resonancia de Byung-Chul Han (2014), quien sostiene que, lejos de negar o someter la libertad, el gobierno contemporáneo la explota (haciendo uso de lo que él llama poder inteligente) para el logro de sus fines. En nuestros términos, el neoliberalismo hace una gestión positiva de la libertad para la constitución de unas formas de subjetividad específicas; o más precisamente, para la conformación del neosujeto, tal como lo nombran Christian Laval y Pierre Dardot (2013).
Estos tres desplazamientos (del poder al gobierno, del saber a la veridicción y de una teoría del sujeto a las formas de subjetivación) tuvieron un impacto en la ruta metodológica elegida para afrontar el problema que nos planteamos en este texto. Una segunda decisión metodológica tuvo que ver con lo que podríamos llamar posición eventualizadora, propia de la denominada historia crítica del pensamiento, entendida esta última como la historia de la manera como han emergido los juegos de verdad y las veridicciones (formas por medio de las cuales se articulan, en un dominio de cosas, discursos que pueden ser denominados verdaderos o falsos). Al preguntarnos por las condiciones de posibilidad de la emergencia del conjunto de verdades elaboradas por las psicociencias y su puesta en funcionamiento con el propósito de conformar tipos de subjetividad y, más aún, modos de ser, la posición eventualizadora resulta de gran utilidad.
Como leemos en La imposible prisión: debate con Michel Foucault (Foucault, 1982), la eventualización conlleva dos prácticas: de un lado, eventualizar requiere acercarse al problema de la verdad rompiendo las evidencias. En vez de realizar un análisis que mantenga una constante histórica, una característica antropológica inmediata o una evidencia diáfana para todos, se busca emprender un camino por el que se hace emerger una singularidad. Romper las evidencias sobre las que se han apoyado nuestro saber, nuestras prácticas y nuestras formas de vida supone preguntarnos varias cosas: si es tan claro que el ser humano es un sujeto libre, autocontrolado y razonable; si las psicociencias son tan neutrales como dicen ser; si las tecnologías de autoayuda que las psicociencias han construido realmente son tal; si efectivamente el ser humano está gobernado por su cerebro y, por tanto, la articulación de neurociencias y psicociencias asegurará la felicidad humana; si el sujeto emprendedor es en verdad un individuo autorrealizado; si estamos tan enfermos (o somos tan susceptibles) como lo dejan ver los sistemas internacionales de clasificación de las enfermedades mentales, etc. Preguntarse, entonces, por la manera como han sido construidas estas evidencias y sus regímenes de verdad asociados fue nuestra primera práctica eventualizadora. La segunda práctica desplegada por la eventualización tiene que ver con el hallazgo de conexiones, encuentros, apoyos, bloques, relaciones de fuerza, estrategias y demás aspectos que forman, en un momento dado, lo que se considera evidencia, universalidad, necesidad.
Consecuentemente, nuestro análisis se orienta hacia las formas que marcaron la aparición del sujeto psicológico y la función psi, los saberes que fundaron dicha emergencia y que siguen fundamentando su uso, la utilización del sujeto psi para efectos del gobierno de la vida de los individuos y las poblaciones, el usufructo que el neoliberalismo ha hecho de los regímenes de verdad de las psicociencias para los efectos de conformar al sujeto empresario de sí y autorrealizado y, en último término, para la configuración de unas ciertas formas de subjetivación en la contemporaneidad. En este análisis no partimos de la existencia de un sujeto constituyente, universal y trascendental a partir del cual se elaborarían todas las verdades sobre lo humano como una especie de develamiento de lo que el ser humano es en realidad. Más bien adoptamos la posición según la cual el individuo humano se subjetiva a partir de su relación particular con el saber y con las formas de gobierno (con sus respectivos sistemas normativos) en las que se ve inmerso.
Esta ontología de nosotros mismos u ontología del presente (como bien la denomina Foucault, inspirado en Was ist Aufklarung? de Kant) conduce a localizar el presente como objeto de la analítica, a reconocer los sistemas veridiccionales y jurisdiccionales que vectorizan este presente, a la pregunta por las circunstancias que han producido esas verdades, a las tecnologías que han sido creadas para ello y, en fin, a elaborar un diagnóstico de lo que somos. En esta ontología de nosotros mismos asumimos tres posicionamientos de partida en la ruta metodológica emprendida: el primero, el presente; es decir, la pregunta por lo que somos hoy. El segundo, el comienzo en vez del origen. Foucault (1997) alude a este problema cuando dice que Nietzsche hace una importante distinción entre el comienzo y el origen. La pregunta por el origen reifica la metahistoria de las significaciones ideales y esenciales y se ocupa de la identidad última y metafísica de las cosas; supone la existencia de la versad en sí, única, universal y diáfana. La labor genealógica, por el contrario, se ocupa del comienzo y sus meticulosidades y, por lo tanto, preeminencia la acontecimentalidad.
