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Primera parte: la organización, la administración y los estudios organizacionales: encuentros y desencuentros

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La administración, que en su configuración como campo del conocimiento empieza a gestarse en las postrimerías de la Revolución Industrial, sobre la base de una serie de postulados normativos y prescriptivos garantes de la organización del trabajo, dio lugar a una perspectiva considerada como moderna, por su acento nomotético y sus fundamentos inherentes a una racionalidad de carácter técnico. La teorización administrativa, que le es propia, se afianza en los inicios del siglo XX, especialmente con los aportes clásicos de Taylor y Fayol. Dadas las limitaciones de sus enunciados, debidas a un enfoque eficientista que eclipsa las implicaciones de las relaciones entre los sujetos y el trabajo, subyace en la medianidad de dicho siglo una perspectiva de pensamiento heredada de la teoría de la organización y definida como EO, la cual, con sustento en saberes críticos y posmodernos enriquecidos con las ciencias y disciplinas humanas y sociales, se orienta a crear espacios de análisis y debate acerca de la vida al interior de las organizaciones. Estos debates cobran una importancia promisoria, soportada en un amplio ejercicio investigativo desarrollado en el plano internacional y con inicios destacables en el contexto latinoamericano y colombiano.

Entre sus múltiples temas se empieza a nutrir la discusión acerca de las relaciones e, incluso, implicaciones entre la organización, la administración y los EO. Esto, como un terreno de estudio interesante tanto en su abordaje como en su problematización, que, a pesar de los diferentes aportes realizados, sigue siendo una temática no agotada y prometedora en cuanto al análisis crítico. De ahí que resulten pertinentes las iniciativas tendientes a reflexionar sobre el fenómeno de la organización, incluyendo las manifestaciones con la disciplina administrativa, sus conexiones (y desconexiones) con los estudios organizacionales, su racionalidad imperante y las aproximaciones crítico-comprensivas desde bases epistemológicas y ontológicas. La primera parte del libro pretende ser un avance en ese propósito.

En el primer capítulo, denominado “Estudio de las organizaciones en Colombia. Trayectoria, controversias y proyección”, los profesores, Carmen Alejandra Ocampo-Salazar, Olga Lucía Anzola-Morales y Diego René Gonzales-Miranda realizan un análisis de la investigación desarrollada en Colombia, tomando como objeto de estudio a las organizaciones. En ella, identifican algunos hitos históricos de su surgimiento y desarrollo, así como los diferentes medios de difusión de sus resultados. Pero, especialmente, provocan el debate en relación con las controversias derivadas de los enfoques funcionalistas que estudian a las organizaciones y someten a la discusión la diferenciación existente entre los estudios de la organización y los estudios organizacionales. Lo anterior, para instar en el ámbito nacional el desafío de construir lo que se entiende por estudios organizacionales y la necesidad de cimentar un carácter identitario acerca de los mismos.

En el segundo capítulo, titulado “Los estudios organizacionales, su locus y su relación con la administración: un aporte a la conversación desde el contexto colombiano y latinoamericano”, el profesor Mauricio Sanabria destaca el contexto histórico y teórico de desarrollo de los estudios organizacionales en Colombia. En su argumentación, expone la necesidad de considerar el locus en la conformación y desarrollo de este campo y la discusión existente respecto a la aparente separación entre la administración y los estudios organizacionales, la cual se alimenta, entre otros aspectos, al considerar su objeto de estudio.

En el tercer capítulo, nombrado “Sobre el concepto de racionalidad en administración: ¿racionalidad administrativa?”, con fundamento en diferentes argumentos, el profesor Pedro Emilio Sanabria Rangel hace una crítica acerca de la consideración de la racionalidad en la administración, únicamente en el plano económico e instrumental. Según su mirada, esta circunstancia deriva en una visión determinista, unidimensional, acrítica y deshumanizada de “lo organizacional” en el desempeño del hombre administrativo. Considerando esto, propone una reelaboración de la noción de racionalidad administrativa.

En el cuarto capítulo, denominado “La ontología subjetiva de las organizaciones”, los profesores José Gabriel Carvajal Orozco y Diego Armando Marín-Idárraga crean un marco de análisis en el cual se reconoce que los estudios organizacionales asumen, en oposición a una ontología objetiva catalogada como ingenua, una ontología subjetiva de las organizaciones. En su discusión, vinculan los aportes de John Searle sobre la ontología subjetiva de la realidad social para sustentar los argumentos acerca de que las organizaciones existen debido a que constituyen hechos sociales institucionales producidos por la intencionalidad colectiva, la cual atribuye cooperativamente funciones de estatus a las diversas situaciones de la realidad organizacional.

Los estudios organizacionales en Colombia

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