Y el tercer posicionamiento en nuestro análisis es la fundación en vez de la fundamentación, pues esta nos orienta a la búsqueda de los orígenes y al basamento último de la verdad y el sujeto. Nuestro trabajo no pretende construir una historia lisa de la subjetividad hasta llegar al neoliberalismo, sino más bien reconocer las rupturas y discontinuidades propias de la acontecimentalidad histórica. En consonancia con esto, por ejemplo, partimos de la idea de que el neoliberalismo no es un estado mejorado del liberalismo sino una racionalidad diferente de gobierno, o que el sujeto psi no ha sido el mismo a lo largo de estos doscientos años, o que la psicoterapia ha evolucionado y que hoy vemos los mejores modelos psicoterapéuticos actuar.
El presente texto busca dar una respuesta a la pregunta por las formas de subjetivación promovidas dentro de la racionalidad de gobierno neoliberal a partir de los regímenes de verdad construidos por las psicociencias. El capítulo 1 alude, justamente, al establecimiento de las discontinuidades entre el liberalismo y el neoliberalismo, al nacimiento del sujeto empresario de sí como nueva forma de subjetividad y al modo en que la subjetividad ha devenido capital que debe incrementarse ilimitadamente. En este capítulo adelantamos algunas de las intelecciones que guían el resto del texto y adoptamos una posición dialógica (y por momentos crítica) respecto de las fuentes abordadas en él. En el capítulo 2 introducimos la noción de dispositivo de localización de los sujetos como artefacto propio de una sociedad que, como la neoliberal, lleva a cabo control a campo abierto de sus individuos. Además, aquí dejamos claro que el gobierno neoliberal excede la labor de los Estados y se constituye en una racionalidad que no tiene un único foco y que busca conducir la conducta de los sujetos llevándolos a adoptar unas formas de vida lisas definidas alrededor del êthos empresarial, el cual rompe con la acontecimentalidad subjetiva y, como consecuencia, con la generación de posibles que den tránsito a la posición creadora del individuo.
El punto de articulación del neoliberalismo con las psicociencias está puesto en la normalización. Por esta razón, en el capítulo 3 abordamos este tema de la mano de Foucault, Canguilhem, Le Blanc y Rose, entre otros, para plantear la tesis de que somos normalizados por el mercado. Sostenemos que, aunque las normas de consumo tienen gran movilidad a través de la moda, la norma del rendimiento, el capital humano, la competitividad y la ilimitación del deseo permanecen y se mantienen inmóviles en el neoliberalismo. Lo que se ha impuesto como normal en la contemporaneidad es que el sujeto se haga gestor de su propia vida. Por otra parte, mostramos de qué manera, en la contemporaneidad, el esquema del poder pastoral se ha manifestado contemporáneamente en Occidente de la mano de las nuevas autoridades expertas y los nuevos públicos. Claro está que con esta nueva pastoralización de la vida no estamos hablando del mismo poder pastoral del cristianismo de la Edad Media. Finalmente, el neoliberalismo hace una gestión positiva de la anormalidad y, de manera más amplia, de la subjetividad. Por su carácter axial, este capítulo resulta ser el más extenso.
Los siguientes capítulos se refieren a las psicociencias. La problematización de la función psi y el sujeto psicológico se constituye en el foco del capítulo 4. Iniciamos problematizando el diagnóstico realizado por Byung-Chul Han respecto a la psicopolítica contemporánea, para adentrarnos en la disciplinarización de las psicociencias en el siglo xix (psicología y psiquiatría), la cual estuvo íntimamente asociada al gobierno de los otros (y sigue estándolo). En el capítulo 5, denominado “Psicociencias y vectorización de sí”, trabajamos el proceso de medicalización de la vida que las psicociencias produjeron durante el siglo xx. Proponemos que esta medicalización se dio a partir de cuatro procesos: la psicologización del yo y de lo social, la construcción de un lenguaje para hablar de nosotros mismos, la patologización y la psicofarmacologización de la vida. Las psicociencias hicieron una densificación psicológica del yo, crearon públicos psi y construyeron un lenguaje para que las personas se interpretaran y reconocieran a lo largo del eje normalidad-anormalidad. A esto lo llamamos vectorización de sí. También nos adentramos en el debate acerca de la manera como la psicologización del yo rompe el lazo social y el efecto estratégico que ello trae para el neoliberalismo.
Retornamos, en el capítulo 6, al problema de la pastoralización de la vida, pero específicamente nos enfocamos en la delineada por las psicociencias. Esta neopastoralización se asocia directamente con la producción de verdad y da la entrada a lo que denominamos tecnologías para el cálculo de la subjetividad. Tanto en este capítulo como en el 7 abordamos con profundidad creciente una de las tesis que nuclean esta investigación: el sujeto psi plano, el sujeto psi profundo y el sujeto psi aplanado han representado formas de subjetividad correspondientes a diversos momentos en la producción de verdad por parte de las psicociencias. El êthos subjetivo y, por consiguiente, la manera de gobernar la propia vida se han constituido, en Occidente, alrededor de este sujeto psi.
En el capítulo 7 continuamos nuestra problematización sobre el asunto ético y sobre el gobierno de la propia vida en la contemporaneidad a partir de la analítica de lo que denominamos en este texto tecnologías de ayuda, de las cuales reconocimos básicamente dos: la tecnología de la autoayuda y la psicoterapia (esta segunda la abordamos en el capítulo 8). Mostramos que las técnicas de autoayuda son falaces y que, en el fondo, promueven una subjetividad heteronómica, una autonomía tutelada por expertos y una relación consigo mismo que conduce a los sujetos a vivir una constante experiencia de debilidad. Esto es usufructuado por el neoliberalismo en términos de la implementación de todo un mercado psi que ofrece la promesa del mejoramiento continuo y del bienestar total. Entonces, las formas de subjetivación propuestas por las técnicas de la autoayuda parten de un sujeto débil y tutelado.
El capítulo 8, “Ser-otro en la psicoterapia”, es una crítica de la segunda tecnología de ayuda. Nuestra idea central en este apartado es que el sujeto terapizado es un individuo que quiere ser-otro y la psicoterapia le ofrece esa posibilidad a precio de someterse al dispositivo terapéutico y confesar su propia verdad. Esto hace que la psicoterapia funcione mediante el esquema neopastoral. Como en el caso de la autoayuda, lo que los tratamientos del alma ponen en juego es la relación del sujeto consigo mismo (la ética) y la conducción de la propia vida (el gobierno de sí).
Finalizamos este texto con las “Consideraciones finales: formas de vida creativas y ética del destino compartido”. Dado que, con Foucault, pensamos que la crítica constituye una actitud de resistencia a unas formas de gobierno determinadas, en estas consideraciones abordamos dos problemas: las formas de vida y la politización de la vida. El neoliberalismo ha buscado conformar unas formas de vida heteronómicas, a las cuales anteponemos lo que nosotros llamamos formas de vida creativas. De la misma manera, al êthos empresarial del neoliberalismo y al despliegue individualista de la subjetividad, los cuales erosionan la vida política de la sociedad y la conciencia de vivir juntos, anteponemos la necesidad de repolitizar la vida. Esto exige que privilegiemos el vivir juntos y la intersubjetividad. Nuestra propuesta es que el principio de funcionamiento de la intersubjetividad está en lo común y que la posición de amistad es la práctica contraconductual por excelencia en relación con racionalidades de gobierno como la neoliberal.
Es, justamente, a raíz de nuestra manera de ver las posibilidades de resistir a ser gobernados de un modo neoliberal que decidimos escribir este trabajo en la forma del “nosotros” (primera persona del plural). En otras palabras, no solamente la tesis principal que elaboramos, y que se esboza en este texto, sino el cuerpo conceptual que construimos y las dilucidaciones que emergieron a lo largo de este, si bien son originales, fueron un tejido intersubjetivo en el que no estuvimos solos. Los autores que abordamos fueron de inmenso e invaluable aporte, así como los amigos con los que pudimos mantener un diálogo fluido alrededor de nuestro problema de investigación, los colegas, el público que escuchó nuestros avances en diversos eventos, nuestros estudiantes y muchos otros. El “nosotros” no es un estilo de escritura, sino un reconocimiento a todas estas personas y al hecho de que el vivir juntos nos permite co-construir nuestras formas de vida privadas y colectivas.